Arde la cara oculta de Par¨ªs
Era imposible no ver a Sidib¨¦ Fofala. En el barrio del Marais, a apenas cincuenta metros del Museo Picasso y a menos de doscientos de la bella y elegante plaza de los Vosges, Sidib¨¦ era una excepci¨®n. Por su ropa coloreada, por su piel negra, por su pobreza. Viv¨ªa en la Rue del Roi-Dor¨¦, una calle en la que el metro cuadrado se valora entre 7.000 y 8.000 euros. Pero ella, en el n¨²mero 8, no ten¨ªa agua corriente, como tampoco ten¨ªa electricidad ni gas. Bueno, lo de la electricidad hab¨ªa quedado resuelto gracias a la habilidad de Falikou, que hab¨ªa conectado un cable qui¨¦n sabe d¨®nde y se cuidaba de restablecer la luz cada vez que se iba, en medio de grandes chisporroteos.
No era el ¨²nico que sab¨ªa hacerlo entre las doce familias que malviv¨ªan, desde hac¨ªa seis a?os, en la ruina vertical que era la casa de la Rue del Roi-Dor¨¦. Siete personas -entre ellas cuatro ni?os. Y Sidib¨¦, con los dos mellizos que llevaba en el vientre- murieron el 30 de agosto en el incendio del inmueble. Las llamas prendieron por causa desconocida, si estimamos que la miseria no figura entre los combustibles conocidos.
Para muchos africanos que malviven en el centro de la ciudad, el car¨¢cter casual de los incendios es m¨¢s que dudoso
Cuatro noches antes, en el bulevar de Vincent Auriol, otras 17 personas -14 ni?os entre ellas- mor¨ªan abrasadas en circunstancias parecidas. En ese inmueble habitaban un total de 130 personas. Y el 15 de abril, cerca de la ?pera, en la Rue de Provence, en un hotelucho miserable, el fuego tambi¨¦n terminaba con la precaria existencia de otros 24 emigrantes subsaharianos.
Edificios condenados
Hoy, en el pasaje de la Brie, a cuatro pasos de la refulgente sede del Partido Comunista Franc¨¦s (PCF), concebida por el arquitecto Oscar Niemeyer, encontramos otro edificio que se dir¨ªa condenado a id¨¦ntico destino que los de Roi-Dor¨¦, Vincent Auriol o Provence. La fachada se aguanta en unas vigas que buscan apoyo en los muros de la casa de enfrente. Hay ventanas clausuradas con ladrillos. El propietario intenta echar a los okupas, pero ¨¦stos vuelven una y otra vez.
"Es esto o la calle. No te dan a elegir", cuenta Sissoko, mauritano que trabaja como guardi¨¢n de noche. Vive solo y se da por satisfecho con sus 10 metros cuadrados. "Adem¨¢s, estoy al lado de la puerta de salida. Despu¨¦s de lo ocurrido estos ¨²ltimos d¨ªas, eso es lo m¨¢s importante". En un cuarto o quinto piso, cuando las llamas prenden por el hueco de la escalera, la ¨²nica escapatoria es lanzarse al vac¨ªo.
Para muchos africanos que viven en Par¨ªs, el car¨¢cter casual de los incendios es m¨¢s que dudoso. No hay pruebas, s¨®lo discursos desafortunados, del ultraderechista Le Pen o del ministro del Interior, Sarkozy, coincidiendo en que "las primeras v¨ªctimas de la inmigraci¨®n clandestina son los propios inmigrantes". Pero ni Sissoko, ni Falikou ni Sidib¨¦ eran o son clandestinos. Llevan o llevaban a?os en Francia. Trabajando o acompa?ando a su marido, pagando impuestos, alquileres, tasas o permisos. S¨®lo en Par¨ªs hay 976 inmuebles considerados "insalubres".
La cifra la facilita el actual equipo municipal, dirigido por el socialista Delano?. Antes, cuando los alcaldes eran Jacques Chirac o Jean Tiberi, s¨®lo 17 edificios hab¨ªan merecido el calificativo de "insalubres". "Tenemos un plan de inversi¨®n de 152 millones de euros en seis a?os destinados exclusivamente a rehabilitar ese tipo de viviendas. El Estado dedica siete millones de euros cada a?o", explica Jean-Yves Mano, concejal responsable de la pol¨ªtica de vivienda. No a?ade que ese mismo Estado adeuda a la ciudad de Par¨ªs 110 millones de euros relativos a la pol¨ªtica de alojamiento social.
