Morir y votar en Afganist¨¢n
Llegu¨¦ en julio a Afganist¨¢n en un avi¨®n de Naciones Unidas desde Dubai. Integraba un grupo de seis diputados del Parlamento Europeo con el objetivo de evaluar los preparativos para la celebraci¨®n de elecciones parlamentarias este 18 de septiembre y hacernos una idea de c¨®mo est¨¢n las cosas en el pa¨ªs. Comienzas a hacerte idea ya en el propio avi¨®n onusiano cuando lees un folleto que te informa de que el pa¨ªs es uno de los m¨¢s minados del mundo. Las minas est¨¢n por doquier. En Kabul y en los alrededores, en las ciudades, en el campo. La leyenda es impactante, aunque no s¨¦ si ayuda o conmociona: "Si sospecha usted que se encuentra en una zona minada, det¨¦ngase, mantenga la calma y piense. Es mejor permanecer dos d¨ªas en un ¨¢rea minada que resultar mutilado o muerto". Estuve una semana en el minado campo pol¨ªtico que es Afganist¨¢n y pens¨¦. He aqu¨ª algunas reflexiones.
Cuando el MD-80 se detiene en el ¨¢ngulo del aeropuerto reservado a aviones de la ONU, una escena anuncia el rigor clim¨¢tico con el que te vas a enfrentar: un grupo de cinco o seis trabajadores afganos buscan cobijo de los 50 grados en la sombra que las alas de un aparato all¨ª aparcado proporciona. Extremo rigor clim¨¢tico, geogr¨¢fico, paisaj¨ªstico, pol¨ªtico. Record¨¦ entonces el relato de la m¨ªtica creaci¨®n del pa¨ªs que un anciano muyahid le hizo a Ahmed Rashid: "Cuando Al¨¢ hizo el resto del mundo vio que hab¨ªan quedado un mont¨®n de desechos, fragmentos, trozos y restos que no encajaban en ninguna parte. Tras reunirlos, los arroj¨® a la tierra y eso fue Afganist¨¢n". Ese "conjunto de desechos" es 150.000 kil¨®metros cuadrados mayor que Espa?a. En ¨¦l habitan 25 millones de personas, que ser¨¢n 46 millones en 2025. De ellas, 3,5 millones son refugiadas huidas a Pakist¨¢n e Ir¨¢n a causa de las guerras. El analfabetismo alcanza el 70% (el 80% entre las mujeres). La esperanza de vida, sobre la que no hay datos oficiales, est¨¢ en torno a los 40-46 a?os, la desnutrici¨®n afecta al 70% de la poblaci¨®n y s¨®lo el 13% del agua existente es potable.
Los "fragmentos" que constituyen el pa¨ªs han sido codiciados por numerosos fragmentadores. En la ¨¦poca moderna, sobre todo por rusos y brit¨¢nicos, sovi¨¦ticos y norteamericanos. Diversas etnias componen el mosaico. La mayor es past¨²n. Otras, hazaras, uzbekos, tayikos. Tradicionalmente, han peleado entre s¨ª, pero tambi¨¦n han sabido unirse ante el invasor por todas ellas considerado extranjero. La alergia a un poder central ha sido permanente. Gran Breta?a intent¨® dome?arlas en tres ocasiones durante el siglo XIX. Sufri¨® tres significativas derrotas, una de ellas formidable: miles de soldados de la India brit¨¢nica fueron aniquilados en el desfiladero de Khyber cuando tras ser expulsados de Kabul se retiraban hacia lo que hoy es Pakist¨¢n. El paso de Khyber pertenece a la gran cordillera que muy propiamente se llama Hindu Kush (matadora de indios). Los ingleses podr¨ªan haberse ahorrado muchos disgustos de haber sabido interpretar adecuadamente el relato de Stuart Elphinstone, quien en 1809 fue enviado a lo que ¨¦l denomin¨® el "reino de Cabul". Elphinstone cuenta que trat¨® de convencer al anciano de una tribu de que los pastunes podr¨ªan vivir m¨¢s f¨¢cilmente en paz bajo un monarca absoluto. ?sta fue la respuesta: "Estamos contentos con la discordia, contentos con vivir en estado de alerta. Estamos contentos con la sangre, pero nunca nos sentiremos contentos con un amo".
