"La mejora del mundo da sentido a la vida"
Jacobo Israel Garz¨®n, en su despacho de Madrid. Calor y hora de la siesta. Pero no hay nada como Dios para quitar el sue?o.
Pregunta. Umberto Eco tiene escrito y mandado que en los peri¨®dicos no se debe hablar de Dios.
Respuesta. Es natural: la trascendencia no se aviene mucho con el d¨ªa a d¨ªa.
P. Habr¨¢ que acogerse a la dispensa dominical de los peri¨®dicos.
R. P¨ªdala, pues... Aprovecho para aclararle que lo que yo pueda hablarle sobre Dios o la religi¨®n ser¨¢ siempre estrictamente personal. En este caso preferir¨ªa no hablar como representante de los jud¨ªos espa?oles.
P. De acuerdo. Una vez me definieron el juda¨ªsmo como una refinada forma de ate¨ªsmo.
R. Demasiado refinado, tal vez.
P. Refinado, sin duda. ?Pero jud¨ªo?
"El rasgo dominante de la ¨¦tica jud¨ªa es su postura contraria al sacrificio humano. Podemos decir que el Dios de los jud¨ªos no necesita que muera el hombre"
"Para m¨ª, Dios es algo muy parecido a mis padres. Yo quise a mis padres. Ya no est¨¢n f¨ªsicamente conmigo, pero me acompa?an. Dios es esa compa?¨ªa"
"La historia ha quitado cualquier sentido a las llamadas de las religiones al alistamiento. Lo que ha de buscarse son los valores compartidos"
"El trabajo por la mejora del mundo es una necesidad y una obligaci¨®n. ?ste es, a mi criterio, el punto de intersecci¨®n entre ¨¦ticas aparentemente alejadas"
"Una fe que vacilara ante la ciencia ser¨ªa inservible. Lo contrario ser¨ªa establecer que la religi¨®n es una forma de ceguera"
"En el juda¨ªsmo ha habido tradicionalmente tendencias racionalistas muy fuertes. Y yo me siento identificado con ellas"
R. Todo el que se define como jud¨ªo tiene una cierta cosmovisi¨®n religiosa. Diversa y compleja, pero la cosmovisi¨®n existe siempre.
P. ?Y cu¨¢l es el n¨²cleo de la cosmovisi¨®n?
R. Lo que est¨¢ en la propia palabra religi¨®n. Religi¨®n viene de religare...
P. Es una etimolog¨ªa discutida, aunque reconozco que util¨ªsima.
R. Bueno, us¨¦mosla como met¨¢fora, entonces. Una cosmovisi¨®n religiosa es la que encuentra v¨ªnculos entre el mundo superior y el mundo nuestro. La que tiene la convicci¨®n de que todos los hombres formamos parte de una ¨²nica familia humana. Es decir, implica tanto una determinada relaci¨®n con el otro como con la divinidad. Y supone, finalmente, la convicci¨®n de que, aunque los hombres pueden ignorar a Dios, Dios est¨¢ presente.
P. Uno de los grandes misterios de este asunto es c¨®mo Dios ha creado hombres refractarios a la idea de Dios. Dado que somos obra Suya sorprende que Dios no est¨¦ en el cableado humano b¨¢sico.
R. Dios dot¨® a los hombres del libre albedr¨ªo. Fue su voluntad. Es la base de la Humanidad y resulta imposible concebirla sin ¨¦l. A m¨ª lo que me parece un acto supremo de fe en el hombre es que el libre albedr¨ªo incluya al propio Dios.
P. S¨®lo parece comprensible si se incluye la idea del premio o del castigo, de la salvaci¨®n o la condena. El libre albedr¨ªo como prueba... de fuego.
R. No, no. Se trata, simplemente, de la libertad. Dios hizo hombres libres, completamente libres. Ni siquiera atados a la propia idea de Dios.
