El complejo de Segismundo Rajoy
Ha comenzado a extenderse por Espa?a una preocupaci¨®n por Rajoy desde que el hombre habl¨® a la salida de su entrevista con Zapatero. Dijo, y repiti¨®, con un ah¨ªnco que casi mostraba que lo ten¨ªa ya pensado desde antes de ir a visitar al presidente Zapatero (deja-vu), que no hab¨ªa entendido nada. ?Nada! Esto ha extra?ado mucho porque como o¨ªmos con frecuencia a Zapatero, y le entendemos, sabemos que da en sus discursos buenos titulares para los peri¨®dicos, y para que sus fieles hagan cr¨®nicas excelentes. Pero Rajoy no sab¨ªa bien d¨®nde estaba, para qu¨¦ le hab¨ªan llamado. Como turulato, decimos en Madrid: estupefacto. De una manera m¨¢s cient¨ªfica dir¨ªamos que ten¨ªa confusiones, perturbaciones de los sentidos, ligeras amnesias. Esto debe considerarse a la luz de las explosiones asesinas de marzo; no a su ruido, sino al tener que saber cosas que su cerebro no estaba preparado. Debi¨® funcionar este desacuerdo consigo mismo en el momento en que supo aquello que no quer¨ªa saber. Muchos pacientes sufren esta escisi¨®n, que a veces puede aparecer como una esquizofrenia, o disociaci¨®n de las funciones ps¨ªquicas. Es el s¨ªndrome de Segismundo, imagino, por el personaje de Calder¨®n: cuando era casi un animal encadenado, se despert¨® rey; y cuando ya era rey vivi¨® "mandando, disponiendo y gobernando"; para despertar de nuevo en cueva horrible, atado y desesperado y amenazado. Es verdad que vivir durante quince meses negando lo evidente, rodeado de personas que le apartan de las realidades y le elogian por su discreci¨®n y su mesura, puede trastornar a cualquiera.
Oy¨¦ndole, me inquiet¨¦. Puede volver a estar en su lugar cuando sufra otro choque contrario, si la psiquiatr¨ªa de teatro y cine tienen raz¨®n; como Shakespeare cuando hace que los comediantes del palacio de Elsinor representen la realidad oculta para que haga ver la vida verdadera y opere una especie de catarsis en el rey. De otra forma, este hombre melifluo y tranquilo, al que hemos visto cada d¨ªa abandonar m¨¢s el mundo de la realidad, y acusar de mentir a los que predican la verdad, puede terminar como termin¨® Aznar: creyendo que es profesor invitado en una universidad americana. Y sin esperanzas de que vuelva a su estado.
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