Hacia las sociedades del conocimiento
El autor analiza las discriminaciones derivadas de la brecha digital y propone que los fondos dedicados al gasto militar se destinen a la educaci¨®n y el conocimiento
Podemos preguntarnos si nos hallamos en los albores de una nueva era: la de las sociedades del conocimiento. En efecto, los profundos cambios de la ciencia en el siglo XX han originado una tercera revoluci¨®n industrial: la de las nuevas tecnolog¨ªas, que son fundamentalmente intelectuales. Esa revoluci¨®n ha ido acompa?ada de un nuevo avance de la mundializaci¨®n y ha sentado las bases de una econom¨ªa del conocimiento, en la que ¨¦ste desempe?a un papel fundamental en la actividad humana, el desarrollo y las transformaciones sociales.
Hay que se?alar que la informaci¨®n no es lo mismo que el conocimiento. La sociedad de la informaci¨®n en gestaci¨®n -que ser¨¢ el tema central de la Cumbre Mundial de T¨²nez (del 16 al 18 de noviembre)- s¨®lo cobrar¨¢ su pleno sentido si propicia el surgimiento de sociedades del conocimiento pluralistas y participativas, que sepan integrar en vez de excluir.
Toda persona puede utilizar libremente un conocimiento de dominio p¨²blico
La proporci¨®n de ni?as y j¨®venes del mundo sin escolarizar se eleva al 29%
?Ser¨¢ el siglo XXI testigo del auge de sociedades en las que se comparta el conocimiento? Como se se?ala en el Informe mundial de la Unesco hacia las sociedades del conocimiento -elaborado bajo la direcci¨®n de J¨¦r?me Bind¨¦ y publicado con motivo de la Cumbre de T¨²nez-, en las sociedades caracterizadas por el aprendizaje no tendr¨ªa que haber exclusiones porque el conocimiento es un bien com¨²n al que todos deben tener acceso. El conocimiento tiene dos caracter¨ªsticas notables: su no rivalidad y -una vez que ha expirado el plazo de protecci¨®n garantizado por el derecho de propiedad intelectual- su no exclusividad. La primera de estas caracter¨ªsticas ilustra una propiedad del saber que ya puso de relieve Thomas Jefferson: el hecho de que una persona haga uso de un conocimiento no impide que otra lo utilice tambi¨¦n. La segunda caracter¨ªstica significa que toda persona puede utilizar libremente un conocimiento de dominio p¨²blico.
Hoy d¨ªa sabemos que el desarrollo de sociedades en las que se aprovechen compartidamente los conocimientos es la v¨ªa que nos permitir¨¢ luchar eficazmente contra la pobreza, prevenir graves peligros para la salud como las pandemias, reducir las terribles p¨¦rdidas humanas ocasionadas por maremotos y huracanes, y promover un desarrollo humano y sostenible. En efecto, hoy tenemos a nuestro alcance nuevos estilos de desarrollo que no se basan como anta?o en "el sudor, la sangre y las l¨¢grimas", sino en la inteligencia, la capacidad de la ciencia y la tecnolog¨ªa para resolver problemas, el valor a?adido del intelecto y la expansi¨®n de los servicios en todos los sectores de la econom¨ªa. Todo esto tendr¨ªa que propiciar un desarrollo del esp¨ªritu c¨ªvico y el auge de una democracia prospectiva frente a la sociedad del riesgo.
No obstante, hay cinco obst¨¢culos que se oponen al advenimiento de las sociedades del conocimiento compartido:
- La brecha digital. Hoy d¨ªa, el hecho de no estar conectado a la Red supone verse privado del acceso a m¨²ltiples conocimientos. Si bien es cierto que el n¨²mero de internautas aumenta sin cesar y asciende ya a la cifra de 1.000 millones, hay todav¨ªa en el mundo 2.000 millones de personas privadas de electricidad y el 75% de la poblaci¨®n del planeta no tiene acceso, o muy poco, a los medios de telecomunicaci¨®n b¨¢sicos.
- La brecha cognitiva, mucho m¨¢s honda y antigua, que no s¨®lo traza una divisoria profunda entre los pa¨ªses del hemisferio norte y los del hemisferio sur, sino tambi¨¦n dentro de cada sociedad.
- La concentraci¨®n del conocimiento, y m¨¢s concretamente de los conocimientos de vanguardia y de las inversiones importantes en los campos de la ciencia y la educaci¨®n. Unos y otras se agrupan en ¨¢reas geogr¨¢ficas reducidas, agravando la fuga de cerebros de los pa¨ªses del hemisferio sur hacia los del hemisferio norte, entre los pa¨ªses del Norte y tambi¨¦n entre los pa¨ªses del Sur.
- En principio, el conocimiento tiene que ser objeto de un aprovechamiento compartido. No obstante, a partir del momento en que se convierte en informaci¨®n, tiene un precio. A este respecto, debemos preguntarnos d¨®nde se sit¨²a el imprescindible compromiso entre la universalidad del conocimiento -que supone su accesibilidad para todos, sin excepciones- y el respeto del derecho de propiedad intelectual.
