La sociedad civil debe hacerse escuchar
El 22 de julio, las Naciones Unidas han publicado el borrador del documento que contiene las decisiones a adoptar en la reuni¨®n plenaria de alto nivel de la Asamblea General, entre hoy y el viernes 16, sobre los Objetivos del Milenio, cinco a?os despu¨¦s de su proclamaci¨®n. Se reafirma la importancia esencial del multilateralismo y el compromiso para lograr una efectiva cooperaci¨®n frente a las amenazas transnacionales, as¨ª como en el abordaje de las causas de las amenazas y desaf¨ªos actuales. El respeto de los derechos humanos constituye la base del desarrollo y de la seguridad -que son a su vez interactivos- y es uno de los fundamentos conceptuales del documento. De igual modo, se afirma que todas las culturas y civilizaciones pueden contribuir al enriquecimiento de la humanidad junto con el entendimiento de la diversidad religiosa y cultural en todo el mundo, especialmente a trav¨¦s del di¨¢logo y la cooperaci¨®n. El documento propone la adopci¨®n de medidas concretas en cuatro ¨¢reas principales: desarrollo; paz y seguridad colectivas; derechos humanos e imperio de la ley; y el reforzamiento de las Naciones Unidas.
Dentro del apartado del desarrollo se incluyen la financiaci¨®n (Consenso de Monterrey), la cancelaci¨®n de la deuda, la cooperaci¨®n sur-sur, el desarrollo rural y agr¨ªcola, la lucha contra el sida y otros flagelos en el orden sanitario, reforzar el papel de la mujer, emigraci¨®n, ciencia y tecnolog¨ªa, necesidades especiales de ?frica...
En el cap¨ªtulo de paz y seguridad colectivas se pone de manifiesto la necesidad de proteger especialmente a la infancia y de incorporar decididamente a la mujer en la prevenci¨®n y resoluci¨®n de conflictos; al mantenimiento de la paz se une -lo que constituye uno de los aspectos m¨¢s relevantes de este texto- la construcci¨®n de la paz, con el establecimiento de una comisi¨®n especial, en calidad de organismo asesor intergubernamental, que presentar¨¢ anualmente un informe preceptivo a la Asamblea General. Otros puntos de gran importancia son el desarme y la no proliferaci¨®n, particularmente de las armas nucleares, qu¨ªmicas y biol¨®gicas, de acuerdo con los correspondientes tratados y convenciones, las acciones frente al terrorismo y crimen transnacional, etc¨¦tera.
En cuanto a los derechos humanos y el imperio de la ley, se propone el reforzamiento de todos los dispositivos de las Naciones Unidas al respecto y la implantaci¨®n del programa especial para la educaci¨®n en derechos humanos, la protecci¨®n de refugiados, la Corte Internacional de Justicia, la democracia -"reafirmamos que la democracia constituye un valor universal"...-, seguridad humana, cultura de paz e iniciativas para el di¨¢logo entre culturas y civilizaciones -"promover una cultura de paz y de di¨¢logo a escala nacional, regional e internacional"...-, etc¨¦tera.
Y en relaci¨®n a las Naciones Unidas se subraya "el compromiso de reforzar las Naciones Unidas para incrementar su autoridad y eficacia, reafirmando la posici¨®n central que corresponden a la Asamblea General y al Consejo Econ¨®mico y Social", que debe, entre otras funciones, "centrarse en las relaciones entre paz y desarrollo"; y, muy importante, se establece, como ¨®rgano subsidiario de la Asamblea General, un Consejo de Derechos Humanos, con un mandato bien definido.
El importante documento que con particulares sentimientos de esperanza estoy exponiendo comprende tambi¨¦n reformas de la gesti¨®n, del secretariado, para la "coherencia del sistema de las Naciones Unidas" en su conjunto. Considero especialmente relevante destacar, por ¨²ltimo, la cooperaci¨®n que se establece entre las Naciones Unidas y la UIP (Uni¨®n Interparlamentaria), as¨ª como con las organizaciones no gubernamentales (ONG), la sociedad civil y el sector privado.
En el pre¨¢mbulo de uno de los documentos m¨¢s luminosos de nuestro tiempo, la Constituci¨®n de la Unesco, que se crea en Londres en 1945 "para construir la paz en la mente de los hombres", se dice que "una paz fundada exclusivamente en acuerdos pol¨ªticos y econ¨®micos entre gobiernos no podr¨ªa obtener el apoyo un¨¢nime, sincero y perdurable de los pueblos, y, por consiguiente, esta paz debe basarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad".
