L¨¢zaro C¨¢rdenas, el amigo de la Rep¨²blica
Una semana de homenajes celebra al presidente mexicano que acogi¨® a los perdedores de la guerra
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Los primeros en llegar fueron los llamados ni?os de Morelia, la capital del Estado de Michoac¨¢n. Fue en 1937, cuando la Guerra Civil desangraba Espa?a, y el entonces presidente de M¨¦xico, L¨¢zaro C¨¢rdenas, abri¨® las puertas de su pa¨ªs para que los m¨¢s peque?os (fueron 460 ni?os, muchos de ellos hu¨¦rfanos), los que nada sab¨ªan de las consignas por las que se mataban los dos bandos, pudieran crecer lejos del horror. "Llegaron en barco a Veracruz y, desde all¨ª, fueron directamente al Distrito Federal, donde los recibi¨® el general", recuerda Amalia Sol¨®rzano, la viuda de L¨¢zaro C¨¢rdenas que, con 99 a?os, ha venido a Madrid con su familia para asistir a la semana de homenajes con la que se pretende agradecer lo que su marido hizo entonces por quienes defend¨ªan a la Rep¨²blica.
"Su f¨®rmula era la palabra, no el derramamiento de sangre", cuenta su hijo Cuauht¨¦moc
Entre 20.000 y 24.000 espa?oles se instalaron en M¨¦xico. Fue L¨¢zaro C¨¢rdenas el que les dio asilo
"Fue siempre muy estrecha nuestra relaci¨®n con los que llegaron", dice Amalia Sol¨®rzano
"Aunque exist¨ªa una cierta identidad entre los Gobiernos de M¨¦xico y la Rep¨²blica, y entre sus ideolog¨ªas, mi padre simplemente cumpli¨® con sus compromisos internacionales. Se limit¨® a apoyar a un Gobierno amigo cuya legalidad estaba siendo cuestionada y ofreci¨® toda la ayuda que pudo dar, sin condiciones, a todos los que defend¨ªan el r¨¦gimen legal, fueran del partido que fueran". El que habla es Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas (1934), el hijo. Hered¨® su pasi¨®n por la pol¨ªtica, pero no se dedic¨® a ella hasta a?os despu¨¦s de que su padre muriera. Fue gobernador del Estado de Michoac¨¢n entre 1980 y 1986, y una de las voces cr¨ªticas dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) -"defend¨ª la necesidad de profundizar en su proyecto social y en su democratizaci¨®n interna"- hasta que lo abandon¨®. Con el tiempo fund¨® el Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica (PRD), y ha sido varias veces candidato a presidente. Entre 1997 y 1999 fue jefe de Gobierno del Distrito Federal. Hace no mucho renunci¨® a ser el candidato de su partido en las pr¨®ximas elecciones en favor de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador.
El nieto de L¨¢zaro C¨¢rdenas tambi¨¦n se llama Cuauht¨¦moc, como su padre, y dice que ¨¦l es "de los pocos normales" de su familia. Es decir, que no se dedica a la pol¨ªtica (como Camila, su hermana): estudi¨® arquitectura y ahora es uno de los responsables del Festival de Cine de Morelia. Lo comenta, seguramente, porque el que queda de los tres nietos de L¨¢zaro C¨¢rdenas, el que lleva su mismo nombre, es ahora gobernador de Michoac¨¢n y est¨¢, por tanto, tocado por esa fiebre que corre por la familia de generaci¨®n en generaci¨®n.
Los primeros fueron los ni?os de Morelia, pero los espa?oles que llegaron a M¨¦xico durante y, sobre todo, al terminar la guerra fueron muchos m¨¢s. El primer barco cargado de exiliados fue el Sinaia, que lleg¨® a Veracruz el 13 de junio de 1939. Luego llegaron los buques Ipanema, Mexique, Nyasa y Champlain, y se calcula que fueron entre 20.000 y 24.000 los espa?oles que se instalaron a lo largo y ancho de M¨¦xico. Fue L¨¢zaro C¨¢rdenas el que les dio asilo.
