El futuro pol¨ªtico de Kosovo
Desde la desmembraci¨®n de Yugoslavia, iniciada a comienzos de la d¨¦cada de 1990, Estados Unidos y sus aliados europeos han defendido incondicionalmente los valores c¨ªvicos en los Balcanes, esforz¨¢ndose por conservar los Estados multi¨¦tnicos que en su d¨ªa constituyeron una Yugoslavia federal. Sin embargo, en la actualidad, ha llegado el momento de dejar que el pragmatismo triunfe sobre los principios, y avanzar con decisi¨®n hacia la independencia de Kosovo. Esta provincia meridional de Serbia ha estado bajo Administraci¨®n internacional desde que la OTAN intervino en 1999 para detener el asesinato y deportaci¨®n de albaneses por parte de las fuerzas de Milosevic. Finalmente, la comunidad internacional, deseosa de reducir su responsabilidad en la regi¨®n y enfrentada a la creciente impaciencia de los albano-kosovares, se prepara para negociar el futuro pol¨ªtico de Kosovo.
De los dos millones de habitantes de la provincia, alrededor del 90% son albaneses, mientras que el resto son principalmente serbios. Belgrado insiste en que Kosovo siga bajo soberan¨ªa serbia, aduciendo que ha sido la patria ancestral de los serbios y que en ella se encuentran importantes templos y monasterios de su iglesia ortodoxa. En t¨¦rminos m¨¢s generales, la separaci¨®n entre Kosovo y Serbia suscita oposici¨®n porque preocupa que la redefinici¨®n de las demarcaciones seg¨²n principios ¨¦tnicos pueda desestabilizar las fronteras cercanas de Macedonia, Montenegro y Bosnia. No obstante, la dura realidad sobre el terreno hace que la independencia sea la ¨²nica opci¨®n viable. En el limbo actual, las relaciones entre la mayor¨ªa albanesa, mayoritariamente musulmana, y la minor¨ªa serbia, principalmente cristiana ortodoxa, est¨¢n al rojo vivo. Los dirigentes albaneses de Pristina, que gobiernan Kosovo en una inc¨®moda asociaci¨®n con las autoridades de la ONU, no quieren tener nada que ver con Belgrado. Y los albaneses contin¨²an devolviendo la moneda de la discriminaci¨®n ¨¦tnica que sufrieron durante los a?os noventa, dejando a los serbios aislados en enclaves fortificados y empobrecidos. Muros de hostilidad dividen a las dos comunidades; ni el esp¨ªritu ni la realidad de una sociedad multi¨¦tnica existen en parte alguna.
Los imperativos de la estabilidad exigen que se sacrifique el principio multi¨¦tnico; pretender otra cosa y negar o posponer la independencia supone arriesgarse a volver al desorden y al derramamiento de sangre. Kosovo ya est¨¢ fuera de la ¨®rbita serbia y los albano-kosovares no ceden en su deseo de separaci¨®n formal, lo cual hace pr¨¢cticamente imposible concebir el mantenimiento de la soberan¨ªa serbia. Por desgracia, esto es lo que tiene en mente el Gobierno de Belgrado. "Menos que la independencia, m¨¢s que la autonom¨ªa" es su posici¨®n, seg¨²n la cual Kosovo gestionar¨ªa en gran medida sus propios asuntos, pero manteni¨¦ndose nominalmente dentro de Serbia y renunciando a su representaci¨®n en el extranjero. El Gobierno serbio sostiene que un Kosovo independiente no s¨®lo pondr¨ªa en peligro a los serbios que viven all¨ª, sino que tambi¨¦n amenazar¨ªa la democracia en la propia Serbia, al fortalecer a los nacionalistas extremistas.
