Sin cerrar los ojos, dando derechos
Lleg¨® desde Rusia con una promesa de trabajo bajo el brazo. El contrato lo firm¨®, bajo amenazas, con un proxeneta que la secuestr¨® y oblig¨® a prostituirse durante meses en una angosta carretera. Internet le permiti¨® conocer parajes que nada ten¨ªan que ver con su Polonia natal y decidi¨® pasar sus vacaciones en la Costa Brava. La red, implacable, la maltrat¨®, esclaviz¨® y oblig¨® a prostituirse. Quiso mejorar su calidad de vida y se march¨® de Rumania para trabajar en un hotel costero: acab¨® hospitalizada tras tirarse por la ventana de un piso del que hu¨ªa de compatriotas que la reten¨ªan contra su voluntad y obligaban a prostituirse tras sufrir vejaciones indescriptibles. En Bulgaria su futuro no era prometedor, algo que, pens¨®, s¨ª lo ser¨ªa en Espa?a: resisti¨® m¨¢s de 100 metros arrastrada por un coche, ara?ando con su piel el arc¨¦n de la N-2, antes de dejar ir el bolso con el jornal de toda una noche de sexo de pago y cobrarse cientos de heridas de las que no cicatrizan nunca.
Se trata de que las prostitutas ejerzan su profesi¨®n con libertad y garant¨ªas
La realidad, algunas veces, supera la ficci¨®n. Son cuatro historias reales, cuatro dramas personales que golpean la conciencia de quien las conoce: cuatro titulares que ennegrecen con su tinta la vida de seres humanos, como nosotros, y que conocemos gracias a operaciones policiales de desmantelaci¨®n de redes de proxenetismo y a la desesperaci¨®n de sus propias protagonistas. Desgraciadamente, ellas no son las ¨²nicas.
Prevenir y promover la persecuci¨®n de todas las formas de tr¨¢fico y trata de personas, la explotaci¨®n sexual y la prostituci¨®n forzosa es uno de los prop¨®sitos de la actuaci¨®n diaria de la polic¨ªa de la Generalitat, que preparar¨¢ una ley pionera en Espa?a que ha de poder regular, en territorio catal¨¢n, los servicios sexuales remunerados. La aplicaci¨®n del Derecho Civil catal¨¢n nos permite garantizar la libre decisi¨®n de quien presta el servicio, reconocerle sus derechos y hacerle ¨²nica titular de los acuerdos con otros. Se trata de que las prostitutas ejerzan su profesi¨®n con libertad y garant¨ªas.
Conscientes de la controversia que suscita cualquier intento de regulaci¨®n y de que ¨¦sta debe ce?irse a las competencias de la Generalitat, la ley quiere acabar con la actual hipocres¨ªa de que al no figurar en ning¨²n texto legal la prostituci¨®n, sencillamente, no existe. Regular, importante es aclararlo, implica limitar; no hacerlo significa permitir que el fen¨®meno siga yendo al alza, creciendo mientras cerramos los ojos. Se trata de poder acabar con situaciones como las que ya se registran en algunas carreteras catalanas, donde en menos de dos kil¨®metros los Mossos han llegado a contabilizar 10 prostitutas.
Entre las finalidades de esta ley destaca el proteger la salud y la seguridad de las profesionales del sexo. Es, de hecho, una prioridad irrenunciable. Adentrarse en un bosque espeso, en plena noche, en el veh¨ªculo de una persona de la que nadie te podr¨¢ proteger; subirse a la cabina de un camionero del que nada sabes son situaciones que conforman una cotidianidad que debe erradicarse. Acabar con la prostituci¨®n de carretera es una obligaci¨®n que los poderes p¨²blicos no podemos aplazar.
Las vemos cuando circulamos por carretera. Les prestamos una atenci¨®n relativa y al cruzar las miradas algunos pensamos en lo duro que ha de ser aguantar el tipo en medio de la nada. Nos alejamos pero ellas permanecen all¨ª, punteando con el seco r¨ªmel de su muda presencia nuestras carreteras. Nos alejamos y las dejamos en compa?¨ªa de peligros. Los relacionados con el tr¨¢nsito son s¨®lo algunos. En muchas ocasiones, las prostitutas se encuentran en caminos cuyos accesos no tienen buena visibilidad: acceder y volver a incorporarse a la v¨ªa entra?a un riesgo evidente. Evidente y objetivo es, tambi¨¦n, el peligro que existe cuando posibles clientes realizan maniobras bruscas para detener el veh¨ªculo y poder contactar con ellas.
Asimismo, los informes de los Mossos d'Esquadra nos advierten de que la integridad de estas mujeres se ve continuamente en peligro por las coacciones y amenazas de sus proxenetas. Las agresiones f¨ªsicas y sexuales consumadas tanto de proxenetas como de clientes forman parte, desgraciadamente, de su cotidianidad laboral. Cotidianidad en la que tambi¨¦n se registran robos con intimidaci¨®n y violencia, dada la vulnerabilidad que supone su presencia en lugares solitarios, as¨ª como detenciones ilegales y agresiones de clientes y proxenetas de otras prostitutas.
?ste es el escenario real en el que trabajan, hoy, algunas de las prostitutas en nuestro pa¨ªs. Acabar con ¨¦l es uno de los objetivos, no el ¨²nico, de la ley que prepara la Generalitat. Existen otras prioridades; entre ellas, garantizar su dignidad y derechos, as¨ª como su autonom¨ªa, capacidad de decisi¨®n y libertad ambulatoria; evitar su estigmatizaci¨®n, desarraigo y exclusi¨®n social; establecer controles sanitarios adecuados, y evitar perturbaciones y molestias en el entorno social de las comunidades cercanas a los establecimientos donde se prestan estos servicios.
El de los establecimientos es uno de los aspectos en los que la ley hace mayor hincapi¨¦. Prohibir y sancionar la presencia de la prostituci¨®n en la v¨ªa p¨²blica implica regular el funcionamiento de las distintas modalidades de locales y establecer un r¨¦gimen sancionador. El texto prev¨¦ que los establecimientos, que nunca podr¨¢n estar en comunidades de vecinos, est¨¦n expresamente autorizados y dispongan de una licencia espec¨ªfica y no transmisible que tendr¨¢ una validez muy limitada. Las prostitutas, por su parte, podr¨¢n beneficiarse de derechos laborales, salariales y tendr¨¢n obligaciones tributarias como cualquier trabajador. Tendr¨¢n derecho, tambi¨¦n, a ser atendidas de sus patolog¨ªas espec¨ªficas por el sistema de salud p¨²blica.
Seg¨²n la Encuesta de Salud y H¨¢bitos Sexuales, uno de cada cuatro hombres de entre 18 y 49 a?os residente en Espa?a ha sido cliente de la prostituci¨®n alguna vez. Hagamos, vista la demanda, que la oferta tenga las condiciones necesarias y evitemos que siga proliferando la demanda cruel. No dejemos m¨¢s tiempo que la alegalidad en la que se encuentra la prostituci¨®n beneficie a unos y condene a otros. Seamos valientes, como lo son algunas de ellas cuando denuncian con riesgo de sus vidas a sus esclavizadores sabiendo que ning¨²n derecho las asiste o se adentran en territorios desconocidos de la mano de quien puede llegar a ser su verdugo.
Montserrat Tura es consejera de Interior de la Generalitat de Catalunya.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.