La Casa Blanca, contra las cuerdas
El 'caso Plame', la guerra de Irak y el hurac¨¢n Katrina colocan a Bush en su peor momento
Por una parte, podr¨ªa haber sido a¨²n peor; por otra, esto no ha terminado. El procesamiento de Lewis Libby, jefe de gabinete del vicepresidente, Dick Cheney, es un duro golpe que la Casa Blanca encaja en el c¨ªrculo m¨¢s cercano al poder, aunque hubiera sido mucho m¨¢s devastador que el hombre se?alado por la justicia hubiese sido Karl Rove, el consejero ¨¢ulico del presidente. Pero las desgracias de este aciago oto?o de George W. Bush, que empezaron hace dos meses con el hurac¨¢n Katrina, no acaban aqu¨ª. La dimisi¨®n de Libby y la marca que queda sobre Cheney abren una seria v¨ªa de agua en una Casa Blanca que llevaba casi cinco a?os funcionando como una divisi¨®n acorazada, sin grietas ni filtraciones.
El 51% de los estadounidenses considera que derrocar a Sadam fue un error
El juicio de Libby, adem¨¢s de la lupa que se coloca sobre Rove, compromete el resto del mandato de Bush, que tiene otros problemas muy graves. Uno ha estallado esta semana: la retirada de la candidatura de Harriet Miers del Supremo ante la ofensiva combinada de la base m¨¢s inflexible de la derecha religiosa -asustada ante sus opiniones sobre el aborto- y la de los que consideraban que la candidata no ten¨ªa los m¨¦ritos que se exige a los magistrados del alto tribunal. Bush no nombr¨® a alguien con un perfil duro para evitarse una lucha ideol¨®gica con los dem¨®cratas, y el tiro le sali¨® por la culata: fueron los suyos los que hicieron descarrilar la candidatura. Ahora, la iron¨ªa es que podr¨ªa elegir a alguien con pedigree constitucional, pero tambi¨¦n con el equipaje radical que la base demanda. "El presidente debe demostrar que no teme el encontronazo pol¨ªtico", recomienda The Wall Street Journal.
Otra de las dificultades de Bush, de peor arreglo, es la de Irak: la semana que concluye ha visto c¨®mo se superaba la simb¨®lica cota de los 2.000 soldados muertos, adem¨¢s de 15.000 heridos. En otras circunstancias, el est¨®mago del pa¨ªs puede aguantar estas cifras. Pero los sondeos demuestran que al menos la mitad de los estadounidenses cree que la guerra fue un error y el 51%, seg¨²n la encuesta de la NBC, dice que derrocar a Sadam Hussein no mereci¨® la cifra de muertos y heridos. La violencia que no cesa, la lentitud en la formaci¨®n de tropas iraqu¨ªes y la ausencia de un calendario para que las tropas vuelvan a casa hacen que cunda el pesimismo.
El tercer elemento es el flanco abierto por el hurac¨¢n Katrina. Aunque las investigaciones puedan demostrar que los errores quedan muy repartidos, el nivel m¨¢ximo de poder tiene la mayor responsabilidad. Con Katrina se erosion¨® el liderazgo de Bush; y de la mano de Katrina -aunque ya hab¨ªa empezado antes- vino un desenfreno de gasto p¨²blico que abre las carnes a los conservadores partidarios de la disciplina fiscal.
Todo esto ocurre con algunos de los jefes del partido en el Capitolio procesados -Tom DeLay- o bajo sospecha -Bill Frist-, y con los congresistas calentando motores para unas elecciones legislativas, en oto?o de 2006, que pueden ser la oportunidad de los dem¨®cratas para recuperarse. Ninguna de las dos cosas ayuda a que el presidente recupere la incontestada autoridad de la que ha gozado en estos cinco a?os.
Bush sufre del extendido mal del segundo mandato presidencial, cuando el cansancio o los errores pasan factura. Hay muchas causas; David Brooks, columnista de The New York Times, se?ala algunas: "El partido presidencial se fracciona; los problemas de gesti¨®n que estaban enconados florecen y se convierten en esc¨¢ndalos; aquellos a los que les ha ido mal dentro del Gobierno y han tenido que dejarlo disparan desde fuera... Pero la causa principal es la psicol¨®gica". En opini¨®n de Brooks, se trata de la burbuja que envuelve a los poderosos y les a¨ªsla de la realidad, porque nadie de su entorno quiere o puede romper esa barrera. "La presidencia est¨¢ desbordada. La Administraci¨®n entera lo est¨¢", escribe la conservadora Peggy Noonan en The Wall Street Journal.
A Bush le quedan 39 meses en la Casa Blanca. Los ¨²ltimos d¨ªas han puesto de manifiesto su debilidad en varios frentes. ?Ser¨¢ capaz el presidente de reaccionar? Eso exige al menos dos v¨ªas de acci¨®n: reorganizar el equipo y volver a dise?ar las prioridades pol¨ªticas y econ¨®micas, de forma que las legislativas de dentro de un a?o no sean una cat¨¢strofe para su partido que impulse a los dem¨®cratas hacia la Casa Blanca en las presidenciales de 2008.
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