Una esquina m¨ªtica de Madrid
Pablo Neruda vivi¨® en la Casa de las Flores, un edificio singular
Existen en Madrid rincones que fueron punto de encuentro de las m¨¢s geniales personalidades, manzanas de edificios que ocultan deliciosas sorpresas en su interior. Como la Casa de las Flores de Secundino Zuazo, lugar de residencia de Pablo Neruda a su paso por la capital como c¨®nsul de Chile entre 1934 y 1936.
Considerado una de las obras m¨¢s representativas de la arquitectura madrile?a del siglo XX, este edificio se levant¨® en un barrio con nombre de pol¨ªtico liberal, Agust¨ªn Arg¨¹elles. Y liberal era tambi¨¦n su ambiente (en oposici¨®n al del barrio de Salamanca), con vecinos como Benito P¨¦rez Gald¨®s o los Baroja, y visitantes asiduos como Ram¨®n del Valle-Incl¨¢n, Vicente Aleixandre, Aza?a o Pablo Iglesias. Unos y otros frecuentaban las imprentas y las tabernas de esa zona del extremo noroeste, privilegiada con unos fant¨¢sticos atardeceres que le valieron el t¨ªtulo de "la cornisa de Madrid".
All¨ª va a dar el poeta chileno Pablo Neruda tras un breve paso por Barcelona y su prolongado periplo asi¨¢tico por Rang¨²n, Colombo, Batavia y Singapur, que defini¨® en sus memorias como la ¨¦poca m¨¢s solitaria de su vida. A la tristeza de los fumaderos de opio sucede el bullicio de las tabernas madrile?as; al "estremecimiento de soledad", "el sabor de la compa?¨ªa humana" desde que Neruda se baja del tren y se encuentra a Garc¨ªa Lorca: "Me esperaba ¨¦l solo en la estaci¨®n de invierno. Pero ese hombre era Espa?a y se llamaba Federico".
El autor de Veinte poemas de amor y una canci¨®n desesperada, que acaba de cumplir 30 a?os, har¨¢ grandes amigos dentro de la Generaci¨®n del 27 y formar¨¢ un cuarteto inseparable con Lorca, Miguel Hern¨¢ndez ("... tan campesino que llevaba un aura de tierra en torno a ¨¦l... Viv¨ªa y escrib¨ªa en mi casa") y Rafael Alberti, quien le convenci¨® de que alquilara un piso cerca de su ¨¢tico en Arg¨¹elles.
Un edificio innovador
La Casa de las Flores era entonces un conjunto que se hab¨ªa terminado de construir dos a?os antes, seg¨²n el proyecto de Secundino Zuazo, que hab¨ªa tratado de "innovar a partir de la tradici¨®n", seg¨²n la profesora de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid Lilia Maure, autora de la tesis Zuazo, sobre la obra del arquitecto bilba¨ªno. "Frente al esquema alem¨¢n, que busca un modelo de vivienda ideal, Zuazo se basa en el concepto de manzana abierta y lo actualiza fij¨¢ndose en las f¨®rmulas holandesas que se estaban aplicando en Amsterdam Sur". Como material, se decant¨® por el ladrillo rojo, m¨¢s local y tradicional que el hormig¨®n con el que Le Corbusier marcaba tendencia. En los portales, arcos neomud¨¦jares.
Zuazo convirti¨® la calle en una habitaci¨®n exterior de la casa, gracias a los patios interiores y un gran parque central.Pero este maestro de la arquitectura racionalista, con cerca de 300 proyectos a lo largo de su vida y numerosos disc¨ªpulos, figura imprescindible en la apertura de la prolongaci¨®n del paseo de la Castellana y autor del proyecto de los Nuevos Ministerios, iniciado durante la II Rep¨²blica, no volvi¨® a recibir otro encargo similar. El ejemplo de las Flores no cundi¨® ni en el ensanche ni en el centro. Por eso encontrar hoy la casa de Neruda en Madrid es muy f¨¢cil, pero encontrar otra casa como la de Neruda, casi imposible.
No es extra?o que Neruda eligiera las Flores. Hasta entonces hab¨ªa estado malviviendo en pensiones, durmiendo en camas de campa?a, pero entonces empieza una etapa en que la casa ocupa un papel central. Hizo derribar un muro interior y la convirti¨® en centro de reuni¨®n.
