De las balas a las baladas
James Blunt ofrece una tentadora tarjeta de presentaci¨®n. Durante la guerra de los Balcanes comand¨® a miles de soldados del Ej¨¦rcito brit¨¢nico. Ahora es el cantautor de moda en Europa con baladas que van directas al coraz¨®n como 'You're beautiful'.
Faltan dos meses para empezar con los res¨²menes, pero sin duda el fen¨®meno musical de este 2005 tiene ya nombre y apellido. Se llama James Blunt, naci¨® hace 28 a?os en la localidad inglesa de Hampshire y hasta hace poco, muy poco, era un perfecto desconocido. Hoy, con un ¨²nico ¨¢lbum en la calle, domina las listas de ventas de su pa¨ªs, y la maquinaria promocional que lo arropa prepara a conciencia el asalto al resto del planeta. Hablemos de n¨²meros: en el Reino Unido, Back to Bedlam, su deb¨², lleva m¨¢s de un mill¨®n y medio de copias despachadas, ha estado ocho semanas seguidas en lo m¨¢s alto de las listas de ventas, y en ese ring que ahora es el mercado discogr¨¢fico, el aspirante se pelea con lo nuevo de los Stones y David Gray tras haber noqueado a unos colosos absolutos como son Coldplay. "Imagino que a los de su sello no les har¨¦ mucha gracia, pero dudo mucho que ellos est¨¦n preocupados. A su lado soy un pececillo", responde el aludido al compararse con la banda del medi¨¢tico Chris Martin.
"En el ej¨¦rcito fui testigo de c¨®mo a veces los seres humanos nos transformamos en simples animales"
"Ibiza me gusta mucho? ?Que por qu¨¦ vengo tanto a Espa?a? Mire esto", dice sonriente apuntando al cielo
Madrid, v¨ªsperas de comenzar el oto?o. Son casi las cinco de la tarde, el term¨®metro rebasa los 30 grados, cielo despejado y un sol de justicia capaz de tumbar a cualquier mortal. Pero el astro rey, ese democr¨¢tico factor ante el cual un hooligan y un sir son la misma cosa, no asusta al cantautor que ahora mismo est¨¢ en boca de todos. Al entrar en la habitaci¨®n que ocupa en un hotel de la Gran V¨ªa, aparece con el torso desnudo, gafas inmensas y unos vaqueros gastados. Y arremangados hasta la rodilla para que sus pies puedan chapotear libremente en el jacuzzi que domina la terraza. Junto a ¨¦ste, un bote de crema con la inscripci¨®n "Sahara tested" que se adivina insuficiente para combatir el color gamb¨®n de su piel. "?Le importa que hagamos la entrevista aqu¨ª?", pregunta mientras invita al periodista a remojarse con ¨¦l. Un par de metros m¨¢s all¨¢, cual lolita, languidece una rubia, tambi¨¦n brit¨¢nica, cubierta por un sensual vestido de colorines. Lanza alguna mirada mientras hojea un The Times, pero no dice ni mu. Parece superar la mayor¨ªa de edad. Por los pelos. "No, no es mi novia", advierte. "Ha venido hoy para estar conmigo y ma?ana vuelve a casa. Digamos que es alguien que anima mis viajes", se pavonea sin cortarse. Espa?a es la en¨¦sima etapa de la fren¨¦tica gira promocional de esta nueva estrella. Reci¨¦n llegado de Amsterdam y Berl¨ªn, apenas transcurrir¨¢n 24 horas antes de volar a Copenhague. Parece que est¨¢ decidido a llenar los pocos huecos en blanco que quedan en su agenda con eso del sexo, drogas y rock and roll. Con lo primero ya se ha puesto. Es su momento.