"Lo conoc¨ª cuando era gobernador de Michoac¨¢n. Las monjas de mi pueblo hab¨ªan organizado un homenaje al general y fue all¨ª donde lo vi por primera vez", cuenta Amalia. El enamoramiento tuvo que ser fulminante. Desde entonces no dejaron de verse, a salto de mata, por las ocupaciones del pol¨ªtico y por la inestabilidad de la propia revoluci¨®n -en la que se suced¨ªan todav¨ªa los conflictos entre los distintos l¨ªderes-, hasta que se casaron en 1932. "No s¨¦ lo que pas¨®. Cuando lo conoc¨ª, el general estaba de campa?a, no andaba de conquista. Pero le aseguro que se fij¨® en m¨ª desde el primer momento, as¨ª que la que lo conquist¨® deb¨ª de ser yo". Estuvieron juntos hasta que L¨¢zaro C¨¢rdenas muri¨® en 1970. "No me sorprendi¨® que llegara a presidente, era algo que estaba ya anunciado por todo el trabajo pol¨ªtico que llevaba haciendo desde antes", dice.
L¨¢zaro C¨¢rdenas fue un presidente viajero. Fue de un lado a otro de M¨¦xico para conocer las necesidades de sus compatriotas. Y su mujer lo acompa?aba cuando pod¨ªa. Reparti¨® casi dieciocho millones de hect¨¢reas en ejidos para mejorar las condiciones de vida del campesinado. La nacionalizaci¨®n de los ferrocarriles y la expropiaci¨®n de las grandes compa?¨ªas petroleras fueron otras de las medidas de su gobierno, que se empe?¨® en la modernizaci¨®n del pa¨ªs, destacando sobre todo por su pol¨ªtica educativa. Aumentaron las escuelas, impuls¨® la educaci¨®n mixta, se afan¨® por que las campa?as de alfabetizaci¨®n llegaran hasta los m¨¢s remotos confines. En cuanto a cuestiones internas, permiti¨® la formaci¨®n de nuevos partidos pol¨ªticos, como el Partido de Acci¨®n Nacional (PAN).
"No s¨®lo ayud¨® a la Rep¨²blica espa?ola", observa su hijo, por lo que toca a la dimensi¨®n internacional del gobierno de su padre. "Protest¨® en los foros internacionales cuando la Italia fascista invadi¨® Etiop¨ªa y denunci¨® al r¨¦gimen nazi cuando incorpor¨® a Austria y cuando agredi¨® a Checoslovaquia en 1938".
Favorecer a los m¨¢s necesitados, defender la legalidad, profundizar en la democracia, mantener la herencia liberal, reforzar la educaci¨®n; todos esos valores vienen de antes, y es entonces cuando resuena la revoluci¨®n mexicana. L¨¢zaro C¨¢rdenas naci¨® en Jiquilpan, Michoac¨¢n, en 1895. As¨ª que el furor de aquellos tiempos agitados lo alcanz¨® cuando era muy joven. La zona en la que habitaba era fundamentalmente agraria, "con bastante comercio y tambi¨¦n seda", explica el nieto. El hijo comenta que su padre viv¨ªa de trabajos relacionados con la administraci¨®n de rentas y que, con unos amigos, hab¨ªa fundado una imprenta. "Compart¨ªa las ideas de los que quer¨ªan que M¨¦xico cambiara, as¨ª que cuando la revuelta lleg¨® a su zona, colabor¨® para imprimir un Manifiesto de la revoluci¨®n. Comenz¨® a ser perseguido, y no tard¨® mucho en incorporarse a las filas constitucionalistas, las que lideraba Carranza", cuenta el hijo. Y el nieto a?ade: "En esos tiempos todav¨ªa no hab¨ªa grietas entre los revolucionarios, y Carranza compart¨ªa la misma lucha que un¨ªa a Zapata y Pancho Villa contra el general Victoriano Huerta, que en 1913 se rebel¨® contra Madero". Huerta fusil¨® a Madero, lo que sirvi¨® para reforzar a sus rivales. La revoluci¨®n, que empez¨® en 1910, sigui¨® adelante, y "m¨¢s o menos triunf¨® definitivamente en 1920", explica el hijo de C¨¢rdenas. "Y es que todav¨ªa hubo disputas hasta m¨¢s adelante".
