El centro de coordinaci¨®n de un importante proyecto marino se instala en Espa?a
Los expertos en oceanograf¨ªa aseguran que se conoce m¨¢s de la superficie de la Luna que de los fondos marinos. En ellos no s¨®lo se esconde una impresionante riqueza a los ojos de los cient¨ªficos, sino que han sido, y todav¨ªa no se sabe si podr¨¢n seguir siendo, fuente de alimento y energ¨ªa, en ocasiones muy mal tratada. De ah¨ª que el reto para el nuevo siglo sea desvelar sus secretos y proteger sus tesoros. Espa?a se incorpora a esta aventura sirviendo de base a Chess, uno de los 14 programas internacionales del Censo de la Vida Marina, cuyo objetivo es la investigaci¨®n de ecosistemas de aguas profundas dependientes de la energ¨ªa geoqu¨ªmica del interior de la tierra.
"Estamos como en el siglo XIX con las grandes expediciones oceanogr¨¢ficas como la del Challenger
Los esqueletos de ballenas son fuente de alimento para la fauna a trav¨¦s de las bacterias
[considerada la primera campa?a moderna de investigaci¨®n que zarp¨® de Inglaterra en 1872]", asegura Eva Ram¨ªrez, la bi¨®loga que coordinar¨¢ Chess desde el Instituto de Ciencias del Mar (perteneciente al CSIC) en Barcelona y la responsable de que este programa se traslade a la Pen¨ªnsula.
El objetivo de Chess se centra fundamentalmente en las fuentes hidrotermales y las surgencias fr¨ªas de los fondos marinos. Las primeras tambi¨¦n se conocen como fumarolas negras debido a los fluidos oscuros que escupen y que recuerdan al humo que sale de una chimenea, en este caso submarina. Se encuentran a alrededor de 2.500 metros bajo la superficie de los oc¨¦anos y su descubrimiento es relativamente reciente: en 1977 se encontraron las primeras en el Pac¨ªfico, en 1984 en el Atl¨¢ntico y en 2001 en el ?ndico y en el ?rtico.
"De los 65.000 kil¨®metros de dorsal, tan s¨®lo se ha explorado el 10%", afirma Ram¨ªrez. Las dorsales son grandes cordilleras submarinas que se forman donde dos placas tect¨®nicas adyacentes se est¨¢n separando. Es a lo largo de los valles que salpican estas monta?as donde surgen las fuentes hidrotermales. En estas zonas, el agua del mar, cuya temperatura ronda los dos grados cent¨ªgrados, penetra por las fisuras del suelo oce¨¢nico. Al hacerlo se carga de metales, pierde el ox¨ªgeno y, al llegar a las c¨¢maras de magma que se encuentran bajo la dorsal, el agua se calienta hasta alcanzar los 350 o 400 grados. Entonces sube de nuevo a la superficie del fondo marino y, al entrar en contacto con el agua fr¨ªa, los metales precipitan formando el caracter¨ªstico humo negro de las fuentes hidrotermales.
Las fumarolas se conocen como los oasis de la profundidad por la exuberancia y la vistosidad de la fauna que las habita. Obviamente, los seres que los pueblan son tan peculiares como su entorno. Viven sometidos a una gran presi¨®n y, si se mueven unos pocos cent¨ªmetros, pueden pasar de una estufa (350 grados cent¨ªgrados en la boca de la chimenea) a una nevera (los 2 grados cent¨ªgrados del agua del mar). Por si fuera poco, est¨¢n permanentemente amenazados, bien sea por las erupciones volc¨¢nicas o porque la fuente hidrotermal se tapona y entonces todos mueren sin remedio. Su alimento no pod¨ªa ser menos particular. A miles de metros de profundidad no llega ni un rayo de sol, de modo que su fuente de energ¨ªa depende de los compuestos que brotan de lo m¨¢s profundo de la tierra. Uno de los m¨¢s abundantes en las fuentes hidrotermales es el ¨¢cido sulfh¨ªdrico, un derivado del azufre altamente t¨®xico para los organismos que no habitan alrededor de las fumarolas negras con un caracter¨ªstico olor a huevos podridos. En las profundidades, una numerosa colonia de bacterias se encarga de sacar provecho de ¨¦l y transformarlo en alimento org¨¢nico para sus vecinos. De ah¨ª que estos sistemas se denominen quimiosint¨¦ticos.
Por ejemplo, los gusanos tub¨ªcolas gigantes Rifita, que llegan a superar el metro de altura, muy abundantes en el Pac¨ªfico. "Son pr¨¢cticamente un saco lleno de bacterias y viven de la producci¨®n de materia org¨¢nica de ¨¦stas", explica Ram¨ªrez. Los gusanos del Pac¨ªfico no se han encontrado nunca en el Atl¨¢ntico. En ¨¦l habitan, sin embargo, unas gambas llamadas Rimicaris, que son ciegas y que tambi¨¦n dependen totalmente de una especie de granjas de bacterias. A miles de metros de profundidad tambi¨¦n hay mejillones y almejas gigantes que sobreviven gracias a la producci¨®n de materia org¨¢nica por los microorganismos.
Las surgencias fr¨ªas tambi¨¦n fueron descubiertas recientemente, en 1984, en el golfo de M¨¦xico. Son ¨¢reas con emanaciones de fluidos fr¨ªos en los m¨¢rgenes continentales (a menor profundidad que las fumarolas) donde se desarrollan comunidades animales similares a las hidrotermales.
Las actividades de Chess se extienden a todo tipo de sistemas quimiosint¨¦ticos, aquellos que dependen de bacterias como f¨¢bricas de alimento. Entre ellos se encuentra uno particularmente curioso que ha sido descubierto recientemente. En este caso, los compuestos que transforman los microorganismos proceden de los esqueletos de ballenas y de grandes trozos de madera. Cuando los cuerpos de los cet¨¢ceos caen al fondo del mar, los peces se comen la carne, pero cuando s¨®lo queda la estructura ¨®sea -compuesta en una gran proporci¨®n por l¨ªpidos-, es el momento en el que las bacterias entran en acci¨®n, transformando las grasas en ¨¢cido sulfh¨ªdrico. ?sta es la fuente de energ¨ªa que permite producir la materia org¨¢nica que sirve de base para las comunidades de moluscos, gusanos y otros animales. Los esqueletos de los cet¨¢ceos act¨²an a modo de posadas u hostales submarinos al permitir a las poblaciones de organismos quimiosint¨¦ticos moverse por los fondos marinos haciendo parada y fonda en cada ballena muerta que se encuentran. El principio es el mismo para los grandes trozos de madera que llegan al fondo.
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