Algo inofensivo
El padre sabe que la poblaci¨®n de algunos lugares de Europa acumula Tamiflu, un medicamento con glamour que creen les salvar¨¢ de la pandemia anunciada. Pero el ni?o quiere un pajarito. Sin embargo, el padre no quiere arriesgarse, ahora no es posible comprar un pajarito para el nene con tranquilidad. Y adem¨¢s, ?a qui¨¦n se le ocurre pedir un pajarito ahora? No pod¨ªa tener mayor sentido de la oportunidad, este cr¨ªo. Pero est¨¢ empe?ado. ?Y qui¨¦n le dice ahora que es peligroso tener pajaritos?
El acojono le lleva a la risa tonta, y despu¨¦s de unos metros, murmura: "F¨ªjate que no s¨¦ si vamos a poder comprarlo. Creo que los pajaritos se han acabado. As¨ª que, si no hay, no te enfades". El caso es que la pel¨ªcula de Hichtcock, Los p¨¢jaros, fue obra de un visionario. A este paso, va a inspirar m¨¢s p¨¢nico una simple gallina correteando por el campo que un terrorista de Al Quaeda con una mochila repleta de bombas. Y es que la vida es as¨ª. ?Qu¨¦ da m¨¢s miedo a los vascos? Dentro de poco quiz¨¢s respondamos que los pajaritos. S¨ª, esas aves migratorias que no pueden ser detenidas por ning¨²n muro, y que se ciernen en nuestros cielos.
Volver¨¢n las oscuras golondrinas, piensa el padre, por la ruta del mar Negro y el Mediterr¨¢neo, o por la ruta del Atl¨¢ntico, mientras el ni?o pide un pajarito-un pajarito-un pajarito, porfa-porfa-porfa, y el padre baja hacia la Plaza Nueva agarrando de la mano a su hijo y pensando si los loros contagian m¨¢s que los p¨¢jaros peque?os, porque, claro, los loros no paran de chillar, y echan el aliento, y el ni?o sigue suplicando por un pajarito, solo uno. Pero no hay pajaritos para el nene. Cuando se adentran en el recinto de la plaza, intentando evitar las jaulas, el padre hace un esfuerzo inconsciente para no respirar y est¨¢ a punto de decirle al ni?o que no se acerque a los p¨¢jaros, pero se contiene. A¨²n as¨ª, no le va a comprar al ni?o nada que tenga alas. No, no hay pajaritos de colores para el nene.
No es ning¨²n crimen tratar de proteger a un hijo, por el contrario, es un deber para todo padre responsable. Es comprensible que, tras las ¨²ltimas informaciones sobre la futura pandemia, la ciudadan¨ªa se defienda como pueda. El padre se afana en explicar a su hijo lo inexplicable: "Los p¨¢jaros deber¨ªan estar libres, como cualquier otro animal. ?A ti te gustar¨ªa tener un pajarito encerrado en una jaula, priv¨¢ndole de su libertad? A m¨ª, no, desde luego". En un ¨²ltimo intento por quit¨¢rselo de la cabeza, exclama entusiasta: "?No prefieres una tar¨¢ntula, o una serpiente venenosa?"
"Algo inofensivo, para el ni?o", le dice a la madre horrorizada cuando llegan a casa.
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