El momento de desfogarse tras una adolescencia que transcurri¨® en un internado para chicos. Y tras un intento fallido de licenciarse en ingenier¨ªa aeron¨¢utica, directo al campo de batalla. El soldado Blunt vivi¨® dentro de un tanque el conflicto de los Balcanes, primero esquivando bombas en la frontera de Macedonia con Kosovo y luego en tareas de pacificaci¨®n. Fue el primero que pis¨® Pristina tras la masacre, al frente, con poco m¨¢s de 20 a?os, de batallones con miles de hombres. "No es que fuera el l¨ªder, simplemente los guiaba, era el que le¨ªa el mapa. En una guerra es normal que el que va delante sea tan joven. As¨ª, si muere, a¨²n queda por detr¨¢s gente m¨¢s experta", dice con una sonrisa turbadora. "Para m¨ª s¨®lo era un trabajo. El ej¨¦rcito paga tus estudios y en ese momento se establece un contrato que te obliga a estar con ellos durante cuatro a?os. No ten¨ªa otra elecci¨®n". Y a?ade: "Me ense?aron muchas cosas y viaj¨¦ por todo el mundo, aunque tambi¨¦n fui testigo de mucho horror. Aprend¨ª sobre la tragedia de las civilizaciones, de c¨®mo a veces los seres humanos nos derrumbamos para transformarnos en simples animales. Pero repito, s¨®lo era un trabajo".
El James Blunt artista se esmera en quitar hierro al pasado militar. Su herencia la resume en experiencias que, en menor o mayor grado, se reflejan en alguna canci¨®n, como Cry y especialmente en No Bravery, escrita en el mismo Kosovo durante 1999, y las muchas horas que se pas¨® con su inseparable guitarra matando el aburrimiento entre maniobras. A los 14 a?os ya ten¨ªa claro que iba a dedicarse a la m¨²sica; lo del ej¨¦rcito, seg¨²n ¨¦l, era un mero tr¨¢mite. Pero sin entrar en las virtudes y defectos de su laureado estreno, del que ya se hablar¨¢ m¨¢s adelante, no hay quien pueda negar la evidencia. Esa que habla del peso espec¨ªfico de una historia tan at¨ªpica y suculenta como la suya en la campa?a de lanzamiento ideada por su compa?¨ªa. Y en un mercado tan homog¨¦neo como el musical, en el que hace falta mucho m¨¢s que un buen disco para desmarcarse, ning¨²n responsable de marketing ser¨ªa tan insensato como para desaprovechar tal ocasi¨®n: el soldado que se pas¨® a cantautor. Basta con leer las notas de prensa difundidas entre periodistas, las im¨¢genes de su cabeza rapada asomando por un tanque publicadas en peri¨®dicos o un v¨ªdeo grabado por el propio artista en pleno campo de batalla emitido en m¨¢s de un telediario.
"Veo que todas sus preguntas van sobre lo mismo. De haber sido banquero, ?le importar¨ªa tanto mi anterior trabajo?", inquiere en la ¨²nica fase en que se le altera su fr¨ªo temple. "Me molesta que me analicen por lo que fui. Usted no puede clasificar a las personas de este modo. Imagino que siendo soldado es muy f¨¢cil caer en este error: todos llevamos el mismo uniforme y, como todos tenemos el mismo aspecto, eso lleva a pensar que todos somos iguales. Pero no, en el ej¨¦rcito cada uno tiene su personalidad". Y de ah¨ª, a meterse en piel ajena: "Creo que en Espa?a les dan ustedes m¨¢s importancia a estos temas, a la pol¨ªtica. Por su proximidad a Oriente Pr¨®ximo, por las bombas de Madrid? Hay m¨¢s sentimientos en juego. Bueno, si yo fuera norteamericano y estuviera en Estados Unidos, usted tendr¨ªa m¨¢s raz¨®n. Pero en Inglaterra no se siente tanto ese tipo de orgullo nacional, al hablar de esto somos m¨¢s c¨ªnicos. Mucho m¨¢s".
Pasemos p¨¢gina. El entrevistado vuelve al automatismo de sus respuestas. Su peque?a figura, que apenas supera el metro setenta, sigue disfrutando de las bondades del clima ib¨¦rico. Su "animadora" no aguanta tanto desaf¨ªo a los rayos solares y se refugia en el interior de la habitaci¨®n. Hablamos del disco. Aparte de las dos que cierran, citadas anteriormente, el resto de canciones supuran romanticismo, a menudo fatalista, por los cuatro costados. El ejemplo m¨¢s claro, You're beautiful, el single que desde hace semanas inunda las ondas hercianas de nuestro pa¨ªs. Canciones que se fueron gestando a partir de su ¨²ltimo a?o en el ej¨¦rcito, cuando, ya ascendido a capit¨¢n, le asignaron como misi¨®n guardar las espaldas de la reina de Inglaterra montado a caballo.
