Amar el riesgo
Recolectar excrementos de osos en Alaska, pelearse con alacranes y garrapatas o vigilar que las serpientes no se colaran en su cama han sido tareas impl¨ªcitas en los trabajos de campo de la bi¨®loga Anna Traveset. Pero en alguna ocasi¨®n la aventura pas¨® a mayores y temi¨® por su vida.
Una cosa tuvo clara Anna Traveset desde jovencita: que le gustaban los animales, los viajes y las aventuras. De lo primero tuvo mucha culpa su padre, que la llevaba a buscar setas por el bosque y era fiel seguidor de los programas de F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente, con los que ella tambi¨¦n se enganch¨® a la naturaleza, que, por otra parte, rozaba la puerta de su casa de Organya, un pueblito del Pirineo leridano del Alto Urgell. Lo de los viajes y la aventura no sabe bien de d¨®nde le viene, pero lo cierto es que han sido una constante en la vida de esta catalana que decidi¨® unir sus tres pasiones en la biolog¨ªa.
As¨ª que Traveset tiene un itinerario profesional rico en trabajos de campo por tierras ex¨®ticas donde la aventura era previsible, y un buen pu?ado de viajes particulares que tampoco han esquivado los riesgos. Nada extra?o cuando se hace el viaje de novios a Borneo, "quer¨ªamos ir a Pap¨²a-Nueva Guinea, pero al final nos asustaron un poco". O cuando, pura casualidad, se vive en directo la entrada del comandante Marcos y su guerrilla zapatista en Chiapas (M¨¦xico), lo que signific¨® dos d¨ªas retenida, sin poderse mover del lugar, y con la carretera cortada. "Nos dijeron que est¨¢bamos sitiados y que no sali¨¦ramos del hotel, porque aquello era una revoluci¨®n. Yo pens¨¦ que el ej¨¦rcito pod¨ªa entrar a saco y no dejar nada del pueblo? Habl¨¦ con Marcos, que entonces era s¨®lo un guerrillero desconocido, pero impresionaba lo tapado que iba. Cuando en el avi¨®n de vuelta a Espa?a vi en la portada del peri¨®dico su foto exclam¨¦: '?Pero si es ¨¦l!".
Traveset confiesa que, ya desde el bachillerato y despu¨¦s de ver alguna pel¨ªcula de reporteros de guerra, quer¨ªa hacer en la vida algo que conllevase riesgo. Sus amigas prefer¨ªan estudiar cerca de casa, no alejarse mucho de la familia, pero ella prefer¨ªa volar lejos. Por eso no sorprende que uno de sus mitos sea la famosa primat¨®loga Dianne Fossey, que dio a conocer al mundo los gorilas de monta?a que viven entre Ruanda, Uganda y la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. "Siempre me ha parecido una figura muy atractiva aunque a ¨²ltima hora se volvi¨® excesivamente dura", y que ahora sue?e con ?frica. "Me encantar¨ªa hacer trabajo de campo en Uganda, Kenia o Tanzania; tambi¨¦n en Madagascar. Si me pusieran un proyecto sobre la mesa, ahora mismo me ir¨ªa a trabajar con los l¨¦mures. Claro que me ir¨ªa a la Luna si me dijeran: s¨²bete a este cohete, la aventura siempre me ha atra¨ªdo mucho".
Pero no conviene equivocarse con las tendencias aventureras de esta bi¨®loga de 43 a?os, casada y con dos hijos, responsable del Laboratorio de Ecolog¨ªa Terrestre del Instituto Mediterr¨¢neo de Estudios Avanzados (IMEDEA) de Mallorca, del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), especializada en la interacci¨®n planta-animal. En su curr¨ªculo figuran m¨¢s de 50 publicaciones en revistas de impacto internacional -aparecidas en el SCI-, una decena de monograf¨ªas o libros y la participaci¨®n en m¨¢s de una docena de proyectos de I+D nacionales e internacionales.
Creo que su pasi¨®n por la ecolog¨ªa le lleg¨® de la mano del hist¨®rico Ram¨®n Margalef, a quien tuvo de profesor.
