Cr¨®nicas desde el Berl¨ªn nazi
Llega a Berl¨ªn un orfe¨®n de K?nigsberg, invitado por el Centro de Hijos de la Prusia Oriental, y da un concierto... en el sal¨®n de sesiones del Reichstag; las coristas se instalan en el estrado presidencial, el director en la tribuna de los oradores y el auditorio ocupa los esca?os y las tribunas. De preferencia, claro est¨¢, se celebran en el sal¨®n de sesiones del Reichstag las sesiones del Reichstag. Pero los domingos, y durante las vacaciones, es costumbre cederlo para conciertos, veladas necrol¨®gicas, congresos cient¨ªficos, repartos de premios y actos, en general, de an¨¢loga naturaleza. Dos o tres veces al a?o nuestros compa?eros de la Asociaci¨®n de la Prensa de Berl¨ªn dan en los salones del Reichstag unos t¨¦s muy elegantes, muy mundanos, con n¨²meros de m¨²sica y de recitaci¨®n a cargo de excelentes artistas, en los cuales no falta, para que resulten completamente divertidos, un poco de baile, con dos buenas orquestas, una de tango argentino.
Ser¨ªa una sorpresa que las pr¨®ximas elecciones no dieran a Hitler una mayor¨ªa parlamentaria. Aun as¨ª, todo su programa es un programa cl¨¢sico de dictador. Con breves y sencillas palabras promete la felicidad general
Hoy m¨¢s que nunca, los que vivimos en Alemania tenemos la convicci¨®n de que hemos sido invitados a presenciar el nacimiento y los primeros pasos de una nueva religi¨®n
Ya se ve, pues, que el Parlamento no inspira en Alemania ning¨²n respeto supersticioso. Nadie atribuye -como en Inglaterra, como en Francia, como en Espa?a- car¨¢cter casi sagrado a su recinto; nadie cree que constituye profanaci¨®n del templo parlamentario intercalar entre dos periodos de sesiones, por ejemplo, un congreso internacional algodonero. ?Causas de este fen¨®meno de psicolog¨ªa pol¨ªtica colectiva? Es muy probable que tanta desenvoltura en el trato con el Parlamento provenga de que Alemania es un pa¨ªs falto de verdadera tradici¨®n parlamentaria.
El Reichstag, fundado por Bismarck, cumple estos d¨ªas sesenta a?os. A pesar de tratarse de un jubileo diamantino, no ha dado lugar este aniversario a ceremonias conmemorativas de ning¨²n g¨¦nero. Por propia y soberana decisi¨®n, el Reichstag, al cumplir la respetable edad de sesenta a?os, se encuentra en vacaciones. Estas vacaciones ser¨¢n de seis meses, hasta octubre. Nunca hab¨ªan durado tanto, en tiempo de Bismarck, las vacaciones parlamentarias.
?Desprestigio del sistema parlamentario en Alemania? Quiz¨¢ un poco, pero no es esto todo. Si viviera Bismarck... (...)
Har¨¢ pronto doce a?os que el Reichstag, por obra de la revoluci¨®n, qued¨® convertido, sin cambiar de nombre, en un Parlamento de veras. C¨¢mara ¨²nica, ¨®rgano exclusivo de la soberan¨ªa popular. Si las cosas van mal, todo el mundo sabe a qui¨¦n se le puede echar la culpa. Las cosas no han ido nunca del todo bien en Alemania durante los ¨²ltimos doce a?os. Desde hace un par de ellos han ido cada d¨ªa un poco peor. Seg¨²n unos -los que m¨¢s gritan en este momento-, a causa del parlamentarismo. Seg¨²n otros, por causas que nada tienen que ver con el parlamentarismo. (...)
