Una mujer de justicia
Nacida en Larache (Marruecos) hace 55 a?os, de familia militar y del mundo del derecho, esta madre de tres varones, segura de s¨ª, en¨¦rgica, de larga carrera judicial, se ocupa de hacer cumplir la ley contra la violencia hacia las mujeres. Una fiscal que cree en el ¨¦xito de su cometido.
Ella misma ha pedido el cargo, o la carga, que ahora asume tras haberla elegido el fiscal general del Estado. Es la fiscal que se ocupar¨¢ del cumplimiento de la ley contra la violencia hacia las mujeres. Resolutiva, pr¨¢ctica, capaz de tomar decisiones dif¨ªciles sin torturarse, segura de s¨ª misma? y bastante "mandona" son las se?as de identidad de Soledad Cazorla, de una mujer que va a llevar a la pr¨¢ctica el cumplimiento de una ley dura, dif¨ªcil y rompedora que el Gobierno ha sacado adelante a pesar de las reticencias de la derecha. Es, sobre todo, una persona que cree de verdad en la responsabilidad que le ha tocado.
Tiene 55 a?os, naci¨® en Larache, cuando todav¨ªa Marruecos era protectorado, y ha heredado de su padre (jurista y militar) la inclinaci¨®n por el derecho. Ejerce la carrera fiscal desde hace veinticinco a?os y ha pasado por las responsabilidades m¨¢s diversas -en Girona, Valladolid, Madrid- hasta llegar al Tribunal Supremo. En el Alto Tribunal asumi¨® con tranquilidad, pero con toda la energ¨ªa propia de su car¨¢cter, la acusaci¨®n p¨²blica contra Mario Conde en el caso Banesto: "Estos de la alta ingenier¨ªa financiera eran timadores, como los del tocomocho o la estampita", asegura Cazorla, y se queda tan pancha.
"Y esto, tan terrible y determinante, del 'la mat¨¦ porque era m¨ªa' pues se va a acabar de una vez"
"Le dir¨ªa a esa mujer que no denuncia por miedo que, si no lo hace, va a tener m¨¢s miedo todav¨ªa"
Es fiscal porque cree en la defensa de la ley y por eso defiende su ley. Porque cree que la mujer en este pa¨ªs es el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de una sociedad que todav¨ªa se resiste a rechazar el machismo. No cree en los milagros, tampoco los espera. Pero s¨ª apuesta por la educaci¨®n de los hombres y est¨¢ convencida de que ellos mismos cambiar¨¢n sus h¨¢bitos m¨¢s perversos. Confiesa Cazorla, sin rodeos, que la ley no puede hacer nada contra el maltratador contumaz, pero anima a las mujeres a vencer a su peor enemigo: el miedo. No se agota f¨¢cilmente esta mujer rotunda, tenaz, contundente, a la que le gusta "descansar" trabajando con la madera, saneando plantas, transportando agua, sudando la gota gorda? Su marido y sus tres hijos la "obligan" a med¨ªrselas con cuatro hombres dentro de su propia casa. Pero no le dan m¨¢s problemas que los que se refieren a las tareas dom¨¦sticas, en las que es inflexible.
Asegura no saber por qu¨¦ el fiscal general del Estado acept¨® su propuesta para ser el ojo vigilante contra los malos tratos. Pero Conde-Pumpido s¨ª debe saber con qui¨¦n se ha jugado los cuartos: a Soledad Cazorla lo que m¨¢s le gusta en esta vida es podar ¨¢rboles?
Es usted una mujer de larga trayectoria en la actividad judicial, pero? me pregunto qu¨¦ habr¨¢ visto en usted el fiscal general del Estado para enviarla a tan dura misi¨®n, a luchar contra la violencia contra las mujeres en una Fiscal¨ªa que va a estar, sin duda, en el ojo del hurac¨¢n.
Pues la verdad es que no lo s¨¦. Habr¨¢ pensado de m¨ª que soy la persona id¨®nea, dicho esto sin falsa modestia, que no tendr¨ªa ning¨²n sentido a estas alturas. Es l¨®gico que mi trayectoria, en la que he ejercido como fiscal en lugares muy diversos, y nada f¨¢ciles, le habr¨¢ ofrecido suficientes garant¨ªas de mi capacidad para lograr el funcionamiento de una ley que va a necesitar de todo mi empe?o, y mi energ¨ªa, que he tenido ocasi¨®n de demostrar claramente? Creo que tambi¨¦n mi car¨¢cter y mi forma de ser le habr¨¢n ayudado a elegir, entre las dem¨¢s candidaturas, la m¨ªa. Soy una persona resolutiva, con capacidad para tomar decisiones; soy una mujer pr¨¢ctica, nada te¨®rica; yo soy?