El arquitecto Luis Lacasa, los pintores Jos¨¦ Caballero y Maruja Mallo, el m¨²sico chileno Acario Cotapos y los poetas del 27 se congregaban en torno a una mesa en que no faltaban el queso y el jam¨®n, el vino de Valdepe?as y el ponche. El pintor Manuel ?ngeles Ortiz no olvida "esos ponches tremendos de Neruda, que estaban muy ricos, pero se cog¨ªan unas tundas de miedo. Creo que mi m¨¢s grande borrachera la cog¨ª all¨ª. Me metieron en una habitaci¨®n y empec¨¦ a vomitar. En esto que entra Alberti. Y no s¨¦ c¨®mo yo hab¨ªa devuelto encima de unos calcetines que estaban en el suelo. Y cuando lo vio Rafael me dijo: 'Es la primera vez que veo a un borracho que vomita calcetines".
An¨¦cdotas del d¨ªa a d¨ªa
En ese escenario conoce Neruda a Delia del Carril, mujer militante dentro de la Alianza de Intelectuales, 20 a?os mayor que ¨¦l. Y se enamora. All¨ª se representa la ¨¦pica de lo cotidiano. All¨ª Neruda le aconseja a Miguel Hern¨¢ndez buscarse un trabajo por medio de un vizconde que ¨¦l conoce, y ¨¦ste le responde: "?No podr¨ªa el vizcon encomendarme un reba?o de cabras por aqu¨ª cerca de Madrid?". An¨¦cdotas del d¨ªa a d¨ªa que el poeta convierte en acontecimientos y le devuelven "la perdurable felicidad de vivir y crear".
En 1936 estalla la Guerra Civil y la Casa de las Flores se convierte en frente de batalla. Cambi¨® de manos varias veces y sirvi¨® adem¨¢s de c¨¢rcel y arsenal. Algunos vecinos aseguran que el jard¨ªn interior se convirti¨® en campo de fusilamiento. "... Mi casa qued¨® entre los dos sectores... De un lado avanzaban moros e italianos... De ac¨¢ avanzaban, retroced¨ªan o se paraban los defensores de Madrid... Por las paredes hab¨ªa entrado la artiller¨ªa... Las ventanas se partieron en pedacitos... Restos de plomo encontr¨¦ en el suelo, entre mis libros... Pero mis m¨¢scaras se hab¨ªan ido... Mis m¨¢scaras, recogidas en Siam, en Bali, en Sumatra, en el archipi¨¦lago malayo, en Bandoeng...". Con estas palabras rememora Neruda el final abrupto de su estancia en Madrid.
El poeta ya no volver¨ªa a pasearse con su caminar cansino por delante de la cervecer¨ªa de los bajos de su casa, en la que Neruda sol¨ªa pedir pesca¨ªto frito; y si hab¨ªa, palometa. Hoy esa esquina la ocupa un banco. Enfrente, un bar anuncia empanadas chilenas, pero no es un homenaje al poeta, sino una casualidad. S¨ª lo son, en cambio, la estatua y la avenida que Pablo Neruda tiene en el madrile?o barrio de Vallecas, o la placa que el alcalde Tierno Galv¨¢n mand¨® colocar en 1981 y que descubri¨® Rafael Alberti. "Madrid recuerda a Pablo Neruda", se puede leer en la inscripci¨®n dedicada al poeta que vivi¨® cinco pisos m¨¢s arriba. En los balcones cada vez quedan menos flores. Y la placa nerudiana se encuentra sobre un cajero autom¨¢tico. Junto a ¨¦l, un letrero en letras rojas anuncia una revoluci¨®n. Pero hay que seguir leyendo para entenderlo: "Revoluci¨®n: ha llegado la hipoteca que revolucionar¨¢ el mercado".
GU?A PR?CTICA
Pinchos y vinos- Bar Morales El At¨®mico (915 43 67 00). Mel¨¦ndez Vald¨¦s, 58. Casa fundada en 1951, toma el nombre de un pincho de anchoa y pepino.- Bar Rosado (915 43 10 83). Mel¨¦ndez Vald¨¦s, esquina con Hilari¨®n Eslava. Abierto en 1944 en un antiguo consultorio m¨¦dico, buenos vinos (Rioja, Cacabelos, Ribera del Duero...) hacen que pase mejor la cecina de Le¨®n.- Caf¨¦-Restaurante El Pimental (915 44 10 90). Rodr¨ªguez San Pedro, 67. Cocina casera acompa?ada de copiosas ensaladas.- La antigua plantaci¨®n (915 43 94 68). Fernando el Cat¨®lico, 76. A la vuelta de la manzana, una gran tienda de t¨¦s que surte a muchos lugares de Espa?a.Informaci¨®n- Oficina de Turismo de Madrid (915 88 16 36).- www.munimadrid.es.
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