19 de abril de 1931
COMUNISTAS Y NAZIS
Los atentados pol¨ªticos han adquirido en Alemania car¨¢cter end¨¦mico. No pasa d¨ªa, casi, sin que los choques a mano armada entre bandos opuestos no provoquen unas cuantas bajas. Entre los dos sectores extremos de la pol¨ªtica alemana -los nacionalsocialistas y los comunistas- hay entablada una guerra civil de nuevo tipo. No se combate en partidas, a la luz del d¨ªa y en campo abierto. Se lucha en las ciudades, en los suburbios de los grandes centros industriales. Los combatientes operan por peque?os grupos y, a veces, individualmente, casi siempre con la agravante de nocturnidad. Los ataques se acostumbran a operar por la espalda o saliendo al encuentro del enemigo en una encrucijada. El balazo a quemarropa en la boca del est¨®mago est¨¢ a la orden del d¨ªa. En la semana de gracia que termina hoy, ha habido que lamentar una buena docena de muertos y m¨¢s de treinta heridos graves, menos graves y leves. Sin m¨¢s novedad.
Seg¨²n los nacionalsocialistas, las agresiones parten siempre de los comunistas; pero, seg¨²n los comunistas, en cambio, los ¨²nicos agresores son los nacionalsocialistas. Entre unos y otros tienen toda la raz¨®n. La responsabilidad va a medias, como las bajas, aproximadamente. Quiz¨¢ al cabo del mes tengan los nacionalsocialistas un par de muertos m¨¢s. Los nacionalsocialistas lucen unos uniformes muy buenos y van mandados por unos jefes muy satisfechos de s¨ª mismos, casi todos ex oficiales del ej¨¦rcito imperial. Pero cuando llega la hora de la verdad, la hora de las pu?aladas y de los balazos, parece que los comunistas disponen de una t¨¦cnica ligeramente superior.
Todo esto estar¨ªa muy bien, pero muy bien, si en Alemania no hubiera m¨¢s que comunistas y nacionalsocialistas. Para los ciudadanos que no son lo uno ni lo otro y para el Gobierno, la situaci¨®n se estaba haciendo insostenible. (...)
15 de noviembre de 1931
CAMISAS PARDAS
De todas las prendas de vestir, la m¨¢s importante desde el punto de vista pol¨ªtico es la camisa. Pero m¨¢s importante a¨²n que la camisa es, siempre desde el punto de vista pol¨ªtico, el color de la camisa. Una camisa de determinado color equivale, por as¨ª decirlo, a todo un programa. Ciertos partidos pol¨ªticos dan a la camisa tanta importancia, por lo menos, como a los principios. Un jefe de partido dice, para dar la medida de su fuerza, que dispone de tantos o cuantos cientos o miles de camisas de tal o cual color. En todos los pa¨ªses no han llegado las camisas a alcanzar igual importancia pol¨ªtica. En Inglaterra, por ejemplo, no hay camisas pol¨ªticas. En Francia la aventura de las camisas azules termin¨® en medio del rid¨ªculo m¨¢s espantoso. En Espa?a, poco antes de proclamarse la Rep¨²blica, un taller de confecci¨®n de Barcelona recibi¨® un pedido de veinte mil camisas verdes.
Alemania, en cambio, es un pa¨ªs de camisas pol¨ªticas, como Italia. Lo que no se ha conseguido todav¨ªa en Alemania es el color ¨²nico. Hay camisas rojas comunistas, camisas grises republicanas, camisas blancas de la Orden de la joven Alemania y camisas pardas nacionalsocialistas. Estas ¨²ltimas son las de m¨¢s porvenir. El pardo es el futuro color ¨²nico de las futuras camisas pol¨ªticas alemanas.
De momento es el color dominante. Desde que se public¨® hace unos cuantos d¨ªas el decreto ley levantando la prohibici¨®n de los uniformes pol¨ªticos dictado hace m¨¢s de un a?o por Br¨¹ning, apenas si se ve un uniforme de la Bandera Republicana o de los Cascos de Acero. Las camisas pardas son la nota m¨¢s saliente de la vida callejera berlinesa. A todas las horas del d¨ªa y de la noche, los hombres de las Secciones de Asalto nacionalsocialistas, luciendo sus uniformes pardos y sus brazales rojos con la cruz gamada en negro sobre fondo blanco, se pasean en parejas y en peque?os grupos por las calles m¨¢s c¨¦ntricas de la ciudad y su presencia no ha dado lugar a incidentes desagradables.
