Un Aza?a para Catalu?a
En el ya lejano a?o de 1979, junto con Francesc Mart¨ª Jusmet, publiqu¨¦ un libro titulado Catalunya para espa?oles. La decisi¨®n de escribirlo y de su t¨ªtulo obedeci¨® a que, culminado el periodo de la transici¨®n a la democracia en Espa?a, se abr¨ªa el camino para recobrar el Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a "en mala hora concedido por la Rep¨²blica", seg¨²n el pre¨¢mbulo de la ley franquista que lo derog¨®.
Pero la pol¨ªtica de represi¨®n y de intoxicaci¨®n de la poblaci¨®n espa?ola contra el "hecho catal¨¢n" practicada por el r¨¦gimen clerical-fascista durante su larga permanencia y definida por el profesor Jos¨¦ L. Aranguren como "constitutivamente anticatalana" nos hizo comprender que la aprobaci¨®n del Estatuto en las Cortes iba a ser una penosa lucha contra el muro de la intolerancia. Sobre todo teniendo en cuenta que bastantes de los nuevos diputados eran tr¨¢nsfugas del "r¨¦gimen anterior", como ahora lo llaman los amantes de los eufemismos.
Este temor y esta desconfianza sobre el futuro inmediato fue lo que nos llev¨® a escribir el libro, para levantar acta y para contrarrestar en lo posible la manipulaci¨®n hist¨®rica, que hab¨ªa creado entre la poblaci¨®n espa?ola una gran aprensi¨®n y recelo respecto a Catalu?a. La propaganda sistem¨¢tica, plagada de falsos conceptos, durante la dictadura dibuj¨® una falsa imagen de las aspiraciones hist¨®ricas de Catalu?a al presentarlas como una simple aspiraci¨®n material de una "comunidad rica, ego¨ªsta e insolidaria con el resto de Espa?a".
En el mentado libro hicimos una llamada para enterrar los viejos malabarismos sem¨¢nticos y llamar a las cosas por su nombre, aclarando qu¨¦ es una naci¨®n, un pueblo y un Estado, conceptos que por otra parte est¨¢n debidamente definidos por la ciencia pol¨ªtica y expuestos en cualquier enciclopedia, pero cuya confusi¨®n ven¨ªa siendo alevosamente inducida por el patrioterismo populista de la derecha espa?ola durante tantos a?os. Afortunadamente, nada de lo que tem¨ªamos con relaci¨®n a la opini¨®n p¨²blica espa?ola ocurri¨® de forma notable, gracias a la madurez de una sociedad con ansias de cambio despu¨¦s de 40 a?os de plomo franquista y tambi¨¦n gracias a que ning¨²n partido democr¨¢tico espa?ol la soliviant¨®.
Ahora, despu¨¦s de m¨¢s de un cuarto de siglo de convivencia democr¨¢tica en Espa?a, aprovech¨¢ndose de la reforma del Estatuto de Catalu?a, el Partido Popular, que fue desalojado del poder en 2004 por mentir con bellaquer¨ªa manipulando a la opini¨®n p¨²blica, pretende recuperarlo por los mismos medios. Se trata, a modo de ventilador apocal¨ªptico, de esparcir basura pol¨ªtica sobre la opini¨®n p¨²blica espa?ola con tal de erosionar la credibilidad pol¨ªtica de Rodr¨ªguez Zapatero, con el solo objetivo de quemar las naves electorales al PSOE. Para eso cuenta con la ayuda de la llamada "Brunete medi¨¢tica", los agit-props radiof¨®nico-clericales y dem¨¢s medios de informaci¨®n proclives a difundir la tesis de la derecha.
La nueva cruzada derechista contra la reforma del Estatuto, como no pod¨ªa ser de otro modo, consiste en recuperar la propaganda amarilla de la rancia derecha espa?ola levantando el espantajo del "separatismo catal¨¢n" y dem¨¢s t¨®picos al uso como infalible ant¨ªdoto para combatir, mediante un anticatalanismo visceral, las aspiraciones de la sociedad catalana puestas en el Estatuto. Todo ello, trufado de un patrioterismo unitarista rampl¨®n, para volver a las posiciones cerriles de anta?o, ante las que Eugeni d'Ors se rebelaba con estas palabras: "A mal Cristo, mucha sangre; a ruin, saber mucho ?Espa?a!".
Este ambiente viciado por la demag¨®gica campa?a del PP, que contamina el proceso de aprobaci¨®n del texto estatutario, inspira el t¨ªtulo de este art¨ªculo, poniendo en evidencia que la sociedad catalana necesita en estos momentos hist¨®ricos la presencia de un Manuel Aza?a para que el Estatuto se apruebe sin mutilaciones excesivas o bochornosas. Se trata de la necesidad de que Rodr¨ªguez Zapatero desempe?e el mismo papel que desempe?¨® Manuel Aza?a, a la saz¨®n presidente del Gobierno de la II Rep¨²blica, en la tensa discusi¨®n del Estatuto de 1932 en el Parlamento espa?ol.
En aquel contexto, en el que la virulencia parlamentaria contra el proyecto auton¨®mico catal¨¢n orquestada por la derecha reaccionaria de la ¨¦poca lleg¨® al paroxismo, Manuel Aza?a, el 27 de mayo de 1932, con un magistral discurso contribuy¨® de manera decisiva a que se inclinara la balanza parlamentaria a favor del Estatuto. Bas¨® la pieza oratoria en un an¨¢lisis de la unidad hist¨®rica de la monarqu¨ªa espa?ola centr¨¢ndola principalmente en la ¨¦poca de los Reyes Cat¨®licos, por ser el periodo que m¨¢s suelen citar para sustentar la tesis de la unidad de Espa?a los que creen que estos monarcas fueron sus impulsores y mantenedores de una forma total, sin profundizar demasiado en el grado de poder pol¨ªtico que ejercieron realmente en la Pen¨ªnsula, y menos a¨²n en los fueros y la libertad que los antiguos reinos conservaron, especialmente Catalu?a, que no conoci¨® la unidad en la forma referida hasta 1714. Continu¨® Aza?a afirmando que el 90% de los que protestaban por el Estatuto no lo hab¨ªan le¨ªdo, pues, de haberlo hecho, no se habr¨ªa producido la campa?a en contra, y a?adi¨®: "Y a las gentes que en estas pol¨¦micas apelan a todo g¨¦nero de argumentos cursis y sacan a relucir las figuras hist¨®ricas a quienes se atribuye la realizaci¨®n de la unidad espa?ola en el siglo XVI, yo les someter¨ªa a esta prueba: que hici¨¦ramos aqu¨ª una semejanza de ley, un proyecto de ley organizando el Estado espa?ol en la misma forma, respecto a las facultades y poderes del Estado, en que se hallaba bajo Isabel I y Fernando V, y que lo public¨¢semos en la Gaceta, y ver¨ªais correr espantados a todos los grandes defensores de la unidad nacional, suponiendo que la hicieran estos reyes de quienes vemos aqu¨ª sus estatuas. La unidad espa?ola, la uni¨®n de los espa?oles bajo un Estado com¨²n, la vamos a hacer nosotros y probablemente por primera vez".
Ante la magn¨ªfica intervenci¨®n a favor del Estatuto de 1932 del que luego ser¨ªa presidente de la II Rep¨²blica Espa?ola y ante el decisivo reto pol¨ªtico en que Catalu?a est¨¢ inmersa como naci¨®n, a nadie debe sorprenderle que el que esto escribe se haya referido a la imperiosa necesidad de un Manuel Aza?a para Catalu?a.
Eduard Moreno es abogado.
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