Derecha madrile?a: la democracia como tapadera
El diputado critica las estrategias utilizadas por el PP de Esperanza Aguirre para favorecer lo que entiende que son los intereses de la presidenta y de sus allegados
Desde que muri¨® Franco, la derecha espa?ola ha tenido que ir demostrando d¨ªa a d¨ªa que asum¨ªa el sistema democr¨¢tico que tenemos, frente una izquierda que representaba la democracia y la libertad. Estaba obligada a convencer a la ciudadan¨ªa de que no eran los herederos del r¨¦gimen anterior, homolog¨¢ndose a las derechas de los pa¨ªses de nuestro entorno. En los ¨²ltimos tiempos, incluso ha tenido el descaro de presentarse como el adalid de la libertad y la democracia.
En general, los polit¨®logos y soci¨®logos que se han dedicado a definir el concepto de democracia (Bobbio, Sartori, etc¨¦tera) concluyen que los sistemas pol¨ªticos de democracia representativa, como el espa?ol, se basan en dos ideas fuerza: la primera, que el poder reside y mana del "demos" o pueblo; y la segunda, que el imperio de la ley y el procedimiento son sagrados.
Sin embargo, la derecha madrile?a no asume esta definici¨®n de democracia. Muy al contrario, Esperanza Aguirre utiliza la democracia para favorecer el negocio privado de unos pocos desde el poder pol¨ªtico (y digo bien de unos pocos). En este camino que Aguirre transita con un pie dentro y otro fuera de la democracia en su sentido m¨¢s puro, la meta es favorecer el binomio que forman dinero y poder. Al poder y al dinero se pueden subordinar todos los principios: da igual el medio ambiente, los servicios p¨²blicos, la transparencia en la gesti¨®n e incluso la propia democracia. Algunos ejemplos pueden servirnos para ilustrar esta afirmaci¨®n.
La normativa ambiental obliga a que toda actividad de determinadas dimensiones sea precedida de una declaraci¨®n de impacto ambiental. En el caso de las obras de la M-30 no se duda en recurrir a la trampa de considerarla una "v¨ªa urbana" para evitar una declaraci¨®n previa de impacto medioambiental. El resultado es aterrador: 25.000 ¨¢rboles de varias d¨¦cadas de antig¨¹edad talados, un r¨ªo en peligro y el m¨¢s que probable incremento de la emisi¨®n de contaminantes por la multiplicaci¨®n de veh¨ªculos. Todo sea por el negocio.
Cuando el informe de impacto medioambiental est¨¢ hecho y es negativo, como ha sucedido en el caso del pretendido desdoblamiento de la "carretera de los pantanos" M-501, se recurre a declarar la obra de "inter¨¦s general" y as¨ª se pasa por encima del informe. Y no es que Aguirre tenga algo en contra de la flora, la fauna y el ecosistema de la zona con mayores valores ecol¨®gicos de la Comunidad de Madrid, sino que para ella es m¨¢s importante dejar expedito el camino al negocio inmobiliario que ya en ?vila han puesto en marcha sus correligionarios que gobiernan en Castilla y Le¨®n bajo la mano f¨¦rrea de su amigo ?ngel Acebes.
Lamentablemente, el medio ambiente no es el ¨²nico damnificado del Gobierno Regional. Aguirre considera que los servicios p¨²blicos son demasiado golosos como para mantenerlos al margen del mercado. Se pretende abrir al negocio privado el bill¨®n de pesetas que anualmente gasta la sanidad p¨²blica madrile?a. El primer objetivo es minar la confianza de los madrile?os en su sistema sanitario para que caigan como fruta madura en la sanidad de pago. La actuaci¨®n del Gobierno en el Severo Ochoa demuestra que tanto a Lamela como a Aguirre no les importa poner en jaque a un pilar fundamental en la vida de los ciudadanos para dar satisfacci¨®n (y beneficios) a sus amigos.
Pero la guinda se la lleva el reciente concurso de las emisoras de televisi¨®n local. Si la democracia se resume en soberan¨ªa popular y respeto de todos a la ley, adem¨¢s en el catecismo liberal (desde Ferguson a Hayek, pasando por V¨ªctor P¨¦rez D¨ªaz), siempre se ha dado especial importancia a la "esfera p¨²blica de opini¨®n". Es decir, a que la sociedad pueda acceder a informaci¨®n objetiva y, en el caso de que ¨¦sta no lo sea, al menos que haya pluralidad de informaciones para permitir la formaci¨®n libre de opini¨®n de los ciudadanos. ?sta es una de las diferencias entre un sistema democr¨¢tico y uno totalitario.
Pues bien, la reciente adjudicaci¨®n de televisiones locales por el Gobierno de Aguirre es una prueba concluyente de que quiere una opini¨®n p¨²blica sumisa, o si se prefiere, en perfecta sinton¨ªa con la presidenta del Gobierno. Aqu¨ª se niega tanto la objetividad como la pluralidad en la informaci¨®n, porque no se busca la formaci¨®n libre de opini¨®n de los madrile?os. Ella prefiere formar la opini¨®n y para ello se dota de ese formidable arsenal de televisiones locales amigas que completen la obra de autobombo y ausencia de cr¨ªtica que ya se practica en Telemadrid. Por ello, las adjudicaciones han reca¨ªdo sobre la Iglesia y sectores de un abanico ideol¨®gico tan sumamente cerrado que no representan siquiera a todo el espectro de la derecha y que pueden simbolizarse en las adjudicadas a Libertad Digital de Federico Jim¨¦nez Losantos.
A Aguirre no le gusta la cr¨ªtica y la impide hasta donde puede, ya sea en los medios, ya sea en la Asamblea de Madrid, en donde el PP no ha permitido ni una sola vez que comparezca en pleno a petici¨®n de la oposici¨®n desde que accedi¨® a la presidencia tras aquella vergonzante segunda vuelta (?recuerdan a Tamayo, caballo de Troya de una derecha sin escr¨²pulos democr¨¢ticos?).
Si el Gobierno de Aguirre no est¨¢ sujeto al imperio de la ley, escapa permanentemente al control parlamentario y se ha asegurado el monopolio de la opini¨®n p¨²blica en la gran mayor¨ªa de medios de comunicaci¨®n de ¨¢mbito regional y local, podemos concluir que el suyo no es un gobierno plenamente democr¨¢tico y que entra en flagrante contradicci¨®n con las ideas liberales que dice defender. Tras 25 a?os de democracia, es una desalentadora fotograf¨ªa de la derecha madrile?a. Aguirre, lejos de garantizar y profundizar la democracia, la utiliza como tapadera para sus propios intereses y los de sus pocos pero poderosos amigos.
Fausto Fern¨¢ndez D¨ªaz es diputado de Izquierda Unida en la Asamblea de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.