Melilla cruje bajo presi¨®n
Todav¨ªa lejos de Melilla, a 160 kil¨®metros de distancia hacia el este, est¨¢ Machnia (Argelia), a un paso de la frontera con Marruecos. All¨ª se localiza un enorme campamento que se ha ido consolidando con el paso del tiempo. En su interior habitan casi 3.000 subsaharianos, seg¨²n las informaciones que llegan estos d¨ªas a las fuerzas de seguridad espa?olas. Hombres procedentes de Camer¨²n, Nigeria y Mal¨ª, adem¨¢s de otros pa¨ªses africanos donde el futuro parece que no existe. All¨ª descansan y se preparan para cubrir un ¨²ltimo trayecto. Uno de los destinos es Melilla.
El campamento es una peque?a ciudad con una leve infraestructura: tiene su propio mercado, dispone de vendedores de productos alimenticios, de cocineros, de algo parecido a barriadas donde la gente se agrupa por nacionalidades y elige a sus jefes o representantes. El campamento tiene sus propias reglas: no hay alcohol, ni drogas. Lo detalla de esa manera un informe policial. All¨ª se venden, sobre todo, tel¨¦fonos m¨®viles y se comercia con las llamadas porque la comunicaci¨®n se ha convertido en un elemento esencial de la ¨²ltima generaci¨®n conocida en riadas migratorias que ha concentrado la atenci¨®n de los medios informativos internacionales. Ser¨¢n ciudadanos del Tercer Mundo, pero al menos han tenido la oportunidad de valerse de una de las ventajas del Primero: la comunicaci¨®n. Estos hombres saben lo que est¨¢ pasando a 160 kil¨®metros de distancia, donde se sit¨²a el principal objetivo: una doble valla, met¨¢lica y cortante, de diez kil¨®metros de extensi¨®n que rodea una ciudad, Melilla. Melilla es Europa. Es el para¨ªso. Es la esperanza de un futuro que cre¨ªan perdido.
La sociedad melillense no es un cuerpo homog¨¦neo compatible con el perfil de la sociedad espa?ola, y las comunicaciones agravan la lejan¨ªa de la Pen¨ªnsula
A pesar de todo, Melilla parece tranquila y convive con las noticias que llegan cada madrugada desde la frontera, con el ruido de los helic¨®pteros por la noche
Cuando se habla de la espa?olidad y de Marruecos, muchos musulmanes sienten que se les se?ala con el dedo y eso les causa una irritaci¨®n permanente
Saben que su ¨²nica posibilidad ahora es tomar esa valla al asalto formando un grupo numeroso. Se ha demostrado la estrategia m¨¢s eficaz dado el cariz que han tomado los acontecimientos. Est¨¢n informados. "Nos estamos encontrando con muchos sucesos sorprendentes", cuenta un alto mando policial, "pero quiz¨¢ el que m¨¢s nos ha asombrado es la velocidad a la que se presentan en la comisar¨ªa de Melilla nada m¨¢s lograr su objetivo. Pasado un cuarto de hora del asalto, tenemos a un grupo numeroso en la puerta de la comisar¨ªa. No sabemos c¨®mo diablos son capaces de averiguar el camino, pero lo consiguen. Y aqu¨ª los tenemos".
Esta lucha desigual de grupos desarmados, pobres y hambrientos contra dos ej¨¦rcitos y todas las fuerzas policiales de dos pa¨ªses ha llamado la atenci¨®n del mundo entero y ha colocado a Melilla en el centro de atenci¨®n internacional. Melilla, una ciudad espa?ola (desde 1497) en el coraz¨®n del norte de ?frica, circundada por el mar y esa valla met¨¢lica. Melilla, quiz¨¢ la ciudad m¨¢s at¨ªpica de la UE, por m¨²ltiples razones.