Sin embargo, la independencia de Kosovo no deber¨ªa ser reh¨¦n de la falta de confianza que tiene Serbia en sus propias fuerzas para comportarse con responsabilidad. Estados Unidos y sus socios europeos mimaron al nacionalismo serbio durante gran parte de la d¨¦cada de 1990. El resultado fue un gran derramamiento de sangre. Hoy en d¨ªa es preciso erradicar, no contener, los instintos m¨¢s oscuros de Serbia. Es cierto que los nacionalistas extremistas podr¨ªan llegar al poder en Serbia una vez que Kosovo logre la independencia. Pero si Belgrado se vuelve m¨¢s beligerante y su rumbo se aparta de la integraci¨®n en Europa, los serbios s¨®lo conseguir¨¢n aislar y empobrecer a¨²n m¨¢s su pa¨ªs, dejando claro que el programa nacionalista les ha conducido a un callej¨®n sin salida. En lugar de amenazar con la posibilidad de situaciones apocal¨ªpticas si Serbia pierde su te¨®rica soberan¨ªa sobre Kosovo, los l¨ªderes serbios deber¨ªan hacer justo lo contrario: hablar de la vida tras la separaci¨®n, preparando como es debido a la opini¨®n p¨²blica.
La comunidad internacional, mientras va apartando suavemente a Kosovo de la soberan¨ªa serbia, deber¨ªa supeditar su independencia a tres condiciones. En primer lugar, Pristina ha de implantar los mecanismos esenciales para que un Estado funcione. Eso significa consolidar las instituciones democr¨¢ticas y el sistema de derecho, tomar medidas en¨¦rgicas contra la corrupci¨®n y la delincuencia y corregir la pobreza y el desempleo generalizados. En segundo lugar, Pristina tiene que garantizar el bienestar de los serbios que elijan quedarse despu¨¦s de la independencia. Cuando Kosovo escape al control de Belgrado, los albaneses moderados deben aprovechar la oportunidad para neutralizar a las voces m¨¢s radicales y fomentar la tolerancia. Dentro de este esfuerzo por salvaguardar los derechos de las minor¨ªas, Pristina tambi¨¦n tendr¨ªa que aceptar la supervisi¨®n internacional de los lugares cristianos importantes que hay por todo Kosovo, garantizando su seguridad y su accesibilidad. En tercer lugar -y ¨¦ste es el tema m¨¢s pol¨¦mico-, la comunidad internacional deber¨ªa reconsiderar su oposici¨®n frontal a la partici¨®n de Kosovo, indicando, por el contrario, que est¨¢ dispuesta a aceptarla, siempre que tanto Pristina como Belgrado la refrenden. Al norte, desde el r¨ªo Ibar hasta la frontera con Serbia propiamente dicha, Kosovo est¨¢ poblado casi exclusivamente por serbios. Esta zona representa alrededor del 15% del territorio de la provincia y contiene en torno a un tercio de sus serbios. Pristina no tiene pretensiones de poder gobernar la regi¨®n, que sigue funcionando en muchos aspectos como una parte de Serbia.
Conceder el norte de Kosovo a Serbia mientras el resto de la provincia accede a la independencia librar¨ªa a Pristina de la absurda tarea de tratar de lograr el control de una regi¨®n que, pase lo que pase, pretende mantener sus v¨ªnculos con Belgrado. Si Pristina abandonara cualquier esperanza de intercambiar el norte de Kosovo por los enclaves albaneses del sur de Serbia, la partici¨®n tambi¨¦n representar¨ªa una especie de cesi¨®n, que quiz¨¢ ofreciera a Belgrado incentivos suficientes para llegar a un acuerdo. Para que Kosovo se separe pac¨ªficamente de Serbia ser¨¢n necesarias varias materias primas hasta el momento peligrosamente escasas: una diplomacia h¨¢bil por parte de la comunidad internacional, valent¨ªa entre los dirigentes de Belgrado y un buen gobierno por parte de los albano-kosovares. No obstante, la independencia de Kosovo es la mejor esperanza para saldar una de las enemistades m¨¢s insolubles de la regi¨®n, derrotar los vestigios del extremismo nacionalista serbio y sentar las bases para una pol¨ªtica balc¨¢nica m¨¢s centrada en las oportunidades del futuro que en los errores del pasado.
Charles A. Kupchan es catedr¨¢tico de Asuntos Internacionales en la Universidad de Georgetown y miembro directivo del Council on Foreign Relations. Traducci¨®n de News Clips.
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