Carrillo recibe el doctorado 'honoris causa' con un elogio a la reconciliaci¨®n nacional
Dos detenidos despu¨¦s de que un reducido grupo de ultras intentara reventar el acto

"He llegado hasta el d¨ªa de hoy animado por el sue?o de otro mundo, un planeta poblado por mujeres y hombres plenamente libres. Mi generaci¨®n y las pasadas lo intentaron sin conseguirlo plenamente. Pongo mi esperanza en las nuevas generaciones". Con estas palabras concluy¨® Santiago Carrillo, secretario general del PCE de 1960 a 1982, su discurso tras recibir el t¨ªtulo de doctor honoris causa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Carrillo reivindic¨® la reconciliaci¨®n nacional, pero un grupo de unos 40 ultraderechistas trat¨® de reventar el acto al grito de "asesino". Hubo dos detenidos.
A pesar de algunas interrupciones y del ambiente tenso creado por los insultos, el acto de concesi¨®n del doctorado honoris causa a Carrillo se convirti¨® en una reivindicaci¨®n de la lucha antifranquista, de la fuerza de la pol¨ªtica y de un personaje que ya en 1956 plante¨® la necesidad de la reconciliaci¨®n nacional.
Carrillo (Gij¨®n, 1915) es pol¨ªtico casi desde ni?o. A los 13 a?os se incorpor¨® a las Juventudes Socialistas, y a los 19, en 1934, ya era secretario general. Luego se pas¨® al PCE y particip¨® activamente en la defensa de Madrid. Por eso este personaje clave de la transici¨®n reivindic¨® el papel de la pol¨ªtica. "La despreocupaci¨®n por la pol¨ªtica deja a los grupos financieros las manos libres para imponer un pensamiento que s¨®lo atiende a la defensa de sus intereses, el llamado pensamiento ¨²nico", clam¨® Carrillo, que culp¨® de ello a algunos pol¨ªticos, sin dar nombres. "Los que asumen la pol¨ªtica como una carrera, como una profesi¨®n para rodearse de una vida acomodada, son quienes han llevado al descr¨¦dito esta actividad que deber¨ªa atraer la participaci¨®n responsable de todos". Carrillo tuvo palabras amables para pol¨ªticos no profesionales como Manuel Aza?a, intelectual; Juan Negr¨ªn, bi¨®logo; Llu¨ªs Companys, abogado y periodista, y Dolores Ibarruri, ama de casa.
Su hijo Santiago tuvo que leer la mayor¨ªa del discurso porque Carrillo, que conserva su voz poderosa y su verbo elocuente, ha perdido mucha vista. Pero sus ideas siguen intactas. "Soy un veterano comunista que ha alentado toda la vida un sue?o: hacer una Espa?a y un mundo m¨¢s justo, m¨¢s igualitario, m¨¢s pac¨ªfico y m¨¢s libre". La laudatio, el discurso introductorio, a cargo del profesor Cayetano L¨®pez, se centr¨® en la contribuci¨®n de Carrillo a la reconciliaci¨®n nacional, "una tarea que no era f¨¢cil y, por lo visto, en el futuro ser¨¢ tambi¨¦n dif¨ªcil". El rector, ?ngel Gabilondo, aprovech¨® el momento para reivindicar a personajes como ¨¦ste que, "frente a los discursos airados, los esl¨®ganes y los titulares, prefiere los argumentos".
Las p¨¢ginas de Internet del entorno ultraderechista y el programa de Federico Jim¨¦nez Losantos en la Cadena Cope, propiedad de la Conferencia Episcopal, hab¨ªan animado la protesta contra la concesi¨®n del t¨ªtulo acad¨¦mico a una de las mayores bestias negras del franquismo. A la Aut¨®noma llegaron unos 40. Los m¨¢s j¨®venes estaban esper¨¢ndole fuera de la sala donde se celebraba el acto. La tensi¨®n fue creciendo y al final, cuando comenzaron a gritar "asesino, asesino", "genocida", "por qu¨¦ no le dais el premio a Milosevic" y frases parecidas, un gran grupo de universitarios trat¨® de acallar sus gritos con el de "fuera fascistas de la universidad".
Un ultraderechista cogi¨® entonces una papelera y la tir¨® contra los estudiantes, pero golpe¨® una c¨¢mara de televisi¨®n. Se arm¨® una algarab¨ªa con empujones, patadas y pu?etazos que acab¨® con los fascistas corriendo fuera de la universidad, dos detenidos -entre ellos, el que tir¨® la papelera-, y muchos nervios, pero nada m¨¢s. "Es que nosotros somos 10 y ellos 300, nos est¨¢n provocando", se justificaba un ultra a la salida con un polic¨ªa que le recriminaba. "?No pasar¨¢n!", gritaban los estudiantes. "Pasamos, pasamos", contestaba un ultra de poco m¨¢s de 20 a?os.
Dentro de la sala, un peque?o grupo de personas mayores interrumpi¨® a los oradores en varias ocasiones, hasta que fueron expulsadas. La mayor¨ªa dec¨ªan ser familiares de v¨ªctimas de la tragedia de Paracuellos del Jarama (Madrid), un fusilamiento masivo de civiles del bando nacional del que el franquismo culp¨® a Carrillo, aunque ¨¦l siempre ha negado esa responsabilidad. El veterano pol¨ªtico sali¨® por la puerta de atr¨¢s para evitar a los ultras, y poco despu¨¦s, con un cigarrillo en la boca, se re¨ªa: "As¨ª tiene un poco m¨¢s de picante este acto tan emocionante". Un poco m¨¢s serio, coment¨® para la prensa: "Desde la Transici¨®n les hemos perdonado, tambi¨¦n a ellos, nos hemos perdonado todos. Si no comprenden eso, no s¨¦ si tienen el derecho a llamarse espa?oles. No comprendo c¨®mo muchachos de hoy pueden hacer suyos los odios de hace sesenta a?os".

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