El hurac¨¢n de los pobres
Tras una fachada amable y festiva, Nueva Orleans esconde graves problemas de corrupci¨®n, tensi¨®n racial y marginaci¨®n
Nueva Orleans es conocida en EE UU como The Big Easy por lo relajado de sus costumbres, su tolerancia y su debilidad por los placeres mundanos. Sus habitantes aman la buena mesa, la m¨²sica y la diversi¨®n, y los turistas llegan en masa a la ciudad atra¨ªdos por su vibrante vida nocturna, sus casinos y sus restaurantes. Centenares de miles de m¨¦dicos, abogados y agentes de seguros de todo el pa¨ªs asisten una vez al a?o a multitudinarios congresos -y de paso a echar una cana al aire- en los mismos hoteles y centros de convenciones convertidos hoy en refugio de los desesperados.
El casco viejo de la ciudad, conocido como Barrio Franc¨¦s, fue en buena medida construido por los espa?oles -la ciudad estuvo bajo dominio de la corona espa?ola entre 1772 y 1800- y su ambiente semitropical recuerda mucho m¨¢s a La Habana, San Juan o Cartagena de Indias que a Boston, Washington o Nueva York. All¨ª los bares abren las 24 horas y la tentaci¨®n acecha detr¨¢s de cada esquina.
La ciudad tiene una cara oculta en la que reinan la prostituci¨®n, la droga y la violencia
Habitada mayoritariamente por gentes de origen ind¨ªgena, franc¨¦s, espa?ol y africano, Nueva Orleans es un mundo totalmente distinto al que existe justo al otro lado de la autopista n¨²mero 10, esa Am¨¦rica profunda, puritana y furibundamente conservadora. Nueva Orleans es tambi¨¦n la cuna del jazz y una de las ciudades del mundo con m¨¢s m¨²sicos por metro cuadrado. En ella nacieron y vivieron Duke Ellington, Louis Armstrong, Fats Domino, Louis Prima, Mahalia Jackson, Professor Longhair, Dr. John, los hermanos Neville, la familia Marsalis, Harry Connick jr. y tantos otros.
Pero la ciudad tiene tambi¨¦n una merecida fama de corrupta y violenta, una cara oculta que no sale en las gu¨ªas de turismo y en la que reinan la prostituci¨®n, la droga y la marginaci¨®n. Nueva Orleans es una de las ciudades con la renta per c¨¢pita m¨¢s baja de Estados Unidos -la cuarta parte de sus habitantes viven por debajo del umbral de la pobreza- y su ¨ªndice de criminalidad es de los m¨¢s altos del pa¨ªs.
En muchos de sus barrios populares, lejos del bullicio del casco hist¨®rico y del esplendor de las mansiones coloniales del Garden District, las bandas de j¨®venes narcotraficantes armados campan a sus anchas e imponen sus propias leyes.
Nueva Orleans es una ciudad antigua en la que pervive una estructura social heredada de la ¨¦poca colonial. Blancos y negros se mezclan en los lugares de trabajo, en los carnavales y en los estadios, pero raramente en las zonas residenciales, donde a¨²n existen barreras raciales y sociales infranqueables. Dos de cada tres habitantes de la ciudad son de raza negra, la mayor¨ªa descendientes de los esclavos tra¨ªdos de ?frica. La muerte de un joven turista negro en el casco viejo de la ciudad a manos de los porteros blancos de una discoteca, la pasada Nochevieja, ha mantenido alt¨ªsima la tensi¨®n racial durante todo el a?o.
Quienes tratan hoy de sobrevivir hacinados en el Superdome y en el Centro de Convenciones son aquellos que durante el resto del a?o dependen de los subsidios estatales para vivir, aquellos que carec¨ªan de medios propios para obedecer las ¨®rdenes de evacuaci¨®n dictadas por el alcalde ante la llegada del Katrina. Son los m¨¢s pobres de Nueva Orleans, en su inmensa mayor¨ªa negros, las v¨ªctimas de esta cat¨¢strofe.
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