En 2002 abandon¨® lo militar, pero no su disciplina. Y as¨ª retom¨® ese sue?o de adolescencia, cuando descubri¨® la guitarra el¨¦ctrica, a Nirvana, Pixies, The Doors y Jimmy Hendrix. Primero, buscando c¨®mplices para su aventura; despu¨¦s, fogue¨¢ndose en peque?os escenarios. Uno de esos conciertos primerizos es presenciado por un cazatalentos de la misma oficina de management que Elton John? La mecha se enciende.
El pasado a?o, con apenas una maqueta en plan aficionado, ejerce de telonero en la gira del histri¨®nico cantante. O lo que es lo mismo, en un santiam¨¦n pasa de tocar ante decenas de personas a hacerlo en macrorrecintos llenos hasta la bandera. Y ya con el disco publicado, act¨²a en el pasado festival de Glastonbury, una de las principales citas musicales del verano brit¨¢nico. "No he acusado para nada este cambio tan repentino. La verdad es que cuando salto a este tipo de escenarios me siento bastante relajado. Tengo una gran banda. Y si me olvido de las letras, no pasa nada: ahora mismo, la gente que acude a mis directos ya se las sabe de memoria", admite orgulloso. Back to Bedlam, algo as¨ª como "regreso a la locura", se finiquit¨® hace un par de a?os en Los ?ngeles bajo el auspicio de su mentora, Linda Perry, ex 4 Non Blondes, art¨ªfice de algunos ¨¦xitos de Pink y Christina Aguilera y activista feminista, as¨ª como el productor Tom Rothrock (Beck, Elliott Smith).
Igual de importante fue el papel de Carrie Fisher, actriz norteamericana que, entre otros papeles, dio cuerpo y alma a la princesa Leia de Star wars. Amiga de la familia de una novia de James Blunt, lo invit¨® a alojarse en su mansi¨®n de Hollywood durante la grabaci¨®n del ¨¢lbum. "Sin ella no hubiera aguantado tanto tiempo solo en esa ciudad", reconoce. "Pero ya sabe c¨®mo es esa gente. En uno de los ba?os de la casa hab¨ªa un piano. Y es donde compuse Goodbye my lover. Me encontraba tan c¨®modo que al final decidimos grabarla ah¨ª mismo, s¨®lo era cuesti¨®n de poner unos micros. El estudio a veces es demasiado fr¨ªo, y en ese sitio me sent¨ªa de lo m¨¢s c¨®modo".
An¨¦cdotas aparte, Back to Bedlam es la culminaci¨®n de un plan sin apenas fisuras. Aparte del empujoncito que ha supuesto su at¨ªpica biograf¨ªa y el haberse cruzado con un t¨®tem como Elton John, al ¨¢lbum hay que sumarle tambi¨¦n una voz singular en la que no se adivina el sexo del int¨¦rprete y canciones pop para tararear interpretadas por un chico con tir¨®n femenino que por norma muestra exquisitos modales. En fin, lo del yerno que toda madre quisiera tener. Y eso se refleja en lo variado del p¨²blico que atrae. As¨ª se pudo comprobar el pasado septiembre en un bolo de dimensiones muy reducidas que ofreci¨® en la FNAC de Callao, en pleno centro madrile?o.
Hab¨ªa adolescentes que llevaban horas haciendo cola, ellas en su gran mayor¨ªa, con el nombre del cantante escrito en sus frentes. O el caso de Elena y C¨¦sar, ambos rallando la treintena, rendidos ante su nuevo descubrimiento. La primera, por su parecido musical con Tracy Chapman. El otro, fan irredento de los desaparecidos Deacon Blue, ya que quien fue su l¨ªder, Ricky Ross, es el autor de High, el tema que abre el ¨¢lbum de Blunt. Tambi¨¦n hab¨ªa conocidos como Julio Ruiz, el locutor de Radio 3, acompa?ando a su hijo. "Bueno, no es lo m¨ªo", se excusa. "Pero ojal¨¢ todo el mainstream fuera as¨ª". Blunt toc¨® pocas canciones, acompa?ado de unos teclados, su guitarra ac¨²stica y los pertinentes comentarios de cara a la galer¨ªa. Aparte de varios "gracias" y alusiones al drama de las guerras, lo ¨²nico que solt¨® en castellano, mirando fijamente a las chicas que se agolpaban en primera fila, fue un "utiliza condones". Vaya, el chico lo tiene todo.
