"ETA no ha decidido a¨²n dejar la violencia"
El consejero vasco de Interior, Javier Balza recibe a EL PA?S en su despacho en la sede del Gobierno aut¨®nomo en Vitoria.
Pregunta. Es su tercera legislatura al frente de Interior. Dicen que el lehendakari Ibarretxe s¨®lo tard¨® 30 minutos en convencerle, pese a sus reticencias a repetir.
Respuesta. No. Estaba previamente decidido que mi respuesta iba a ser s¨ª. No hubo fase de convencimiento. Le traslad¨¦ los retos de la legislatura y los cambios que iba a acometer.
P. Cambios que llegan a la direcci¨®n antiterrorista de la Ertzaintza, en la que ha cesado un peso pesado del sector cr¨ªtico del PNV como Natxo Ormaetxe.
R. Es una apuesta por la coordinaci¨®n de las direcciones pol¨ªticas. El cambio no tiene que tener una especial lectura de trascendencia pol¨ªtica. Las que se han hecho, de sectores del partido enfrentados, es ajena a la realidad.
"La pol¨ªtica penitenciaria no debe ser un resultado del proceso entre ETA y el Gobierno, sino su inicio"
"No hemos superado el riesgo de que ETA se vuelva a equivocar, y est¨¢ acostumbrada a equivocarse"
"En este momento no podemos pensar que el PP pueda participar. Sigue anclado en pol¨ªticas del pasado"
"Hay proceso de normalizaci¨®n y paz si cesa la violencia, y si no, no. Ya no hay gestos ni pasos intermedios"
P. ?Lo hubiese podido hacer en la etapa de Xabier Arzalluz?
R. Sin duda. En Interior hemos tenido una libertad absoluta en la elecci¨®n de los cargos, lo que hemos correspondido al partido comentando antes las decisiones. No fue necesario pedir permiso al presidente del PNV, ni para su nombramiento, ni para su cese.
P. La llegada de Zapatero al Gobierno ha abierto una nueva etapa en la que conviven instrumentos del pasado -la ley de Partidos, que ustedes critican, o el plan Ibarretxe, del que no se apea el PNV en su ¨²ltimo documento- con la resoluci¨®n del Congreso que abre un final dialogado a la violencia si ETA desaparece.
R. Hay muestras claras de querer volver a la normalidad institucional. El ministro del Interior ha dicho que no le cabe duda de la voluntad de la Ertzaintza en la lucha contra ETA. Esto es largo de reconstruir, porque la semilla de visceralidad sembrada por Aznar en el resto de Espa?a tiene un calado. Y el Gobierno de Zapatero est¨¢ atado a¨²n a eso para tomar decisiones m¨¢s valientes y enterrar la etapa negra de Aznar. Pero la ley de Partidos era una muestra de ese seguimiento del PP. En grandes sectores del PSOE se asum¨ªa como positivo. Al final, las sucesivas ilegalizaciones han puesto en solfa las reglas b¨¢sicas de la democracia de partidos. El Pacto Antiterrorista, que ha sido nefasto en la lucha contra ETA, ya no est¨¢ en vigor, desde que el Congreso aprob¨® la resoluci¨®n sobre un final dialogado. Zapatero no tiene un problema, sino una oportunidad con el proceso de paz y cuenta con esa resoluci¨®n y con nuestra lealtad.
P. Se ha olvidado del plan Ibarretxe, una r¨¦mora del pasado.
R. Es que en la nueva etapa deben convivir los proyectos pol¨ªticos e ideol¨®gicos de cada uno. El PSOE no debe renunciar a su proyecto de renovaci¨®n del Estado auton¨®mico, ni el PNV a defender el principio de capacidad de decisi¨®n de la sociedad vasca.
P. ?La pacificaci¨®n compete s¨®lo al Gobierno y a ETA?
R. En la entrega de armas y la situaci¨®n de los presos de ETA, el Gobierno vasco y los partidos tenemos poco que aportar, pero hay una conexi¨®n directa entre el cese de la violencia y el de normalizaci¨®n pol¨ªtica. Hay vasos comunicantes: con violencia no puede haber fase de normalizaci¨®n pol¨ªtica.
P. ?C¨®mo est¨¢ el proceso entre el Gobierno y ETA?
R. En fase de exploraci¨®n entre ambas partes. Se ha pasado una fase inicial y ahora se deben asentar los planes en los que tiene que discurrir el proceso propiamente dicho.
Ah¨ª es necesario una pol¨ªtica m¨¢s flexible y consensuada en materia penitenciaria. La pol¨ªtica penitenciaria no debe ser un resultado del proceso, sino el inicio del mismo. La pol¨ªtica penitenciaria est¨¢ definida como un instrumento m¨¢s de la lucha antiterrorista y se basa m¨¢s en un elemento de venganza que de justicia. Es el momento de hacer movimientos.
