Cortesanos, rufianes y ni?os
Canal Sur Televisi¨®n no ha tenido que hacer ninguna presentaci¨®n especial de la nueva programaci¨®n porque la continuidad con la del a?o pasado es pr¨¢cticamente completa. Tanto que se puede decir que lo ¨²nico nuevo es el hueco que ha dejado Jes¨²s Quintero, que se ha ido a exponer sus productos en TVE. No ser¨¦ yo quien lo eche de menos: lo poco nuevo que daba estaba ya muy por debajo de su propio list¨®n. La ¨²ltima vez que lo vi, el programa abri¨® con el soliloquio l¨ªrico-libertario de siempre, para en seguida dar paso a una entrevista con Bel¨¦n Ord¨®?ez que empezaba as¨ª: "?Por qu¨¦ muri¨® Carmen Ord¨®?ez?". Quintero ha creado un personaje de cortesano canalla que sabe muy bien qu¨¦ hay qu¨¦ darle a cada cual y c¨®mo hay que d¨¢rselo: hay cortesanos que padecer¨ªan una crisis de identidad sin tener a su lado rufianes tan brutos como leales, y hay inocentes que repiten su pobre gracia cuantas veces haga falta si eso significa que alguien les presta un poco de atenci¨®n (y les da algo, claro): de todo eso tenemos larga tradici¨®n en este pa¨ªs tan cruel y tan barroco.
Lo cierto es que el producto que ofrece Quintero suma (ojo: no mezcla) toda esa promiscuidad, con el resultado de una equidistancia que, por lo visto, lo hace muy apetecible a los programadores. Consulten la p¨¢gina web de Canal Sur y comprobar¨¢n que todav¨ªa mantiene para la noche de los martes el programa de Quintero: eso es amor del bueno. Habr¨¢ quien piense que en realidad salimos ganando. Porque Quintero tambi¨¦n est¨¢ en la p¨¢gina de TVE, anunciado para el prime time de La 2, y eso significa que en La 2 habr¨¢ una pel¨ªcula menos; y el martes pasado, como en Canal Sur no hubo Quintero, pasaron Sin perd¨®n, de C. Eastwood.
Y no hay mucho m¨¢s que contar. Siguen repitiendo las galas perpetradas en el verano, siguen con Bonanza, y el 6 de agosto ¨ªbamos por 1958, que es la fecha de la pel¨ªcula que daban, Las chicas de la Cruz Roja (en TVE iban por 1981, la fecha de Todo es posible en Granada). El resto es Juan y Medio.
Porque al final todo consiste en un par de nombres que son las perchas de las que se cuelga toda la programaci¨®n. Se transmite al espectador una jerarqu¨ªa no expresa pero que se?ala con claridad cu¨¢l es el rostro o los rostros (muy pocos) con el que el canal en cuesti¨®n quiere ser identificado. Una vez verificado que el mecanismo funciona, ese rostro tiende a ocupar m¨¢s espacio en la parrilla. Juan y Medio est¨¢ pudiendo con todo: lo tenemos dos horas y algo por la tarde y el viernes, adem¨¢s, lo volvemos a encontrar por la noche, esta vez con ni?os. Pero no unos ni?os cualquiera: la cadena est¨¢ pidiendo para el programa (Menuda noche se llama) "ni?os geniales" (sic). El p¨²blico del plat¨® deben ser los padres.
?Para qu¨¦ cambiar? Es una programaci¨®n que se identifica bien con el sentido pol¨ªtico de la mayor¨ªa absoluta, incapacitada por definici¨®n para percibir la necesidad de rectificar algo. Se dir¨ªa que a los directivos de La Nuestra, como la llaman ellos, les importa m¨¢s el c¨®mo que el qu¨¦; y el c¨®mo es ahora el apag¨®n anal¨®gico, la imponente inversi¨®n en infraestructura y tecnolog¨ªa de la que ya hablan. No deben ver lo que emiten.
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