?stas son las gentes que expulsaron al amo sovi¨¦tico (s¨®lo lo era en las ciudades) y que se desembarazaron, con ayuda de los norteamericanos, de los "buscadores de conocimiento", los talibanes, que embaucaron al inicio porque acabaron con el bandidaje, el pillaje y el opio, pero que degeneraron en una org¨ªa de est¨²pido fanatismo que anul¨® a la mujer y bloque¨® a la sociedad y sus expresiones culturales, m¨²sica incluida. Tras la invasi¨®n norteamericana en busca de Bin Laden, consecuencia del 11-S, ?estiman los afganos que los americanos y occidentales (espa?oles incluidos) son o intentan ser "nuevos amos"? ?Presencia u ocupaci¨®n militar? En cualquier caso, es un pa¨ªs pobre y empobrecido, hecho a?icos tras d¨¦cadas de conflicto contra el extranjero invasor y de conflicto inter¨¦tnico. Mucho tienen que ver en eso los famosos se?ores de la guerra (jefes de partida, en buen castellano de la ¨¦poca), amos indiscutibles, si no siempre indiscutidos, de una u otra provincia del pa¨ªs. El presidente Karzai me dijo en Kabul que ya no constituyen un problema, que el ¨²nico problema es el terrorismo. Sin embargo, existen, son un problema y, en mi opini¨®n, lo ser¨¢n mucho m¨¢s en el futuro. Los americanos se sirvieron de ellos para combatir a los talib¨¢n y les dieron alas. Karzai, past¨²n, los minusvalora porque ha integrado en su Gobierno a unos pocos, por ejemplo Ismail Jan, se?or tayiko de Herat, nuevo ministro del Agua y Energ¨ªa (uno y otra escasas en el pa¨ªs) o Abdul Rashid Dostum, el general uzbeko autor de barbaridades comprobadas en la guerra civil, que disfruta ahora en el Gabinete de un puesto militar m¨¢s bien ceremonial. Karzai cree que a trav¨¦s de ellos podr¨¢ controlar remotas partes del pa¨ªs, lo que est¨¢ por ver. Human Rights Watch y Afghan Justice Project -que afortunadamente pueden expresarse libremente en el pa¨ªs- han denunciado que criminales de guerra, se?ores de la guerra o no, puedan presentarse a las elecciones del 18 de septiembre. Por cierto, esa realidad que absurdamente Karzai niega -en la l¨ªnea de "ten¨ªamos un problema y lo hemos resuelto"- nos fue abiertamente admitida por una mujer. Habiba Sorabi, hazara y la ¨²nica mujer gobernadora del pa¨ªs, nos dijo en su sede de Bamiyan -donde los b¨¢rbaros "buscadores de conocimiento" destruyeron los famosos y gigantescos budas- que "aqu¨ª, la mayor¨ªa est¨¢n con los se?ores de la guerra o con los fundamentalistas".
Con estos mimbres, ?qu¨¦ cesto podemos fabricar? Se trata de construir entre todos -pero, naturalmente, sobre todo entre los afganos- un Estado democr¨¢tico viable. Estamos all¨ª porque los talibanes convirtieron a su pa¨ªs en un Estado delincuente y fallido. Propiamente hablando, hoy en d¨ªa, estatal no hay pr¨¢cticamente nada. No funciona la justicia, no hay registros judiciales, no hay datos y cualquiera puede ser acusado de cualquier cosa. Y fuera de las principales ciudades, los jueces est¨¢n a merced de los se?ores locales. El 18 de septiembre se elegir¨¢ un Parlamento de 249 esca?os. A 12 de julio, la lista final de candidatos la compon¨ªan 2.838 personas; de ellas, 342 mujeres. Se hab¨ªan retirado numerosas mujeres por razones de seguridad, amenazas incluidas. No hay que olvidar que, a pesar de la desaparici¨®n de los talibanes, la violencia contra las mujeres contin¨²a siendo rutinaria, probablemente porque muchos de los hombres que los sustituyeron comparten las opiniones que hicieron a aquellos famosos. Por otro lado, algunos creen que, si se quiere hablar de Estado, habr¨ªa que hacerlo de un narco-Estado. Opini¨®n no balad¨ª si tenemos en cuenta que el opio supone el 60% del PIB y que el pa¨ªs produce el 87% de la hero¨ªna del mundo.Por primera vez desde la ca¨ªda de los talibanes, el siempre creciente cultivo de la planta ha sufrido un leve retroceso este a?o, pero, como la propia ONU admite, ello es simplemente "un fr¨¢gil cambio de tendencia que puede f¨¢cilmente ser invertido". Por si fuera poco, las campa?as contra la droga fustigan a los pobres agricultores al tiempo que los narcotraficantes se enriquecen, y se ha demostrado que algunos de los gobernadores y jefes de polic¨ªa nombrados por Kabul (fundamentales en este tema) son mafiosos y corruptos. En general, la polic¨ªa -analfabeta al 60%- es considerada ampliamente corrupta. En cuanto al ej¨¦rcito se refiere, Estados Unidos est¨¢ formando uno de 70.000 hombres, supuestamente eficaz y ¨¦tnicamente equilibrado, pero imposible de mantener salarialmente hablando cuando los norteamericanos se retiren.