? muy 'mandona' se la ve a usted?
?Mandona yo? ?No, no! ?Hombre, mandona? en algunas cosas! Por ejemplo, cuando en mi casa hay que poner firmes a los miembros de la familia, pues s¨ª. Empiezo a dar ¨®rdenes: "T¨² guardas la ropa, t¨² recoges el lavavajillas, t¨²? haces no s¨¦ qu¨¦". En esto s¨ª que soy mandona. En el terreno profesional, ?mandona? No. Simplemente dir¨ªa que soy pr¨¢ctica; o sea, que cuando creo que hay que hacer una cosa, procuro buscarme los mecanismos para que se ejecute, cuando no lo puedo hacer yo directamente, como en este caso de mi nueva responsabilidad al frente de esta fiscal¨ªa. Es verdad que yo he tenido que afrontar casos y situaciones muy duros, pero siempre con la seguridad de estar defendiendo la legalidad, defendiendo a la v¨ªctima o al acusado, pero con el mayor empe?o en que la gente sepa que el fiscal no es el malo de la pel¨ªcula, sino el defensor m¨¢s estricto y exigente de la ley.
Me imagino que habr¨¢ tenido que echar mano de toda la energ¨ªa de su car¨¢cter para tomar algunas decisiones que le exig¨ªan coger el toro por los cuernos?
?S¨ª, s¨ª, claro! Por ejemplo, en asuntos que han pasado sin repercusi¨®n social. Recuerdo el caso de un beb¨¦ que muri¨® por omisi¨®n de auxilio por parte de la madre, que me impresion¨® realmente. Y cuando tuve que enfrentarme a un hecho desgraciado, ampliamente delictivo y de una gravedad tremenda, en el que murieron dos hermanos porque entre dos pandillas se miraron de mala manera? Y tambi¨¦n cuando he visto actos contra la libertad sexual de los menores, corrupciones de menores? Y, bueno, cuando he tenido ante m¨ª casos de defraudaciones y delitos econ¨®micos de una magnitud que? ?me he puesto, me he puesto! ?Mandona? ?Pues s¨ª, me he puesto realmente mandona! Porque he pensado: "Esto es que no se puede consentir de ning¨²n modo". Y he actuado con toda la fuerza que me daba la ley, no me importa reconocerlo.
No s¨¦ si me va a reconocer que cuando ha tenido que enfrentarse a delitos econ¨®micos de gran envergadura ha sentido un cierto temor. No s¨¦ si 'alguien' le ha hecho ver que se estaba metiendo en un terreno peligroso?
?Bah! He tenido alg¨²n caso del que no tengo ning¨²n reparo en hablar, porque yo entonces estaba en el Supremo. Actu¨¦ en el recurso nada menos que del caso Banesto, que fue un caso importante porque se trataba de una estafa y de una apropiaci¨®n indebida hacia una entidad mercantil de la magnitud de un banco como Banesto. La verdad es que los de dentro no intentaron nada, y si le soy sincera, s¨®lo me preocupaba entender realmente lo que hab¨ªan hecho aquellas personas acusadas y que hab¨ªan montado una aut¨¦ntica ingenier¨ªa financiera para poder cometer su delito. La verdad es que aquella experiencia me llev¨® al convencimiento de que este tipo de actuaciones de gran envergadura no se diferencian, en su pr¨¢ctica, de las de aquellos que consideramos en la sociedad simples timadores. Realmente me qued¨¦ asombrada de lo que, al final, las actuaciones delictivas de estos grandes personajes de las finanzas se pueden llegar a parecer a lo que se hace en el timo del tocomocho o el de la estampita? La ¨²nica diferencia est¨¢ en los medios tan poderosos con los que han actuado gentes como Mario Conde y sus colaboradores.
Pero ?en ning¨²n momento se sinti¨® presionada, intimidada?