P. Libres y errados.
R. La posibilidad del error es la condici¨®n de la libertad.
P. Para un jud¨ªo la meditaci¨®n sobre el libre albedr¨ªo como concesi¨®n divina es especialmente dram¨¢tica.
R. Naturalmente. Hay toda una rama de la teolog¨ªa jud¨ªa que se ocupa de ello. La llamada teolog¨ªa de la Shoa. Directa o indirectamente vinculado con ello est¨¢ la gran reflexi¨®n de Martin Buber sobre el eclipse de Dios.
P. La luz oscura del hombre.
R. As¨ª podr¨ªa decirse. Pero creo que con el eclipse no se alude a la creaci¨®n del hombre como consecuencia de la dejaci¨®n de Dios, o como un abandono temporal de la piedad. M¨¢s bien se trata, otra vez, de la libertad. Dios habr¨ªa dejado la capacidad moral de elegir en nuestras manos.
P. El Holocausto en nuestras manos.
R. Y tambi¨¦n los innumerables actos de bondad y de solidaridad con nuestros semejantes que cada d¨ªa protagonizamos.
P. ?Cu¨¢l es, a su juicio, el rasgo fundamental de la ¨¦tica jud¨ªa?
R. La ¨¦tica jud¨ªa ha contribuido a la construcci¨®n del mundo occidental. Y ha influido, como no pod¨ªa ser de otro modo, sobre cristianos y laicos. Yo creo que el rasgo dominante es su postura contraria al sacrificio humano. Eso es lo que le separ¨® radicalmente de las idolatr¨ªas que se basaban en el sacrificio para aplacar a los dioses. Y lo que explica que el jud¨ªo, a ojos de los cristianos, quedara convertido en una especie de antih¨¦roe. Podemos decir que el Dios de los jud¨ªos no necesita que muera el hombre. De ah¨ª que, a diferencia del cristianismo y el islamismo, el juda¨ªsmo no practique la conversi¨®n por la espada. Aunque tambi¨¦n es justo decir, respecto del islamismo, que tambi¨¦n hubo un islam respetuoso. Y que en algunas comunidades medievales, como la de Marruecos, las v¨ªctimas de las conversiones forzadas pudieron volver a recuperar al cabo del tiempo su religi¨®n original.
P. ?Y hoy, esa ¨¦tica?
R. Mire, yo creo que ha pasado el tiempo del proselitismo...
P. ?Conversiones..., ni forzadas?
R. Eso mismo. Yo creo que la historia ha quitado cualquier sentido a las llamadas de las religiones al alistamiento. No tiene ning¨²n sentido la competencia religiosa. Si tienen lugar, las conversiones deben realizarse bas¨¢ndose en la propia reflexi¨®n humana: Y no en t¨¦cnicas de proselitismo violentas ni tampoco pac¨ªficas. Yo creo que ni siquiera basta el di¨¢logo entre religiones. No, no es suficiente. Lo que ha de buscarse son los valores compartidos entre hombres que profesan credos diferentes...
P. Pero la gran brecha no est¨¢, quiz¨¢, entre religiones, sino entre hombres religiosos y otros que no lo son.
R. No hay tal brecha. Hay valores en com¨²n. Deben preservarse.
P. ?No le parece que Dios/No Dios es una radical barra separadora?
R. Desde el punto de vista de los valores es lo mismo vivir con Dios que sin Dios. Dios es una compa?¨ªa, no una coerci¨®n. No creo que Dios separe. Para m¨ª Dios es algo muy parecido a mis padres. Yo quise a mis padres. Ya no est¨¢n f¨ªsicamente conmigo, pero me acompa?an. Dios para m¨ª es esa compa?¨ªa, casi ligera. No creo que de ah¨ª se desprenda una ¨¦tica separadora.
P. Aun sin pensar en el extremo del suicida que est¨¢ seguro de que alcanzar¨¢ el Para¨ªso, el fondo de la conducta humana parece que debe de ser muy diferente en raz¨®n de si se cree o no en la otra vida.
R. Yo no creo en la resurrecci¨®n.
P. ?...?
R. Yo soy un hombre del siglo XXI...
P. ?Ya no se puede creer en la vida eterna, en este siglo?
R. Maticemos. Yo no creo en una resurrecci¨®n en que los seres vuelvan a vivir su vida terrenal y a encontrarse socialmente. Habr¨¢ vida eterna, pero no tal cual somos o hemos sido.
