Un invento excepcional
?sta es la historia del 'mader¨®n', un material hecho de c¨¢scaras de almendra que permit¨ªa so?ar muebles resistentes y bosques sin talar. De un dise?o espa?ol; su creador, Silio Cardona, y la f¨®rmula que no le sobrevivi¨®.
Todav¨ªa hay quien piensa que la manera m¨¢s natural y ecol¨®gica de amueblar su casa es a base de madera. Como dijo Philippe Starck, es el gran error de nuestra ¨¦poca: ?qu¨¦ locura cortar un ¨¢rbol -tan sanos y tan pocos- para hacer una silla! En los a?os ochenta, los dise?adores se dieron cuenta de que el problema de la degradaci¨®n del planeta tambi¨¦n iba con ellos y comenzaron a replantearse las cosas. En Italia se propusieron ir m¨¢s all¨¢ de la moda del papel reciclado. Los brit¨¢nicos, a trav¨¦s del Design Council, organizaban las primeras exposiciones de dise?os proyectados desde planteamientos ecol¨®gicos. Alemania, Francia y Dinamarca fueron pioneras en distinguir con etiquetas ecol¨®gicas los productos verdes. Todos se apuntaban a la cruzada medioambiental. A comienzos de los noventa, casi un centenar de expertos y dise?adores europeos publicaron, en un documento te¨®rico llamado la Carta de M¨®naco, su compromiso de trabajar para crear un mayor equilibrio ecol¨®gico entre los seres humanos y el entorno artificial que habitamos.
El problema era c¨®mo poder hacerlo. El compromiso ecol¨®gico era firme, pero estaba todav¨ªa muy verde. El Gobierno brit¨¢nico, a trav¨¦s del citado Design Council, ya hab¨ªa encargado a dos grandes consultor¨ªas, Michael Peters y Fich-RS, la confecci¨®n de una base central de datos sobre informaci¨®n medioambiental. Ambas llegaron a la misma conclusi¨®n: todav¨ªa no hab¨ªa la suficiente informaci¨®n sobre c¨®mo los dise?adores pod¨ªan ser ecologistas. M¨¢s bien al contrario. Ni siquiera ten¨ªan una idea clara de lo que realmente era un producto ecol¨®gico. En aquel contexto surgi¨® la noticia de que en nuestro pa¨ªs se hab¨ªa inventado un nuevo material, alternativo a la madera, que pod¨ªa aliviar malas conciencias. Ten¨ªa un nombre rotundo, mader¨®n, y aunque resultaba imposible de traducir, no tard¨® en despertar el inter¨¦s de todo el mundo. Era originalmente ecol¨®gico porque proced¨ªa de la propia naturaleza. Se obten¨ªa de la c¨¢scara de las almendras, que no es otra cosa que una madera inerte que se desecha despu¨¦s de haber sacado el fruto comestible. Su art¨ªfice fue el ingeniero qu¨ªmico Silio Cardona (Reus, 1950), quien, adem¨¢s de la materia prima, hab¨ªa desarrollado toda la tecnolog¨ªa necesaria para su proceso de fabricaci¨®n: moldes, prensas hidr¨¢ulicas y maquinaria espec¨ªfica.Silio inici¨® su proyecto en 1980, desde la f¨¢brica de ata¨²des que su familia pose¨ªa en Mora d'Ebre (Tarragona), convencido de que la c¨¢scara de la almendra, un subproducto agr¨ªcola que no ten¨ªa otra aplicaci¨®n que ser quemado, pod¨ªa servir para obtener un material de iguales o mejores prestaciones que la madera, y con ello contribuir a que no se cortasen ¨¢rboles para enterrarlos convertidos en ata¨²des. Este m¨®vil ecol¨®gico le llev¨® a descubrir las posibilidades que brindaba el moldeo de una pasta formulada a partir de aglutinar la c¨¢scara, triturada y convertida en polvo, con diversas resinas. El compuesto resultante era un nuevo material que ten¨ªa el aspecto y las propiedades de la madera natural adem¨¢s de las ventajas de fabricaci¨®n por moldeo de los materiales pl¨¢sticos. Algo as¨ª como una madera pl¨¢stica. Silio Cardona, que era un personaje multitalentoso y singular, miembro a la vez de un grupo de rock y del Patronato Europeo de Pompas F¨²nebres, dec¨ªa que hab¨ªa tenido la idea a los 12 a?os, cuando sol¨ªa jugar sobre las monta?as de c¨¢scaras que abundaban en su comarca, pero que en realidad ¨¦l no hab¨ªa inventado nada nuevo. Si acaso hab¨ªa descubierto un alioli mezclado en la proporci¨®n justa, porque el mader¨®n se obten¨ªa con ingredientes que ya exist¨ªan en la naturaleza; en concreto, lignina y celulosa, las dos sustancias b¨¢sicas de la madera de los ¨¢rboles, que tambi¨¦n se encuentran en la c¨¢scara de los frutos secos. Emple¨® la almendra por cuestiones pr¨¢cticas -nuestro pa¨ªs es el mayor productor de Europa-, pero tambi¨¦n le pod¨ªa servir la nuez o la avellana.