Con Margalef decid¨ª que quer¨ªa hacer ecolog¨ªa, estudiar los seres vivos en su ambiente. Adem¨¢s de un magn¨ªfico ec¨®logo, era una bell¨ªsima persona, siempre dispuesto a ayudar. Gracias a ¨¦l pude llegar a Estados Unidos, me hizo una carta de recomendaci¨®n con la que me admitieron en la Universidad de Pensilvania (Filadelfia). As¨ª que en 1985 di el salto a EE UU.
No est¨¢ mal para empezar a alejarse de los Pirineos?
Fue un choque cultural bastante grande. Sab¨ªa ingl¨¦s, pero tuve que hacer un curso intensivo y pude entrar en el equipo de Daniel Janzen, un ec¨®logo tropical muy conocido, como asistente de investigaci¨®n de su laboratorio. No me gustaba nada Filadelfia, entonces era una ciudad peligrosa, fea y sucia. La universidad est¨¢ en uno de los barrios m¨¢s inseguros y te arriesgabas bastante todos los d¨ªas. Eso s¨ª que era peligroso, me atracaron pistola en mano? As¨ª que yo quer¨ªa marcharme y, despu¨¦s de hacer un curso de ecolog¨ªa tropical con Janzen y ver los proyectos en los que participaba, la riqueza de especies de insectos y plantas, cuando me ofreci¨® ir a trabajar con ¨¦l a Costa Rica no me lo pens¨¦. Decid¨ª hacer la tesis doctoral all¨ª.
Y as¨ª empezaron sus aventuras?
Viv¨ªamos en el parque nacional de Santa Rosa, en el noroeste de Costa Rica, a 30 kil¨®metros de Nicaragua, donde hab¨ªa much¨ªsimas tortugas y tambi¨¦n jaguares, aunque yo no llegu¨¦ a ver ninguno, s¨®lo las huellas? El primer a?o estuve viviendo con primat¨®logos de Canad¨¢, Estados Unidos y Australia, y tambi¨¦n pasaba por all¨ª la gente de National Geographic, pero no fue f¨¢cil. ?ramos varios los estudiantes contratados por Janzen para trabajar en un proyecto de din¨¢mica de poblaciones de roedores, y la verdad es que fue bastante duro. Durante muchos meses del a?o nos levant¨¢bamos a las seis de la ma?ana, ¨ªbamos a poner trampas en el bosque y hab¨ªa que revisarlas al amanecer porque, si no, los animales se mor¨ªan de calor. Med¨ªamos pl¨¢ntulas en el bosque, revis¨¢bamos cientos de orugas, huevos, toda la fase de la mariposa, y tambi¨¦n interven¨ªamos en la captura de los animales, los tatu¨¢bamos en las orejas (les pon¨ªamos unos puntos para distinguirlos). Hab¨ªa una sala llena de bolsas de pl¨¢stico donde crec¨ªan las orugas de las mariposas, all¨ª pupaban y ten¨ªamos que revisarlas cada d¨ªa para anotar las que emerg¨ªan. Una vez emergidas las mariposas, las ten¨ªamos que clavar, y aprend¨ª a clavarlas muy bien, las alas ten¨ªan que quedar muy sim¨¦tricas, y eso llevaba mucho tiempo?
Pues parece un trabajo muy agobiante y poco excitante. ?Le quedaba tiempo para algo m¨¢s, su tesis doctoral, por ejemplo?
En los ratos libres? Escog¨ª para mi tesis la competencia entre insectos que depredan semillas, de la familia de los br¨²quidos, que son escarabajos especializados en comer semillas. En Espa?a tambi¨¦n tenemos br¨²quidos, pero la riqueza est¨¢ en los tr¨®picos, y en el bosque tropical seco donde est¨¢bamos hab¨ªa varios miles de especies. Seleccion¨¦ un sistema para examinar c¨®mo se repart¨ªan el recurso estas especies, y eleg¨ª la planta Acacia farnesiana, que tiene tres especies de escarabajos.
?Por qu¨¦ escogi¨® los escarabajos?
