Antonio Iturbe satiriza la Barcelona del dise?o en 'Rectos torcidos'
El periodista Antonio Iturbe, subdirector de la revista Qu¨¦ leer, acaba de publicar su primera novela, Rectos torcidos (Planeta), una s¨¢tira contra la Barcelona posol¨ªmpica que, obsesionada por la modernidad y el dise?o, se ha olvidado de las necesidades de algunos de sus habitantes como, por ejemplo, los que recorren la bulliciosa Barceloneta. Iturbe naci¨® en Zaragoza pero la ¨²nica patria que reconoce es el barrio portuario barcelon¨¦s, donde dio sus primeros pasos y empez¨® a familiarizarse con los personajes que ahora protagonizan su novela.
El protagonista de Rectos torcidos es Ladislao Gonz¨¢lez, un p¨ªcaro que acaba de perder el trabajo que encontr¨® a trav¨¦s de una empresa de trabajo temporal en un taller de artes gr¨¢ficas, y al que su mujer ha abandonado por un vendedor de muebles. Lalo no tiene un c¨¦ntimo y, para colmo de males, padece de colon irritable, una disfunci¨®n intestinal que le produce fuertes dolores abdominales y diarreas en los momentos m¨¢s inoportunos. Cansado de ganarse la vida con trabajos precarios, decide poner en marcha una idea absurda que, sin embargo, acaba con su mala suerte: imprimir el Quijote y otros cl¨¢sicos de la literatura en papel higi¨¦nico. Con el tiempo, el negocio de Lalo se consolida y, adem¨¢s de los rollos de papel, comienza a vender inodoros con calefacci¨®n y otros productos en una tienda del Raval.
Iturbe narra las desventuras de Lalo sin eufemismos y con un humor, en ocasiones escatol¨®gico, que el autor considera el mejor veh¨ªculo para sus cr¨ªticas. Y es que, a su juicio, en la sociedad hip¨®crita en la que vivimos hay injusticias de peor gusto que llamar a las cosas por su nombre. Iturbe afirma estar interesado en la literatura que retrata su tiempo, que sea reflejo de la realidad de personas que, como Lalo, suelen pasar desapercibidas y son ajenas a la modernidad a pesar de contribuir a ella con sus impuestos. "Los medios de comunicaci¨®n hacen un retrato con tr¨ªpode de la sociedad en el que siempre aparecen los mismos. La literatura, en cambio, tiene que buscar otros ¨¢ngulos. Cada personaje es un mundo, no hay historias vulgares sino narradores ineptos", opina el autor.
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