El pasado mi¨¦rcoles, los peri¨®dicos de Melilla daban cuenta del comienzo del ramad¨¢n. No era una noticia anecd¨®tica en una comunidad donde posiblemente a estas alturas m¨¢s del 50% de la poblaci¨®n es musulmana, donde el Estado paga los salarios de 11 profesores de religi¨®n isl¨¢mica, un dato que no es una novedad en s¨ª mismo si no fuera porque este a?o son mayor¨ªa respecto a los 10 profesores de religi¨®n cat¨®lica. La llegada del ramad¨¢n se ir¨¢ apreciando en la ciudad de forma paulatina: los restaurantes tendr¨¢n menos clientela para el almuerzo, las calles perder¨¢n bullicio al caer la noche, muchos comercios cerrar¨¢n antes. As¨ª ser¨¢ al menos durante los primeros d¨ªas, d¨ªas en los que tambi¨¦n se sabe que los musulmanes suelen estar m¨¢s irritables por efecto del ayuno.
Quejas en privado
A pesar de todo, la ciudad parece tranquila, convive sin alterarse con el bullicio que hay a su alrededor, con el desfile de c¨¢maras y africanos, con las noticias que llegan cada madrugada desde la frontera, con el ruido de los helic¨®pteros en sus vuelos nocturnos de reconocimiento. No es la primera vez que se concentran m¨¢s de mil subsaharianos dentro de la ciudad necesitados de asilo ni es 2005 el a?o con m¨¢s intentos de asalto a la frontera.
Este fen¨®meno migratorio no ha producido m¨¢s crispaci¨®n callejera visible que tres manifestaciones organizadas en la ¨²ltima semana por un grupo de melillenses frente a la sede de la Delegaci¨®n del Gobierno. Son ciudadanos convocados a trav¨¦s del tel¨¦fono m¨®vil, que no han llegado a superar los dos centenares. Sus mensajes hablan de espa?olidad y de defensa de Melilla frente al enemigo exterior, sea Marruecos o los pobres del Tercer Mundo.
S¨ª hay quejas en privado. Por ejemplo, por la sanidad: el cuidado de los heridos en los asaltos termina por convertir en un colapso el hospital comarcal, que atiende Melilla y sus alrededores, y entre ellos, Nador y su casi medio mill¨®n de habitantes. El onc¨®logo viene de Granada a poner los tratamientos. No hay servicio de reumatolog¨ªa. El 49% de los 1.740 partos del pasado a?o correspondieron a mujeres marroqu¨ªes.
La sociedad melillense no es un cuerpo homog¨¦neo, compatible con el perfil de la sociedad espa?ola. Melilla no se parece a Espa?a y no es ¨¦sa una apreciaci¨®n exclusivamente geogr¨¢fica aun cuando est¨¦ lejos de la Pen¨ªnsula, una sensaci¨®n que se agrava por la escasez de comunicaci¨®n mar¨ªtima (el barco tarda ocho horas desde M¨¢laga, salvo en verano) y el elevado precio del transporte a¨¦reo. Abundan los estudios independientes que resaltan los profundos desequilibrios que se observan en la sociedad melillense, tanto en el terreno ¨¦tnico como en el econ¨®mico.
Oficialmente, Melilla hace gala de la buena salud de la convivencia entre religiones, pero a ning¨²n analista se le escapa que la actual distribuci¨®n pol¨ªtica en Melilla es una invitaci¨®n a un bipartidismo de corte ¨¦tnico, por el mero hecho de que el Partido Popular (15 diputados) aglutina el denominado voto cristiano, mientras que Coalici¨®n Por Melilla (7) concentra el voto musulm¨¢n, al tiempo que el PSOE (3) paga la factura de pasados pactos y ahora mismo es un partido minoritario que busca su identidad en este escenario que amenaza partirse en dos mitades.
Todav¨ªa persisten en Melilla los ecos de la ¨²ltima campa?a electoral, en marzo del pasado a?o, cuando el ministro Trillo acudi¨® a la ciudad a pedir el voto para el PP o en su defecto para el PSOE, dando por sobrentendido que CPM era un partido sospechoso. "Lo que est¨¢ haciendo Imbroda, que se presenta como el m¨¢s patriota, es trabajar para el pasado, y no para el presente, y sacrificar el futuro de la ciudad. Imbroda lo que hace es difundir el mensaje de la sospecha", dice abiertamente Mustaf¨¢ Ahmed Aberch¨¢n, presidente de dicho partido y primer presidente musulm¨¢n en la historia de Melilla, cargo que ocup¨® apenas un a?o, hasta que una coalici¨®n forzada le ape¨® del poder.
