300 inmigrantes logran entrar en Melilla en dos asaltos masivos a la valla en menos de 24 horas
Movilizaci¨®n de guardias civiles y polic¨ªas para frenar las avalanchas de 1.000 subsaharianos
Medio millar de inmigrantes subsaharianos, pertrechados con 300 escaleras artesanales, asaltaron entre las 5.30 y las 6.30 de ayer el per¨ªmetro fronterizo de Melilla en dos puntos opuestos y de forma simult¨¢nea. Unos 130 alcanzaron suelo espa?ol. Unas 15 horas despu¨¦s, cuando ya hab¨ªa anochecido, se produjo otro asalto, en el que participaron unos 500 inmigrantes, de los que m¨¢s de 200 consiguieron su objetivo. La mayor¨ªa fueron detenidos. Se trata de la mayor avalancha de este tipo registrada en la ciudad. Decenas de asaltantes tuvieron que ser atendidos de cortes sufridos en manos y piernas.
La Guardia Civil moviliz¨® a numerosos efectivos, entre ellos 40 agentes de los M¨®dulos de Intervenci¨®n R¨¢pida, despu¨¦s del asalto de las 21.30 y tras recibir informaciones que indicaban que m¨¢s grupos de inmigrantes estaban dispuestos a intentar cruzar la valla en las horas siguientes. Cerca de 150 guardias civiles, con material antidisturbios, junto a unos 50 polic¨ªas nacionales y locales, participaron en las tareas de contener los asaltos y detener a quienes alcanzaron suelo espa?ol.
M¨¢s de 200 subsaharianos lograron cruzar la valla anoche. La mayor¨ªa fueron detenidos y conducidos al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) y a la comisar¨ªa de polic¨ªa. Junto al CETI fueron atendidos en ambulancias decenas de inmigrantes que hab¨ªan sufrido cortes en manos y piernas durante el asalto a la valla.
Un mando de la Guardia Civil describi¨® as¨ª lo ocurrido en el asalto registrado en la madrugada de ayer: "Los m¨¢s viejos del lugar dicen que jam¨¢s hab¨ªan visto algo semejante". El oficial se refer¨ªa no s¨®lo al n¨²mero de asaltantes -el mayor hasta la fecha-, sino tambi¨¦n a su rudeza y a la estrategia con la que acometieron el asalto.
El primer aviso de lo que se avecinaba se produjo a las nueve de la noche del lunes, pocas horas despu¨¦s de que los secretarios de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, y de Inmigraci¨®n, Consuelo Rum¨ª, abandonaran Melilla tras inspeccionar el per¨ªmetro fronterizo junto a una comisi¨®n parlamentaria. Un nutrido grupo de inmigrantes se aproxim¨® a la valla en la zona de Rostrogordo, al norte de la ciudad. Los inmigrantes se retiraron al ver el despliegue de fuerzas de orden p¨²blico en la zona.
El asalto definitivo se produjo a las 5.30, de forma simult¨¢nea en dos puntos opuestos del per¨ªmetro de la ciudad, que mide 10,4 kil¨®metros: en el sur, junto al puesto fronterizo de Beni-Enzar, y en el norte, entre R¨ªo Nano y Pinares de Rostrogordo. En las dos zonas se est¨¢n realizando trabajos para aumentar la valla de tres a seis metros.
Los enfrentamientos duraron hasta las 6.30. Durante una hora, los inmigrantes lanzaron continuos ataques contra la valla, primero en un punto y luego en una zona situada a varios cientos de metros de distancia. El empleo de material antidisturbios por parte de la Guardia Civil apenas pudo contener las avalanchas.
Un miembro de las fuerzas de intervenci¨®n relata as¨ª el final del asalto en la madrugada de ayer: "Cuando todo termin¨®, unos compa?eros de la polic¨ªa nacional y de la polic¨ªa local se encargaron de los traslados [de los inmigrantes capturados en el lado marroqu¨ª], otros se ocuparon de atender a los heridos, tanto subsaharianos como agentes. Estaba rendido. Me sent¨¦ en el suelo para recobrar aliento. Luego empezamos a buscar las pertenencias que hab¨ªamos perdido o se hab¨ªan roto en el cuerpo a cuerpo: las gafas, el reloj, la cadena, las insignias del uniforme, la gorra...". De los 18 heridos, s¨®lo uno permanece ingresado, con una mu?eca fracturada.
La intervenci¨®n de la Guardia Civil cont¨® con la ayuda de las Fuerzas Auxiliares marroqu¨ªes, que detuvieron en su territorio a unos 50 inmigrantes.
"Nos ca¨ªan encima de tres en tres"
Los guardias civiles, situados en el puesto fronterizo de Beni-Enzar y entre R¨ªo Nano y Pinares de Rostrogordo, intentaron detener los asaltos con ayuda de polic¨ªas nacionales y locales. Uno de estos ¨²ltimos narra as¨ª los hechos: "O¨ªamos voces, como si alguien les dirigiese [a los subsaharianos]. A las ¨®rdenes de esa voz, oculta en la oscuridad, colocaban las escaleras contra la primera valla y trepaban hasta la alambrada que la corona. All¨ª recib¨ªan otra escalera que les alcanzaba un compa?ero desde el lado marroqu¨ª para que pudieran bajar hasta el camino de ronda, entre las dos vallas. Intent¨¢bamos impedir que descendieran, pero se tiraban sobre nosotros. Lo que m¨¢s o¨ªamos era al compa?ero que ten¨ªamos al lado, que nos advert¨ªa: '?Cuidado, cuidado!', porque te ca¨ªan encima de tres en tres".
"Si trat¨¢bamos de detenerlos", prosigue su relato, "intentaban deshacerse de nosotros a base de bocados y pu?etazos. Tienen una complexi¨®n f¨ªsica impresionante y van a por todas".
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