Cuando s¨®lo queda la isla
Como ayer se acab¨® el suspense de Perdidos, y dado que los telespectadores de TVE ya saben lo mismo que los del Digital+ en su carrera del verano por ver qui¨¦n llega primero al final, y como adem¨¢s no hubo grandes fugas cotillas para joderse la marrana entre s¨ª, lo cual demuestra que eso de las dos Espa?as (en este caso la digital y la anal¨®gica) es una pelmaza ret¨®rica que conviene revisar; ahora s¨ª, digo, es el momento de hablar de Perdidos sin represiones c¨ªvicas y pelos en la lengua.
Y lo primero que hay que decir es que TVE sigue siendo muy lenta de reflejos y que su audiencia va muy por delante de su intendencia, porque la serie se impuso en el aud¨ªmetro de Sofres por el infalible sistema boca a oreja y contra viento y mareas de agosto, horarios disparatados, ausencia de promoci¨®n, doblaje de serie B y un hist¨®rico despiste televisivo de Prado del Rey, que ten¨ªa la serie arrinconada y no reaccion¨® hasta que los chicos del Canal Fox empezaron a emitir lo que ya estaba cantado iba a ser la serie del a?o, con una docena de nominaciones para los oscar de la peque?a pantalla, los Emmy del pr¨®ximo 18 de septiembre, y que aqu¨ª, en esta extraviada isla cat¨®dica, los perdidos tel¨¦filos deber¨ªan exigir su retransmisi¨®n y por todo lo alto.
?ltimamente s¨®lo veo y registro islas filos¨®ficas cada vez que me asomo al exterior de las pantallas planas
La segunda reflexi¨®n es un pel¨ªn filos¨®fica y pido perd¨®n a mis jefes del verano porque todav¨ªa (faltan seis d¨ªas) no est¨¢ el patio de columnas para ponerse transcendentes, serios y progres, que es el canon del invierno, aqu¨ª en particular y en PRISA en general. Pues bien, a TVE, cuando ¨¦ramos peque?os, la llam¨¢bamos el Ente, y eso mismo es lo que exactamente es la isla de Perdidos, que ayer han coronado con tanto ¨¦xito de aud¨ªmetro inesperado: un ente ontol¨®gico como la copa de un pino. Lo dijeron John Locke, el fil¨®sofo brit¨¢nico, y uno de los protagonistas de esta serie que tambi¨¦n se llama con el mismo nombre. La isla tiene vida propia, incluidas sus terror¨ªficas autodefensas, y la naturaleza del entendimiento s¨®lo es la propia Naturaleza. O isla. El Locke de Lost y el Locke de los Essays no dicen cosas muy distintas y supongo que los lectores de este peri¨®dico, todos bachilleres, sabr¨¢n a qu¨¦ me refiero: la ¨²nica fuerza es la experiencia, los principios adquiridos son m¨¢s verdaderos que los innatos, la ¨¦tica es hedonista y el gobierno (de la comunidad de Lost o lo que sea) siempre tiene que estar basado en el principio de que los hombres s¨®lo son iguales y libres en su estado de naturaleza, es decir, en posici¨®n de n¨¢ufragos.
La met¨¢fora de la isla de Perdidos, en versi¨®n anal¨®gica y ontol¨®gica del Ente o en versi¨®n num¨¦rica y digital del Canal Fox, me ha arruinado lo poco que me quedaba del verano. Ser¨¢ por el cansancio de esta absurda apuesta, pero ¨²ltimamente s¨®lo veo y registro islas filos¨®ficas cada vez que me asomo al exterior de las pantallas planas. Aqu¨ª tengo garabateadas en un post-it algunas de las que he pillado estos d¨ªas.
Como estoy obsesionado con Scarlett Johansson desde Lost in translation, sal¨ª velozmente de casa hacia su ¨²ltima peli, que se titula Isla, va de clones y no es exactamente una nueva versi¨®n de las islas ut¨®picas del siglo XVIII, sino su inversi¨®n: en cuanto pisas la playa del pa¨ªs de la utop¨ªa, te liquidan sin contemplaciones aunque te llames Scarlett. Y cuando otro d¨ªa m¨¢s, y ya es mucha temeridad, sal¨ª del jard¨ªn atl¨¢ntico hacia mi librer¨ªa de cabecera en busca de libros para respirar un poco, aunque a¨²n tengo pendiente La isla del d¨ªa despu¨¦s, de Umberto Eco, s¨®lo encontr¨¦ dos t¨ªtulos: Espumas, de Peter Sloterdijk, y La isla desierta, de Gilles Deleuze, y los dos tratan mani¨¢tica, obsesivamente, de islas absolutas, islas metaf¨®ricas y otras declinaciones por el estilo de la misma met¨¢fora filos¨®fica de la insularidad. Y si tecleo en Google en busca de los ¨²ltimos follones literarios de la temporada europea, las web y blog fiables me remiten por unanimidad al imprescindible Michel Houellebecq, que, vaya por el dios de Lost, su pr¨®xima ficci¨®n se titula La posibilidad de una isla y tambi¨¦n va de clones, sexo y rock and Locke.
Se nota mucho que estamos extraviados en medio del oc¨¦ano de la globalizaci¨®n, porque s¨®lo los n¨¢ufragos de las islas perdidas disparan las audiencias.
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