Canci¨®n triste en 'Las Vegas del Sur'
Los casinos flotantes de Biloxi, la capital del juego de Misisip¨ª, son ahora espectrales barcos encallados tras el paso del Katrina
En el Estado de Misisip¨ª, donde los esclavos negros inventaron la m¨²sica en la que ahogaban las l¨¢grimas de su opresi¨®n, ayer son¨® un blues de sabor extra?o: el que dej¨® a su paso el fugaz viaje del presidente Bush. En las espectrales calles de Biloxi, sobre la costa que m¨¢s ha sufrido la furia incontenible del Katrina, la gente miraba ayer al cielo esperando que la m¨²sica de los helic¨®pteros del Ej¨¦rcito, cargados de v¨ªveres, que acompa?aron el viernes la llegada del mandatario, volviera a escucharse otra vez. "Es el primer d¨ªa que se han dejado ver y con ellos ha aparecido agua fresca y mucha comida. Esperemos que no haya sido s¨®lo un montaje", comentaba un vecino que hac¨ªa cola frente al cami¨®n del Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n, un centro de caridad cristiana, aparcado sobre los escombros de lo que fue su sede, casi un kil¨®metro alejado de la costa. All¨ª fue donde el responsable de esa instituci¨®n, Don Wildish, en una calle donde no queda una sola casa en pie, le estrech¨® la mano al presidente y le dijo que lo hab¨ªa hecho "muy bien". No fue capaz de criticarle, aunque ahora reconozca sin reparo que en Biloxi la ayuda "ha tardado demasiado tiempo en llegar". "Pero es que reunirse con un presidente es un privilegio", afirmaba orgulloso, reconociendo que era uno de sus votantes. Para Donald Munro, un padre de familia que ha perdido su casa y su empleo como agente inmobiliario -"?qu¨¦ le voy a vender a la gente ahora, si aqu¨ª no queda nada?"-, el pase¨ªllo de Bush fue pura propaganda. "El hurac¨¢n le ha pillado con los pantalones bajados, igual que a la Agencia Federal de Emergencias y al centro de emergencias de Misisip¨ª; es un esc¨¢ndalo, sobre todo de cara a la poblaci¨®n negra", asegura este ciudadano de raza blanca. El paso letal del Katrina se intuye sin esfuerzo en cuanto se recorre la carretera I-10 desde el vecino Estado de Alabama, a s¨®lo 70 kil¨®metros. Primero irrumpen sobre el asfalto escombros dispersos. Despu¨¦s, alguna valla publicitaria se dobla impotente sobre su propia estructura de metal. M¨¢s adelante aparecen los primeros ¨¢rboles ca¨ªdos. Pocos kil¨®metros despu¨¦s, est¨¢n arrancados de cuajo. Los techos han volado ya a las puertas de Biloxi, pero ni este pre¨¢mbulo por etapas puede preanunciar lo que se avecina cuando se gira la curva del ¨²ltimo puente de la carretera hasta Boulevard Beach. La nada m¨¢s absoluta es ahora la propietaria de esta calle, c¨¦lebre por sus casinos, sus construcciones coloniales y sus arenas blancas. Las autoridades locales calculan que en esta ciudad de 50.000 habitantes, entre 15.000 y 20.000 viviendas han dejado de existir. El n¨²mero de v¨ªctimas a¨²n no est¨¢ claro. "Pero supera el centenar y sigue subiendo", aseguraba ayer la polic¨ªa.
Los vivos cargan con una larga letan¨ªa de p¨¦rdidas tan duras como las centenarias letras del blues, forjadas pocos kil¨®metros al norte, en las plantaciones de esclavos sobre el delta del r¨ªo Misisip¨ª. "Eso era la casa de mis padres. ?D¨®nde est¨¢n? Acabo de llegar aqu¨ª, he conseguido escapar de Nueva Orleans y hace d¨ªas que no s¨¦ nada de ellos". Esta joven desesperada, de unos 20 a?os, mira entre sollozos los escombros que rodean una de las centenares de escaleras en el aire que se dejan ver por toda la ciudad y cuya presencia, sin paredes, ni porche, ni techo correspondiente, parece casi un insulto a la supervivencia. Frente a los fantasmas de las casas, en la acera sur de Boulevard Beach, se suceden otro tipo de espectros: los casinos flotantes construidos sobre el mar. En la ciudad m¨¢s antigua de la costa del Golfo, con m¨¢s de 300 a?os de historia, cerca de 20.000 personas depend¨ªan desde hace una d¨¦cada del trabajo generado por una decena de construcciones con las que se esquivaba la prohibici¨®n de apostar en el territorio de Misisip¨ª. Pero Katrina no sab¨ªa de leyes, y en esta ciudad, conocida como Las Vegas del Sur, casinos como el Treasure Bay reposan ahora en tierra firme. Sus siete pisos est¨¢n arrasados y cientos de m¨¢quinas tragaperras yacen ahora carcomidas por el salitre, frente a la carretera, donde los extra?os delirios de las aguas han depositado sillas de pie frente a las m¨¢quinas. Pero faltan los jugadores. A los cad¨¢veres que llegaron hasta aqu¨ª ya se los han llevado.
En el interior del Hard Rock Caf¨¦, un restaurante-hotel-casino de 14 pisos que ten¨ªa que inaugurarse el jueves, la imagen es a¨²n m¨¢s extra?a. En el restaurante, donde los botes de ketchup y mostaza a¨²n se mantienen en pie sobre las mesas, los testigos silenciosos del desastre observan desde las paredes: una capa de Elvis Presley, un gorro de John Lennon... "Y est¨¢n buscando como locos un famoso cors¨¦ de Madonna", explica Narciso ?vila, quien se mud¨® a la zona hace tres semanas para ser crupier del Hard Rock y ahora se ha reconvertido en guardia de seguridad. Inexplicablemente, los iconos del rock tendr¨¢n m¨¢s suerte que muchos seres humanos: tras la reapertura de la carretera I-10, ayer aparecieron dos inmensos camiones privados dispuestos a salvar los tesoros musicales, mientras en Biloxi, a trav¨¦s de la radio, los vecinos, inmovilizados ante la falta de gasolina, continuaban lanzando llamadas de auxilio.
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