Franquismo o fascismo
Uno de los proyectos m¨¢s exitosos de las fuerzas conservadoras espa?olas (que sostuvieron la dictadura existente en Espa?a de 1939 a 1978) ha sido el de definir aquel r¨¦gimen -llamado r¨¦gimen franquista- como un r¨¦gimen que mantuvo el orden existente por medios autoritarios, pero que careci¨® de una ideolog¨ªa totalizante que se impusiera a toda la poblaci¨®n, abarcando todas las dimensiones de la sociedad y del ser humano. Seg¨²n tal postura, solo el nazismo o el comunismo fueron totalitarios. El franquismo, en cambio, no lo fue. Se define, pues, aquel r¨¦gimen como personalista, carente de ideolog¨ªa. De ah¨ª que la mayor¨ªa de los estudios del franquismo se hayan centrado en la figura del dictador, considerado por el recientemente fallecido Javier Tusell (uno de los historiadores que han tenido mayor proyecci¨®n en la Espa?a posfranquista) como "un personaje que fue m¨¢s mediocre que sangriento" (El Siglo, 20-11-00).
Existe cierta tendencia a considerar que el franquismo no fue fascismo ideol¨®gico, sino s¨®lo autoritarismo
El intelectual que ha propagado m¨¢s esta interpretaci¨®n de aquel r¨¦gimen ha sido el profesor Juan Jos¨¦ Linz, de gran notoriedad en Espa?a. Linz, procedente de aquella dictadura (hijo de una de las dirigentes de la Secci¨®n Femenina de la Falange, y en su juventud una de las promesas ideol¨®gicas de las juventudes falangistas y colaborador de la Revista de Estudios Pol¨ªticos del Movimiento Nacional), elabor¨® su teor¨ªa sobre el r¨¦gimen franquista en su libro La Espa?a de los a?os 70, prologado por Manuel Fraga Iribarne, en el que subrayaba que el r¨¦gimen carec¨ªa de ideolog¨ªa "totalitaria" (para un an¨¢lisis de la figura del profesor Linz y sus conexiones con la dictadura, v¨¦ase El precio de la transici¨®n, de Gregorio Mor¨¢n). En realidad, Linz incluso detect¨® valores liberales (?) ya en el Franco de 1936. Hoy Linz es profesor de la Universidad de Yale, donde su tesis de "reg¨ªmenes autoritarios, pero no totalitarios" fue utilizada ampliamente por el Departamento de Estado del Gobierno federal de EE UU para justificar su apoyo a las dictaduras chilenas y argentinas, que fueron definidas como dictaduras autoritarias y como tales capaces de transformarse en democracias, posibilidades inexistentes -seg¨²n Linz- en los reg¨ªmenes totalitarios como fueron los reg¨ªmenes comunistas.
Tales tesis, aceptadas en Espa?a incluso por amplios sectores de las izquierdas, ignoran varios hechos fundamentales. Uno de ellos es que la dictadura franquista impuso el nacionalcatolicismo, una de las ideolog¨ªas m¨¢s totalizantes que ha habido en la historia de Europa y que afect¨® incluso las dimensiones m¨¢s ¨ªntimas y privadas del ser humano, como son la lengua y el sexo. En Catalu?a, en mi infancia, no se pod¨ªa hablar catal¨¢n. No era infrecuente que la polic¨ªa nos interrumpiera gritando: "?No hables como un perro, habla como un cristiano!". Y referente al sexo, a los homosexuales se les encarcelaba. Su nacionalismo era extremo, basado (como lo fue el fascismo) en una concepci¨®n racista (el d¨ªa nacional se llamaba el D¨ªa de la Raza) e imperialista, con una dimensi¨®n m¨ªstica y religiosa, portadora de un catolicismo espa?ol enormemente represivo, profundamente antiliberal y antiprogresista que abarcaba todas las dimensiones e instituciones de aquel Estado, desde las escuelas p¨²blicas a todos los medios de informaci¨®n (cuyos directores eran nombrados por el r¨¦gimen y ten¨ªan que ser miembros del Movimiento Nacional). Considerar aquel sistema carente de una ideolog¨ªa es una tergiversaci¨®n del lenguaje, como lo es tambi¨¦n no definir aquella dictadura como sangrienta (alrededor de 200.000 personas fueron asesinadas durante la dictadura s¨®lo en el periodo 1939-1945. Por cada asesinato pol¨ªtico que cometi¨® Mussolini, Franco cometi¨® 10.000).
Algunos autores procedentes de aquel r¨¦gimen han llegado a admitir que fue una dictadura totalitaria fascista al principio, pero dej¨® de serlo cuando el poder de la Falange se diluy¨®. Se ignora, sinUno de los proyectos m¨¢s exitosos de las fuerzas conservadoras espa?olas (que sostuvieron la dictadura existente en Espa?a de 1939 a 1978) ha sido el de definir aquel r¨¦gimen -llamado r¨¦gimen franquista- como un r¨¦gimen que mantuvo el orden existente por medios autoritarios, pero que careci¨® de una ideolog¨ªa totalizante que se impusiera a toda la poblaci¨®n, abarcando todas las dimensiones de la sociedad y del ser humano. Seg¨²n tal postura, solo el nazismo o el comunismo fueron totalitarios. El franquismo, en cambio, no lo fue. Se define, pues, aquel r¨¦gimen como personalista, carente de ideolog¨ªa. De ah¨ª que la mayor¨ªa de los estudios del franquismo se hayan centrado en la figura del dictador, considerado por el recientemente fallecido Javier Tusell (uno de los historiadores que han tenido mayor proyecci¨®n en la Espa?a posfranquista) como "un personaje que fue m¨¢s mediocre que sangriento" (El Siglo, 20-11-00).