Prob¨® con todo durante los m¨¢s de diez a?os que invirti¨® en el desarrollo y la puesta a punto del nuevo material. Hab¨ªa ensayado un mader¨®n a base de huesos de aceitunas, que le daba un color m¨¢s amarillento. Y trabajaba con otras materias como la paja de los cereales, en un proyecto conjunto de las universidades de Atenas, Quebec, Toulouse y Barcelona orientado hacia el aprovechamiento de este tipo de subproductos para obtener otros composites. Con ello se demostraba que no todos los materiales del futuro ten¨ªan por qu¨¦ parecer de ciencia-ficci¨®n. Y mientras cient¨ªficos japoneses y americanos desarrollaban sofisticadas superaleaciones, un catal¨¢n se hab¨ªa servido de una simple c¨¢scara de almendra para revolucionar el panorama de los nuevos materiales. En 1986, el entonces presidente Jordi Pujol le entreg¨® el Premio a la Innovaci¨®n de la Generalitat de Catalu?a. Un reconocimiento que era s¨®lo a t¨ªtulo honor¨ªfico, porque el apoyo financiero se lo hab¨ªa proporcionado su padre. Sin su ayuda no habr¨ªa logrado su prop¨®sito de moldear un ata¨²d en menos de una hora a partir de una tecnolog¨ªa propia que abr¨ªa un infinito universo de aplicaciones en la fabricaci¨®n de otros productos. Y tambi¨¦n un gran negocio.
Silio era un rom¨¢ntico, pero sab¨ªa muy bien qu¨¦ se tra¨ªa entre manos. En 1991 logr¨® la concesi¨®n de la patente para su invenci¨®n y se lanz¨® a promocionarla por el mundo. Se le pudo ver, siempre tocado con su sombrero, en programas de televisi¨®n tan dispares como el australiano Beyond 2000 y el Un, dos, tres. Mientras tanto iba gestando, asesorado por el economista Eduardo Barrera, la estrategia del negocio, al que en un principio se hab¨ªan asociado diversos inversores, entre ellos ex jugadores y alg¨²n ex entrenador del FC Barcelona. Para explotarlo se cre¨® la empresa Lignocel, SA, que, por una parte, se iba a dedicar a la venta de tecnolog¨ªa, y por otra, a la fabricaci¨®n propia, con la construcci¨®n de una nueva planta de 5.000 metros cuadrados en la localidad aragonesa de Nonaspe. All¨ª, adem¨¢s de los ata¨²des, se iba a fabricar toda clase de dise?os.
La coyuntura no pod¨ªa ser m¨¢s favo-rable. La caoba ya estaba protegida por Greenpeace, y Adena-WWF hab¨ªa lanzado una campa?a para hacer lo mismo con el roble. Parec¨ªa que iba a llegar un d¨ªa en que el hecho de cortar un ¨¢rbol para fabricar un mueble se pudiera considerar como un atentado ecol¨®gico.
El inter¨¦s por el mader¨®n entre los dise?adores de todo el mundo fue enorme, y pronto tuvo resultados concretos entre los espa?oles. Alberto Lievore redise?¨® su famosa silla Rothko en el nuevo material. Novell y Puig crearon l¨¢mparas. Se fund¨® una empresa, Gauhaus, para producir los dise?os de Gaud¨ª. Incluso se lleg¨® a fabricar un sombrero souvenir para el Museo Dal¨ª. Tambi¨¦n llegaron los premios para el asiento Silia, proyectado por Joan Biosca junto con el que escribe esta historia, quienes hab¨ªan tomado las riendas de la promoci¨®n del mader¨®n. En el plano internacional destacaba la presencia en importantes muestras, como Mutant Materials in the Contemporary Design, organizada por el MOMA de Nueva York, y los proyectos de una figura de primer nivel como Starck, que por fin hab¨ªa encontrado la forma de dise?ar sillas de madera en las que poder sentarse sin tener que sacrificar un ¨¢rbol. Todo iba viento en popa.
Se acababa de cerrar un primer contrato en Hungr¨ªa cuando, en octubre de 1997, Silio Cardona muri¨® inesperadamente. Regresaba de noche a su casa de Mora d'Ebre, tras dejar a los clientes h¨²ngaros en el aeropuerto de Barcelona, cuando se estrell¨® a la salida de la autopista. Unos meses antes hab¨ªa fallecido tambi¨¦n, por enfermedad, su asesor Eduardo Barrera. De repente, la empresa se qued¨® hu¨¦rfana; aun as¨ª, el proyecto sigui¨® adelante. Por fortuna se acababa de firmar otro contrato de transferencia de tecnolog¨ªa con Taracea, una joven y entusiasta empresa instalada en Murcia, y all¨ª se traslad¨® la fabricaci¨®n de los dise?os que estaban en marcha, entre ellos las dos sillas, Miss COCO y Cameleon, que Starck hab¨ªa dise?ado, respectivamente, para dos importantes firmas italianas, Cassina y Driade.
