Empleado de La Caixa
No ser¨ªa justo que, envueltos en el fragor medi¨¢tico y declarativo a cuenta del nuevo Estatut, desde?¨¢semos o perdi¨¦ramos de vista el otro asunto que, desde hace varias semanas y para los pr¨®ximos meses, refleja como un espejo y simbolizar¨¢ como una alegor¨ªa la compleja incardinaci¨®n Catalu?a-Espa?a. Me refiero, naturalmente, a la OPA lanzada por Gas Natural sobre Endesa.
El lunes de la pasada semana, mientras aqu¨ª comenzaban las jornadas decisivas para saber si saldr¨ªa o no de Catalu?a un proyecto estatutario, la c¨²pula de Endesa organiz¨® en Madrid un mitin -no creo que quepa describir de otro modo la convocatoria de m¨¢s de 1.000 empleados en el vest¨ªbulo de la sede central de la compa?¨ªa- con objeto de que el presidente de la el¨¦ctrica, Manuel Pizarro, pudiese dirigir a los asistentes una encendida arenga contra los prop¨®sitos de la empresa gasista, arenga que el propio Pizarro se encarg¨® de compendiar en un eslogan memorable: "Nunca ser¨¦ empleado de La Caixa". Al domingo siguiente, el m¨¢s madrile?o de los diarios madrile?os publicaba un bar¨®metro de opini¨®n seg¨²n el cual "el 63 % de los espa?oles cree que hay motivos y objetivos no s¨®lo econ¨®micos, sino tambi¨¦n pol¨ªticos" en la OPA sobre Endesa. ?Formidable Espa?a, un pa¨ªs donde, de la noche a la ma?ana, todo el mundo es avezado constitucionalista a la vez que experto burs¨¢til y analista de inversiones! ?Cu¨¢nto talento desperdici¨¢ndose por plazas, bares y estadios de f¨²tbol!
Pero volvamos a la sentencia de Manuel Pizarro: "Nunca ser¨¦ empleado de La Caixa". Lejos de constituir un desdoro, ser empleado de La Caixa ha supuesto durante muchas d¨¦cadas, en el territorio originario de la entidad -Catalu?a y Baleares-, el sue?o de much¨ªsimas familias trabajadoras o mesocr¨¢ticas para sus hijos: el ideal de un empleo seguro en una empresa proverbial por su solvencia y seriedad, de una remuneraci¨®n muy por encima de la media, de importantes ventajas sociales y crediticias, de una jubilaci¨®n confortable... En una sociedad -la catalana- donde la funci¨®n p¨²blica era escasa y poco prestigiosa, entrar en La Caixa sustitu¨ªa con ventaja a la carrera funcionarial.
No parece, por otra parte, que el atractivo laboral de la entidad de ahorro sea un rasgo idiosincr¨¢ticamente catal¨¢n. Desde que, hace ya m¨¢s de dos d¨¦cadas, La Caixa inici¨® su expansi¨®n a gran escala por el conjunto del territorio espa?ol, no ha tenido ni en Andaluc¨ªa, ni en Asturias, ni en Galicia, ni en Madrid, ni en ning¨²n lado, problema alguno para incorporar a su plantilla a miles de nuevos empleados locales. M¨¢s bien al contrario. La entidad no es impermeable a la tendencia global hacia los recortes sociales, y los sindicatos se quejan cada a?o con raz¨®n de los millones de horas extras trabajadas y no remuneradas; pero, en t¨¦rminos generales, puede afirmarse que m¨¢s de 25.000 personas en toda Espa?a est¨¢n francamente satisfechas de ser empleadas de La Caixa.
Entonces, ?cu¨¢l es el problema del se?or Pizarro? ?Teme acaso que, si Gas Natural -y, por ende, La Caixa- se hace con el control de Endesa, le rebajen el sueldo? Es una hip¨®tesis poco probable. ?Que le despidan sin una jugosa indemnizaci¨®n? Resulta a¨²n menos veros¨ªmil. Si, en lugar de la caja de ahorros catalana, la entidad financiera impulsora de la OPA fuese, qu¨¦ s¨¦ yo, el Santander Central Hispano, o el Deutsche Bank, ?Manuel Pizarro ser¨ªa igual de vehemente en su rechazo de la operaci¨®n, en su enf¨¢tica negativa a convertirse en asalariado -asalariado de lujo- del grupo comprador? Si el centro de decisi¨®n de ese grupo comprador no estuviera en Barcelona, sino en Francfort, en Bilbao, en Par¨ªs o en Mil¨¢n, los encuestados para el bar¨®metro de Abc ?creer¨ªan tambi¨¦n que "hay motivaci¨®n pol¨ªtica" en la OPA de Gas Natural? ?La hubo cuando Endesa absorbi¨® a Fecsa y liquid¨® de un plumazo la ¨²ltima hidroel¨¦ctrica catalana manteniendo la marca comercial como un espejuelo enga?abobos?
Describamos las cosas como son: Manuel Pizarro defiende una posici¨®n personal de poder; pero, conocedor del contexto pol¨ªtico-cultural en el que se mueve, usa como parapeto un prejuicio catalan¨®fobo, un reflejo casi racista. ?l, sus amigos del Partido Popular y sus palmeros medi¨¢ticos se refieren a La Caixa con la misma mezcla de fobia y desprecio que habr¨ªa usado un antisemita alem¨¢n de 1931 para referirse a un banco de propiedad jud¨ªa, y tratan de apelar a la misma clase de prevenciones o fantasmas: la codicia catalana, su af¨¢n por controlarlo todo, su vampirismo econ¨®mico, su ego¨ªsmo pol¨ªtico... Cuando el presidente de Endesa convierte el "nunca ser¨¦ empleado de La Caixa" en grito de guerra y bander¨ªn de enganche frente a la OPA, lo que quiere decir es que ¨¦l, un caballero espa?ol con apellido de conquistador extreme?o, no puede rebajarse a estar en n¨®mina de un grupo financiero fenicio y, como tal, sospechoso de deslealtad; que los buenos espa?oles no deben tolerar y no tolerar¨¢n semejante afrenta; que el contenido econ¨®mico de la operaci¨®n est¨¢ muy por debajo de su dimensi¨®n her¨¢ldica, simb¨®lica, calderoniana.
El pasado lunes, el diario Expansi¨®n explicaba que, seg¨²n confidencias de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero a sus colaboradores, el presidente del Gobierno considera "ins¨®lita" la reacci¨®n surgida, sobre todo en el PP, contra la OPA de Gas Natural, y cree que se ha sido "injusto" con La Caixa, "siendo ¨¦sta una empresa espa?ola". Es reconfortante saberlo, y deseable que el inquilino de La Moncloa aplique la misma pauta de lectura al tema del Estatut. Porque, siendo asuntos de naturaleza muy distinta, suscitan exabruptos an¨¢logos y remiten a un fondo com¨²n: a c¨®mo debe organizarse el poder en Espa?a y qui¨¦n -y desde d¨®nde- tiene derecho a ejercerlo.
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