La ciudad lenta y so?ada
Cuando llegas a Ronda ya sabes por qu¨¦ se ha conservado as¨ª, como la vio Rainer Maria Rilke, que estuvo aqu¨ª alg¨²n tiempo, o como la vio Somerset Maugham. Para el poeta, ¨¦sta era la ciudad so?ada, y para Somerset Maugham era la ciudad del silencio. Y se ha conservado con el car¨¢cter que ellos le vieron porque sigue siendo tan dif¨ªcil como siempre acceder a ella.
La defiende esa serran¨ªa cuyo laberinto describe Manuel de Lope en Iberia "como un bulto confuso de hombres dormidos". Esa situaci¨®n geogr¨¢fica, que ha sido aliviada gracias a unas carreteras mejoradas, le ha dado la peculiaridad que a¨²n tiene y que la puede convertir, adem¨¢s, en un prototipo espa?ol de las que ahora se quieren llamar ciudades lentas...
Aqu¨ª el que invent¨® la muleta fue Pedro Romero, en torno a 1800, y despu¨¦s, la saga de los Ord¨®?ez puso a Ronda en el primer lugar del toreo...
La calle de la Bola es un kil¨®metro de ida y vuelta en el que no hay un solo mil¨ªmetro que no se dedique al comercio y a la tertulia
"En Andaluc¨ªa hay 50 campos de golf, ?y aqu¨ª, ninguno!". "Ronda es una pedan¨ªa de Sevilla". "La iniciativa privada est¨¢ aburrida"
Tragabuches, de finales del XVIII, fue tambi¨¦n torero y cantaor, y se hizo rufi¨¢n ben¨¦fico por una reyerta de amor que le enfrent¨® con un sacrist¨¢n
Aqu¨ª se interpret¨® por primera vez, en 1917, el himno de Andaluc¨ªa; aqu¨ª nacieron sus s¨ªmbolos hist¨®ricos: la bandera, el himno y el escudo
Nada m¨¢s llegar percibes que, en efecto, entras en un sitio que tiene sus propios c¨®digos para tratar la invasi¨®n de turistas que la visitan desde hace m¨¢s de un siglo... Y nada m¨¢s situarte en sus calles mayores sabes que gran parte del fervor que despierta Ronda no arranca s¨®lo de la belleza del enclave, subrayado, adem¨¢s, por un puente, de mediados del siglo XVIII, al que los transe¨²ntes se asoman como si estuvieran asistiendo al descubrimiento del v¨¦rtigo, la voluptuosa sensaci¨®n de que puentes como ¨¦stos se hicieron para animar al vuelo...
Ese fervor arranca de sus dinast¨ªas de toreros, desde Pedro Romero a finales del siglo XVIII, pasando por la hasta ahora inextinguible huella de los Ord¨®?ez, cuyo maestro principal es Antonio Ord¨®?ez...
Ord¨®?ez fue quien atrajo aqu¨ª a escritores o artistas, como Hemingway, como Welles, o como el propio Manuel de Lope...
Cuando nosotros nos pusimos frente al monumento que le ha dedicado Ronda a Ord¨®?ez, ante la plaza de toros redonda "m¨¢s antigua del mundo", nos acompa?aban turistas norteamericanos, que a lo largo del d¨ªa se fueron turnando con otros ante la estatua del torero a cuyo pie se lee tan s¨®lo la palabra "Maestro...".
Esta pareja que coincide con nosotros est¨¢ dividida: ¨¦l, de apellido Strong, y adem¨¢s fuerte como un toro, est¨¢ all¨ª tras la huella de la fiesta, pero ella, fr¨¢gil pero tambi¨¦n de apellido Strong, odia la violencia que se aplica a los animales... "Estoy aqu¨ª por mi marido, fascinado por alguien que ha matado ?6.000 toros!".
Estamos a la vera de la calle principal de Ronda, la calle de la Bola. Antes de entrar en ese para¨ªso del comercio y del bullicio que desmiente el silencio que Maugham le atribuye a Ronda, dos camareras nos alertan sobre los problemas que padece la ciudad so?ada...
Bel¨¦n nos se?ala el olor de la depuradora, y Marta nos avisa de los problemas de comunicaci¨®n que convierten Ronda en un para¨ªso alejado... Ni ellas ni Carolina, que las acompa?a, se ir¨ªan jam¨¢s de Ronda; "?vivir en Sevilla, o en Madrid, qu¨¦ ajetreo!". Para ellas, lo mejor de Ronda es la tranquilidad, y lo peor es que el trabajo dependa exclusivamente del turismo... Tendr¨ªa que haber una universidad, m¨¢s empresas... ?Y si esas empresas traen el ruido a Ronda, y los olores, y el ajetreo? ?Ah, no, entonces no...!