Muchos de los estudios de Janzen examinaban la depredaci¨®n y dispersi¨®n de semillas, y ese tema me atrajo desde el principio. Y criar estos escarabajos -tienen s¨®lo tres o cuatro mil¨ªmetros de largo- me parec¨ªa f¨¢cil y muy interesante. La Acacia farnesiana es una gram¨ªnea de ?frica que se introdujo en Costa Rica para pasto y vive en los jaraguales, y all¨ª empieza el peligro? Hay peligro porque en los jaraguales hay serpientes, algunas venenosas; por eso tienes que ir siempre con polainas de cuero, son obligadas. Una vez me encontr¨¦ una serpiente coral en la habitaci¨®n.
?Y qu¨¦ hizo?
Fue en mi primer a?o y despert¨¦ a todos los de la casa? Entre varios la sacamos, la metimos en una bolsa y al d¨ªa siguiente la llevamos lejos. All¨ª no ten¨ªamos luz, ¨ªbamos siempre con las linternas y, al entrar en la habitaci¨®n, lo primero que hac¨ªamos era examinarlo todo, y vi la coral encima de la mosquitera. Tambi¨¦n ten¨ªamos que revisar siempre la ropa por los alacranes. Dej¨¢bamos los pantalones colgados en un clavo y no hab¨ªa que olvidarse de sacudirlos al pon¨¦rtelos. Un par de veces que lo olvid¨¦ ten¨ªan alacranes dentro y me picaron. No son venenosos, pero sus picaduras, muy dolorosas, me dejaron la pierna hecha polvo. Es inolvidable, todav¨ªa puedo recordar el dolor? Despu¨¦s estaban las famosas hormigas guerreras, que entraban y sal¨ªan de la habitaci¨®n, la atravesaban arrastrando cucarachas, ratones? Se llevan todo lo que encuentran por delante, y t¨² no puedes hacer nada. Y las garrapatas, que son muy abundantes en Costa Rica y viven tambi¨¦n en la jaragua. Est¨¢n en las partes altas de la hierba y cuando vas caminando se te pegan en la ropa. Les gustan sitios como las ingles o las axilas, y cada noche ten¨ªamos que revisarnos de pies a cabeza, sobre todo en la estaci¨®n seca, y quitarnos las garrapatas con unas pinzas. Algunas se met¨ªan entre el pelo y era bastante desagradable.
No parece f¨¢cil vivir en un parque natural, aunque supongo que para una bi¨®loga ser¨¢ el para¨ªso.
Viv¨ªamos en medio del bosque, lo que es estupendo para tomar datos, no necesitas pasarte una hora en el coche, vas a todas partes andando. Las viviendas entonces eran muy rudimentarias. La primera vez estuve un a?o, luego volv¨ª a EE UU para ahorrar y poder volver a Costa Rica, que afortunadamente es barato, aunque todos los d¨ªas com¨ªamos gallo pinto (arroz blanco hervido y frijoles con un poco de pollo o carne mechada) y tortillas de ma¨ªz para desayunar, comer y cenar. Era un poco cansado, pero, aunque no exist¨ªan s¨¢bados ni domingos, yo era feliz. No se me olvidar¨¢ una frase de Janzen un d¨ªa que est¨¢bamos trabajando en el campo y suger¨ª que hici¨¦ramos un alto para comer: "Un bi¨®logo no puede tener hambre". As¨ª que nunca m¨¢s volv¨ª a decir nada? Entonces yo ten¨ªa 23 a?os y estoy muy orgullosa de haber pasado bien por todo aquello.
Supongo que la segunda vez ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil, la experiencia siempre ayuda.
La segunda vez estuve nueve meses, y la casa de los investigadores, en la que s¨®lo hab¨ªa literas para ocho personas, estaba llena, as¨ª que tuve que quedarme en una caseta que llamaban la ratonera. No hab¨ªa ratas, pero eran cuatro paredes y un camastro, no hab¨ªa cristales en las ventanas, s¨®lo una tela? Lo primero que pon¨ªas era la mosquitera, que te proteg¨ªa un poco de todo, pero all¨ª entraban los garrobos, que son como iguanas, y las urracas, que en cuanto te descuidabas te robaban las galletas del desayuno? Y en la casa no se met¨ªan, pero por los alrededores siempre estaban los monos cariblancos, que son un poco agresivos, van en grupos y te tiran piedras o ramas. No era c¨®modo, pero me concienci¨¦ de que viv¨ªa en su h¨¢bitat?
