"Un gesto por la democracia"
Sergio, ex del Racing, cuenta 30 a?os despu¨¦s c¨®mo se enfrent¨® al franquismo al lucir un brazalete negro en un partido tras los fusilamientos de 1975
Fue una reacci¨®n en caliente. "Visceral". El 28 de septiembre de 1975, Sergio, extremo derecho del Racing, sali¨® al c¨¦sped del viejo Sardinero con un fino brazalete negro en el brazo. Lo compart¨ªa con el delantero centro del equipo, su amigo Aitor Aguirre. Ambos protestaban as¨ª contra el general Franco, que un d¨ªa antes hab¨ªa ordenado los cinco ¨²ltimos fusilamientos de su r¨¦gimen: Jon Paredes, Txiqui (21 a?os) y ?ngel Otaegi (33), miembros de ETA, junto a Jos¨¦ Luis S¨¢nchez Bravo (22), Ram¨®n Garc¨ªa Sanz (27) y Jos¨¦ Baena (24), militantes de la extinta FRAP, de extrema izquierda.
El gesto tuvo un enorme impacto: un grupo de extrema derecha amenaz¨® de muerte a los dos futbolistas, adem¨¢s de al presidente del Racing, Manuel L¨®pez Alonso, que no hab¨ªa tenido nada que ver en la protesta. A la ma?ana siguiente, lunes, los jugadores fueron llevados a declarar a la comisar¨ªa y multados con 300.000 pesetas cada uno por alteraci¨®n del orden p¨²blico. S¨®lo pagaron 100.000 despu¨¦s de que prosperara un recurso y se produjera la muerte del dictador.
A sus 55 a?os, el ahora dentista Sergio Manzanera Lloret lo recuerda como una experiencia lejana, una pasi¨®n atemperada por el tiempo. No siente que fuera ning¨²n valiente, sino alguien que trat¨® de empujar para que cayera la dictadura. Ten¨ªa 24 a?os e inquietudes sociales. "Fue un gesto espont¨¢neo. Una manera de colaborar en la llegada de la democracia, de demostrar que la gente quer¨ªa un cambio de r¨¦gimen. Ni militaba ni milito en ning¨²n partido", advierte Sergio, que explica el contexto en el que actu¨®: "Estuvimos varios d¨ªas con una tensi¨®n muy grande. Las ejecuciones de cinco personas en Burgos tuvieron mucho dramatismo. No solamente en Espa?a, sino tambi¨¦n en Europa. Muchas de las emisoras un poquito de izquierdas lo anunciaban. Se ve¨ªa que Franco no iba a durar mucho. El ambiente pol¨ªtico era tremendo: gente que met¨ªan en prisi¨®n (Marcelino Camacho), los asesinatos de Atocha... Una ¨¦poca muy convulsa. Fue muy arriesgado lo que hicimos, pero no tuve ninguna vinculaci¨®n pol¨ªtica porque no tengo car¨¢cter para estar en una organizaci¨®n y obedecer. Creo m¨¢s en la acci¨®n individual. La noche antes de enfrentarnos al Elche, Aguirre y yo decidimos salir con brazaletes. Y a mucha gente no le gust¨®. Suerte que ganamos (2-1). Eso sirvi¨® para calmar".
Los directivos del Racing s¨ª se pusieron de su parte. Algunos eran abogados y les prestaron sus servicios. El entrenador, Jos¨¦ Mar¨ªa Maguregui, no estuvo ni a favor ni en contra: "Era una persona que no quer¨ªa conflictos". La amistad entre Sergio y Aguirre fue determinante: "?l era nacionalista. Yo, no. Pero ten¨ªamos muchas cosas en com¨²n. S¨¦ que tiene un restaurante en Bilbao y que le va bien". Sin embargo, en el momento de pisar el c¨¦sped, ?no se levant¨® un gran revuelo? "No. Salimos al campo normal. Nadie nos dijo nada porque mucha gente no se dio cuenta hasta que despu¨¦s lo dijeron por las emisoras". Ah¨ª no se acababa su compromiso social: "Tambi¨¦n asist¨ªamos a conferencias de partidos pol¨ªticos hasta que nos dimos cuenta de que nos utilizaban y opt¨¦ por no ir a manifestaciones".
?Recibieron apoyos del gremio? "La gente del f¨²tbol no suele tomar posiciones conflictivas, pero s¨ª hab¨ªa jugadores, sobre todo del Athletic y la Real Sociedad, que nos ofrecieron ayuda. De los equipos no recuerdo que ninguno se significara". Entre los futbolistas concienciados, Sergio destaca a Quino, el delantero con quien coincidi¨® en el Valencia: "El primero que se rebel¨® contra la retenci¨®n de los jugadores y estuvo un a?o sin jugar por eso. Un gran gesto".
Sergio dej¨® el f¨²tbol a los 27 a?os. Quer¨ªa estudiar medicina y que no fuera demasiado tarde: "Ten¨ªa contrato todav¨ªa con el Racing, pero el club respet¨® mis decisiones". La carrera de Sergio tuvo su punto culminante en el gol ol¨ªmpico, de c¨®rner directo, que marc¨® a Iribar en 1971 en el Valencia de Di St¨¦fano, que gan¨® esa Liga. De Di St¨¦fano dice que era "como un padre: muy afectivo". Pero a aquel tanto le resta m¨¦rito: "Los porteros se quejaban de las luces de Mestalla. Los deslumbraban. Yo no ten¨ªa clase. Era un extremo polivalente. Muy r¨¢pido. Me estresaba en los partidos, sufr¨ªa y a veces vomitaba".
Han pasado 30 a?os y a Sergio le gustar¨ªa ver m¨¢s inquietudes sociales entre los futbolistas. Sigue el f¨²tbol a distancia, pero con cari?o hacia sus equipos: "El Levante, porque me puse la primera camiseta; el Valencia, porque me dio ¨¦xitos, y el Racing, por ser Santander una ciudad encantadora en la que naci¨® mi hijo". En ella dej¨® un gesto para la memoria.
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