Maragall el aut¨¦ntico
El escenario perfecto hubiera sido un balc¨®n sobre la plaza de Sant Jaume. Pasqual Maragall hubiera salido y hubiera proclamado con los brazos abiertos: "Declaro a Espa?a Estado federal". Pero no pudo ser. Maragall tuvo que conformarse con la tribuna del Parlament de Catalu?a. Su emoci¨®n fue, sin duda, genuina. Es muy posible que estuviera cumpliendo un sue?o antiguo: comunicarnos a todos los espa?oles qu¨¦ debemos ser y c¨®mo serlo. Es injusto que el PSOE desconf¨ªe de Maragall como presidente de la Generalitat. Su problema deber¨ªa ser Maragall como pol¨ªtico espa?ol. Su intervenci¨®n ayer, reci¨¦n aprobado el nuevo Estatut, tuvo algunos aspectos desconcertantes: daba la impresi¨®n de que lo que m¨¢s valoraba del nuevo texto no era su capacidad para mejorar el Gobierno de Catalu?a, sino la posibilidad de convertirlo en la llave que reforme y cambie Espa?a. Es cierto que Maragall fue elegido para lo primero y que nadie le ha pedido que haga lo segundo, pero oy¨¦ndole ayer no se pod¨ªa dudar de su aut¨¦ntica vocaci¨®n.
Entre sus muchas y espectaculares virtudes, Maragall no cultiva la de la oportunidad. Por eso, aprovech¨® un discurso de bienvenida al nuevo Estatut para rega?ar a las otras comunidades y recordarles que, a partir de ahora, se apuesta por una nueva solidaridad interterritorial basada en el concepto de "si t¨² te ayudas, yo te ayudo, y si no, no". La idea es, posiblemente, buena, pero el momento no pod¨ªa ser peor. Como su empe?o en advertir de que "no se trata de reconocer el derecho a ser lo que cada uno quiera", algo que quiz¨¢s estaba relacionando con su negativa a que otras comunidades se consideren a s¨ª mismas naci¨®n, pero que dej¨® boquiabiertos a muchos de quienes se han pasado varias semanas defendiendo la simple idea de que Catalu?a tiene derecho a denominarse como desee.
Maragall habl¨® casi m¨¢s de su visi¨®n de Espa?a que de su visi¨®n de Catalu?a, pero los otros oradores no le siguieron. Probablemente piensan que el Estatut no est¨¢ destinado a reformar Espa?a, sino la relaci¨®n de Catalu?a con el resto del Estado. Algunos, incluso, se temen que para proclamar a Espa?a Estado federal y cambiar el sistema general de financiaci¨®n no queda m¨¢s remedio que contar con las otras comunidades aut¨®nomas y, lo que es peor, con el PSOE e, incluso, necesariamente, con el PP.
?se es el mayor problema que suscita el texto aprobado ayer. Que algunos de sus art¨ªculos afectan seriamente a las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas y exigen una negociaci¨®n dif¨ªcil. El primero de ellos, el que ceder¨ªa a la Generalitat la recaudaci¨®n de todos los impuestos -incluido el de Sociedades- y dejar¨ªa en manos del Gobierno aut¨®nomo la llave de la caja. El sistema, dice Maragall, es aplicable a las otras comunidades. Sin duda, otra cosa es que les convenga a todas o al inter¨¦s conjunto del Estado. Es probable que por mucho que se "reimaginen las palabras" (algo que nos resulta muy extra?o a los ciudadanos pero que, seg¨²n Artur Mas, los pol¨ªticos hacen con facilidad), una buena parte de los socialistas est¨¦ en desacuerdo, no ya porque sea inconstitucional, sino porque no conviene a sus intereses.
En cualquier caso, ayer qued¨® despejada la primera gran inc¨®gnita respecto al nuevo Estatut: d¨®nde se va discutir realmente. Exist¨ªa la posibilidad de limitar el escenario del enfrentamiento a Catalu?a. La otra opci¨®n era trasladar el debate, art¨ªculo por art¨ªculo, al Congreso de los Diputados. ?sta es la que ha preferido el presidente del Gobierno, Rodr¨ªguez Zapatero. La aut¨¦ntica discusi¨®n sobre la reforma de los estatutos comenzar¨¢, pues, en noviembre, en Madrid. Puesto que no cabe pensar en una alianza PSOE-PP para rechazar algunos de los art¨ªculos del nuevo Estatut, s¨®lo cabe un nuevo pulso, y esta vez definitivo, entre el PSOE y el tripartito. Entonces ya no valdr¨¢n enso?aciones. Ser¨¢ un enfrentamiento que marcar¨¢ el futuro de este pa¨ªs.
Esperemos que los responsables del Congreso de los Diputados no imiten a los del Parlament y decidan finalizar el pleno del pr¨®ximo martes con la solemne interpretaci¨®n del himno nacional y con todos los parlamentarios puestos en pie. No por nada. Simplemente, porque, como explic¨® Manuel Aza?a y record¨® ayer la socialista catalana Manuela de Madre (fue lo ¨²nico que dijo en castellano): "No basta con ser patriota. Adem¨¢s hay que acertar".
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