R?QUIEM. La calle de la Bola es un kil¨®metro de ida y vuelta en el que no hay un solo mil¨ªmetro que no se dedique al comercio y a la tertulia... Como si fuera el resumen de lo que debi¨® de ser alguna vez la calle andaluza, llena de tertulianos y de comerciantes, aqu¨ª da la impresi¨®n de que se par¨® el tiempo hasta para los que van ajetreados... Como para confirmar que estamos en Andaluc¨ªa, nada m¨¢s entrar, alguien le dice a Juli¨¢n Rojas, el fot¨®grafo: "Oye, que te cambio la c¨¢mara por un cart¨®n de leche. ?Est¨¢ fresquita la leche!", y nada m¨¢s entrar en la tertulia que dirige Jos¨¦ Garc¨ªa Torres, a quien llaman Pepe el R¨¦quiem, confirmamos que aqu¨ª se tiene un sentido especial de la palabra en el tiempo... Tambi¨¦n lo llaman El S¨¦neca, por sus sentencias, pero a ¨¦l ese apodo no le viene bien, "el S¨¦neca muri¨®, ?si ya se han quitado el luto y todo!". Y lo de R¨¦quiem no le importa, porque le viene de un perro que tuvo al que llamaban R¨¦quiem, y como ¨¦l iba de un lado para otro con el perrillo, terminaron llam¨¢ndolo R¨¦quiem... Tiene 87 a?os, "soy licenciado en farmacia, boticario y enterrador, y no le diga a la Guardia Civil que me ha visto, porque cuando no estoy preso me buscan".
R¨¦quiem ahora oficia de jubilado y director de esta tertulia que se desarrolla a media ma?ana ante el caf¨¦ Maestro... R¨¦quiem dice que esto es tan tranquilo y saludable que "la gente se muere cuando le da la gana"; pero ¨¦l no deja que nada se quede sin su refr¨¢n: "La vida de aqu¨ª es muy sana... Sano y tieso, en Villamart¨ªn te espero". ?Y eso? "Es que aqu¨ª hay un refr¨¢n que dice: 'Si la soga no se rompe, en Villamart¨ªn te espero'. Villamart¨ªn est¨¢ m¨¢s abajo, tambi¨¦n en la serran¨ªa".
El rato que estuvimos con R¨¦quiem y los suyos desfilaron por la tertulia otros habituales, con los chistes m¨¢s diversos, y con algunas opiniones. Ronda no quiere industrias; Ronda s¨ª quiere industrias; ?llevan veinte a?os los del PSOE haciendo la depuradora!; "Ronda es como los quesos de bola, agujeros por todas partes"... Para todos, lo mejor de Ronda son la tauromaquia y Ord¨®?ez...
Cuando llega ese asunto, la conversaci¨®n parece que gira en torno a una magia. Aqu¨ª el que invent¨® la muleta fue Pedro Romero, en torno a 1800, y despu¨¦s la saga de los Ord¨®?ez, empezando por Cayetano en los a?os veinte del ¨²ltimo siglo, puso a Ronda en el primer lugar del toreo... R¨¦quiem desgrana nombres: Ni?o de la Palma, Pepe Ord¨®?ez, Alfonso Ord¨®?ez, Juan de la Palma, "que se cas¨® con Paquita Rico..., y se envenen¨® con batiburricos...". R¨¦quiem dice que a ¨¦l del perro se le qued¨® la rabia, pero nadie dir¨ªa que la tiene...
Parece que ¨¦l ayuda a que se detenga el tiempo en este caf¨¦, aunque los contertulios ponen sobre la mesa los problemas que ven. Hablan Luis Hern¨¢ndez Corr¨®, Rafael P¨¦rez Gir¨®n, Manuel Jim¨¦nez, Jos¨¦ Luis L¨®pez, Manuel Ram¨ªrez Savater... "Una carretera mejor, para empezar a hablar, es lo que hace falta". "M¨¢s industrias, que la juventud no se vaya de Ronda". "En Andaluc¨ªa hay cincuenta campos de golf, ?y aqu¨ª, ninguno!". "Ronda es una pedan¨ªa de Sevilla, marginada y olvidada". "?No cuidamos ni la industria tur¨ªstica! Y la iniciativa privada est¨¢ aburrida".
La calle de la Bola es un monumento de Ronda. Se llama como el inventor de la espinela, Carrera Vicente Espinel. Pero R¨¦quiem nos cuenta el origen del sobrenombre. Hubo una nevada muy grande y se form¨® al principio de la calle una bola enorme que todo el mundo iba a ver...
