Venganza e inmoralidad

Tan s¨®lo una pel¨ªcula, y adem¨¢s la de exordio, la magn¨¦tica, brutal, Los chicos del barrio, sirvi¨® para poner en el mapa a un mocet¨®n afroamericano, John Singleton, especialmente dotado para la captaci¨®n de la violencia y la observaci¨®n social. Muchos filmes despu¨¦s (y la mayor¨ªa directamente prescindibles), y ya convertido s¨®lo (es un decir) en un hombre de la industria, Singleton regresa al terreno de su original, contundente ¨®pera prima con otra pel¨ªcula por la que campa la violencia, la corrupci¨®n pol¨ªtica y el sinsentido de la vida en arrabales negros, ahora en una invernal, fantasmag¨®rica Detroit.

La excusa es lo de menos: dos atracadores entran un buen d¨ªa en un negocio regentado por un ¨¢rabe y, sin mediar palabra, le asesinan a sangre fr¨ªa. No s¨®lo a ¨¦l: tambi¨¦n a una candorosa, ejemplar anciana, madre de cuatro j¨®venes a los que cri¨® sin haberlos tra¨ªdo al mundo. La cosa va justamente de lo que hacen estas cuatro criaturas (los hermanos del t¨ªtulo) cuando se dan cuenta de que la muerte de su madre putativa ha sido cualquier cosa menos una casualidad. Y el infierno que desencadenan.

Con una mano segura para la violencia (hay una de las persecuciones de coches m¨¢s impactantes que hayamos visto en tiempos, por ejemplo), pero tambi¨¦n sin apenas escr¨²pulos ni coartadas, Singleton cuenta una historia que s¨®lo le procura ocasiones singulares para mostrar a los chicos en acci¨®n. Grosera hasta la exasperaci¨®n, gratuitamente violenta e inmoral, encontrar¨¢ seguramente su p¨²blico en adolescentes sedientos de acci¨®n y con ninguna tolerancia a las historias complicadas.