Creo que, adem¨¢s de animales entrometidos y molestos, tambi¨¦n hab¨ªa tiros en medio de la noche?
Eso, afortunadamente, no pas¨® de un susto enorme. Viv¨ªamos casi en la frontera, muy cerca de Nicaragua, y cuando un d¨ªa o¨ªmos tiros en medio de la noche, todos pensamos que era la guerrilla, as¨ª que corrimos para escondernos, pero enseguida se aclararon las cosas. Era un grupo de guardias que ven¨ªan a trabajar al parque y que ten¨ªan que haber llegado al mediod¨ªa, pero lo hicieron a medianoche totalmente borrachos, y no se les ocurri¨® otra cosa que empezar a pegar tiros.
?Descubri¨® algo con sus escarabajos?
La principal conclusi¨®n de la tesis fue que el tri¨¢ngulo constituido por la planta, los dispersores y los depredadores de semillas es poco determinista, al estar cada componente afectado por diversos factores f¨ªsicos y biol¨®gicos. Por tanto, los cambios que se producen en las poblaciones de estos insectos no pueden predecirse s¨®lo a partir de los cambios en las poblaciones de dispersores, como se hab¨ªa hecho en estudios previos.
Y entonces dio por terminada su experiencia americana y se volvi¨® a Espa?a.
Ten¨ªa 27 a?os y deseaba volver a Espa?a, pero tambi¨¦n quer¨ªa seguir trabajando en la misma l¨ªnea. Hab¨ªa conocido al ec¨®logo Carlos Herrera y a Pedro Jordano, que estaban en Do?ana, y me animaron much¨ªsimo para que volviera. As¨ª que ped¨ª una beca de reinserci¨®n de tres a?os y me fui a Sevilla. Y trabajar en Do?ana, dentro de la unidad de ecolog¨ªa, fue muy estimulante. Al venir de Costa Rica, de un bosque tropical de una diversidad brutal, pensaba que en Espa?a iba a aburrirme mucho, porque la diversidad es menor y los animales est¨¢n m¨¢s perturbados, pero entonces trabaj¨¢bamos en Cazorla y ve¨ªa much¨ªsima fauna -cabras, ciervos, gardu?as, zorros, muflones-, y una enorme riqueza de flora. Nunca he sido miedica, y me gustaba estar sola en medio del bosque mediterr¨¢neo, pero en Cazorla se pasaba alg¨²n susto. En la ¨¦poca de la berrea del ciervo me toc¨® estar sola en la casa de Cazorla y una noche los animales empezaron a golpear la puerta de hierro del garaje, eran unos golpazos tremendos, impon¨ªan?
?Qu¨¦ hac¨ªa en Cazorla?
En Costa Rica hab¨ªa estudiado la interacci¨®n planta-animal, pero desde el punto de vista animal, las relaciones de competencia con los insectos, casi no estudi¨¦ plantas. Y en Cazorla estudiaba la relaci¨®n planta-animal, pero desde la perspectiva de c¨®mo influyen los animales en la reproducci¨®n de las plantas, estudios de polinizaci¨®n, de dispersi¨®n de semillas. Trabaj¨¢bamos con dos especies de plantas, una la cornicabra (Pistacia terebinthus), un arbusto / ¨¢rbol com¨²n en el bosque mediterr¨¢neo del que exist¨ªa muy poca informaci¨®n. Esta especie presenta un fen¨®meno denominado partenocarpia que consiste en la producci¨®n de frutos vac¨ªos, sin semillas viables, y que no es f¨¢cil de explicar desde el punto de vista evolutivo. Un fen¨®meno por el que ya estaba intrigado Darwin.
?Y encontraron algo nuevo?