?En absoluto! ?En ning¨²n momento! ?Hombre! Aquella gente ya sab¨ªa por d¨®nde se andaba, eh? La gente no es tonta, y sab¨ªan perfectamente que no ten¨ªan nada que hacer en cuanto a una persona como yo, que ten¨ªa las cosas muy claras. No me lleg¨® la menor presi¨®n. No s¨¦ yo por qu¨¦? (je, je) Me imagino que fueron conscientes de que iba a ser in¨²til intentar siquiera enviar un mensaje, una indicaci¨®n?
En cualquier caso, no s¨¦ cu¨¢ndo y por qu¨¦ surgi¨® en usted esta vocaci¨®n de vivir digamos que? un tanto peligrosamente.
Mire, mire? ?Yo, de vocaci¨®n, nada! Es que esos t¨¦rminos? absolutos y tajantes, es que no me los puedo creer, la verdad. No he tenido vocaci¨®n de ser fiscal, no, ni a los siete a?os dije "yo quiero vestir toga"? ?vamos, en modo alguno! Hombre, lo que si es cierto es que yo esto de la justicia lo he mamao. Mi padre era un trabajador del derecho, un interventor del Ej¨¦rcito del Aire que ten¨ªa un despacho, y yo le ve¨ªa trabajando pues como una bestia, francamente; pues como se trabajaba en los tiempos en los que se ten¨ªan varios hijos? ?l era militar, y el sueldo era escaso, y le he visto trabajar todas las horas del mundo. He admirado siempre a la gente que trabaja, pero la verdad es que no he tenido vocaci¨®n, lo que se llama vocaci¨®n con may¨²sculas, por el derecho. Pero s¨ª que me atrajo el hecho de que ¨¦ste tocaba muchos temas diferentes y, bueno, alguna influencia s¨ª que debi¨® ejercer mi padre en m¨ª, desde luego. ?l me mostr¨® la posibilidad de encontrar un camino en las leyes, pero lo de la vocaci¨®n? ?Yo, a los 18 a?os, la ¨²nica que ten¨ªa era la de divertirme, que yo recuerde, y que sonriera la vida! Pero luego me encontr¨¦ con cosas que me interesaron mucho, como el Derecho Penal, por ejemplo? Y me di cuenta de que lo que m¨¢s me gustaba de todo era poder ejercer la abogac¨ªa. Pero antes me fui de ministerio en ministerio pidiendo toda la informaci¨®n que hab¨ªa para presentarme a oposiciones, y lo m¨¢s adecuado que vi para mi forma de ser fue la carrera judicial, y de ah¨ª a la fiscal. Y cuando empec¨¦ a conocer realmente la figura del fiscal no tuve la menor duda. Me di cuenta de que era lo m¨ªo.
?Por qu¨¦? Ser fiscal no parece una opci¨®n para entusiasmar a una persona joven?
Pero descubr¨ª que a m¨ª lo que me interesaba realmente, lo que me convenc¨ªa sobre todo, no era defender a un cliente, sino defender la ley. Y ahora es que estoy imbuida de ello, es que me lo creo, es que lo siento. Y llevo ya 24 a?os en esto. Soy fiscal porque quiero ser una parte objetiva en el proceso, que no me mueva ning¨²n inter¨¦s m¨¢s que defender la legalidad. Si yo, cuando he estado en el Tribunal Supremo, he visto que una persona ha sido condenada y he cre¨ªdo que estaba mal condenada porque no hay pruebas? ?bueno!, ?es que he estado encantada de decir que no estaba de acuerdo con esa condena! Y, tambi¨¦n, cuando he tenido claro que hab¨ªa habido una vulneraci¨®n del derecho he defendido a la v¨ªctima ?frente a todo y frente a todos! Y aqu¨ª estoy ahora, en esta nueva fiscal¨ªa, defendiendo a las v¨ªctimas, en este caso a las mujeres v¨ªctimas de la violencia, lo que entendemos como violencia de g¨¦nero. A m¨ª, francamente, me gusta m¨¢s lo de violencia contra las mujeres porque responde al problema certeramente.
Pero la derecha logr¨® imponer finalmente lo de la violencia de g¨¦nero, que no es sino una forma de desactivar la carga feminista de la ley que a usted le toca defender. Logr¨® la derecha imponer el subterfugio de la equidistancia, ?no le parece?