POSTALES. Aqu¨ª est¨¢, dicen, la identidad de Ronda. No es ni sevillana ni malague?a; es Ronda, y esa calle es uno de sus s¨ªmbolos. Divide la ciudad en dos, como nos dicen unos turistas milaneses (Lucca, Michela, Martina) que compran postales y que hacen un resumen de lo que aqu¨ª han visto como espect¨¢culos superiores: la catedral, el puente, la plaza de toros y, sobre todo, su hotel, que se llama Don Gabriel y es una de esas casas restauradas que simbolizan la lucha de Ronda por no convertirse en una antig¨¹edad... Les atiende Jos¨¦ Antonio Guerrero, en Torer¨ªas, la tienda de su padre, que fue director del Museo Taurino de Ronda... A los turistas les atrae, dice, el sabor antiguo de Ronda, y claro que se apasionan por los t¨®picos... Aqu¨ª empez¨® el toreo a pie, Pedro Romero, los Ord¨®?ez..., "?el 80% de los toreros admiran a Antonio Ord¨®?ez!", "claro que nos vendr¨ªan bien unas cuantas f¨¢bricas poco agresivas, ?pero la tranquilidad tiene un precio, Ronda lo paga!"... La gente se lleva llaveros, postales; esta se?ora de Portsmouth viene desde hace tres a?os: "Beautiful, nice caf¨¦, good shopping!". Al lado, en Cairel, m¨¢s postales, llaveros, cosas de toros y gu¨ªas... Mariam, que atiende, vino de Sevilla a disfrutar de la tranquilidad ronde?a, "y la disfruto; ahora bien, ?me ha tocado vivir encima de una de las cuatro discotecas que hay en Ronda!"...
En este zoco que es La Bola nos encontramos a un pastelero que fue pol¨ªtico, nacionalista andaluz... ?ngel Harillo. Su hermano Juan fue el primer alcalde democr¨¢tico de Ronda, y ¨¦l tambi¨¦n ha sido concejal... ?l desgrana algunos datos: "Ronda ha evolucionado por inercia, mantiene los 40.000 habitantes que tiene desde hace d¨¦cadas, est¨¢ a la espera de que permitan el circuito automovil¨ªstico Ascari, con su hotel de lujo, sus chalets, sus corredores, sus prototipos deportivos... ?Qu¨¦ va a ser una amenaza, es progreso, Ronda lo necesita! Tenemos que conservar, pero no quedarnos a la cola... Hemos de cuidar el medio ambiente, ?pero c¨®mo vas a parar el progreso? Est¨¢ bien que haya ecologistas, que protesten, es su funci¨®n, ?pero no se puede mantener una ciudad con un nivel de poblaci¨®n similar al de hace un siglo!".
Harillo es primo de Antonio Ord¨®?ez. Por la calle desfilan algunos de los que fueron cercanos del torero, muerto hace cuatro a?os... Todos hablan de ¨¦l con la reverencia que se tiene ante un patriarca... De todas las an¨¦cdotas que no se contaron nunca de ¨¦l, ?ngel Harillo desgrana una: estaba Ord¨®?ez sentado en el Maestro y vio aparecer a un personaje local, Juani Buler¨ªas, vestido con pantal¨®n corto. Ord¨®?ez le espet¨®: "Juani, a la calle La Bola no se viene en pantal¨®n corto". Y Juani volvi¨® sobre sus pasos a vestirse como mandaba el maestro... "Era un car¨¢cter fuerte, muy generoso; gracias a ¨¦l se conoce Ronda en todo el mundo... Buena persona, pero muy buena persona".
RILKE. Ha dejado un vac¨ªo visible. Como Pedro Romero. Arriba, en el parque de La Alameda, donde ahora venden sand¨ªas y helados, cerca de una tienda de vinos que ahora anuncia en su puerta agua Sol¨¢n de Cabras, "?es que la gente tiene que beber agua al subir esta cuesta!", el maestro que lo invent¨® todo es saludado de esta forma al pie de su estatua de piedra: "El cobarde no es hombre. / Para el toreo se necesitan hombres...". Diego Narv¨¢ez, ronde?o, delegado de EL PA?S en M¨¢laga, recuerda una definici¨®n del poeta Fernando Villal¨®n: "Ronda, la de los toreros machos".
Ese espa?olismo t¨®pico sirve tambi¨¦n para cortar el jam¨®n de la serran¨ªa de Ronda... Le preguntamos a Leocadio Corbacho Bocanegra, que tiene esta tienda de jamones como si fuera un museo, si es preciso un arte especial para cortar como ¨¦l corta esta fin¨ªsima consecuencia del cerdo: "Tiene que estar el jam¨®n bien criado, bien curado en sitio fresco y fr¨ªo, con una humedad por debajo de los 60 grados, y hay que cortarlo sobre una buena tabla, con un buen cuchillo, ?y con espa?olismo!".