Encontramos una correlaci¨®n negativa entre el n¨²mero de frutos partenoc¨¢rpicos y el n¨²mero de semillas atacadas por avispas, por lo que sugerimos que estos frutos vac¨ªos podr¨ªan tener una funci¨®n reductora de la depredaci¨®n de las semillas. Cuando publicamos el resultado, fue rese?ado por la revista Nature como un hallazgo interesante. Es un tema apasionante, el de la dispersi¨®n de semillas, en el que sigo trabajando actualmente.
Pero dio otro salto, bastante significativo para una bi¨®loga, trasladarse a una isla?
Despu¨¦s de dos a?os en Cazorla me apetec¨ªa montar un equipo en otro centro, y en Mallorca exist¨ªa este nuevo, as¨ª que me vine a Baleares. Yo ve¨ªa bastante crudo sacar una plaza en el CSIC, pero siempre pienso que quien la sigue la consigue, creo que la constancia y la perseverancia heredadas de mi madre me han servido de mucho. En 1994 saqu¨¦ la plaza en propiedad y me qued¨¦ en Mallorca.
Y empez¨® a trabajar en Cabrera, una isla peque?a y con un singular parque nacional.
Pero antes de irme a Cabrera pas¨¦ por Alaska? En un congreso hab¨ªa conocido a Mary Wilson -una cient¨ªfica estadounidense muy buena que tambi¨¦n trabaja en la relaci¨®n planta-animal-, que viv¨ªa en Alaska. Me vio activa y un poco aventurera, y en el verano de 1993 me invit¨® a trabajar con ella en Alaska. Entonces no ten¨ªa hijos y lo pod¨ªa hacer. Ahora los tengo -de siete y cuatro a?os- porque ten¨ªa muy claro que no quer¨ªa perderme ser madre, y estoy muy feliz aunque tenga que olvidarme de algunas cosas. Es muy duro volver de un viaje y que tu hija te diga: "Mam¨¢, no quiero que te vayas m¨¢s", as¨ª que renuncias a viajes, a experiencias?
?Qu¨¦ hizo en Alaska?
Fue algo fant¨¢stico. Estaba en el mismo Juneau, la capital de Alaska, una ciudad de menos de 30.000 habitantes, donde en verano la gente vive fuera de casa, y todos los d¨ªas, al terminar la jornada de trabajo, se va a pescar salmones? Pesqu¨¦ algunos estupendos. Y Wilson quer¨ªa estudiar, en el Forestry Sciencies Laboratory, donde trabajaba, qu¨¦ especies de plantas son consumidas y dispersadas por los grandes carn¨ªvoros, los osos, porque muchos dispersan de forma eficiente semillas de plantas que comen. Y uno de los experimentos era ver si la ingesti¨®n de los frutos pod¨ªa afectar a la germinaci¨®n de las semillas. Para comprobarlo, una de las posibilidades era recoger excrementos de osos, pero llevaba mucho tiempo y no era f¨¢cil encontrar semillas suficientes de cada especie?
Se dedic¨® a recoger excrementos de oso?
Ja, ja. S¨ª, pero me fui al zoo de Anchorage, que tienen osos pardos y negros, con una nevera y un mont¨®n de frutos de todas las especies? Durante una semana se los di a comer cada d¨ªa, y luego recog¨ªa los excrementos. La verdadera aventura fue cuando tuve que volver con los excrementos en avi¨®n y apestaban, porque los osos comen tambi¨¦n mucho pescado y, aunque lo llevaba en bolsas bien cerradas, de varios kilos, al subir al avi¨®n la azafata me advirti¨® que mi salm¨®n ol¨ªa muy mal? Afortunadamente iban muchos pasajeros con cajas de salm¨®n, y eso me permiti¨® pasar el cargamento. A la vuelta tuve que lavar las cacas, sacar las semillas, plantarlas y controlarlas. Los osos tienen un papel muy importante en la dispersi¨®n de semillas de especies con frutos carnosos, que tambi¨¦n son dispersadas por p¨¢jaros. Fui a Alaska dos veranos m¨¢s, y si puedo volver¨¦ porque me encanta, es una especie de para¨ªso.
Parece que en invierno la vida es bastante m¨¢s dura, que hay que ser recio y un poco estoico, echarle entusiasmo?
