Crichton dice que el clima no se regula como el aire acondicionado
El escritor carga contra los ecologistas en 'Estado de miedo'
No se puede decir que la tendencia al calentamiento de la Tierra se deba a la actividad humana. No est¨¢ claro que ese calentamiento sea negativo. Las organizaciones ecologistas han sumido a la gente, por intereses espurios, en un estado de miedo hist¨¦rico generalizado en torno al cambio clim¨¢tico. ?sas son tres de las ideas que defiende Michael Crichton en su novela Estado de miedo (Plaza & Jan¨¦s). No es extra?o que haya generado pol¨¦mica. "Los ecologistas no est¨¢n habituados a la cr¨ªtica", afirma el autor de Parque Jur¨¢sico, que subraya que el clima ha estado siempre cambiando y no se puede aspirar a regularlo "como si fuera el aire acondicionado del planeta".
En Estado de miedo, Crichton, que parece no haber escarmentado tras la controversia que provoc¨® Acoso -en la que era una mujer la que acosaba sexualmente a un hombre en el puesto de trabajo-, vuelve a darle la vuelta a un tema que parece claramente orientado al rev¨¦s en la sociedad y hace aparecer como malos o est¨²pidos a los que alertan contra el cambio clim¨¢tico. En la novela, una especie de technoecothriller de ideas, un grupo ecoterrorista trata de causar cat¨¢strofes naturales por medio de alta tecnolog¨ªa (desprender un gran iceberg de la Ant¨¢rtida, provocar riadas y hasta un tsunami artificial) para justificar su causa y recaudar fondos.
Michael Crichton (Chicago, 1942), un hombre inabarcablemente alto, de mirada inteligente e intereses tan amplios como los de un renacentista -en la entrevista habla de cosas como que los cocodrilos de Nueva Guinea han aprendido a imitar el ladrido de los perros para atraerlos o que el peso de las termitas en el mundo es igual al del total de los seres humanos-, no puede dejar de reflejar cierta inquietud por el revuelo que ha armado su libro y los ataques furibundos que ha desatado contra ¨¦l.
"Los ecologistas no est¨¢n por encima de la cr¨ªtica, como no lo est¨¢ nadie", contraataca el autor de Congo o Sol naciente. "En EE UU, el movimiento medioambiental, que en su inicio era idealista y juvenil y quer¨ªa cambiar el sistema, es ahora parte de ese sistema; sus organizaciones tienen grandes propiedades, planes de negocios, campa?as de financiaci¨®n, como empresas industriales. Pero a¨²n se consideran a s¨ª mismos aquellos j¨®venes idealistas que hace tiempo dejaron de ser".
Bueno, de eso a retratarlos como terroristas m¨¢s fan¨¢ticos y peligrosos que los de Al Qaeda... Crichton admite que quiz¨¢ se le ha ido un poco la mano. "La ¨²nica defensa que tengo en ese aspecto es que el grupo ecoterrorista de que hablo es real. Es cierto que no pueden crear un tsunami, eso es ficci¨®n, pero hay una preocupaci¨®n por el hecho de que puedan disponer de gran capacidad destructiva. Con los terroristas isl¨¢micos comparten el modo de organizarse en red y la dificultad de seguir sus movimientos".
El personaje central de la novela es un abogado que, incorporado al grupo de los que tratan de impedir los desmanes de los ecoterroristas, va descubriendo mientras vive mil y una aventuras -estupendas aventuras, todo hay que decirlo- que sus ideas medioambientales eran equivocadas. Est¨¢ claro que Crichton quiere que represente al lector. "Yo era igual", dice el escritor, "viv¨ªa en la ignorancia al respecto; como la mayor¨ªa de la gente, ten¨ªa actitudes, pero no informaci¨®n". La conversi¨®n del protagonista se produce tras una serie de conversaciones a lo largo del libro en las que se rebaten minuciosamente todos los "t¨®picos" sobre el cambio clim¨¢tico y en las que Crichton no duda en introducir decenas de referencias bibliogr¨¢ficas y hasta gr¨¢ficos. El novelista explica que dud¨® sobre si deb¨ªa escribir un ensayo o una novela. "Me decid¨ª por una novela porque pens¨¦ que ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil para la gente aceptar esas ideas, aunque fuera s¨®lo por un rato".
Can¨ªbales y ecologistas
A los que se empe?an en no convertirse, Crichton les reserva, en un gui?o escalofriante, un destino atroz. Otro de los personajes, un c¨¦lebre actor comprometido con campa?as medioambientales, mantiene hasta el final sus "equivocadas" convicciones y es comido vivo en las Islas Salom¨®n por can¨ªbales, las mismas gentes cuya forma de vida pr¨ªstina defend¨ªa en sus discursos. Es una pena, porque es un personaje que se acaba haciendo simp¨¢tico. "Ah, yo conozco a esa gente, nunca han ido a un pa¨ªs del Tercer Mundo, pero quieren que sus habitantes vivan de una manera que ellos no soportar¨ªan. Esas personas de ideas ecologistas viven vidas protegidas y aisladas. Uno me dijo una vez que yo volv¨ªa de un trekking por el valle del Hunza de Pakist¨¢n: 'c¨®mo se te ocurre, yo nunca ir¨ªa a un sitio tan lejos del servicio de habitaciones".
Crichton desembarca con su libro en nuestro pa¨ªs en un momento que parece poco oportuno para predicar su credo esc¨¦ptico: la sequ¨ªa, los tornados, el mosquito tigre..., por no hablar de lo de Nueva Orleans. "Yo no niego que el mundo se est¨¦ haciendo m¨¢s c¨¢lido. Las cosas est¨¢n siempre cambiando. Lo que digo es que no se puede estabilizar el clima, es algo inestable por definici¨®n. Las inundaciones, la sequ¨ªa, el clima extra?o... eso es la t¨®nica habitual, forma parte de la naturaleza".
En el n¨²cleo de su novela, Crichton articula la teor¨ªa del estado de miedo, un sentimiento inducido interesadamente en la sociedad, dice, que provoca depresiones y p¨¢nico y en el que el acongoje medioambiental ha venido a sustituir al de la guerra fr¨ªa. "En la Edad Media, con las guerras, la peste, la esperanza de vida tan corta, la gente era m¨¢s feliz que ahora. La alegr¨ªa de vivir ha desaparecido. Estar¨ªamos mejor si fu¨¦ramos m¨¢s realistas en nuestra relaci¨®n con la naturaleza y acept¨¢ramos que hay cosas que no pueden ser controladas".
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