Presi¨®n popular por el Estatut
En los pocos d¨ªas que han pasado desde la aprobaci¨®n del Estatut en el Parlament ya casi todo el mundo ha ofrecido sus comentarios e incluso sus pron¨®sticos ante las gestiones pol¨ªticas que tendr¨¢n que desarrollarse durante los pr¨®ximos meses para conseguir la aprobaci¨®n del Congreso en Madrid. Quedan pocas cosas que a?adir, aunque muchas merecen ser insistentemente subrayadas.
Lo primero que hay que subrayar es el ¨¦xito de este primer paso, no s¨®lo por los resultados, sino por el ejemplo de solvencia pol¨ªtica de todos los partidos que representan hoy la mayor¨ªa de los catalanes, los que est¨¢n en el Gobierno y los que han gobernado la oposici¨®n. Durante todo el proceso surgieron comentarios pesimistas ante lo que se consideraba un desbarajuste dial¨¦ctico, unos comentarios que parec¨ªan no comprender la obligaci¨®n de todos los partidos en apurar una discusi¨®n a fondo sobre un tema de tanta importancia. La deseada cohesi¨®n pol¨ªtica no se ten¨ªa que alcanzar con un consenso sin debate, sino en el encuentro v¨¢lido y positivo de las distintas tendencias pol¨ªticas. Ahora se ve que aquel pretendido desbarajuste era precisamente la base dial¨¦ctica de aquella cohesi¨®n. Me atrever¨ªa a decir, incluso, que este proceso ha sido la demostraci¨®n de c¨®mo un pueblo ha sabido soportar una alta y compleja actuaci¨®n democr¨¢tica con pocos precedentes en todo el Estado. Y esperamos que sea un ejemplo no s¨®lo para los procedimientos que hay que seguir hasta la aprobaci¨®n definitiva del Estatut, sino para la buena marcha de la democracia y el inicio de una nueva concepci¨®n de la estructura pol¨ªtica y territorial de todo el pa¨ªs. Se han repartido muchos elogios y expresado diversos agradecimientos, todos ampliamente justificados. Est¨¢n dirigidos a la nueva generaci¨®n que incluye gente tan diferente como Maragall, Mas, Carod y Saura que han asegurado una gesti¨®n que ya les acredita.
Otra coincidencia que habr¨¢ que subrayar tambi¨¦n es la opini¨®n general de que nos espera una temporada dif¨ªcil hasta que se alcance la culminaci¨®n del proceso. Y no podemos negar que entre estas opiniones abundan ya algunos pareceres discretamente pesimistas, que desconf¨ªan de la aprobaci¨®n sin recortes en Madrid. No puedo negar que estos temores tienen cierta justificaci¨®n ante algunas declaraciones tremebundas de ciertos gerifaltes del r¨¦gimen y de la oposici¨®n. Pero me parece que hay que cortar ese pesimismo enseguida y radicalmente por dos razones igualmente definitivas. La primera es que no tienen una justificaci¨®n real. El presidente Zapatero prometi¨® un apoyo que no ha desmentido ni podr¨¢ desmentir. Un texto con el apoyo de la inmensa mayor¨ªa de catalanes no puede ser alterado -recortado en temas esenciales- por unos pol¨ªticos que dicen apuntar por una nueva transici¨®n ya definitiva. Es cierto que el Estatut impone cambios importantes en la estructura de la pol¨ªtica estatal, pero son cambios que vienen a coincidir con los gestos renovadores de muchos grupos del Congreso e incluso con algunas de sus sugerencias electorales. Es la gran ocasi¨®n para que estos gestos logren sus objetivos conceptuales. Y, por otro lado, no tenemos ninguna raz¨®n para sospechar que lo prometido no sea deuda. S¨®lo se justifica, por lo tanto, el optimismo y la seguridad en un resultado positivo.
Pero, adem¨¢s, hay que ser optimista como actitud estrat¨¦gica en la gesti¨®n. Para alcanzar el ¨¦xito hay que estar convencidos de su posibilidad y de la justicia del contenido que se discute. Ya sabemos que la historia de nuestros estatutos ha sufrido demasiado con la imposici¨®n de recortes centralistas, pero esa historia hay que borrarla del tono de nuestras actuales exigencias: la ocasi¨®n es propicia y nos jugamos el futuro.
Ese rotundo optimismo, ese esfuerzo hacia el ¨¦xito, debe apoyarse en una constante presi¨®n popular. Se ha dicho que la discusi¨®n en el Congreso ser¨¢ una discusi¨®n pol¨ªtica y no simplemente jur¨ªdica como corresponde al contenido. Y si es pol¨ªtica ha de quedar plenamente apoyada por la continua presencia popular, la de todos los catalanes que est¨¢n de acuerdo con el Estatuto y que lo declaran racionalmente. Espero que la Generalitat y todos los partidos catalanes instrumentalizar¨¢n esa indispensable presi¨®n popular. Pero es la misma sociedad -con todas sus variantes de clase y de ideolog¨ªa- la que debe ponerse en marcha. Las instituciones c¨ªvicas, los grupos vecinales, la universidad, los sindicatos, las empresas, los intelectuales han de salir a la calle y subir a las tribunas de mayor audiencia para explicar el Estatuto y reclamar su aprobaci¨®n definitiva. Sin este apoyo que explicite la realidad social del proceso del primer acto de aprobaci¨®n, no dejaremos suficiente constancia de la potencia colectiva que realmente tenemos. Y sin ella, los posibles recortes encontrar¨¢n falsas justificaciones.
?ste ha de ser un a?o de manifestaciones claras y contundentes, a favor de la democracia. Este a?o debemos invadir la calle y las tribunas con la propaganda y la imposici¨®n del Estatuto.
Oriol Bohigas es arquitecto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.