Otra cosa ocurre en los barrios obreros de Berl¨ªn y en todos los centros industriales de Alemania, donde dominan los elementos comunistas. La reaparici¨®n en estos lugares de las camisas pardas surti¨® efectos de provocaci¨®n y no pasa d¨ªa sin que de los choques violentos entre comunistas y nacionalsocialistas no resulten varios muertos y heridos. Los nacionalsocialistas suelen casi siempre llevar la peor parte en estas reyertas, entre otras razones porque los uniformes, muy vistosos, sirven de blanco. El balance de los ¨²ltimos d¨ªas es tr¨¢gico. Pasan de veinte los muertos y de un centenar los heridos.
El Gobierno de Von Papen vino al poder con el compromiso t¨¢cito de levantar la prohibici¨®n que pesaba sobre las formaciones de asalto nacionalsocialistas y de volver a autorizar el uso de uniformes pol¨ªticos. El Gobierno no puede conceder a los hombres de las camisas pardas el derecho a tomarse la justicia por su mano, porque esto ser¨ªa tanto como autorizar la guerra civil. ?Qu¨¦ hacer, pues, con esas cuatrocientas mil camisas pol¨ªticas que han salido a la calle con autorizaci¨®n del Gobierno? No quedar¨¢ m¨¢s recurso que repetir la operaci¨®n de Italia con los hombres de las camisas negras: darles un sueldo y someterles a una disciplina.
26 de junio de 1932
EL PLAN DE HITLER
Hitler tiene un plan, que guarda en secreto, para conseguir, en un plazo de cuatro a?os, la felicidad de todos los alemanes.
Las cosas empiezan a pasar como es natural que pasen. Hitler llam¨® ayer al jefe centrista Kaas -de profesi¨®n prelado- y le pregunt¨® si los cat¨®licos estaban dispuestos a votar en el Reichstag una ley de poderes discrecionales que permitiera al Gobierno prescindir del Parlamento durante una larga temporada para dedicarse a gobernar con entera libertad de acci¨®n. El prelado Kaas, con esa diplomacia fin¨ªsima propia de los prelados, contest¨® a la pregunta de Hitler con once preguntas: ?Qu¨¦ garant¨ªas pod¨ªa ofrecer el Gobierno de que sus medidas no iban a salirse de la Constituci¨®n? ?Renunciaba definitivamente a proclamar el estado de excepci¨®n reclamado por Hugenberg y los Cascos de Acero? ?Estaba dispuesto a fomentar con energ¨ªa la obra de colonizaci¨®n interior, contra las resistencias de los grandes terratenientes? ?Era cierto que las facultades y atribuciones del ministro de Trabajo iban a sufrir capitales disminuciones? ?Cu¨¢ndo iba a quedar restablecida la normalidad constitucional en Prusia? ?Y el derecho de coalici¨®n? ?Y los contratos de trabajo? ?Y la moneda? ?Qu¨¦ pensaba hacer el Gobierno con el derecho de coalici¨®n, con los contratos de trabajo y con la moneda?
A estas y otras -hasta once- preguntas del prelado Kaas ha contestado el Gobierno con la fulminante disoluci¨®n del Reichstag y el llamamiento directo al pueblo. Cuatro d¨ªas despu¨¦s de haberle sido negado a Schleicher el decreto de disoluci¨®n, lo ha obtenido Hitler con s¨®lo pedirlo.
Disuelto el Reichstag, Hitler ha recurrido inmediatamente a la radio para dar a conocer su programa al pueblo alem¨¢n y al pueblo norteamericano. (Una compa?¨ªa de radio norteamericana ha retransmitido a los Estados Unidos la declaraci¨®n le¨ªda por el propio canciller ante el micr¨®fono).