RONDA ES MUCHO. Lo dicen todos. Al lado de los jamones, en un cibercaf¨¦ oscuro, unos chiquillos hacen carambolas, y el calor cae como una mano sudorosa sobre los turistas que suben hasta el hotel Reina Victoria, a ver lo que queda de Rilke... Han restaurado la habitaci¨®n n¨²mero 34, donde estuvo el poeta celebrando el encuentro con la ciudad so?ada... All¨ª est¨¢n algunos de los poemas que escribi¨®, desde que lleg¨®, el 21 de enero de 1913...
Consumi¨® tisanas, agua mineral y fuego contra el fr¨ªo serrano, y pag¨® por cada uno de los d¨ªas de su estancia los mismos gastos, que, sumados entre ese d¨ªa y el 2 de febrero, cuando concluye su cuenta, son 147 pesetas... Rectangular, volcado sobre el paisaje a¨²n impoluto de la sierra, el cuarto es el de un poeta espartano cuya obsesi¨®n por las rosas llena a¨²n esta habitaci¨®n colgada del tiempo. "Ven a la noche. / Y somos herederos de las rosas".
Una ciudad que rinde culto a los toreros y a los bandoleros (aqu¨ª hizo Sancho Gracia su Curro Jim¨¦nez), y que ara?a ahora con un dedo su porvenir... Aqu¨ª se interpret¨® por primera vez, en 1917, el himno de Andaluc¨ªa (Blas Infante fue notario en Ronda), aqu¨ª nacieron los s¨ªmbolos hist¨®ricos de Andaluc¨ªa, la bandera, el himno y el escudo... Estuvo durmiente durante d¨¦cadas, y ahora resurge, aunque quiere conservar la tranquilidad que la hizo met¨¢fora del silencio...
LENTITUD. La lejan¨ªa, que sigue siendo cierta, ahora es menor, y la sinton¨ªa con el mundo parece cada vez m¨¢s evidente, y no s¨®lo por el turismo que la visita, sino tambi¨¦n porque hay ronde?os que se empe?an en hacer a¨¦reas las anclas... Estuvimos con uno de ellos, Manuel L¨®pez, de 37 a?os, cuyo padre fund¨® una dinast¨ªa de restauradores cuya antorcha llevan ¨¦l y un s¨ªmbolo, el restaurante Tragabuches, que tiene su nombre de uno de los c¨¦lebres bandoleros que robaban a los ricos para d¨¢rselo a los pobres...
Este bandolero en concreto, de finales del XVIII, fue tambi¨¦n torero y cantaor, y se hizo rufi¨¢n ben¨¦fico por una reyerta de amor que le enfrent¨® con un sacrist¨¢n.
El Tragabuches escal¨® hace cinco a?os el escalaf¨®n de las estrellas Michelin, un acontecimiento ins¨®lito entonces en Andaluc¨ªa, y prosigue en su af¨¢n por hacer moderna la gastronom¨ªa tradicional andaluza, "?sin que las cosas dejen de tener sabor!". Han sido capaces, recuerda Diego Narv¨¢ez, de combinar el gazpacho con los percebes, "?y conseguir que cada cosa sepa a lo que es!"; han inaugurado la sopa de higos chumbos... Y ahora, Manuel y otros ronde?os como ¨¦l quieren hacer del vino tinto de la tierra un vino para conocedores...
Quieren que el campo sea productivo y que Ronda sea conocida en el mundo tambi¨¦n por lo que hacen sus habitantes no s¨®lo con la muleta... Manuel L¨®pez supo, por un art¨ªculo de Juan Cueto en EL PA?S, que hay en el mundo un movimiento de ciudades lentas, y viaja por Internet para conectarse a ese movimiento... Cree que todo lo que pasa en Ronda (el sentido del tiempo, la lejan¨ªa que conserva con respecto a las ciudades vecinas, la orograf¨ªa, el car¨¢cter de su gente, el hecho de que puede vivir sin tr¨¢fico, el silencio del que a¨²n es capaz, el tama?o del lugar, que ya no puede ser m¨¢s grande) califica a esta ciudad para integrarse en esa n¨®mina de los lugares en los que el tiempo se puede detener a voluntad.
Cuando nos vamos, Manuel nos pide que nos olvidemos del olor de la depuradora. ?ste nos acompa?a hasta el puente del co?o, enfrente de la casa de Francisco Giner de los R¨ªos, cerca del Museo Peinado, al lado del museo de todo que ha montado Jos¨¦ Antonio Lara Jurado... Y m¨¢s all¨¢ de ese olor que Manuel quiere que olvidemos, nosotros nos llevamos estos versos que Rilke escribi¨® en su ciudad so?ada: "En una rosa est¨¢ tu lecho, amada. / A ti misma
[oh, yo nadador contra la corriente del aroma] te he perdido".
En la habitaci¨®n 34 del hotel Victoria, un reloj de los tiempos de Rilke marca una hora indefinida; el puntero chico est¨¢ en las ocho.
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