"Nunca tuve miedo. Nunca tuvimos escolta, siempre salimos a pasear cuando quisimos y llevamos una vida normal", dice la viuda del presidente cuando recuerda aquellos a?os. La revoluci¨®n se hab¨ªa consolidado ya. Pero a L¨¢zaro C¨¢rdenas le cost¨® conquistar su independencia pol¨ªtica. "Tuvo que enfrentarse a Plutarco El¨ªas Calles, que, junto al general Garc¨ªa Obreg¨®n, hab¨ªa sido de los que m¨¢s lo ayudaron en los inicios de su carrera, porque era de los que gustaban de gobernar en la sombra", explica el hijo. Ten¨ªa las ideas claras, un proyecto firme; no fue por azar por lo que acogiera a los que perdieron la guerra contra Franco.
"Me sorprende el ruido que ha provocado en Espa?a el debate sobre la ense?anza laica en las discusiones sobre el Estatuto catal¨¢n", observa el nieto. "En M¨¦xico, la separaci¨®n entre Iglesia y Estado viene del siglo XIX, de una ley de 1857, y ya en 1856 estaba permitido el divorcio". Aun as¨ª, hubo roces entre los cat¨®licos y la revoluci¨®n. "Estuvieron los problemas con los cristeros", explica el hijo, "pero tambi¨¦n ah¨ª la actitud de mi padre fue transparente. Evit¨® todo conflicto con ellos cuando era gobernador de Michoac¨¢n, se adelant¨® a sus reivindicaciones y les tendi¨® la mano para negociar. Su f¨®rmula era la palabra, no el derramamiento de sangre". Y en Michoac¨¢n no hubo v¨ªctimas en la revuelta de los cristeros.
As¨ª era el hombre que ofreci¨® otra oportunidad a los perdedores de la guerra y el que permiti¨®, en fin, que la cultura que hab¨ªa surgido con la Rep¨²blica -la apertura de ideas, el pluralismo, la posibilidad de debate, el triunfo de la raz¨®n frente al oscurantismo, y todo lo dem¨¢s que el franquismo cercenar¨ªa- siguiera viva, se mantuviera en otro lugar, tuviera descendencia. "Aunque fueran muy importantes, no s¨®lo llegaron intelectuales a M¨¦xico", comenta Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas hijo. "Vino gente de todas las clases sociales y de las profesiones m¨¢s diversas. Y nos ense?aron lo que sab¨ªan. Yo recuerdo a un espa?ol que estuvo muy pr¨®ximo a mi padre porque sab¨ªa de olivos, y ¨¦se era un cultivo que ¨¦l estaba empe?ado en introducir en M¨¦xico".
"Cuando estall¨® la Guerra Civil, tambi¨¦n M¨¦xico se dividi¨®, y hubo quienes estuvieron con los rebeldes y otros que simpatizaron con la Rep¨²blica. Y siempre de manera apasionada", explica el hijo de L¨¢zaro C¨¢rdenas. Y su nieto insiste: "Siempre se ha seguido con inter¨¦s lo que pasaba en Espa?a. Hay un corrido de 1931 que celebra el triunfo de la Rep¨²blica. Cuenta de la reina que sale huyendo, habla de un tren que se estropea y bromea por que su alteza llegara finalmente a Par¨ªs en un vag¨®n de tercera".
"Fue siempre muy estrecha nuestra relaci¨®n con los que llegaron, y a los ni?os de Morelia los vimos varias veces", dice Amalia Sol¨®rzano. "Y a la viuda de Aza?a, y a Mart¨ªnez Barrios, y a Gord¨®n Ord¨¢s y a Le¨®n Felipe... Los espa?oles se incorporaron a M¨¦xico y formaron parte de nuestro pa¨ªs. El m¨¦dico que me ayud¨® a traer a mis hijos al mundo era espa?ol". ?sa es la historia, y el homenaje a L¨¢zaro C¨¢rdenas, el amigo de la Rep¨²blica, era, pues, una obligaci¨®n impostergable.
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