Es un programa de cuatro a?os, un a?o menos que el plan quinquenal, tres a?os y nueve meses m¨¢s de lo que Primo de Rivera cre¨ªa necesitar para operar la salvaci¨®n de Espa?a. Para lograr la salvaci¨®n de Alemania -ya que de eso se trata, y de nada menos-, Hitler no tendr¨¢ probablemente necesidad de recurrir a m¨¦todos francos de dictadura. Desde el primer momento dijimos que el actual Gobierno era de origen democr¨¢tico, que representaba a la mayor¨ªa del pueblo alem¨¢n. Quedar¨ªamos sorprendidos -tanto como el propio Gobierno- si las pr¨®ximas elecciones, fijadas para el d¨ªa 5 de marzo, no dieran a Hitler una mayor¨ªa parlamentaria. Pero, as¨ª y todo, su programa es un programa cl¨¢sico de dictador. Con breves y sencillas palabras promete la felicidad general. (...)
21 de febrero de 1933
LEY DE PRENSA DE GOEBBELS
El Gobierno alem¨¢n ha dictado una nueva ley de prensa, de la cual su autor es el doctor Goebbels, ministro de Cultura Popular y Propaganda . La nueva ley de prensa alemana ha sido publicada en este mismo momento, y es de suponer, por consiguiente, que no haya en el mundo una ley de prensa m¨¢s moderna. A no ser que entre la fecha de su publicaci¨®n y la hora en que se publique esta cr¨®nica se hubiese decretado una ley de prensa en Lituania o en Siam; pero no es probable.
La nueva ley de prensa alemana lleva el nombre de Schriftleitergesets. Su prop¨®sito -el nombre lo indica- es reglamentar el ejercicio de la profesi¨®n period¨ªstica. El Estado nacionalsocialista -vino a decir el doctor Goebbels en su discurso citado- no admite el viejo principio liberal de que el periodista pueda tener derecho a expresar su opini¨®n personal sobre el fondo de los problemas pol¨ªticos, morales y econ¨®micos que se planteen dentro de una naci¨®n. Adem¨¢s de que el periodista, en realidad, nunca ha sido libre -dice Goebbels-. Ha dependido hasta ahora siempre de la empresa editora, y los redactores nunca han tenido libertad para expresar opiniones opuestas a la de la empresa. De ahora en adelante, los redactores de los peri¨®dicos alemanes no estar¨¢n ideol¨®gicamente sometidos a un patr¨®n, pero estar¨¢n sometidos, en cambio, a la autoridad del Estado. (...)
Del resto de la ley puede hacerse el resumen siguiente: la actual Federaci¨®n de la Prensa Alemana queda convertida de hecho en gremio de periodistas y se le entrega el monopolio de la profesi¨®n. No podr¨¢n ejercerla quienes no est¨¦n inscritos en el registro de periodistas que llevar¨¢ la Federaci¨®n. Para poder ser inscrito en el registro hace falta ser mayor de veinti¨²n a?os, estar en posesi¨®n de todos los derechos civiles, no estar inhabilitado para el ejercicio de cargos p¨²blicos, poseer las cualidades apropiadas para ejercer una influencia espiritual sobre la opini¨®n, ser de raza aria y no estar casado o casada con persona que no sea de raza aria. A los jud¨ªos se les niega, en principio, el derecho y la posibilidad de ser periodistas; pero el ministro de Propaganda podr¨¢ autorizar aquellas excepciones a este precepto de la ley que juzgue convenientes. (...)
De modo que, en resumidas cuentas, ser¨¢ de ahora en adelante periodista en Alemania -o dejar¨¢ de serlo- todo aquel que cuente con la aprobaci¨®n -o la desaprobaci¨®n- del ministro de Propaganda, al que corresponde asimismo el nombramiento del presidente de la Federaci¨®n, y a ¨¦ste, la designaci¨®n de todas las personas que hayan de desempe?ar cargos directivos dentro de la organizaci¨®n period¨ªstica. El r¨¦gimen nacionalsocialista tiene un odio probablemente injustificado, pero implacable, contra el sistema electoral en todas sus formas y manifestaciones. El primer presidente de la Federaci¨®n nombrado a tenor del nuevo decreto de prensa es el se?or Dietrich, jefe de la oficina period¨ªstica de los nacionalsocialistas. Crea, adem¨¢s, la ley dentro de la Federaci¨®n de la Prensa el tribunal profesional, con facultad para amonestar, suspender en el ejercicio de la funci¨®n, imponer multas hasta de un mes de sueldo y borrar del escalaf¨®n -dig¨¢moslo as¨ª- a los periodistas que lo hayan merecido por motivos de car¨¢cter profesional.
