Pacientes
Mientras se cierran los apartamentos en las playas y se enfr¨ªa poco a poco el agua de los mares, se abre de golpe el curso pol¨ªtico y se calientan las declaraciones con el asunto del d¨¦ficit sanitario. El Gobierno propone a los poderes auton¨®micos la subida de los impuestos indirectos sobre el alcohol, el tabaco y la gasolina. Yo he dejado de fumar, pero supongo que el alcohol y la gasolina van a permitir que colabore de forma generosa en las cuentas de la sanidad p¨²blica. No me importa, aunque resulta molesto conocer a algunos multimillonarios que beben poco, porque su edad tiene m¨¢s que ver con las medicinas que con el whisky, y que no conducen, porque disfrutan de ch¨®fer con n¨®mina y coche oficial de la empresa. No son maestros en refrescar manzanilla, sino en el arte de la desgravaci¨®n y en los s¨®tanos espirituales del dinero negro. A veces, viendo lo que veo, llego a pensar que los gobiernos ponen impuestos indirectos para que paguen algo los ricos-ricos, solidariz¨¢ndose con la n¨®mina de los menesterosos. Los negocios multimillonarios de las empresas convierten el dinero en un truco de magia y las inversiones en una chistera de duende. No me hagan mucho caso, es que estoy de buen humor, porque empieza el curso, y le he tomado cari?o a esta columna de Andaluc¨ªa en EL PA?S, o de EL PA?S Andaluc¨ªa, y me gusta hablar con ustedes, y me entusiasma que los pol¨ªticos hablen de sanidad p¨²blica, o de educaci¨®n p¨²blica, o de impuestos, en vez de perderse en las esencias de la identidad y de las nacionalidades.
La identidad es un coraz¨®n de usos m¨²ltiples. Adem¨¢s de ser andaluces, catalanes, vascos, extreme?os o gallegos, a veces somos tambi¨¦n pacientes. Y no me refiero a la paciencia con la que se soportan las discusiones sobre el alma de la naci¨®n y la raza, sino al hecho identitario, important¨ªsimo a la hora de definir el humor de un ciudadano, de estar enfermo y ser paciente de la sanidad p¨²blica. Estar en un hospital supone tambi¨¦n una forma de estar, incluso m¨¢s decisiva que estar en Madrid, o en Barcelona, o en Sevilla. Como estar en la puerta del colegio, esperando a que salga una hija con sus libros de texto bien forrados bajo el brazo. Siempre hay que estar en alg¨²n sitio, para lo que es muy ¨²til el coche. Si uno conduce es mejor no beber. Lo que se paga en gasolina se ahorra en copas. La subida de los impuestos pone nerviosa a la derecha neoliberal, que desde hace a?os no conoce otro remedio que la flexibilidad de empleo y las rebajas fiscales, aunque luego las cuentas no salgan en casa de los humildes supervivientes. Preveo que tambi¨¦n pondr¨¢ nerviosos a algunos l¨ªderes de las comunidades aut¨®nomas m¨¢s ricas, que en vez de ahorrarse dinero recortando servicios en otras zonas de Espa?a deber¨¢n elevar la contribuci¨®n de sus ciudadanos viciosos y viajeros. Incluso yo estoy nervioso. Los impuestos est¨¢n bien, pero sobre la declaraci¨®n de la renta. Tiene raz¨®n Izquierda Unida al criticar en Andaluc¨ªa, por boca de Concha Caballero, que se pretenda financiar un servicio p¨²blico con impuestos indirectos, gravosos por igual para los multimillonarios y para los inopes contempor¨¢neos, tan domados en su ser. En cualquier caso, qu¨¦ gusto introducir las enfermedades y los vicios en los afanes espirituales de la identidad.
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