?A m¨ª es que me encanta decir lo que pienso de este asunto! No se olvide que llegaron a plantear cuestiones sobre la presunta inconstitucionalidad de la ley porque, efectivamente, argumentaban que se estaba castigando al hombre por ser hombre? Y no. Mire, ya somos muy mayorcitos y no podemos enga?ar sobre la verdad de lo que est¨¢ pasando ahora en este pa¨ªs, que ojal¨¢ ya no tengamos que estar hablando de ello dentro de veinte a?os. Y es que no estamos hablando del hombre en general, sino del hombre que maltrata por una relaci¨®n afectiva a la mujer.
No s¨¦ si resulta para usted una argumentaci¨®n tramposa por parte de la derecha, lo de haber sugerido la posible inconstitucionalidad de la ley para intentar descafeinarla, poner sordina a la rebeli¨®n de las mujeres?
Eh? Yo no puedo decir eso, no debo decir eso? Porque hay jueces a los que no les pongo el marchamo ni de derecha ni de izquierda y que han planteado lo de la inconstitucionalidad de la ley. No podr¨ªa decir eso porque ser¨ªa hacer una cr¨ªtica personal hacia los jueces que lo han planteado, y no quisiera, no puedo concretar tanto. Pero no le oculto que a m¨ª no me gusta, para nada, ese planteamiento, porque estoy convencida de que a las situaciones desiguales hay que darles un trato desigual. Y no quiero ni pensar que los jueces que han sugerido que puede haber inconstitucionalidad en la ley tengan una intenci¨®n como la que usted plantea. Yo lo que s¨¦ es que se equivocaron totalmente todos los sectores que lanzaron esos mensajes de que se estaba incriminando al hombre por el hecho de ser hombre? ?No fastidie! No estamos incriminando al hombre por serlo, y yo no podr¨ªa entrar ahora en mi casa, donde estoy rodeada de cuatro hombres, ?verdad? Estamos identificando al sujeto activo de un delito que en la mayor¨ªa de los casos es hombre, ?qu¨¦ le vamos a hacer! Luego, tambi¨¦n quieren cuestionar las estad¨ªsticas, y eso ya me parece poco serio, por no decir muy poco honesto. ?Pues claro que hay que creerse las estad¨ªsticas, y leer los peri¨®dicos y ver la televisi¨®n! La realidad que nadie puede negar es que hay una v¨ªctima de la violencia y que esta v¨ªctima necesita una especial protecci¨®n, porque se est¨¢ enfrentando a una situaci¨®n grav¨ªsima, muchas veces l¨ªmite? Y luego est¨¢ el problema de ver qu¨¦ hacemos con los maltratadores?
Eso, ?qu¨¦ se propone hacer usted con los maltratadores, si es que realmente se puede hacer algo??
El problema es tremendo, porque la verdad es que el maltratador, por mucho que le castiguemos en la prevenci¨®n especial, pues nos vamos a encontrar que cuando cumpla su condena puede seguir siendo maltratador. ?Por qu¨¦? Sencillamente porque la situaci¨®n de la mujer es tan desigual, tan falta de dignidad, tan inferior a ¨¦l desde su prepotencia, que? ?pobre de la mujer que se lo encuentre! Por eso vamos a reeducar, vamos a aplicar la ley en todas sus capacidades. Lo que no se puede permitir, y no voy a permitir, es que me encuentre que en unos cursos de reeducaci¨®n de personas condenadas por malos tratos (en los que tambi¨¦n hay mujeres condenadas por maltratar a sus hijos, a sus padres, tambi¨¦n a sus maridos), bueno, pues? ?salt¨® uno diciendo que lo que hab¨ªa que hacer con las mujeres era cortarles el cuello! Pero? ?qu¨¦ es esto?, ?qu¨¦ hacemos? Creo que deben ser los hombres, que van a ser los hombres, los padres, los hijos, los hermanos de las maltratadas los que tienen que tomar conciencia de la situaci¨®n, y creo que lo est¨¢n haciendo. Lo que est¨¢ claro es que los necesitamos para que sean ellos los que luchen en defensa de las mujeres de su familia, de sus maltratadas.
Espero que usted no sea tan voluntarista y tan ingenua de pretender vigilar tan dura realidad desde un despacho?
