Libros en blanco
El viejo Jos¨¦ Manuel Lara consigui¨® introducir en los hogares espa?oles ¨¢grafos, que constitu¨ªan m¨¢s de la mitad del censo de la reserva espiritual de Europa en los a?os cuarenta y cincuenta, un artefacto ins¨®lito denominado libro. Gracias a don Jos¨¦ Manuel, el libro se convirti¨® en un objeto cuya importancia decorativa estaba por detr¨¢s del florero y por delante del reloj de cuco (o quiz¨¢s al rev¨¦s). Eso se lo debemos, y no ser¨ªa justo ni decente mostrarse cicateros en el reconocimiento p¨®stumo, al viejo y ceceante y endiabladamente listo Lara. Gracias a ¨¦l algunos escritores empezaron a ganar dinero en una cantidad impensable hasta entonces.
Lara entendi¨® muy pronto que los libros no necesitan lectores, sino compradores. Siempre supo que el libro es un producto que puede dar dinero a quien lo vende e incluso a quien lo escribe. Tampoco dud¨® nunca que el verdadero autor de ese producto denominado libro no es el tipo llamado escritor, el amanuense que va poniendo una palabra detr¨¢s de otra encima de un papel, sino el profesional que lo fabrica, lo compone, lo encuaderna, lo promociona y vende. El viejo Lara, simplemente siguiendo estos conceptos b¨¢sicos, consigui¨® hacerse multimillonario en una empresa que para muchos otros hab¨ªa sido ruinosa.
El viejo Lara sol¨ªa asegurar que ¨¦l, si se lo propusiera, ser¨ªa capaz de vender un libro con las p¨¢ginas en blanco que podr¨ªa titularse, quiz¨¢s, El libro en blanco. Seguro que lo hubiera conseguido. Pero no hac¨ªa falta. Adem¨¢s, nadie hubiera querido comprar una segunda parte del libro en blanco, ni siquiera espoleado por el suspense de la ¨²ltima p¨¢gina. No ser¨ªa, en el fondo, un buen negocio a medio y largo plazo. Nunca le hizo falta al sagaz Lara llegar a esos extremos conceptuales. Merec¨ªa la pena (y sigue mereci¨¦ndola) gastar algo de tinta y editar libros escritos, relatos y novelas redactadas por personas humanas (esos seres llamados o autodenominados escritores).
La diferencia entre el libro en blanco y el libro escrito (el libro en blanco y negro) no es tan grande en el fondo. El tiempo empleado en su fabricaci¨®n suele ser similar. Por otra parte, las posibilidades de encontrar un lector virgen vienen a ser iguales para ambos. Para el gran Lara, todos los libros eran como libros en blanco mientras no se demostrase lo contrario. El list¨ªsimo Lara siempre supo que el rey est¨¢ desnudo y que el libro del rey es un impresionante libro en blanco que todos fingen leer con atenci¨®n. Lo importante es agotar ediciones.
M¨¢s de cincuenta a?os despu¨¦s de que Lara descubriese el misterio de la venta de libros y la gallina de los huevos de oro de los Premios Planeta, alguien ha denunciado la existencia del libro en blanco, es decir, la venta del libro hueco, de la historia vac¨ªa, del argumento autista. Alguien ha decidido desvelar las verg¨¹enzas del rey. Y ha tenido que ser Juan Mars¨¦. "No me gustar¨ªa aguarle la fiesta a nadie, pero me temo que nuestro cometido tiene muy poco que ver con la literatura". Esto dec¨ªa el autor de algunas de las mejores novelas escritas en Espa?a en el transcurso del ¨²ltimo medio siglo en la rueda de prensa posterior al fallo de la LIV edici¨®n del premio Planeta de Novela, mientras sus compa?eros de jurado silbaban. No ha tenido Mars¨¦ la sangre fr¨ªa ni la piel de elefante del difunto Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, ni, menos a¨²n, la pol¨ªtica de Rosa Reg¨¢s.
Supongo que para alguien que comerci¨® amistad e inteligencia con gente como Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Alfonso Costafreda o Gabriel Ferrater, lo del premio Planeta de este a?o es un plato dif¨ªcil de tragar. No ha podido tragarlo Juan Mars¨¦. El problema del Premio Planeta, al parecer, no estriba en que est¨¦ ama?ado (que siempre lo estuvo y nunca dejar¨¢ de estarlo porque no puede ser de otra manera) sino en que sus ama?amientos sean cada vez de peor clase.
Las novelas finalistas ten¨ªan, seg¨²n Mars¨¦, un "nivel bajo, subterr¨¢neo en algunos tramos". ?Pero es que alguien ha dicho que en los premios Planeta de novela tenga alguna importancia la literatura? Mars¨¦ es un viejo animal literario, una especie tal vez en extinci¨®n. Por eso no ha querido avalar con su voto las dos obras que veremos muy pronto en los escaparates de las librer¨ªas. Dos, por lo que parece, libros en blanco echados a perder.
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