El intelectual que ha propagado m¨¢s esta interpretaci¨®n de aquel r¨¦gimen ha sido el profesor Juan Jos¨¦ Linz, de gran notoriedad en Espa?a. Linz, procedente de aquella dictadura (hijo de una de las dirigentes de la Secci¨®n Femenina de la Falange, y en su juventud una de las promesas ideol¨®gicas de las juventudes falangistas y colaborador de la Revista de Estudios Pol¨ªticos del Movimiento Nacional), elabor¨® su teor¨ªa sobre el r¨¦gimen franquista en su libro La Espa?a de los a?os 70, prologado por Manuel Fraga Iribarne, en el que subrayaba que el r¨¦gimen carec¨ªa de ideolog¨ªa "totalitaria" (para un an¨¢lisis de la figura del profesor Linz y sus conexiones con la dictadura, v¨¦ase El precio de la transici¨®n, de Gregorio Mor¨¢n). En realidad, Linz incluso detect¨® valores liberales (?) ya en el Franco de 1936. Hoy Linz es profesor de la Universidad de Yale, donde su tesis de "reg¨ªmenes autoritarios, pero no totalitarios" fue utilizada ampliamente por el Departamento de Estado del Gobierno federal de EE UU para justificar su apoyo a las dictaduras chilenas y argentinas, que fueron definidas como dictaduras autoritarias y como tales capaces de transformarse en democracias, posibilidades inexistentes -seg¨²n Linz- en los reg¨ªmenes totalitarios como fueron los reg¨ªmenes comunistas.
Tales tesis, aceptadas en Espa?a incluso por amplios sectores de las izquierdas, ignoran varios hechos fundamentales. Uno de ellos es que la dictadura franquista impuso el nacionalcatolicismo, una de las ideolog¨ªas m¨¢s totalizantes que ha habido en la historia de Europa y que afect¨® incluso las dimensiones m¨¢s ¨ªntimas y privadas del ser humano, como son la lengua y el sexo. En Catalu?a, en mi infancia, no se pod¨ªa hablar catal¨¢n. No era infrecuente que la polic¨ªa nos interrumpiera gritando: "?No hables como un perro, habla como un cristiano!". Y referente al sexo, a los homosexuales se les encarcelaba. Su nacionalismo era extremo, basado (como lo fue el fascismo) en una concepci¨®n racista (el d¨ªa nacional se llamaba el D¨ªa de la Raza) e imperialista, con una dimensi¨®n m¨ªstica y religiosa, portadora de un catolicismo espa?ol enormemente represivo, profundamente antiliberal y antiprogresista que abarcaba todas las dimensiones e instituciones de aquel Estado, desde las escuelas p¨²blicas a todos los medios de informaci¨®n (cuyos directores eran nombrados por el r¨¦gimen y ten¨ªan que ser miembros del Movimiento Nacional). Considerar aquel sistema carente de una ideolog¨ªa es una tergiversaci¨®n del lenguaje, como lo es tambi¨¦n no definir aquella dictadura como sangrienta (alrededor de 200.000 personas fueron asesinadas durante la dictadura s¨®lo en el periodo 1939-1945. Por cada asesinato pol¨ªtico que cometi¨® Mussolini, Franco cometi¨® 10.000).
Algunos autores procedentes de aquel r¨¦gimen han llegado a admitir que fue una dictadura totalitaria fascista al principio, pero dej¨® de serlo cuando el poder de la Falange se diluy¨®. Se ignora, sinembargo, que la Falange fue sustituida por el Movimiento Nacional (que conserv¨® no s¨®lo su ideolog¨ªa, sino incluso su uniforme) y todos los funcionarios del Estado ten¨ªan que jurar su lealtad a tal movimiento hasta 1978. En cuanto a la diluci¨®n de su dimensi¨®n ideol¨®gica, hay que se?alar que tales autores no tienen ning¨²n reparo en definir como comunista el r¨¦gimen existente en la Uni¨®n Sovi¨¦tica hasta el a?o 1992 y s¨ª, en cambio, lo tienen para utilizar el t¨¦rmino fascista como definitorio del r¨¦gimen dictatorial espa?ol, aun cuando la distancia ideol¨®gica entre Stalin y Gorbachov fue mucho mayor que la existente entre el Franco de 1936 y el de 1975. El hecho de que tanto el r¨¦gimen comunista como el r¨¦gimen fascista espa?ol eran meras estructuras vac¨ªas en sus etapas finales, con la sustituci¨®n del aparato del Estado por el de un partido (en ambos pa¨ªses el protagonismo del cambio lo llev¨® el secretario general del partido dominante, Yeltsin y Su¨¢rez), no niega el car¨¢cter ideol¨®gico que hab¨ªa definido y establecido tales reg¨ªmenes. El s¨ªmbolo fascista (las cinco flechas) aparec¨ªa en la entrada de todas las poblaciones espa?olas hasta el a?o 1978.
En realidad, el r¨¦gimen fue fascista (como bien ha documentado Robert Paxton en su excelente libro The anatomy of fascism), siendo el fascismo la ideolog¨ªa que sustentaba los privilegios de unas clases dominantes frente a las reformas democr¨¢ticas impulsadas por los movimientos progresistas, muy en especial por el movimiento obrero. La recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica pasa por rechazar la narrativa utilizada por las fuerzas conservadoras, llam¨¢ndolo r¨¦gimen fascista en lugar de franquista. No fue una dictadura personal, sino una dictadura de clase, con muchos colaboradores que contin¨²an teniendo (ellos y sus hijos) enorme influencia en la vida medi¨¢tica e intelectual del pa¨ªs.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas de la UPF.
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