?Yo no soy ninguna ilusa, ya s¨¦ que desde mi despacho, desde esta fiscal¨ªa, no voy a cambiar una realidad yo solita! Pero ?qu¨¦ hago desde mi despacho? Pues coordino la actuaci¨®n de los fiscales, que son los que est¨¢n dando la cara? ?eh? Porque el reto, el desaf¨ªo, es para los fiscales que est¨¢n en primera l¨ªnea. Pero no haremos nada si no tenemos claro que lo esencial de esta ley comienza por la educaci¨®n en la igualdad, y eso, no nos enga?emos, hay que pensarlo en el largo plazo. Tendremos que esperar mucho tiempo para ver unos resultados concretos, porque la ley contra la violencia no va a hacer milagros, no va a poder cambiar la sociedad de hoy para ma?ana. Y si yo creyera que voy a cambiar la sociedad desde un despacho, es que no he entendido nada y que no deber¨ªa estar aqu¨ª.
Quiz¨¢ le resulte a usted desalentador contemplar un panorama en el que los cambios que son urgentes se desarrollen en un plazo desesperadamente lento? Es m¨¢s que probable que no sea usted quien recoja los frutos, usted comienza ahora?
Bueno, s¨ª, acepto esa probabilidad, pero ?estar¨¦ tan contenta si puedo pensar que algo que hecho, que lo voy a hacer, ?eh?, que yo me creo esto en lo que me he metido, sirve para empezar a cambiar las cosas! Esta fiscal¨ªa tiene una misi¨®n fundamental de protecci¨®n a las v¨ªctimas que es, no lo olvidemos, una cuesti¨®n esencial para el fiscal general del Estado. Y esto no hab¨ªa ocurrido nunca hasta ahora. Y con ese apoyo que yo tengo creo que algo haremos que merezca la pena, a pesar de todas las dificultades con las que nos enfrentamos, que son much¨ªsimas.
O sea, que la suya es una fiscal¨ªa contra la historia de este pa¨ªs nuestro, tan machista y tan violento?
Sin duda que la lucha de esta fiscal¨ªa va a ser contra la historia de este pa¨ªs, que ¨¦sa va a ser mi lucha y la de todos los fiscales. Y esto, tan terrible y determinante, del "la mat¨¦ porque era m¨ªa" pues se va a acabar de una vez. Y no quiero pensar que sea esto tan dif¨ªcil porque creo que tenemos una herramienta eficaz que es la ley. Contamos con la colaboraci¨®n de todas las comunidades aut¨®nomas y creo que estamos ahora, precisamente, en el momento oportuno para desarrollarla. Algunos agoreros ya se anticipan a condenar la ley al fracaso, echando encima las 43 mujeres muertas que tenemos sin decir que la ley apenas lleva dos meses en vigor? ?Hombre!
A lo mejor, hasta se arriesga usted a ser optimista. Es usted capaz de plantarle cara a las estad¨ªsticas?
?Optimista? Yo no soy optimista. Soy fuerte. Y estoy convencida de que vamos a solucionar muchas cosas, aunque no todas, ?eh? No todas. Pero en principio nos han dado un medio impecable, necesario y ¨²til para solucionar mucho las cosas. Pero, sobre todo, que la gente se entere bien de que no estamos discriminando al hombre, que al hombre no se le condena por serlo, ?eh? Se le condena por ser maltratador, que es algo muy diferente.
Lo que s¨ª parece a?adir un plus de diferencia, de agravio y de problemas es la situaci¨®n de indefensi¨®n econ¨®mica en la que generalmente se encuentra la mujer maltratada. Es un lastre que le pesa en las alas a la mujer que pretende huir de su fatal destino. ?No cree?
Es que la dependencia econ¨®mica de la mujer es precisamente el cerco tradicional dentro del cual hemos sido educadas, aunque tengo que aclararle que el maltrato no s¨®lo se produce en los c¨ªrculos m¨¢s modestos de la sociedad. Pero hoy no creo que haya una madre joven, ni un padre, que eduque a sus hijas en esa cultura de la limitaci¨®n personal tan anacr¨®nica. Pero todav¨ªa estamos padeciendo las consecuencias de una educaci¨®n propia de las tribus, ¨¦pocas pasadas que est¨¢n ah¨ª, que no acaban de desaparecer? Y, sobre todo, a¨²n est¨¢ muy presente, y muy activo, un sector de la poblaci¨®n masculina que no puede soportar la idea de que la mujer un buen d¨ªa se le emancipe y le deje colgado. ?No lo pueden soportar, es demasiado para su machismo herido!