El turista que se pasea por las grandes avenidas arboladas de Par¨ªs, que visita sus monumentos de piedra bien tallada o la arquitectura m¨¢s o menos kitsch impulsada por los ¨²ltimos presidentes megal¨®manos, nunca se asoma a las callejuelas del XX arrondissement (barrio), y s¨®lo por casualidad a las del XVIII, quiz¨¢ porque se equivoca de direcci¨®n al bajar de esa cumbre de la arquitectura pastelera que es la bas¨ªlica del Sacr¨¦ Coeur, o a las del XIX. No sabe c¨®mo se vive en la Rue de T¨¢nger, junto a la mezquita Ed Dawa, en la plaza del Maroc.
"Nuestros abuelos cavaron los t¨²neles del metro de Par¨ªs, nuestros padres murieron en el frente defendiendo la bandera francesa y a nosotros nos tratan como animales", explica un senegal¨¦s que responde con cansancio a las preguntas de los periodistas. "Ustedes son como los pol¨ªticos: ahora, porque ha habido muertos, se interesan por nosotros. Luego nos olvidar¨¢n. Y la cuesti¨®n no est¨¢ en por qu¨¦ se ha producido el incendio, sino en cu¨¢ndo se producir¨¢ el pr¨®ximo".
La arquitectura de muchos edificios de la ciudad no es precisamente una barrera contra el fuego. La estructura es de madera, la caja de la escalera lo es ¨ªntegramente y en el caso de los 976 inmuebles hay fisuras, instalaci¨®n el¨¦ctrica deficiente o inexistente, conducciones de agua de plomo o ausentes, am¨¦n de ratones, humedades y suciedad.
De los 976 edificios calificados como "insalubres", la mitad los gestiona la SIMAP (Sociedad Inmobiliaria de Econom¨ªa Mixta de la Villa de Par¨ªs), que procede a su lenta rehabilitaci¨®n. Del resto, 200 son hoteles de quinta categor¨ªa, y 353, propiedades privadas.
En un filme estrenado recientemente -De battre mon coeur s'est arr¨ºt¨¦, de Jacques Audiard- se mostraba c¨®mo unos matones aprovechaban la noche para expulsar a golpes a los okupas de edificios que acababan de ser adquiridos por un intermediario que, para revenderlos, necesitaba que todos los pisos estuvieran vac¨ªos. De inmigrantes.
Guerra de cifras
?CU?NTOS PISOS hay deshabitados en Par¨ªs? 12.500 dice el Ayuntamiento. 40.000 responden las asociaciones como DAL (Derecho al Alojamiento).
Lo que s¨ª se sabe es que sigue vigente una ley del a?o 1945 que permite, "en caso de urgencia", requisar apartamentos que lleven tiempo deshabitados. El Gobierno socialista de Jospin intent¨® servirse de dicha ley, pero a los propietarios les basta con anunciar la intenci¨®n de hacer obras de reforma para paralizar la requisa. Otra ley, la SRU (Solidaridad y Renovaci¨®n Urbana), votada durante el mandato de Jospin, obliga a los ayuntamientos a tener, dentro de su t¨¦rmino municipal, un 20% de viviendas sociales.
En la actualidad, 742 ayuntamientos no s¨®lo incumplen la ley, sino que, durante los ¨²ltimos cinco a?os, no han hecho el menor esfuerzo para acercarse al porcentaje fijado por la ley. Al frente de todos esos ayuntamientos, Neuilly, en los alrededores de Par¨ªs, alcald¨ªa controlada por el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, que, a ra¨ªz del incendio del bulevar Vincent Auriol, declaraba que "un mont¨®n de gente, parte de la cual carece de papeles, se amontona en Par¨ªs, que no dispone de lugares donde acogerla". Sarkozy defend¨ªa el comunitarismo a la brit¨¢nica -tras los atentados terroristas de Londres ha dejado de hacerlo- y esta vez le ha faltado tiempo para ordenar a la Prefectura de Par¨ªs "un listado de todos los inmuebles insalubres", olvid¨¢ndose que existe desde el a?o 2001, y, de cara a las c¨¢maras, tambi¨¦n ha enviado a la polic¨ªa a desalojar unos okupas. Eso s¨ª, se trataba de okupas artistas, parisienses de pura cepa, que pod¨ªan reinstalarse en la casa familiar o con amigos, que no iban a convertirse en sin papeles a los que hay que enviar, en avi¨®n a cuenta del Estado, hacia su pa¨ªs de origen.
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