La transici¨®n europea
Ayudada en parte por las ayudas del Plan Marshall estadounidense, la nueva y pr¨®spera Uni¨®n Europea fue el acto principal en el cuarto de siglo posterior a la II Guerra Mundial. Francia, Alemania, B¨¦lgica y Holanda eran entonces los principales l¨ªderes, seguidas pronto por un arranque del crecimiento en Espa?a e Italia. Todo ello fue bueno. Bueno por supuesto para aquellos pa¨ªses, pero bueno tambi¨¦n para Estados Unidos, que entonces crec¨ªa a un ritmo normal, m¨¢s bajo.
La historia econ¨®mica es como una obra teatral en muchos actos. Lo que en un principio desencaden¨® el crecimiento europeo -una buena imitaci¨®n de las tecnolog¨ªas avanzadas estadounidenses adaptadas a trabajadores continentales educables y con salarios m¨¢s bajos- condujo posteriormente de manera todav¨ªa m¨¢s dr¨¢stica al "milagroso" crecimiento de Jap¨®n.
La UE, especialmente el n¨²cleo compuesto por Alemania, Francia e Italia, caer¨¢ por debajo de la tasa de PIB real estadounidense
Es l¨®gico que las pautas que han demostrado dar buenos resultados se extiendan a otras partes. Taiwan, Hong Kong, Singapur y Corea del Sur se beneficiaron del ejemplo del crecimiento japon¨¦s, centrado en la exportaci¨®n. Pero, ?por qu¨¦ se quedaron tan rezagadas India y China en el periodo de 1947-1985? La respuesta radica m¨¢s en la ideolog¨ªa y en la pol¨ªtica que en la econom¨ªa. Los que predicaban pol¨ªticas sencillas favorables a la empresa privada perdieron ante los asesores que aprobaban la planificaci¨®n f¨ªsica desde arriba del primer ministro Jawaharial Nehru y su asesor Mahalanobis, f¨ªsico de profesi¨®n. Es posible que esto le costara a India 40 a?os de sonambulismo. Los primeros desatinos chinos bajo el presidente comunista Mao acabaron en hambrunas rurales que mataron a millones de personas. Condujeron tambi¨¦n a los absurdos intentos de producir acero en los patios traseros.
Volviendo al corto plazo, las tasas de crecimiento real global ser¨¢n divergentes. La UE -especialmente el n¨²cleo compuesto por Alemania, Francia e Italia- caer¨¢ por debajo de la tasa de PIB real estadounidense de aproximadamente un 3% o 4%. Segundo, un verdadero fantasma acecha a Europa Occidental. ?Precipitar¨¢n los nuevos miembros orientales de la UE -Polonia, Hungr¨ªa y los pa¨ªses b¨¢lticos- un aluvi¨®n de deslocalizaciones hacia el Este? En caso de que esto ocurra, ?ser¨¢ positivo para ambas grandes regiones? ?Y agravar¨¢ el ritmo m¨¢s r¨¢pido de globalizaci¨®n los problemas sociol¨®gicos que suponen, por una parte, una mayor desigualdad entre ricos y pobres, y por otra, las fricciones ¨¦tnicas entre poblaciones aut¨®ctonas e inmigrantes? Tercero, la complacencia sobre las buenas perspectivas estadounidenses a corto plazo no est¨¢ en absoluto justificada. S¨ª, es probable que el presidente George Bush est¨¦ ya jubilado en su rancho de Tejas antes de que sus desastrosos d¨¦ficit presupuestarios hayan incrementado tanto la deuda exterior del pa¨ªs como para aumentar peligrosamente la probabilidad de que se den futuros ataques especulativos contra el d¨®lar.
Si los extranjeros deciden retirar sus fondos del d¨®lar, los estadounidenses serenos y astutos intentar¨¢n hacer lo mismo. Antes o despu¨¦s, el Congreso, la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro estadounidenses tendr¨¢n que volver desesperados a esos controles de capitales tan incongruentes con la actual ret¨®rica de globalizaci¨®n y libre comercio. Con toda probabilidad, durante una crisis as¨ª de los tipos de cambio, ser¨ªa inevitable un derrumbamiento financiero mundial.
En econom¨ªa no hay nada inevitable. Los continuos avances cient¨ªficos y tecnol¨®gicos podr¨ªan compensar los efectos de las malas pol¨ªticas. Los estadounidenses, que constituimos s¨®lo el 5% de la poblaci¨®n mundial, tenemos suerte de poseer aproximadamente un quinto de la producci¨®n mundial total. Eso representa mucho per c¨¢pita. Pero el cambiar por la fuerza el modo de vida de Irak, Afganist¨¢n, Ir¨¢n, Siria y Corea del Norte impone un severo l¨ªmite al poder estadounidense.
Ciertamente, los bombardeos de alta tecnolog¨ªa pueden destruir la influencia de d¨¦spotas extranjeros. Pero los costes continuados de defenderse contra las guerrillas disidentes se hacen intolerablemente elevados en una era en la que la ciencia ha puesto a disposici¨®n de esos disidentes formas baratas de disparar y bombardear. Estados Unidos consigui¨® independizarse de Inglaterra porque ¨¦sta se cans¨® de una lucha sin fin. Por la misma raz¨®n, Francia y Estados Unidos abandonaron su lucha contra los vietnamitas. Los peque?os c¨¦sares residentes en Washington deber¨ªan recordar esos hechos.
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