Tomates, se?uelos y anfetaminas
No estoy seguro de que la estrategia de la comunicaci¨®n televisiva no responda a t¨¦rminos b¨¦licos y que su punto de partida sea considerar al espectador como un enemigo que hay que ganar para la causa o derrotar por abatimiento. Pero lo parece con demasiada frecuencia, m¨¢s que nada en la medida en que hace suyos, en programas de todo tipo (incluidos los menos populistas) los recursos de la publicidad. Los creativos de la publicidad saben que disponen de muy poco tiempo (veinte o treinta segundos) para comunicar un mensaje de car¨¢cter imperativo, y ese c¨®digo de la brevedad y la concisi¨®n espasm¨®dica ha acabado por convertirse en un h¨¢bito: el espectador dedica su atenci¨®n a lo que dura un anuncio, pero porque los canales de televisi¨®n han asumido como propia la misma estrategia de la publicidad: no hay espectador que dure m¨¢s de veinte o treinta segundos sin un se?uelo nuevo.
As¨ª es como Aqu¨ª hay tomate ha pasado a convertirse en la norma ling¨¹¨ªstica dominante. Si el programa dura cincuenta minutos, veinte o m¨¢s se van en anunciar lo que vamos a ver, que a su vez no dura m¨¢s de veinte o treinta segundos. Lo cierto es que el fen¨®meno da la raz¨®n a los te¨®ricos m¨¢s apocal¨ªpticos del medio: la televisi¨®n sit¨²a al espectador en una pasividad cercana a la castraci¨®n neuronal de la que hay que sacarlo cada veinte o treinta segundos para que no se quede sin deglutir el mensaje siguiente. En el caso de la cadena que emite Aqu¨ª hay tomate, todav¨ªa cabe el argumento de que el recurso a los mecanismos de la publicidad es inevitable en una empresa que se sostiene exclusivamente con los ingresos de la publicidad. Pero en el caso de las cadenas de car¨¢cter p¨²blico, las cosas deber¨ªan ser de otra manera.
Canal Sur tiene ahora en antena un programa nuevo, Frontera social, que es mucho m¨¢s interesante y mucho mejor de lo que los responsables de su formato le hacen parecer. El martes pasado se ocup¨® de cosas como el c¨¢ncer de mama y la conveniencia o no de legalizar la prostituci¨®n. Todo lo que se dijo era muy interesante. Pero en un solo minuto (cronometrado) fueron capaces de meter todo esto: el final del debate sobre la prostituci¨®n, el anuncio de que m¨¢s tarde se hablar¨ªa de la sonrisa como terapia a utilizar con ni?os, una brev¨ªsima informaci¨®n sobre la firma electr¨®nica y el principio de la informaci¨®n sobre el c¨¢ncer de mama. Todo se serv¨ªa, adem¨¢s, con una c¨¢mara girada (la misma que usa "el tomate") y con una incesante profusi¨®n de r¨®tulos, por abajo o en un lateral, que circulan por la pantalla anunciando lo que ven¨ªa despu¨¦s. ?No es esta preocupaci¨®n por el se?uelo una manera de entorpecer el acceso a lo que se quiere comunicar?
Es cuesti¨®n de calma: la vida se deja ver cuando se la mira con humildad y con calma. En el cap¨ªtulo de Gitanos Tres mujeres, el mon¨®logo de la abuela en la m¨¢quina de coser dio tiempo a que la oy¨¦ramos y la entendi¨¦ramos; fue un magn¨ªfico momento de televisi¨®n. ?Por qu¨¦ el resto, adem¨¢s de impostado y poco veros¨ªmil, tuvo que ser tan anfetam¨ªnico? ?Por qu¨¦ ning¨²n tema avanzaba m¨¢s all¨¢ del enunciado?
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