Aberch¨¢n no acepta la calificaci¨®n de partido musulm¨¢n para Coalici¨®n Por Melilla. "La nuestra es una formaci¨®n pol¨ªtica con diez a?os de existencia que trata de combatir el desequilibrio social con pol¨ªticas progresistas". Y pone como ejemplo que CPM es el partido que ha incorporado a m¨¢s mujeres a sus ¨®rganos de gobierno. "De los 7 diputados, 3 son mujeres y 2 no son musulmanes, y de un comit¨¦ directivo de 110 miembros, 60 son mujeres".
"Un ejemplo de convivencia"
El propio presidente Juan Jos¨¦ Imbroda niega la teor¨ªa del bipartidismo ¨¦tnico, pero elude referirse a CPM en t¨¦rminos positivos: "En el PP contamos con votantes musulmanes y con dos musulmanes en mi equipo de gobierno
[el consejero de presidencia y el viceconsejero de Bienestar Social]. Melilla es una ciudad solidaria y un ejemplo de convivencia".
La referencia m¨¢s cr¨ªtica es de Dionisio Mu?oz, secretario general del PSOE, quien de todos los males de Melilla destaca uno por encima de todos: la corrupci¨®n. "La experiencia de los Gobiernos de Melilla no ha sido muy halag¨¹e?a si entendemos que, de cuatro presidentes, dos han sido inhabilitados, y uno, sacado por la fuerza de la presidencia. Melilla vive en un sistema clientelar corrupto que se ha perfeccionado en la ¨²ltima etapa. Aqu¨ª el esc¨¢ndalo ha muerto".
Las paradojas de Melilla no terminan en su mapa pol¨ªtico. Su perfil econ¨®mico es tambi¨¦n diferente: podr¨ªa simplificarse como una ciudad de funcionarios, comerciantes legales y comerciantes at¨ªpicos. La principal caracter¨ªstica de la econom¨ªa melillense es la importancia relativa del sector p¨²blico y el peso que tiene el denominado "comercio at¨ªpico", singular forma de llamar al contrabando. El 48,9% de los empleados pertenece al sector p¨²blico, cuando ese porcentaje se queda en el 14% en la media espa?ola, con salarios muy superiores a sus equivalentes en la Pen¨ªnsula (un profesor de secundaria percibe unos 2.300 euros mensuales). Una buena parte de esos asalariados (10.656 en 2000) corresponden a las Fuerzas Armadas, de tal manera que uno de cada ocho ciudadanos de Melilla pertenece al ej¨¦rcito cuando en Espa?a esa proporci¨®n s¨®lo llega al 1%. Sin embargo, la peor parte de todas las estad¨ªsticas se la llevan los musulmanes.
"La econom¨ªa de Melilla est¨¢ dualizada", concluye un estudio del profesor Santos Ruesga. "Por una parte est¨¢ un sector p¨²blico que genera una fuerza de trabajo de buenos salarios y contratos indefinidos. Luego est¨¢ el sector secundario y el de at¨ªpicos (...) Ambas esferas est¨¢n separadas por l¨ªneas de divisi¨®n tan potentes que apenas existe circulaci¨®n econ¨®mica entre ambas. Esta divisi¨®n se perpet¨²a a trav¨¦s de una segmentaci¨®n ¨¦tnica, en la cual los trabajadores cristianos, por elegir el t¨¦rmino con el que se autodenominan, ocupan abrumadoramente los puestos del sector p¨²blico, mientras que los musulmanes est¨¢n sobrerrepresentados en la econom¨ªa privada e informal".