As¨ª las cosas, y a escasos d¨ªas de la celebraci¨®n de los comicios, la gente sigue matando y muriendo. Al Qaeda, talibanes, norteamericanos. Cabe preguntarse si la "bunkerizaci¨®n" de parte de la capital realizada por estos ¨²ltimos no ser¨¢ contraproducente si se quiere ganar el apoyo de la poblaci¨®n local. ?Ocupantes o libertadores? Es asimismo oportuno inquirir sobre la suerte de los cientos de talibanes (o sospechosos de serlo) recluidos por ellos en diversos centros de detenci¨®n. El m¨¢s notorio y de supuesta m¨¢xima seguridad es el de la base a¨¦rea de Bagram, en las afueras de Kabul, y del que, durante nuestra estancia, huyeron cuatro reclusos. Reclusos, una vez m¨¢s, no sometidos a un r¨¦gimen legal definido.
No va a ser f¨¢cil construir en Afganist¨¢n un Estado viable y democr¨¢tico, no al estilo occidental. No hay tradici¨®n democr¨¢tica y la cultura pol¨ªtica es muy diferente. Las condiciones que favorecen la democracia como nosotros la entendemos brillan por su ausencia y una transici¨®n democr¨¢tica sostenible necesita algo m¨¢s que elecciones. Y desde luego se necesita m¨¢s tiempo para crear un ambiente propicio. Como nos hizo ver -en un atinado an¨¢lisis pol¨ªtico- el teniente general Erdagi, hasta hace unas semanas, el jefe de nacionalidad turca de la Fuerza Internacional de Asistencia y Seguridad para Afganist¨¢n (ISAF), la comunidad internacional ha sido excesivamente optimista sobre el terrorismo, la violencia, la insurgencia. Porque condiciones para todo ello existen en un pa¨ªs con miles de insurgentes y donde pr¨¢cticamente todo el mundo tiene un arma en casa. En un pa¨ªs con circunstancias que favorecen la inestabilidad, la inseguridad y la violencia: pobreza extrema, muy elevado desempleo, sociedad tribal, divisiones ¨¦tnicas, ausencia de sistema judicial. Un pa¨ªs que apenas conocen bastantes de sus actuales dirigentes porque han estado ausentes del mismo, en Europa o Estados Unidos, durante 25 a?os. Un pa¨ªs cuyo presidente, por razones de seguridad, apenas sale de su residencia.
?stos son los mimbres. Y sin embargo, debemos construir el cesto porque, dadas las circunstancias y la situaci¨®n internacional, ser¨ªa una irresponsabilidad no hacerlo. Va a ser complicado y largo (el general Erdagi hablaba de la necesaria presencia de la ISAF durante dos d¨¦cadas). Complicado, porque el primer Parlamento contar¨¢ con una mayor¨ªa analfabeta y al que probablemente habr¨¢n sido elegidos algunos jefes de partida que han cometido cr¨ªmenes de guerra. Complicado, porque Afganist¨¢n ha entrado en un proceso clave y delicado que implica nada menos que un cambio radical de valores e instituciones. O al menos as¨ª parece.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es embajador de Espa?a y eurodiputado socialista.
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