Pantano
Las aguas bajas de un pantano son una imagen de nuestro subconsciente. En la superficie se reflejan las nubes y los pinos de las riberas, pero su fondo lo constituye un l¨¦gamo inquietante, lleno de anguilas cenagosas, amasado con ramas podridas y tambi¨¦n con algunos sue?os que all¨ª permanecen ahogados. Esta sequ¨ªa, que azota nuestro territorio, ha hecho bajar los embalses a un nivel donde ya afloran las pistolas y las hoces ensangrentadas que un d¨ªa arrojaron al pantano algunos asesinos. Si este cielo de esparto se empe?a en no llover, pronto en determinados estratos comenzar¨¢n a aparecer cajas fuertes descerrajadas y tambi¨¦n alg¨²n cad¨¢ver con una piedra atada al cuello. En este momento m¨¢s de un criminal estar¨¢ implorando al Dios de las borrascas que llueva a c¨¢ntaros para que no quede al descubierto el cuerpo de su delito. En la pasada sequ¨ªa, en una cota agostada de un embalse apareci¨® dentro de un coche un novio vestido de chaqu¨¦ con chaleco gris perla y pajarita, cuyos allegados cre¨ªan que se hab¨ªa fugado a Am¨¦rica el d¨ªa de la boda. A medida que descienden las aguas, a veces, sale a la luz un campanario y despu¨¦s lentamente va emergiendo toda la iglesia en medio de un pueblo sumergido. La sequ¨ªa permite a sus antiguos habitantes recorrer de nuevo sus calles, volver a sus casas, entrar en las habitaciones donde nacieron y mirarse en alg¨²n espejo que dejaron olvidado. Incluso podr¨ªan montar una verbena con farolillos en la plaza y bailar pasodobles al son de una orquestina para celebrar la fiesta de la patrona como en otro tiempo. En el embalse de Yesa ha aparecido a pleno sol el balneario de Tiermas donde hab¨ªa una fuente termal que fue famosa cuando manaba en la sala de ba?os. Ahora cada domingo acuden all¨ª antiguos ba?istas para recobrar aquella felicidad que les robaron las aguas estancadas y junto a este manantial, entre peredones llenos de moho, algunos todav¨ªa se sue?an a si mismos vistiendo chaqueta de pijama con trabillas de h¨²sar o un traje mil rayas y sombrero de Panam¨¢. El agua que llega ahora a nuestros grifos tiene ya un sabor ligeramente fangoso, porque la sequ¨ªa nos est¨¢ obligando a bebernos el poso de los embalses, como quien se bebe el propio subconsciente. Pero muy pronto llegar¨¢ la lluvia y el nivel de los pantanos cubrir¨¢ de nuevo las piezas de convicci¨®n de algunos cr¨ªmenes. En el espejo del agua, sobre el l¨¦gamo misterioso del subconsciente , se reflejar¨¢n las nubes blancas y en el campo volver¨¢n a re¨ªr las coles y las patatas.
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