Seguro que en invierno es muy diferente, pero en verano es fant¨¢stica. Mucha gente se desplaza con avionetas porque las carreteras se quedan cortadas, y un amigo que ten¨ªa una avioneta me pase¨® por los glaciares, por toda la zona del Exxon Valdez. Y sobrevolar esos territorios fue una de las experiencias m¨¢s fant¨¢sticas de mi vida. Nunca en mi vida he estado tan borracha de belleza como en ese momento, en el que pensaba: "Si se cae el avi¨®n y me mato, es igual, porque soy totalmente feliz". Me impact¨® much¨ªsimo la belleza del paisaje, y la gente es fant¨¢stica. Volv¨ª de Alaska con las pilas cargadas a tope y dispuesta a comerme el mundo.
Demos un salto atr¨¢s, a la isla de Cabrera.
Cuando llegu¨¦ a Baleares acababan de declarar Cabrera parque nacional y me encant¨® la isla. Hab¨ªa mucho entusiasmo, una interacci¨®n muy divertida entre payeses, Guardia Civil, investigadores y Ej¨¦rcito? Otra vez pens¨¦ que en las islas no iba a ver nada, un conejo, una lagartija, pero cada sistema tiene su encanto. Trabajar en medio del encinar de Cazorla me encantaba, pero hacerlo en Cabrera entre el matorral, viendo el mar y las playas de color esmeralda, tambi¨¦n era estupendo. Y all¨ª empec¨¦ a estudiar el sistema de polinizaci¨®n y dispersi¨®n por lagartijas.
De los osos a las lagartijas, otro cambio sorprendente.
Uno de los hallazgos m¨¢s interesantes en Baleares ha sido encontrar que las lagartijas end¨¦micas (del g¨¦nero Podarcis) desempe?an un papel muy importante en la reproducci¨®n y dispersi¨®n de un buen grupo de especies vegetales. El papel de los reptiles como dispersantes de plantas ha sido relativamente poco estudiado, debido a que este fen¨®meno se encuentra principalmente en ecosistemas insulares. En Cabrera hicimos experimentos, especialmente con una lechetrezna arbustiva -Euphorbia dendroides-, que nos permitieron dilucidar, por primera vez, lo eficientes que son las lagartijas como polinizadoras respecto a los insectos que visitan las flores de esta planta.
?Qu¨¦ me dice del Proyecto Epidemie, en el que trabaja conjuntamente con otros seis pa¨ªses europeos?
En Do?ana conoc¨ª al investigador ingl¨¦s que ahora coordina el Proyecto Epidemie -en el que participan seis pa¨ªses-, de plantas invasoras en las islas mediterr¨¢neas, y me pidi¨® que me incorporara a la parte del mutualismo planta-animal. Hab¨ªa que hacer un cat¨¢logo de todas las especies que hay en Baleares, mapear las m¨¢s importantes y hacer experimentos con tres de las especies comunes en todas las islas del Mediterr¨¢neo para evaluar qu¨¦ impacto tienen sobre la vegetaci¨®n natural. Tenemos los datos y estamos empezando a publicar los resultados.
Que, seg¨²n tengo entendido, son bastante desastrosos para las islas.
Ahora las invasiones son la segunda causa de p¨¦rdida de biodiversidad, y con el trasvase de mercanc¨ªas que hay en el mundo, por turismo, por jardiner¨ªa, la aceleraci¨®n no tiene precedentes. Y las islas son m¨¢s vulnerables porque est¨¢n menos defendidas ante las especies nuevas, que son m¨¢s competitivas. Hemos estudiado las plantas y queremos saber el papel de las relaciones planta-animal, viendo si facilitan la expansi¨®n, y si los herb¨ªvoros las atacan m¨¢s o menos en comparaci¨®n con las nativas. En Baleares se han catalogado m¨¢s de 300 especies ex¨®ticas, aunque no todas son depredadoras.
Parece que el 'Carpobrotus', con sus atractivas flores -vulgarmente, u?a de gato o b¨¢lsamo-, es la m¨¢s invasora y est¨¢ causando estragos. Usted ha pedido a las autoridades que proh¨ªban su entrada en las islas.
