El Cid, los ni?os y el agua

Esta semana ha ocurrido en la programaci¨®n de Canal Sur TV algo que no se puede pasar por alto. No me refiero a la presentaci¨®n de la nueva temporada, ni tampoco a que el fin de semana ¨²ltimo haya respondido -y superado- a la misma querencia nacional-folcl¨®rica de la programaci¨®n del verano: el s¨¢bado nos dieron La Violetera (1958) y el domingo El Cid (1961). Alguien de la casa tendr¨ªa que caer en la cuenta de que no todos los est¨®magos aguantan dietas tan duras y de que no se conoce protector estomacal m¨¢s eficiente y fulminante que el mando a distancia; aunque cabe la posibilidad de que el tal alguien de la casa est¨¦ programando as¨ª a conciencia, aunque s¨®lo sea porque todo puede empeorar. Esperemos un par de semanas m¨¢s: si se confirma la tendencia, habr¨¢ que pasar a mayores. Respecto de la nueva programaci¨®n, lo que he visto en uno de los informativos fue tan r¨¢pido que no me enter¨¦ de mucho. Eso s¨ª: la informaci¨®n consist¨ªa en un plano medio sostenido del director de la cadena; detr¨¢s de ¨¦l se ve¨ªa todo el tiempo un rostro mucho m¨¢s familiar. ?Pod¨ªa ser otro que el de Juan y Medio? Y no entend¨ª, por cierto, otra cosa: Carmen Sevilla habl¨® de un programa nuevo, Tecn¨®polis, dedicado a la innovaci¨®n tecnol¨®gica en Andaluc¨ªa. Fue un chiste, ?verdad?

Lo que me parece digno de atenci¨®n es esto otro: el lunes pasado, desde las 22.20s y hasta despu¨¦s de medianoche, Canal Sur TV emiti¨® la final del concurso infantil Veo Veo; y hoy viernes, con el mismo horario, emitir¨¢ otro programa infantil, Menuda noche. ?Alguien va a explicar a qu¨¦ estrategia de protecci¨®n de la infancia responde este desatino? S¨®lo se me ocurre una respuesta coherente: hacer llegar la programaci¨®n infantil hasta un horario tan avanzado persigue el prop¨®sito inconfesado, y puede que hasta inconsciente, de proteger al adulto, y no al ni?o. Es un riesgo que se ve¨ªa venir desde que, como respuesta a la alarma provocada por la llamada telebasura, se produjo un movimiento pendular hacia el extremo opuesto: el criterio de lo pol¨ªticamente correcto ha dado como resultado una infantilizaci¨®n de la programaci¨®n. Y esto es un paternalismo sin justificaci¨®n posible.

Ocurre, adem¨¢s, que encuentro m¨¢s que dudosa la oportunidad de los programas para/con ni?os que apuestan todo a la chispa del ni?o que reacciona como un adulto, con la picard¨ªa o con la astucia de un adulto, y no como un ni?o. En uno de esos programas vi lo siguiente: a un ni?o de unos seis a?os que ten¨ªa sus dos p¨¢jaros inseparables enfermos le dicen que cierre los ojos, entran en el plat¨®, cubierta con un pa?o, la jaula en la que vienen los dos p¨¢jaros ya sanos, fondo de m¨²sica melodram¨¢tica como para las once y media de la noche, planos de los adultos del p¨²blico emocionados ya a la espera de la emoci¨®n del ni?o que, cuando vuelve a ver a sus p¨¢jaros, no muestra ni emoci¨®n ni entusiasmo, ni siquiera una l¨¢grima; reacciona como el ni?o de seis a?os que es y, sin saberlo, pincha el globo del programa.

Aparte de conseguir ni?os muy despiertos, y hasta insomnes, por ese camino Canal Sur TV confirma qu¨¦ f¨¢cil es viajar desde la telebasura hasta la nada: confunde el servicio p¨²blico con una televisi¨®n incolora, inodora e ins¨ªpida. Como si fuera un vasito de agua antes de mandarnos a dormir.