P. Muchos jud¨ªos no son en este sentido trascendentes. Pero siempre es extra?o pensar en una vivencia religiosa que obvia la trascendencia.
R. Yo no represento la ortodoxia, se lo repito. Tengo una visi¨®n fragmentada de la fe. Pero soy un hombre religioso, y no creo que la religi¨®n sea incompatible con la creencia de que ¨¦sta es la ¨²nica vida que tenemos y que vale la pena vivirla a pesar de que sea la ¨²nica. Por otro lado, yo vivo la religi¨®n. No vivo de la religi¨®n. Es importante, me parece. Tengo compromisos con mi fe, pero s¨®lo y estrictamente con mi fe.
P. Supongo que su religi¨®n s¨ª incluir¨¢ una teleolog¨ªa, un cierto sentido del mundo.
R. Por supuesto. Yo creo que el cuadro de la vida no es obra de Dios. Que es Dios el cuadro. Y que el sentido de la vida es la armon¨ªa final de los hombres.
P. ?De qu¨¦ hombres?
R. De los que vivan ese momento
P. ?Y sus muertos? ?Su sentido?
R. Habr¨¢n contribuido a la llegada de ese instante. Ese instante es lo que yo entiendo como el advenimiento del Mes¨ªas. El advenimiento del Mes¨ªas no es que yo vuelva a ver la cara de mi querido padre. "Y el lobo pacer¨¢ con el cordero", dice la Biblia. ?se es para m¨ª el profundo sentido de la llegada del Mes¨ªas. Pero, sobre todo, es el profundo sentido de la vida. Laborar para que esa armon¨ªa llegue. Es desde este punto de vista que el trabajo por la mejora del mundo es una necesidad y una obligaci¨®n. ?ste es, a mi criterio, el punto de intersecci¨®n entre ¨¦ticas aparentemente alejadas. No s¨®lo entre las ¨¦ticas confesionales de las que habl¨¢bamos antes, sino tambi¨¦n entre los hombres religiosos y los que no lo son. La mejora de la vida es el sentido que tiene la vida, y creo que todos estamos comprometidos con ese sentido. Es tan evidente que ni siquiera necesita de las convencionales apelaciones que com¨²nmente se hacen al di¨¢logo interreligioso.
P. Esa visi¨®n de las cosas conlleva necesariamente la creencia en una suerte de progreso moral.
R. S¨ª, yo creo que hay progreso moral. Que el hombre avanza y retrocede..., pero que avanza.
P. Es la palabra de un jud¨ªo.
R. No creo que tenga ni m¨¢s ni menos valor que la de cualquier otro.
P. No, quiero decir que es la palabra de un jud¨ªo que cree en el progreso, dicha a poco m¨¢s de medio siglo de la Shoah.
R. S¨ª, bien, en ese sentido es exacto. Eso mismo.
P. La armon¨ªa final de la que hablaba implica un cierto estado de caos. El caos vigente.
R. S¨ª, probablemente el papel fundamental del hombre sea restablecer la armon¨ªa.
P. Qu¨¦ asunto m¨¢s extra?o. ?Por qu¨¦ la armon¨ªa inicial iba a dar un rodeo tan largo?
R. Es cierto que la creaci¨®n del mundo finito se hace por voluntad del ser infinito. En la tradici¨®n m¨ªstica jud¨ªa se alude a la creaci¨®n del mundo como a una necesidad interna, estructural, del ser infinito.
P. Me resulta llamativo este lenguaje tan racionalista aplicado a la metaf¨ªsica
R. No es raro en un jud¨ªo. En el juda¨ªsmo ha habido tradicionalmente tendencias racionalistas muy fuertes. Y yo me siento identificado con ellas y supongo que eso se trasluce en la manera de hablar de estas cosas.
P. El problema es que la conciliaci¨®n entre fe y raz¨®n ya no es igual en el medievo que en nuestro tiempo.
R. Sustancialmente es lo mismo. Maim¨®nides ya se enfrentaba a esa dicotom¨ªa aparente, y a mi modo de ver la resolvi¨® con elegancia filos¨®fica.
