Laicismo y laicidad
Ya sab¨ªan los sofistas griegos, que introducir diferencias terminol¨®gicas enga?osas pueden darle ventaja a uno en el debate. Viene esto a cuento de la nueva t¨¢ctica de los defensores de las prebendas religiosas de diferenciar entre laicidad y laicismo. Seg¨²n ellos, la primera es justa y necesaria, pues implica un "justo" respeto a la libertad religiosa, mientras el segundo es pernicioso y ha de ser sa?udamente combatido. Para subrayar la diferencia, la palabra "laicidad" vendr¨¢ siempre acompa?ada de adjetivos como "sana", "justa", "positiva", mientras que la palabra "laicismo" vendr¨¢ siempre adjetivada con "excluyente", "radical", "fundamentalista", o similares.
A pesar de las apariencias, y de las declaraciones de estos confesionalistas, no existe un "laicismo" malo, y una "laicidad" buena: el objetivo es confundir a la opini¨®n p¨²blica para mantener un status quo que les privilegia. As¨ª, gracias a esta falsa diferencia los defensores de la "laicidad" argumentan que el Estado espa?ol es ya un Estado laico, y que por lo tanto no es necesario hacer reforma alguna. A quienes somos defensores de la libertad de conciencia y la religiosa (ll¨¢mesenos "laicistas", "laicidistas" o como se desee) nos parece raro un Estado laico que recauda dinero para una (o varias) confesi¨®n religiosa, que subvenciona con cargo a los presupuestos lo que los ciudadanos no aportan para el mantenimiento de su culto y clero, que paga sus colegios, que abre las escuelas p¨²blicas a la ense?anza de su religi¨®n, que adem¨¢s paga el sueldo de sus formadores religiosos que eligen sus dirigentes, que exime de impuestos a sus actividades, que repara y mantiene sus templos, que da car¨¢cter civil a sus fiestas, que concelebra con sus jerarcas misas, romer¨ªas y procesiones, etc. ?Qu¨¦ Estado laico tan raro!
En resumen, laicismo y laicidad son la misma cosa pues ambos significan lo mismo: no a la ingerencia del Estado en la religi¨®n (ni en contra ni a favor), ni de la religi¨®n en el Estado.
A quien conozca la historia de la iglesia cat¨®lica, el debate le sonara a?ejo. Es similar a antiguos debates del siglo XX como el del antisemitismo, racista y malo, frente al antijudaismo, religioso y bueno; el libertinaje religioso, disgregador y malo, frente a la sana libertad religiosa ,bien entendida, y dentro del catolicismo, buena, etc, etc.
La iglesia, de un tiempo a esta parte, pide a menudo perd¨®n por sus pecados del pasado, pero sigue sin reformarse para no cometer tantos en el presente.
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