A todo esto hay que a?adir que Melilla es la ciudad m¨¢s joven de Espa?a, con ¨ªndices de natalidad que doblan la media espa?ola. A nadie se le oculta que esa pr¨®spera natalidad cae m¨¢s del lado musulm¨¢n, hecho que es utilizado para sembrar el temor demogr¨¢fico a una pr¨®xima e inevitable hegemon¨ªa musulmana.
Y ¨¦se es el argumento siempre latente, un argumento que aparece irremediablemente como una condena sobre la convivencia en cuanto alg¨²n fen¨®meno externo sacude la ciudad, como es el caso de la avalancha de subsaharianos. El asunto de la valla ha destapado el vocabulario propio de los momentos electorales y la dial¨¦ctica de la sospecha encubierta. El presidente Imbroda maneja desde hace algunas semanas continuas alusiones a la espa?olidad de Melilla, a la deslealtad de Marruecos y a las amenazas que se pueden cerner sobre el futuro de la ciudad.
El pasado lunes, Imbroda presidi¨® un acto a prop¨®sito de la presentaci¨®n de una Historia de Melilla donde se vertieron t¨¦rminos tales como "complejo injustificado de nuestros gobernantes" y la "invasi¨®n del Tercer Mundo" que sufre la ciudad. Al d¨ªa siguiente, Imbroda acudi¨® a Sevilla para reunirse con Javier Arenas y con el presidente de Ceuta. El c¨®nclave termin¨® con duras palabras hacia Zapatero y con la en¨¦sima petici¨®n de mano dura con Marruecos. Sin embargo, lo que la prensa local no destac¨® de aquel acto cultural fue el descontento que se produjo en el colectivo musulm¨¢n. Aquella Historia de Melilla pagada por el gobierno local apenas hac¨ªa una referencia notable al proceso de regularizaci¨®n de los musulmanes aut¨®ctonos que se registr¨® en el a?o 1987 y a la presencia musulmana en la ciudad en los ¨²ltimos 20 a?os. Un asistente calific¨® esa obra como una Historia de Melilla "para cristianos".
As¨ª que las quejas del colectivo musulm¨¢n son crecientes y terminan apareciendo tambi¨¦n cuando la dial¨¦ctica se encrespa. Es el caso que nos ocupa en estas fechas. Cuando se habla de Marruecos y de espa?olidad, muchos musulmanes sienten que se les est¨¢ se?alando con el dedo y les produce una irritaci¨®n permanente. Es el caso de Jonayda Sel-lam, presidenta de la asociaci¨®n Intercultura y ex miembro de la ejecutiva del PSOE. Jonayda tiene 28 a?os y desde los 18 est¨¢ bregando en la pol¨ªtica local. Es una mujer con esp¨ªritu y car¨¢cter, incansable, tanto como su empe?o en lograr alg¨²n d¨ªa que quede claro que "ser¨¢ la comunidad musulmana la que garantice la espa?olidad de Melilla". "Lo que ha sobrado", a?ade, "es mucho complejo y mucho miedo a Marruecos, y lo que ha faltado es liderazgo y verdaderos deseos de potenciar la convivencia". Jonayda es un ejemplo: su discurso es cr¨ªtico pero optimista, al contrario que muchos musulmanes.
Abderram¨¢n Benyahia es secretario general de la Asociaci¨®n Musulmana y de la Comisi¨®n Isl¨¢mica de Melilla. Es un hombre fogoso e ir¨®nico, pero se pone muy serio cuando habla de segregaci¨®n en las escuelas, de fracaso escolar del alumno musulm¨¢n, de falta de medios para reparar el desequilibrio. "Es alarmante que estemos a la cabeza del fracaso escolar y que no haya planes para estudiar este problema. Apenas un 2% de los cerca de 1.300 profesores son musulmanes, cuando m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n estudiantil es musulmana. Una parte muy importante de los alumnos musulmanes dejan los estudios en la ESO y s¨®lo piensan en trabajar en el ej¨¦rcito y en ganar dinero. Y despu¨¦s del ej¨¦rcito, ?qu¨¦ les espera? El paro o la econom¨ªa sumergida".