M¨¢s all¨¢ del producto, la figura de James Blunt encierra tambi¨¦n una peque?a historia de superaci¨®n personal que termina de redondear la ecuaci¨®n. En¨¦simo escal¨®n de una saga militar (dice su biograf¨ªa que el primero del ¨¢rbol geneal¨®gico en empu?ar un arma data del a?o 995), su madre fue la ¨²nica que le dio bola. Ella le empuj¨® a aprender a tocar el viol¨ªn y el piano con apenas siete a?os. "En casa, el ¨²nico sitio donde se escuchaba m¨²sica era en el coche. Y siempre los mismos CD: Beatles, Beach Boys y cosas cl¨¢sicas? Para mi padre, la m¨²sica era poco m¨¢s que ruido. ?l quer¨ªa que recibiera una educaci¨®n al estilo tradicional. Y por eso lo del ej¨¦rcito. Seg¨²n ¨¦l, ello me asegurar¨ªa un trabajo estable y un futuro; lo de ser m¨²sico lo ve¨ªa demasiado arriesgado", recuerda en tono sard¨®nico antes de lanzar, jocoso, una advertencia. "S¨ª, en cierto modo se parece a la pel¨ªcula de Billy Elliot. Pero que quede claro, yo no me acuesto con mi productor".
Un nombre m¨¢s a a?adir a una ilustre lista de m¨²sicos cuyas vidas incluyen alg¨²n cap¨ªtulo castrense. El mismo Elvis, por ejemplo. Y otro cantautor brit¨¢nico como Billy Bragg, que opt¨® por comprar su libertad al ej¨¦rcito por 175 libras. "Jimmy Hendrix era del cuerpo de paracaidistas", apunta el entrevistado sobre uno de sus ¨ªdolos de adolescencia, quien, se rumorea, acab¨® libr¨¢ndose de ir a Vietnam tras hacerse pasar por gay.
Fin de la charla. James Blunt se pone la camiseta para iniciar su en¨¦sima sesi¨®n fotogr¨¢fica. Eso s¨ª, sin apartarse del radiante sol. "De peque?o me cuidaron un par de au-pairs espa?olas, creo que una era de Barcelona, y la otra, de Madrid. Llevo ya un par de videoclips rodados en Mallorca y Tenerife [You're beautiful y High, respectivamente], y con mis amigos he pasado unas vacaciones en un pueblo de monta?a al norte de M¨¢laga y he venido seis veces a Ibiza. En plan tranquilo. La isla me gusta mucho, menos San Antonio, que, pido mis disculpas, est¨¢ inundado de turistas ingleses. ?Que por qu¨¦ vengo tanto a Espa?a? Mire esto?", dice sonriente apuntando al cielo.
Pero en la cima, toda estrella en ciernes tiene su v¨¦rtigo. Y sus temores. El de Blunt: "Vivir solo; peor a¨²n, morir solo". Lo dice influido por el ritmo que lleva desde principios de a?o: apenas un par de d¨ªas al mes en su piso de Londres. Al final ha optado por dejarlo, meterlo todo en cajas y mandarlas a casa de sus padres. Y este octubre, una gira por el Reino Unido con todo agotado. Y luego, directo a EE UU.
Tambi¨¦n cabe la posibilidad de que, como reservista que es, el Ej¨¦rcito brit¨¢nico vuelva a llamarlo a filas en el futuro. "Eso no me da miedo", dice con una seguridad aplastante. "M¨ªreme. Con esta melena y esta pinta jipiosa, ?cree que van a hacerlo?".
'Back to Bedlam' est¨¢ publicado por Atlantic. M¨¢s en: www.jamesblunt.com.
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