Los dise?os de Starck, que ten¨ªan que haber sido presentados en la Feria de Mil¨¢n, no llegaron nunca a ver la luz fabricados con mader¨®n. Los italianos se asustaron porque se desat¨® una oscura pugna por la propiedad de la marca y la patente, que acab¨® en manos de antiguos acreedores de Silio relacionados con los negocios funerarios. Su familia se qued¨® fuera de juego, y a los murcianos no les qued¨® m¨¢s remedio que cambiar de estrategia. Se buscaron nuevos accionistas y se pusieron los recursos necesarios para comenzar de nuevo.
Del mader¨®n no se volvi¨® a saber mucho m¨¢s. En su lugar surgi¨® el duralmond, que en el fondo presentaba las suficientes diferencias como para no generar un problema de patentes, pero que en la forma ten¨ªa el tacto mismo, c¨¢lido y amaderado, del mader¨®n original. La empresa italiana Rapsel se volc¨® en la producci¨®n de dise?os para el ba?o, y otro famoso dise?ador, Matteo Thun, proyect¨® una hermosa ba?era que se present¨® a bombo y platillo, esta vez s¨ª, en la Feria de Mil¨¢n en 2001, a la par que en la exposici¨®n El ba?o natural, organizada por ArtQuitect en Barcelona durante la Primavera del Dise?o de aquel a?o.
Los nuevos dise?os fabricados con duralmond tuvieron una espectacular acogida internacional. Aunque pronto llegaron las malas noticias. De origen t¨¦cnico. A las ba?eras le sal¨ªan bultos y las sillas se quebraban. Se solucionaban unos problemas y surg¨ªan otros. Se trabaj¨® durante varios a?os hasta que se acab¨® la paciencia de los inversores y la fe de los que hab¨ªan trabajado con el material. Hab¨ªa que tirar la toalla y reconocer que Silio Cardona, al que le gustaba hacerlo casi todo personalmente, desde la construcci¨®n de los moldes hasta la pasta del material que pon¨ªa dentro, se hab¨ªa llevado a la tumba el secreto de su alioli. En Murcia siguen hoy fabricando piezas con duralmond, pero s¨®lo para revestimientos: placas decorativas que no presentan mayores problemas de producci¨®n. Los modelos de m¨¢s ¨¦xito comercial son los que imitan antiguos artesonados de techos de siglos pasados. En ellos acaba por ahora el sue?o de un invento espa?ol que pod¨ªa haber revolucionado el dise?o del siglo XXI.
Todo sobre el 'mader¨®n' Su empleo evita la tala de ¨¢rboles. Para fabricar un mueble de madera hay que cortarlos; para hacerlo de mader¨®n, basta con recoger su fruto.
Naturaleza y Qu¨ªmica. Los subproductos de origen agr¨ªcola como la c¨¢scara de la almendra son materias inertes compuestas de lignina y celulosa, sustancias b¨¢sicas de la madera. Esta c¨¢scara (tambi¨¦n podr¨ªa emplearse la de otros frutos secos) se tritura
hasta convertirse en polvo y se mezcla con diversas resinas que pueden ser
de origen natural o sint¨¦tico.
Material mim¨¦tico. La materia prima se moldea sometida a unas determinadas condiciones de presi¨®n y temperatura. El compuesto resultante es
un producto s¨®lido y r¨ªgido que adopta la forma y tambi¨¦n la textura superficial del molde. Puede adquirir el aspecto de una madera natural o imitar cualquier otro material como el corcho o la piel.
Densidad variable. Variando la composici¨®n de la pasta pueden obtenerse productos de diferente densidad, lo que permite adecuar el peso del producto a fabricar.
Alta resistencia mec¨¢nica. Superior a la de los productos fabricados con maderas o tableros convencionales. A diferencia de los pl¨¢sticos, permite obtener grosor de pared y admite insertos met¨¢licos a modo de estructura.
Resistencia a la intemperie. El mader¨®n es una materia inerte, pr¨¢cticamente inalterable a la acci¨®n del sol y totalmente impermeable al agua.
Resistencia al fuego. Pueden obtenerse desde productos f¨¢cilmente combustibles hasta otros ign¨ªfugos.
Facilidad de manipulaci¨®n. Y de acabados. Los productos moldeados admiten todo tipo de acabado final.
Espa?a. Principal productor de almendras de Europa. Se extrae el fruto, y el destino de cientos de miles de toneladas de c¨¢scaras no es otro que el de ser quemadas.
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