P. Le fe se ha movido algo menos que la ciencia.
R. Pero la cuesti¨®n b¨¢sica es la misma. El esp¨ªritu de Dios no puede estar en contra de la ciencia. Entre otras cosas, porque la ciencia es una lectura de ese pensamiento, del pensamiento de Dios.
P. O sea que el cient¨ªfico interpreta a Dios.
R. Pues s¨ª, en cierto modo s¨ª.
P. Es un buen argumento para los creacionistas. Sin embargo, no veo que lo usen.
R. Darwin es compatible con Dios. Totalmente compatible. ?l mismo consideraba que la evoluci¨®n era compatible con la existencia de un creador. Una fe que vacilara ante la ciencia ser¨ªa inservible. La religi¨®n tiene que aceptar el m¨¦todo cient¨ªfico. Lo contrario ser¨ªa establecer que la religi¨®n es una forma de ceguera.
P. As¨ª ha sido y as¨ª es tantas veces.
R. No es mi sentimiento religioso. F¨ªjese que mi sentimiento religioso parte de la pura ansiedad de saber. Es algo que est¨¢ m¨¢s asociado al conocimiento racional que a cualquier otra fenomenolog¨ªa. Yo creo porque no s¨¦. La ciencia no contesta a las ¨²ltimas preguntas.
P. Tal vez porque son preguntas religiosas.
R. Son preguntas humanas. El hombre lleva siglos haci¨¦ndoselas. La conciencia de la humanidad, del mismo ser del hombre, es inseparable de estas preguntas. Pero, obviamente, estas preguntas son perfectamente conciliables con las respuestas parciales que la ciencia va generando. La ciencia trabaja a favor de Dios. Otra cosa ser¨ªa suponer que la ciencia miente.
P. O que Dios miente.
R. Las dos hip¨®tesis me parecen improbables.
P. Dada esta manera de verlo, ?por qu¨¦ la ciencia y la religi¨®n han seguido entonces caminos tan antag¨®nicos? ?C¨®mo se explican entonces Galileo y Giordano Bruno y tantos otros?
R. Yo creo que hay que separar la historia de las religiones de la historia de los cleros. Y el sentimiento religioso, de los sentimientos clericales. Y la potencia religiosa, de la potencia gremial de los cl¨¦rigos. Evidentemente, la religi¨®n, como cualquier asunto humano, no es independiente del poder, y de las tensiones y de los abusos del poder. La historia de las religiones es, en muchos sentidos, una historia de arbitrariedades y de desgracias. Y contradictoria, adem¨¢s, con el sentimiento final que inspira su lugar en el mundo. Las religiones han expandido odio y muerte, y lo siguen haciendo, por desgracia, en nuestros d¨ªas. Pero es injusto adjudicar esas perversiones al sentimiento religioso. Como ser¨ªa injusto adjudicar a la ciencia Hiroshima o las c¨¢maras de gas.
P. Se hace.
R. S¨ª, ya s¨¦ que se hace. Pero eso nada tiene que ver con la ciencia. En el descubrimiento del ¨¢tomo no est¨¢n incluidos las decenas de miles de muertos de la bomba at¨®mica. O s¨ª, pero, en el fondo, eso es irrelevante. Porque cualquier paso adelante que da el hombre lleva impl¨ªcita la posibilidad de un paso atr¨¢s. La explosi¨®n at¨®mica pertenece al ¨¢mbito de la pol¨ªtica y no al de la ciencia. Con las matanzas en nombre de Dios sucede lo mismo. S¨®lo se trata del nombre. Como en la explosi¨®n at¨®mica se trata s¨®lo de la f¨®rmula.
P. La religi¨®n, casi todas las religiones, utilizan para Dios la analog¨ªa de la paternidad.
R. S¨ª, a mi modo de ver es una analog¨ªa perfectamente v¨¢lida. Dios nos ha dado el ser. Dios nos observa. Y nos acompa?a aunque no est¨¦ f¨ªsicamente con nosotros.