El presidente Imbroda rechaza cualquier alusi¨®n al desequilibrio. "Nuestra sociedad es plural, y no sospechamos del musulm¨¢n melillense. No tenemos problemas de radicalismo islamista. Los ni?os est¨¢n escolarizados, la econom¨ªa est¨¢ creciendo por encima de la media, el auge de la construcci¨®n nos demuestra que el melillense apuesta por su tierra, y en ello incluyo a los musulmanes".
"Las cosas est¨¢n cambiando"
Musulmanes. Marruecos. Futuro. En ese tri¨¢ngulo discurren pertinazmente el discurso oficial y la vida de Melilla. Es un discurso que para unos entra?a una amenaza, y para otros, todo lo contrario. "No hemos entendido que las cosas est¨¢n cambiando, que un tercio del PIB de la ciudad depende de Marruecos y, sobre todo, que la prioridad para Marruecos es su desarrollo econ¨®mico, y no la reivindicaci¨®n territorial", dice Aberch¨¢n.
El comercio de Melilla tiene en el horizonte la fecha del a?o 2010, cuando desaparezcan los aranceles en Marruecos. Hay quienes creen que ¨¦se ser¨¢ el final econ¨®mico de Melilla, salvo que se mantenga como una ciudad subvencionada por el Gobierno, y hay quienes opinan que Melilla tiene un papel que desempe?ar siempre y cuando se tome en serio que su futuro est¨¢ en el mercado marroqu¨ª.
As¨ª lo considera Margarita L¨®pez, presidenta de la C¨¢mara de Comercio de Melilla: "Somos partidarios de crear una prosperidad compartida. Podemos ayudar a Marruecos a sacar productos de calidad con el sello de Melilla, que es ciudad europea. No quiero una ciudad subvencionada y no puedo obviar mi entorno. Podemos ser una ciudad de servicios, una ciudad divertida y llena de tiendas bonitas para quien nos visite, que ser¨¢ fundamentalmente el marroqu¨ª con cierto nivel de vida. Marruecos est¨¢ cambiando y para bien, ha modificado su legislaci¨®n, y ello facilitar¨¢ la inversi¨®n. Un tercio del producto interior bruto viene del otro, del vecino. Hay que sustituir ese tercio por una ciudad de servicios. Es la ¨²nica v¨ªa. Es una reflexi¨®n que se debe hacer la propia sociedad melillense".
Melilla no tiene otra salida que mirar hacia Marruecos, y as¨ª lo describe gr¨¢ficamente el historiador Vicente Moga: "Hay gente en Ceuta que encarga sus compras por tel¨¦fono a El Corte Ingl¨¦s de Algeciras y luego las recibe en su casa. Eso en Melilla es imposible. M¨¢laga est¨¢ demasiado lejos. El problema es que no nos creemos que vivimos en la frontera, y ¨¦sa es una mentalidad que debemos cambiar. En Melilla no hay carteles en ¨¢rabe cuando se atraviesa la frontera, no se ha hecho un esfuerzo para que la gente aprenda el ¨¢rabe. No hemos mirado al vecino que est¨¢ creciendo. Hemos vivido en un monocultivo complicado, y la llave del futuro no la tenemos nosotros".
El mi¨¦rcoles pasado comenz¨® el ramad¨¢n. Al otro lado de la frontera, cualquier visitante pod¨ªa observar la fren¨¦tica actividad del ej¨¦rcito marroqu¨ª en los pueblos y carreteras que rodean el monte Gurug¨², en auxilio de la frontera espa?ola. "Algo ha cambiado en Marruecos. Esto en tiempos de Hassan habr¨ªa sido imposible", dec¨ªa la joven Jonayda.
La sociedad melillense todav¨ªa no ha digerido esta desconocida colaboraci¨®n de Marruecos. "Todav¨ªa hay muchas suspicacias", apunta Vicente Moga, "pero si se consolida, podemos estar ante un momento muy interesante. Porque es una forma de reconocer por parte de Marruecos que existe una frontera y que existe una ciudad que se llama Melilla".
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