La nueva ley de prensa no dice nada sobre la indumentaria de los periodistas, a pesar de que ¨¦stos quedan colocados en una situaci¨®n, desde luego, honros¨ªsima, pero muy parecida a la de los cuerpos uniformados: ej¨¦rcito, polic¨ªa, aduanas, ferrocarriles, correos y tel¨¦grafos.
6 de octubre de 1933
PERFIL RELIGIOSO DEL NAZISMO
Muerte y resurrecci¨®n. En estos t¨¦rminos han querido Hitler y su partido nacionalsocialista encerrar el sentido de las fiestas conmemorativas de estos d¨ªas en M¨²nich. El hombre no muere cuando la idea triunfa. Ante los ata¨²des de los diecis¨¦is nacionalsocialistas que hoy hace doce a?os cayeron bajo las balas de los soldados alemanes, en la Odeonplatz de M¨²nich, el portavoz del partido nacionalsocialista, Adolf Wagner, ha pronunciado las siguientes palabras: Muerte y resurrecci¨®n.
No es raro encontrar en la prensa del partido nacionalsocialista esquelas mortuorias con esta menci¨®n: A cada nuevo acto solemne del partido gobernante queda trazado con m¨¢s firmeza el perfil religioso del movimiento nacionalsocialista. Algunos jefes aseguran todav¨ªa en discursos poco meditados que el nacionalsocialismo no es una religi¨®n. Se equivocan. El d¨ªa en que los alemanes, en lugar de saludarse en nombre de Dios empezaron a saludarse en nombre de Hitler, naci¨® en Alemania un nuevo culto. Los objetos de este culto son la raza y los muertos por la causa, que, como ya hemos visto, empiezan a resucitar. Su liturgia es de orden militar y de formas espectaculares. (...)
En su discurso de M¨²nich, pronunciado ante los antiguos combatientes en la misma sala de la cervecer¨ªa donde hace doce a?os dio el golpe de Estado, termin¨® con un grito religioso: ?Vivan los muertos de nuestro movimiento! ?Viva Alemania y sus hombres, vivos y muertos! ?Hace falta algo m¨¢s para demostrar que el nacionalsocialismo, antes que una idea pol¨ªtica, es una doctrina religiosa basada en la fe? Se lo pregunto ingenuamente a don Ramiro de Maeztu, mi antiguo y cat¨®lico amigo.
Con los actos de M¨²nich en honor de los primeros muertos del movimiento, la liturgia nacionalsocialista ha alcanzado un grado de esplendor hasta ahora no conseguido. Hoy m¨¢s que nunca tenemos, los que en Alemania vivimos, la convicci¨®n de que hemos sido invitados a presenciar el nacimiento y los primeros pasos de una nueva religi¨®n. Es una invitaci¨®n que no se recibe todos los d¨ªas ni todos los a?os.
10 de noviembre de 1935
Eugenio Xammar
'Cr¨®nicas desde Berl¨ªn'. El Acantilado. El libro recoge una selecci¨®n de art¨ªculos que el autor escribi¨® entre 1930 y 1936 desde Berl¨ªn en el peri¨®dico republicano madrile?o 'Ahora', dirigido por Chaves Nogales. El periodista barcelon¨¦s vivi¨® la crisis alemana y el ascenso del nazismo, proceso que dej¨® plasmado en sus cr¨®nicas. Perteneci¨® a la generaci¨®n period¨ªstica de Corpus Barga, Gaziel, Pla, Chaves y Camba. La editorial publicar¨¢ tambi¨¦n 'El huevo de la serpiente', cr¨®nicas alemanas de 1923 a 1925.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.