P. Y, como usted dec¨ªa antes, Dios permite al hombre ser lo que quiera ser, ?no es exacto?
R. S¨ª, el padre cr¨ªa al hijo, pero no determina total y absolutamente su vida.
P. El hijo puede optar por negar al padre, despreciarlo.
R. S¨ª, es una posibilidad.
P. Pero, sobre todo, el hijo puede optar por la autodestrucci¨®n.
R. Est¨¢ en su libertad, s¨ª.
P. ?C¨®mo se concilia la llegada de esa armon¨ªa universal con la libertad del hombre para destruir el mundo?
R. Pues es perfectamente compatible con la idea de Dios. En efecto, el hombre puede destruirse. La armon¨ªa final puede no llegar. El mundo finito tiene un final abierto. Por eso es el que es.
P. ?Ver¨ªa Dios impasible ese final?
R. Puede pensarse. La libertad no es un juego... Es algo grave y serio. Se ejerce y Dios asiente. No es un truco...
P. Ni un Deus ex machina, demiurgo salvador.
R. Exactamente, no es eso. Otra cosa naturalmente es el ejercicio de la piedad.
P. ?En qu¨¦ consiste?
R. Dios pudiera verse afligido por el destino de sus criaturas. Intervendr¨ªa, como el padre, ya muy alejado de sus hijos, interviene al fin. Por pura piedad. No es descartable. Pero lo decisivo en mi cosmovisi¨®n religiosa, no me cansar¨¦ de repetir que personal y tal vez heterodoxa, es que, en efecto, Dios podr¨ªa no intervenir. Supondr¨ªa que la experiencia humana habr¨ªa salido mal.
P. ?spera visi¨®n de la trascendencia.
R. Yo dir¨ªa que racional si usted no lo encontrara tan llamativo.
La visita a Cansinos
JACOBO ISRAEL GARZ?N naci¨® en 1942 en Tetu¨¢n, en una familia de jud¨ªos hispano-marroqu¨ªes, de origen sefard¨ª. A una historia, que es la historia tambi¨¦n de su familia, acaba de dedicarle una detallada cr¨®nica: Los jud¨ªos de Tetu¨¢n (Hebraica Ediciones). Garz¨®n, ingeniero agr¨®nomo e inform¨¢tico y dedicado profesionalmente a la asesor¨ªa de empresas, es, adem¨¢s, presidente de la Federaci¨®n de Comunidades Jud¨ªas de Espa?a. Su gesti¨®n, tanto en esa federaci¨®n como en la comunidad jud¨ªa de Madrid, se ha caracterizado por una voluntad de presencia social y de lucha contra el ostracismo pol¨ªtico, cultural y medi¨¢tico que, a su juicio, padece todav¨ªa su comunidad.
Su actividad como militante de la causa jud¨ªa en Espa?a se confunde con su biograf¨ªa desde los primeros pasos. En este sentido es algo m¨¢s que anecd¨®tica su visita, con 21 a?os, a Rafael Cansinos-Assens, al que comunic¨® su prop¨®sito y el de otros j¨®venes jud¨ªos de reconstruir la comunidad madrile?a. Con el tiempo acabar¨ªa prologando el libro de Cansinos Los jud¨ªos en la literatura espa?ola. De esa visita guarda Garz¨®n un recuerdo muy n¨ªtido y especialmente sobre su final ha meditado muchas veces. Mientras se desped¨ªan, ya en el recibidor, el joven Garz¨®n se qued¨® observando un cuadro algo enf¨¢tico de la Virgen con el Ni?o. Cansinos, que hab¨ªa sufrido represalias franquistas por su simpat¨ªa por el juda¨ªsmo, advirti¨® su extra?eza.
-Le sorprende este cuadro
-Pues s¨ª, la verdad...
-A veces viene la polic¨ªa a visitarnos. Hacen preguntas. Muchas veces nos preguntan qu¨¦ religi¨®n tienen ustedes y les contestamos que cat¨®licos, claro, y les ense?amos el cuadro. Ah¨ª tiene usted, en este gesto nuestro, la explicaci¨®n de por qu¨¦ hab¨ªa en Espa?a, en el siglo XVII, tanta pintura religiosa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.