Tan demasiado que pueden llegar a ser un grave peligro contra la mujer las veinticuatro horas del d¨ªa. Me pregunto, le pregunto, qu¨¦ puede hacer una ley que no puede garantizar una protecci¨®n permanente de una mujer amenazada de muerte.
Vamos a ver, y voy a ser muy clara en este aspecto porque me repugna la demagogia que suele hacerse: la ley prev¨¦? todo lo que puede prever. Lo que pasa es que la maniobra a la que puede ser sometida una mujer maltratada y perseguida supera lo que la ley establece. Aqu¨ª hay un juego en el que se mezcla una denuncia con un sistema de garant¨ªas que podemos aplicar. Pero la realidad que yo no quiero ocultar, porque no ser¨ªa honesto por mi parte hacerlo, y no s¨¦ si debo decirlo tan claro, pero lo voy a hacer, es que, por muchas medidas de seguridad que pongamos, como tengamos a un maltratador que se quiera cargar a una mujer, no creo que podamos evitarlo. La ley no puede controlar la capacidad de maquinaci¨®n de la mente humana. Adem¨¢s, no es posible entrar en una din¨¢mica de persecuci¨®n preventiva, que ser¨ªa injusta e ilegal. No podemos vigilar a un individuo las veinticuatro horas del d¨ªa si no ha mostrado agresividad hasta entonces. Aunque luego lo haga y acabe matando a la mujer. Y lo que no es posible es poner un polic¨ªa detr¨¢s de cada mujer amenazada, porque no hay presupuesto que pueda soportar ese gasto.
No s¨¦ si est¨¢ usted dispuesta a aceptar que, al menos durante algunos a?os, la inoperancia y desidia de los jueces, de algunos jueces que siempre han dictado ¨®rdenes de alejamiento cuando ya era tarde o que ni siquiera han aceptado la denuncia, han agravado el problema hasta la exasperaci¨®n?
?No, no! ?Yo no puedo aceptar eso! ?Es que si yo aceptara que los jueces han actuado de forma negligente frente a las denuncias de malos tratos, pues apaga y v¨¢monos, porque nosotros los fiscales trabajamos con los jueces! ?Que se pueden tomar decisiones equivocadas? ?Pues como sucede con todo en la vida! Los jueces no tienen una bola de cristal para adivinar lo que va a suceder, y se pueden equivocar, claro, pero yo pienso que act¨²an en conciencia. As¨ª que no les voy a hacer ning¨²n reproche, y la ley se va a cumplir en su objetivo esencial: pondremos los derechos de las v¨ªctimas por encima de cualquier prioridad. Pero no renunciamos a cumplir en todos sus extremos las garant¨ªas judiciales de cualquier persona. Y no se preocupe, que si alg¨²n juez no lo hace bien, para eso estar¨¢ tambi¨¦n esta fiscal¨ªa, para corregir el error.
D¨ªgame usted qu¨¦ se le ocurre ahora mismo que le podr¨ªa decir a una mujer amenazada que no se atreve a denunciar al hombre que la persigue y que la amenaza con matarla, sencillamente porque tiene miedo, un miedo invencible?
Pues le dir¨ªa a esa mujer que no denuncia por miedo que, si no lo hace, pues va a tener m¨¢s miedo todav¨ªa. Le dir¨ªa: "Vas a tener m¨¢s miedo, y no s¨®lo por ti. Vas a tener miedo por tus hijos, o por tus padres? Cada vez te va a encoger m¨¢s tu vida el miedo". No creo que haya una tortura peor, un miedo peor que saber que cuando se abre la puerta de tu casa est¨¢ entrando el miedo en tu vida, la persona a la que temes. Cada d¨ªa. Estamos ante un delito invisible. Porque no da la cara. Contra este delito vamos a luchar desde esta fiscal¨ªa. Y vamos a ganar, tarde o temprano. Pero son las mujeres amenazadas las que tienen que ayudarnos presentando sus denuncias. Pero es que, adem¨¢s, ellas deben saber que si la denuncia est¨¢ fundamentada, no podr¨¢n renunciar a su propia defensa en un tribunal. Porque esta fiscal¨ªa las seguir¨¢ defendiendo por encima, incluso, de su propia voluntad. Porque la mujer que se achanta est¨¢ garantizando el pr¨®ximo ataque de su perseguidor.
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