S¨ª, y lo peor es que la siguen plantando incluso en las rotondas de las carreteras? La que m¨¢s plantan es una que se llama Cinaciformis, que tiene flores color fucsia, es de Sur¨¢frica y no necesita casi agua, sus ramas crecen casi un metro al a?o y va ocupando terreno y modificando las condiciones del suelo, evitando que otras nativas se puedan establecer. Hay m¨¢s de 40 especies en Baleares que pueden considerarse invasoras. Estas islas son ideales para estudiar los efectos de la introducci¨®n de determinadas especies como comadrejas, martas, jinetas o culebras. Lo ¨²ltimo que se ha introducido es el cuatimondi, un coat¨ª que abunda en Suram¨¦rica y del que se han visto ya unos cuantos ejemplares en la sierra de Tramontana.
?Pero se introducen deliberadamente o por irresponsabilidad de la gente, que compra mascotas ex¨®ticas y cuando les empiezan a molestar las sueltan?
Pues no lo sabemos, no hay ning¨²n control en las fronteras. Hay gente que trae animales y luego se les escapan; el caso es que ahora la Consejer¨ªa de Medio Ambiente de Baleares ha localizado al menos cinco individuos de coat¨ª en sitios diferentes, y no son f¨¢ciles de erradicar. Y con el Carpobrotus es una verg¨¹enza, los mismos fondos p¨²blicos se usan para erradicarlo y para plantarlo.
No puedo creer que siga plant¨¢ndose ante la indiferencia de las autoridades.
Mientras no se declare plaga y se pueda encontrar en los viveros, la gente lo compra y lo planta en el jard¨ªn. Y el Carpobrotus lo dispersan ratas y conejos y brota entre las dunas de arena? La Consejer¨ªa de Medio Ambiente lo ha estado erradicando de algunos sitios, pero la de Fomento lo sigue plantando en las carreteras? No s¨¦ si no hay conexiones entre ellas o si es una especie barata. Yo me siento responsable de informar a cuanta gente pueda.
Volvamos a la aventura. De sus andanzas por esos mundos, ?en qu¨¦ momento ha pasado m¨¢s miedo?
En Costa Rica, sin duda. En una ocasi¨®n fui con gente de la universidad a la isla del Ca?o, en el Pac¨ªfico, para pasar una semana. ?ramos siete y bajamos en una barquita por el r¨ªo Sierpes, y en la desembocadura, que est¨¢ llena de cocodrilos y tiburones, se estrope¨® el motor y nos quedamos en el mar a la deriva, m¨¢s de medio d¨ªa en medio de una tormenta con fuertes olas. Ve¨ªamos cerca otra barca en la que iban unos italianos, pero de repente la vimos volcada, y a los tres tripulantes, uno enganchado a una roca, otro a una nevera, todo esto con tiburones alrededor? Es la ¨²nica vez que he visto la muerte bien cerca, pensaba que me quedaba. Tuvo que venir la Cruz Roja a rescatarnos y salimos en todas las televisiones, todos quemados y asustados?
Parece que Costa Rica ha sido una vivencia irrepetible en su vida.
Costa Rica ha sido una experiencia que me ha marcado. Vivir all¨ª tanto tiempo en la selva seca, en aquellos bosques tan densos y de una diversidad fant¨¢stica? En otra ocasi¨®n fuimos a ver desovar las tortugas en la playa, ven¨ªan cientos de miles y era impresionante, pero al volver a casa nos equivocamos de camino y se nos hizo de noche. Est¨¢bamos bastante asustados en medio de la vegetaci¨®n, y tuvimos que subir una ladera muy vertical para intentar ver algo, pero hubo un momento que, casi en la cima, ya no pod¨ªa continuar. Fue dur¨ªsimo. Al final sal¨ª gracias a dos compa?eros que tiraron de m¨ª. Pero, al margen de la aventura, me siento muy afortunada de haber trabajado al lado de tan buenos cient¨ªficos por donde he pasado, en Barcelona, Filadelfia, Costa Rica, Sevilla o Alaska. Aunque el camino no siempre ha sido f¨¢cil, ha valido la pena. La verdad es que estoy muy orgullosa de mi bagaje.
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