Hasta ahora, si miramos cuidadosamente hacia atr¨¢s, la gente nunca ha figurado en el estrado. Hemos sido s¨²bditos, plantando en surcos ajenos, luchando por causas con frecuencia opuestas a las nuestras. Ahora ha llegado el momento de participar, de ser tenidos en cuenta, de ser ciudadanos plenos. Ha llegado el momento de la solidaridad impulsada y ejercida por la sociedad civil sobre la base de la fraternidad que proclama el art¨ªculo primero de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como est¨¢n de raz¨®n y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". Distintos -cada ser humano es ¨²nico- pero radicalmente iguales, sin preeminencias de ning¨²n orden, unidos por unos valores esenciales, aceptados por todos. "El respeto de la diversidad de las culturas, la tolerancia, el di¨¢logo y la cooperaci¨®n, en un clima de confianza y de entendimiento mutuos, est¨¢n entre los mejores garantes de la paz y la seguridad internacionales", se afirma en la Declaraci¨®n de la Unesco sobre la Diversidad Cultural (2001). Y, sin embargo, con excesiva frecuencia, aun en los sistemas democr¨¢ticos, los ciudadanos han sido contados, en ocasi¨®n de comicios electorales y encuestas de opini¨®n, pero no han contado, no han sido tenidos en cuenta.
Para alzar la voz debida, para participar, para contribuir al establecimiento de democracias genuinas, es imprescindible una educaci¨®n que nos confiera actitudes y comportamientos cotidianos de entendimiento, de escucha, de amor. Educaci¨®n como "soberan¨ªa personal". Educaci¨®n que arrumbe para siempre el perverso adagio "si quieres la paz, prepara la guerra" y promueva en su lugar la construcci¨®n de la paz.
Al haber sustituido todos los pueblos por unos cuantos, la democracia internacional por una plutocracia, los principios morales por el mercado, el mundo est¨¢ experimentando aquella genial advertencia de don Antonio Machado: "Es de necio confundirvalor y precio". Ante las promesas incumplidas, quienes ya no esperaban pero todav¨ªa aguardaban manos tendidas en lugar de alzadas, al verse marginados, enga?ados, siguieron con frecuencia un proceso caracterizado por la frustraci¨®n progresiva, la radicalizaci¨®n, la animadversi¨®n, el rencor..., desembocando, como sucede, en estos caldos de cultivo, en flujos emigratorios de desesperados, cuando no en manifestaciones de violencia y agresividad.
La sociedad civil tiene ahora, con la nueva tecnolog¨ªa de la comunicaci¨®n, adem¨¢s de un innegable papel protagonista en la ayuda solidaria, la posibilidad no s¨®lo de hacerse o¨ªr, sino de hacerse escuchar. Para que se cumplan los Objetivos del Milenio, para que se erradique la pobreza, para que podamos conciliar el sue?o sin pensar en nuestros hermanos que carecen de los m¨ªnimos recursos de subsistencia, para que la voz que debemos a los j¨®venes sea voz o¨ªda y escuchada. Se acerca el momento en que la gente cuente, el momento de la democracia real. El siglo XXI puede ser, por fin, el siglo de la gente. De nos-otros. De todos.
Es esencial, debo repetirlo, como cient¨ªfico, conocer la realidad para poder transformarla. Y est¨¢ claro que la sociedad civil ir¨¢ disponiendo de los mecanismos que le permitan poner de manifiesto r¨¢pidamente las mentiras, las excusas, los esfuerzos para, con gran aparato publicitario, demostrar lo que es indemostrable. No es tolerable que se pretenda analizar desde Occidente la perversidad del aprendizaje del fundamentalismo isl¨¢mico despu¨¦s de haber permitido durante d¨¦cadas aprendizajes -incluyendo los medios audiovisuales- de violencia y de descaro sin l¨ªmites, despu¨¦s de haber aceptado como "irremediable" que miles de personas mueran diariamente de desamparo y olvido. El extremismo de cualquier pertenencia es igualmente pernicioso. Debemos conocer la realidad de los "aprendizajes" de creencias que convierten en poco tiempo a las personas en individuos. Sentimientos religiosos que a¨ªslan, que habitan de miedo y supersticiones a los conversos... De un lado, intentan convertirnos en meros espectadores de lo que sucede; de otro, se multiplican las actividades de captaci¨®n en pertenencias que en lugar de liberar, oprimen.
