"Un centro de arte es un espacio pol¨ªtico del que no debemos prescindir"
El correo electr¨®nico de Chus Mart¨ªnez (A Coru?a, 1972) es un hotmail que empieza con la palabra brillobox, una pista que indica su predilecci¨®n por el arte norteamericano y, sobre todo, por la tesis del "fin del arte" elevada al cubo por Arthur C. Danto, que esta joven historiadora se plante¨® hace unos a?os como punto de arranque de su tesis doctoral en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. La filosof¨ªa del arte y su conexi¨®n con los llamados "estudios visuales" a cargo de los analistas culturales, los comisarios, es un tema caro para la directora de programaci¨®n de la sala Rekalde de Bilbao.
Su formaci¨®n transcurri¨® entre Alemania y Nueva York. En esta ciudad, Mart¨ªnez y un compa?ero de estudios del Bard College convencieron al due?o de una cadena de supermercados en Long Island para que hiciera de mecenas de un centro de arte que tendr¨ªa como sede una antigua escuela de billar, en el barrio de Williamsburgh. "Nos parec¨ªa interesante reconectar un arte norteamericano local, que no tiene nada que ver con el arte norteamericano que la gente recibe en Europa, con gente de otros lugares. Sali¨® un proyecto bastante freaky". En la ¨²ltima Bienal de Venecia, Chus Mart¨ªnez fue la comisaria del pabell¨®n nacional de Chipre, que ser¨¢ la pr¨®xima sede de la Manifesta.
"El Guggenheim oblig¨® a redefinir la funci¨®n de cada una de las instituciones que tiene la ciudad"
PREGUNTA. ?C¨®mo definir¨ªa el trabajo de un comisario?
RESPUESTA. El comisariado no es una herramienta, ni una t¨¦cnica, sino un metalenguaje, la conclusi¨®n a la que se puede llegar a trav¨¦s del conocimiento de otras disciplinas como la historia del arte, la teor¨ªa o la pr¨¢ctica art¨ªstica, la producci¨®n y la distribuci¨®n. En las universidades espa?olas se suscita el debate de si debemos tener masters de comisariado. Pero no se trata de salir de la universidad y aparecer como si fueras un decorador de interiores. Resulta absurdo hablar de ense?ar cosas a las que se llega a trav¨¦s del propio trabajo y del conocimiento de las preguntas que el arte contempor¨¢neo te plantea.
P. ?No es una figura demasiado "imponente" dentro del trabajo del artista?
R. En un determinado momento, esa forma de trabajar, m¨¢s personal, ha servido para hacer visible un trabajo y una profesi¨®n que para mucha gente era invisible. En ese sentido fue importante y cumpli¨® una funci¨®n. Pero el comisariado es un arduo trabajo de investigaci¨®n y no debiera ser el resultado de un ejercicio formal de juntar obras para explicar una historia, sino el fruto del an¨¢lisis de qu¨¦ pasa en tu contexto inmediato y de qu¨¦ manera puedes encontrar otros contextos con problemas muy similares a los tuyos. Esa conexi¨®n con lo internacional se hace desde la preocupaci¨®n que est¨¢ en la base del terreno en el que trabajas. Creo que el internacionalismo es algo a defender.
P. ?C¨®mo definir¨ªa su proyecto para la sala Rekalde?
R. La Rekalde, que depende estrictamente de la Diputaci¨®n Foral de Vizcaya, se funda en 1992. Con esto estoy diciendo que no es una sala nueva, tiene una historia y una memoria. Funciona como espacio, como sala o antesala, extensi¨®n del Museo de Bellas Artes de Bilbao para el arte contempor¨¢neo y sigue el modelo que los ingleses llaman updating, es decir, pone a la gente al corriente de lo que est¨¢ pasando fuera. Para ello incorpora en su programaci¨®n nombres de la comunidad internacional que est¨¢n marcando tendencias y que son pioneros, priorizando los grandes nombres con otros que tambi¨¦n tienen un peso dentro de la comunidad local.
P. ?Qu¨¦ ocurre cuando aparece en la escena vasca el Guggenheim?
R. Pues que, en parte, obliga de una forma bastante positiva a redefinir la funci¨®n que cada una de las instituciones de la ciudad debe cumplir, porque est¨¢ claro que el Guggenheim es un museo que se va a dedicar al arte contempor¨¢neo y lo va a hacer desde el mainstream, es decir, desde los grandes nombres que han marcado un determinado discurso. En los ¨²ltimos tres a?os, Pilar Mur, la directora de la sala, y yo hemos pensado resituar no s¨®lo la instituci¨®n dentro del imaginario de la ciudad sino tambi¨¦n lo que la instituci¨®n puede hacer por la ciudad en cuanto a actividades.
P. ?Tienen el mismo p¨²blico?
R. Hay dos cuestiones, primera, de qu¨¦ manera la instituci¨®n puede responder a otras velocidades en una ciudad peque?a, m¨¢s all¨¢ de la velocidad que te marca la exposici¨®n. Otra es qu¨¦ m¨¢s puedes hacer por todos aquellos que est¨¢n trabajando en la comunidad art¨ªstica local y a los que sin embargo no puedes responder de forma positiva, es decir, no puedes exponer la obra de todos. Me gusta muy poco hablar de p¨²blicos, porque la mayor¨ªa de las veces nos estamos refiriendo al contribuyente, a la clase media, a la que en parte leg¨ªtimamente ese espacio le pertenece. Prefiero hablar de las diferentes inteligencias de grupos. Los adolescentes... es un grupo que me fascina y no s¨¦ muy bien c¨®mo un centro de arte puede apelar a su inter¨¦s; o las diferentes comunidades de inmigrantes, clases, que en muchos casos se sienten ajenas a los discursos art¨ªsticos.
P. ?No cree que los centros de arte y museos han acabado siendo un instrumento de la clase pol¨ªtica, m¨¢s que como herramienta de construcci¨®n social? ?C¨®mo desvincular un centro de la cultura del espect¨¢culo?
R. S¨ª, es uno de los grandes problemas. El tejido cultural de este pa¨ªs ha crecido gracias a una especie de histeria de normalizaci¨®n, en parte debido a estas circunstancias hist¨®ricas y a nuestro presente pol¨ªtico, y a que durante los ochenta hab¨ªa una gran ansiedad por equipararse a Europa. Tenemos muchas estructuras que estamos manteniendo, pero no las estamos haciendo crecer ni que sean sostenibles. Un centro de arte es un espacio de libertad, un espacio pol¨ªtico del que no podemos prescindir.
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