P. Pero ETA siempre ha visto esos movimientos como s¨ªntomas de debilidad de su enemigo.
R. S¨ª, pero cuando estaba fuerte. ETA sabe que su historia ha pasado y que tiene enfrente no a la Guardia Civil, sino a la sociedad vasca, espa?ola y europea y a todas sus instituciones. Es, en realidad, un s¨ªntoma de fortaleza del Estado, que puede prescindir de esos instrumentos vengativos para abordar el final de ETA.
P. ?ETA ha tomado ya la decisi¨®n de dejar la violencia?
R. ETA no ha llegado a¨²n a esa decisi¨®n. Yo creo que es casi plena en la izquierda abertzale y es asumida en una parte de ETA, porque si no, no hubiesen dicho en un comunicado que asumen la propuesta de Anoeta de Batasuna. Ha habido un debate en ETA y una parte importante con peso apuesta por ello, pero no es una posici¨®n adoptada ya. No hemos superado a¨²n el riesgo de que ETA se vuelva a equivocar. ETA no ha delegado en su brazo pol¨ªtico, como pas¨® en Irlanda.
P. Sigue poniendo bombas y extorsionando, aunque lleve m¨¢s de 28 meses sin matar.
R. Pero si porque ponen cuatro bombas en juzgados paralizamos la pol¨ªtica penitenciaria o los intentos previos de constituir una mesa de partidos, hipotecaremos nuestras decisiones pol¨ªticas a lo que vaya decidiendo ETA.
P. ?Apuesta por la pol¨ªtica de gestos entre ETA y el Gobierno?
R. Las dos partes deben avanzar juntas en el proceso, a la vez, pero el paso fundamental lo tiene que dar ETA: el cese de la violencia. Hay proceso si cesa la violencia y si no, no lo hay. Ya no hay gestos ni pasos intermedios.
P. ?Cree que la banda sabe que es su ¨²ltima oportunidad?
R. Si ETA vuelve a la violencia anterior, da igual qui¨¦n est¨¦ en el Gobierno central. Si no hay cese de la violencia, la pol¨ªtica contra ETA ser¨¢ la misma y Europa en su conjunto afrontar¨¢ y perseguir¨¢ el ¨²ltimo movimiento terrorista que queda en la UE. El problema es que ETA est¨¢ acostumbrada a equivocarse a lo largo de su historia. Si no aprovecha esta ocasi¨®n, podr¨¢ cometer atentados, causar da?o, pero est¨¢ abocada a la grapizaci¨®n total.
P. El proceso irland¨¦s tambi¨¦n tuvo su Omagh, un atentado bestial en pleno di¨¢logo.
R. La situaci¨®n es distinta en Irlanda y Euskadi. All¨ª hab¨ªa un enfrentamiento total entre dos comunidades. Aqu¨ª existe no una mayor¨ªa, sino una sociedad que vive conforme a c¨¢nones occidentales y un tumorcillo terrorista que sigue ah¨ª pese a los tratamientos de quimioterapia aplicados. En Irlanda, el pacto ten¨ªa sentido; aqu¨ª la normalizaci¨®n la deben liderar los partidos.
P. ?ETA puede aguantar otras cien detenciones o la ca¨ªda del aparato log¨ªstico y militar?
R. No. Ser¨ªa otra ETA.
P. ?Y ve posible una escisi¨®n?
R. No lo barajamos. Puede haber diferentes visiones, pero no se va a dar la escisi¨®n.
P. ?Existen riesgos como para mantener las escoltas a los cargos del PP y del PSE?
R. Ahora hay riesgo. Es posible que no vaya a haber un atentado personal de ETA contra ediles del PP o del PSE, pero no est¨¢n libres de la kale borroka, ni de que ETA, si vuelve a una situaci¨®n de rutina, recoja datos contra ellos, etc¨¦tera. No hay ning¨²n elemento objetivo que nos haga cambiar el est¨¢ndar actual de seguridad. Y si cambiamos, lo decidiremos conjuntamente con el Gobierno central.
P. Todo el mundo habla de la necesidad de blindar el proceso de normalizaci¨®n, de definir el m¨¦todo y el campo de actuaci¨®n de la mesa de partidos.
R. El blindaje debe ser transversal, con complicidad entre partidos de distinto perfil. En este momento, no podemos pensar que el PP pueda participar. Sigue anclado en una pol¨ªtica pasada y condenada al fracaso.
P. ?La ense?anza del Estatut para Euskadi debe ser la b¨²squeda de un consenso m¨¢s amplio?
R. No entiendo la reacci¨®n visceral al Estatuto de parte muy importante de la funci¨®n pol¨ªtica en Espa?a: militares, iglesia, algunos del PSOE, todo el PP, banqueros,... En el Estado conviven algunos pueblos que son nacionales con otros que no tienen sentimiento de identidad nacional. Catalu?a es uno de ellos. Con un consenso pol¨ªtico del 90%, el Estado debe entrar en una negociaci¨®n con muy pocas posibilidades de retoque de las decisiones adoptadas en Catalu?a.
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