La emergencia es tambi¨¦n social
La retirada de subvenciones gubernamentales obliga a cerrar numerosos servicios
D¨ªas antes de comenzar la oleada de violencia en Francia echaba el cierre en Marsella el punto de atenci¨®n que la ONG SOS Drogas gestionaba en el barrio de Sainte-Martha, uno de los m¨¢s deprimidos de la ciudad. Este cierre preced¨ªa el del centro de acogida del vecino distrito de la Visitation y la pr¨¢ctica paralizaci¨®n de otro de las mismas caracter¨ªsticas en la periferia de la que, con 800.000 habitantes, es la segunda ciudad francesa. El motivo: el recorte de las subvenciones del Gobierno a las asociaciones que los gestionaban.
Ahogadas por las deudas, desbordadas por la demanda y sin apoyo oficial, estas entidades se han visto obligadas a reducir su actividad, despedir a empleados y, en muchos casos, a interrumpir su labor. Una vez m¨¢s, quienes se beneficiaban de ellas han quedado desamparados. Los tres ejemplos de Marsella son la cara m¨¢s oscura de la pol¨ªtica de recortes iniciada por el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin en 2002 y que, a juicio de la izquierda, de las ONG y de muchas asociaciones est¨¢ empujando a muchos franceses hacia la emergencia social.
La inversi¨®n del Estado en las entidades que trabajan en Marsella ha ca¨ªdo el 27%
Sin apoyo oficial y ahogadas en las deudas, muchas asociaciones reducen sus actividades
En el caso de SOS Drogas, la justificaci¨®n del recorte es cuanto menos chocante: "Dice el Ministerio que nos centramos de forma demasiado exclusiva en la prevenci¨®n de las drogodependencias", explica amargamente su directora general, Sylvie Justine.
Y todo ello hace peligrar el trabajo del conjunto de una ONG que hace apenas un a?o gestionaba 17 centros de atenci¨®n a los drogodependientes en toda Francia. "Con el de Marsella ya son siete los puntos que hemos tenido que cerrar; estamos desolados, pero no llegamos a m¨¢s", explica Justine. "El Gobierno no parece ser consciente de que cada centro que desaparece es otra puerta que se cierra a los j¨®venes m¨¢s necesitados", se lamenta.
Pero SOS Drogas es s¨®lo un ejemplo m¨¢s de la "desertificaci¨®n social" que las asociaciones de base vienen denunciando desde hace a?os. Seg¨²n el presidente del distrito, el socialista Garo Hovs¨¦pian, la inversi¨®n del Estado en las entidades que trabajan en la zona ha ca¨ªdo en un 27% en s¨®lo tres a?os.
"No conozco ninguna entidad que hoy trabaje mejor que hace tres a?os", asegura Diouf Amenata, de la asociaci¨®n Ayuda y Atenci¨®n a las Personas Inmigradas. Trabajadora social y mediadora cultural, Amenata lamenta haber tenido que recurrir a trabajadores voluntarios para sustituir a los que antes ten¨ªan un sueldo. Considera que el Gobierno franc¨¦s se ha propuesto desmembrar el tejido social para, as¨ª, acabar con su oposici¨®n m¨¢s molesta.
Y ello duele especialmente en Marsella, una ciudad tradicionalmente f¨¦rtil en el terreno asociativo y de la lucha sindical. En opini¨®n de Amenata ha sido esta fuerte organizaci¨®n social la que ha permitido que en esta oleada de violencia Marsella haya destacado por la relativa gravedad de sus incidentes frente a otras ciudades mucho m¨¢s peque?as. Pero tambi¨¦n hay otra explicaci¨®n. "En Marsella, a diferencia de Lyon, Par¨ªs o Toulouse, los suburbios est¨¢n mezclados en el tejido urbano tradicional. En parte se debe a nuestra orograf¨ªa, pero centro y periferia tienen una frontera muy poco definida, y ello ayuda a crear una ¨²nica identidad", mantiene Amenata.
Fuentes de la Prefectura marsellesa confirmaban ayer, cifras en mano, las particularidades de la capital del sur de Francia. "Marsella ha sido una de las ¨²ltimas ciudades en verse afectada por los problemas e incluso cuando ¨¦stos han llegado no se han concentrado en un punto concreto sino que se han dispersado", aseguraba un portavoz de la delegaci¨®n del Gobierno. Ayer, por ejemplo, aparecieron 36 coches quemados en el conjunto del ¨¢rea metropolitana. Casi ning¨²n barrio result¨® m¨¢s afectado que otro.
Las protestas de las asociaciones y, sobre todo la oleada de violencia, han acabado por tener efectos en la pol¨ªtica del Gobierno de Dominique de Villepin hacia las entidades que trabajan en los barrios. El primer ministro franc¨¦s anunci¨® el pasado martes una partida extraordinaria de 100 millones de euros para estas asociaciones. ?Una apuesta seria o una simple promesa de un pol¨ªtico en apuros? "Espero que no sean s¨®lo fuegos artificiales, Villepin sabe lo que es jugar con fuego", afirma Sylvie Justine, de SOS Drogas. Y remacha: "Nosotros estamos dispuestos a volver al trabajo, s¨®lo nos falta su compromiso".
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