Seguimos viviendo, tambi¨¦n en la civilizaci¨®n occidental, aceptando supuestos que hoy resultan ya inadmisibles. Se ha exigido el silencio, se ha impuesto el "toque de queda" en la conciencia de cada uno. Y ahora en cambio, en el siglo de la gente, la palabra "indiscutible" dejar¨¢ de existir. La solidaridad dar¨¢ alas a tantos ciudadanos que, poco a poco, hab¨ªan desaprendido a volar alto y firme por la palabra, por el pensamiento, caracter¨ªstica distintiva de la especie humana. "Es por la fraternidad que se salva la libertad", escribi¨® Victor Hugo hace varios siglos. Es por este sentimiento de fraternidad que pasaremos de individuos a personas, a ciudadanos capaces de persuadir a todos los dem¨¢s de que el conocimiento de la realidad, la anticipaci¨®n, la evoluci¨®n de las normas y criterios, son ingredientes fundamentales para encaminarnos hacia otros puertos y enderezar las tendencias actuales. Para la transici¨®n desde una cultura de fuerza a una cultura de di¨¢logo y de paz, desde la inercia e inmovilismo que pueden provocar la ruptura y la revoluci¨®n del trastocado panorama actual al que so?amos para nuestros descendientes, es necesaria una tregua. Lo primero que deber¨ªamos hacer todos es convenir una pausa para ejercer el deber de memoria -memoria del pasado y memoria del futuro- y pensar, escuchar, aunar voluntades y compromisos para una nueva etapa hist¨®rica. Durante la misma, deber¨ªamos sobre todo -son necesarias s¨®lo unas horas- releer textos que fueron escritos en momentos excepcionalmente cr¨ªticos y que reflejan la clarividencia con que fueron abordadas las cuestiones b¨¢sicas: "La m¨¢s elevada aspiraci¨®n de la humanidad es el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias" (pre¨¢mbulo de la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos, 10 de diciembre de 1948). ?No es ¨¦sta, exactamente, la primera conclusi¨®n a la que deber¨ªamos volver a llegar 60 a?os despu¨¦s?
"La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder p¨²blico" (art¨ªculo 21 de la Declaraci¨®n Universal). Es, pues, la gente la que debe, en ¨²ltimo t¨¦rmino, decidir en qu¨¦ debe invertirse, cu¨¢les deben ser las prioridades de la nueva gobernaci¨®n. Las prioridades deben establecerse teniendo en cuenta, en primer lugar, a las v¨ªctimas: a las v¨ªctimas de la insolidaridad, que mueren por miles de hambre cada d¨ªa; a las v¨ªctimas del terror y la violencia; a los efectos de enfermedades todav¨ªa incurables; a los atemorizados; a los ni?os v¨ªctimas de un sistema tan injusto que les convierte en soldados al inicio de su adolescencia o les impulsa a la marginaci¨®n. ?stas son las prioridades, lo quiera o no reconocer la inmensa maquinaria b¨¦lica y quienes la controlan. Sesenta a?os despu¨¦s de Hiroshima, existen m¨¢s de 10.000 cabezas nucleares. ?C¨®mo puede vivirse y disfrutar de esta radical realidad de la existencia con una amenaza de esta ¨ªndole? ?stas son las prioridades de la inmensa mayor¨ªa que ha vivido secularmente aceptando los designios de los poderosos. Es necesario transitar ahora desde la uniformidad excluyente a la diversidad que incluye. Del unilateralismo al multilateralismo, al pluralismo participativo. De la historia del poder a la historia de la gente.
En Hago saber, Enrique Bardosa escribi¨® estos versos: "Con esta autoridad que me proviene de ser hombre... / que lleva nombre simple y olvidable". Con esta autoridad, la gente dejar¨¢ de acatar las decisiones que no emanen de un sistema realmente democr¨¢tico a escalas local y mundial. Del mismo modo que necesitamos cada uno de nosotros tiempo para pensar, para hablar con los dem¨¢s y, muy especialmente, con los que forman parte de nuestro entorno, ha llegado ahora el momento de una pausa para que todos comprendan que es en beneficio de la inmensa mayor¨ªa que debe tener lugar esta transformaci¨®n, este cambio, que hoy se halla estancado. Tiempo para reflexionar y para leer. La Voz publicaba en su n¨²mero del 7 de abril de 1936 las siguientes declaraciones de Federico Garc¨ªa Lorca: "... el mundo est¨¢ detenido ante el hambre que asuela a los pueblos. Mientras haya desequilibrio econ¨®mico, el mundo no piensa... El d¨ªa en que el hambre desaparezca, va a producirse en el mundo la explosi¨®n espiritual m¨¢s grande que jam¨¢s conoci¨® la humanidad. Nunca jam¨¢s se podr¨¢n figurar los hombres la alegr¨ªa que estallar¨¢ el d¨ªa de la Gran Revoluci¨®n".
Federico Mayor Zaragoza es copresidente del Grupo de Alto Nivel, designado por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, que desarrollar¨¢ la Alianza de Civilizaciones.
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