L¨¢grimas, rezos y resignaci¨®n en Netzarim
L¨¢grimas, rezos, dolor y tranquila resignaci¨®n. As¨ª recibieron los habitantes de la colonia de Netzarim, la ¨²ltima que quedaba por evacuar, a los soldados y polic¨ªas israel¨ªes que en pocas horas desalojaron a las 80 familias y los m¨¢s de 200 j¨®venes infiltrados en las ¨²ltimas semanas.
No hubo milagro que evitara el desalojo. En Netzarim, invadida por camisetas que anunciaban la llegada inminente del Mes¨ªas, ten¨ªan claro que hab¨ªa llegado su turno. A pesar de ello, mientras en la ma?ana de ayer un grupo de j¨®venes recog¨ªa la enorme Menor¨¢ (candelabro jud¨ªo) que presid¨ªa la peque?a sinagoga, al otro lado de la calle un colono a¨²n trabajaba en la remodelaci¨®n de su tejado, convencido de que su casa no ser¨ªa destruida por los bulldozers en los pr¨®ximos d¨ªas.
Para todos los colonos en la franja de Gaza, Netzarim era un s¨ªmbolo. Era el referente ideol¨®gico, religioso y nacional. Por su aislamiento respecto al resto de colonias y su cercan¨ªa a las poblaciones palestinas, a tan s¨®lo dos kil¨®metros de la ciudad de Gaza, Netzarim hab¨ªa sido en los ¨²ltimos a?os escenario de numerosos ataques de los milicianos palestinos. Era el asentamiento m¨¢s protegido de los 21 que, en menos de una semana, han sido vaciados. La ¨²nica colonia donde era obligatorio entrar en un veh¨ªculo blindado. Quiz¨¢ por su dependencia del paraguas militar, ayer no hubo grandes enfrentamientos entre los colonos y el Ej¨¦rcito. De hecho, los colonos y los soldados de la unidad Sans¨®n -encargada de la protecci¨®n del asentamiento- rezaron y lloraron juntos en la ceremonia de despedida. El rabino Tawil y el oficial al mando de la unidad, Udi Ben Moja, se abrazaron dejando claro que no era momento para divisiones. Contrariamente a otros lugares como Neve Dekalim o Kfar Darom, donde los gritos y la frustraci¨®n de los colonos se dirigieron hacia los soldados, aqu¨ª todos miraban al cielo.
Llevando como escudo la Menor¨¢ y los rollos de la Tor¨¢, su libro sagrado, centenares de colonos caminaron por las calles antes de subir a los autobuses que los esperaban. Algunos se atrincheraron desesperadamente en sus casas. Al final, los soldados y polic¨ªas irrumpieron para expulsarles"con determinaci¨®n y sensibilidad", como marca el lema militar para esta operaci¨®n.
"Somos una juventud que puede ser desterrada f¨ªsicamente pero nunca espiritualmente. Juramos que volveremos", sollozaba Jonathan Sarit, de 20 a?os. Por la noche, la gente de Netzarim se dio cita en Jerusal¨¦n para rezar ante el Muro de las Lamentaciones. De ah¨ª, hacia Ariel (Cisjordania), donde vivir¨¢n temporalmente en caravanas.
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