- El auge de sociedades en las que el conocimiento sea un bien com¨²n compartido se ve obstaculizado hoy por la agravaci¨®n de toda una serie de disparidades sociales, nacionales, urbanas, familiares y culturales que afectan a un gran n¨²mero de pa¨ªses, as¨ª como por la persistencia de las desigualdades entre los sexos. Actualmente, la proporci¨®n de ni?as y j¨®venes del mundo sin escolarizar se eleva a un 29%, y las mujeres est¨¢n insuficientemente representadas en el ¨¢mbito cient¨ªfico.
Para superar estos obst¨¢culos, las naciones del mundo van a tener que invertir en la educaci¨®n, la investigaci¨®n, el fomento de la informaci¨®n y el desarrollo de "sociedades del aprendizaje". De esas inversiones depende el destino de los pa¨ªses, porque aquellos que no inviertan suficientemente en el conocimiento y en una educaci¨®n y ciencia de calidad pondr¨¢n en peligro su futuro. Con el correr del tiempo, la fuga de cerebros los dejar¨¢ exang¨¹es de sus fuerzas vivas.
?Qu¨¦ soluciones concretas propone la Unesco en su Informe hacia las sociedades del conocimiento? He aqu¨ª algunos ejemplos:
- Invertir m¨¢s en una educaci¨®n de calidad para todos. ?sta es la clave de una igualdad de oportunidades real. Los pa¨ªses tendr¨ªan que dedicar una parte considerable de su producto nacional bruto a la educaci¨®n, y la asistencia oficial para el desarrollo de la comunidad internacional tendr¨ªa que orientarse m¨¢s hacia la educaci¨®n.
- Los Gobiernos, el sector privado y los interlocutores sociales tendr¨¢n que examinar la posibilidad de establecer paulatinamente, a lo largo del siglo XXI, un cr¨¦dito-tiempo para la educaci¨®n que otorgue a toda persona el derecho a cursar un cierto n¨²mero de a?os de estudios despu¨¦s de la escolaridad obligatoria. As¨ª, todos podr¨¢n formarse a lo largo de toda la vida y los que hayan abandonado prematuramente el sistema educativo tendr¨¢n una segunda oportunidad.
- Si es preciso invertir en una investigaci¨®n cient¨ªfica de calidad capaz de afrontar los desaf¨ªos del futuro, tambi¨¦n es necesario promover modalidades concretas e innovadoras de aprovechamiento compartido del saber, por ejemplo el "colaboratorio". Esta nueva instituci¨®n virtual, que fusiona en una sola las palabras laboratorio y colaboraci¨®n, permite a los investigadores trabajar en redes que trascienden las fronteras. Esta innovaci¨®n, que ya ha permitido descifrar el genoma humano, podr¨ªa transformar la relaci¨®n entre los pa¨ªses del Norte y los del Sur en el campo de la ciencia y poner coto a la fuga de cerebros.
- Hay que promover tambi¨¦n la diversidad ling¨¹¨ªstica en las nuevas sociedades del conocimiento y valorar el saber aut¨®ctono y tradicional.
?Podr¨¢n los pa¨ªses del Sur crear sociedades del conocimiento? ?No son ¨¦stas un lujo exclusivo de las naciones del Norte? A estos interrogantes bien se podr¨ªa responder con las palabras de Abraham Lincoln: "Si creen que el conocimiento es caro, piensen cu¨¢nto puede costar la ignorancia". Cabe preguntarse, adem¨¢s, si no debemos aprender la lecci¨®n de los logros palpables conseguidos por muchos pa¨ªses del mundo. Algunos han invertido masivamente durante decenios en la educaci¨®n y la investigaci¨®n cient¨ªfica, disminuyendo as¨ª considerablemente la pobreza absoluta. Otros han conseguido sobrepasar a algunos pa¨ªses ricos en t¨¦rminos de producto interior bruto per c¨¢pita. Por ¨²ltimo, otros pa¨ªses que formaban ya parte del grupo de los m¨¢s avanzados han incrementado sus posibilidades de ¨¦xito en el plano mundial, mejorando a¨²n m¨¢s su nivel de desarrollo humano y sostenible.
Un mundo como el nuestro, que dedica un bill¨®n de d¨®lares por a?o al gasto militar, ?no dispone de medios suficientes para promover sociedades del conocimiento en las que nadie est¨¦ excluido? Con pol¨ªticas de reforma audaces encaminadas a reducir determinados gastos improductivos, mejorar la productividad de los servicios p¨²blicos, racionalizar las administraciones, suprimir algunas subvenciones ineficaces y luchar contra la corrupci¨®n, se podr¨ªan conseguir recursos financieros considerables para dedicarlos a la educaci¨®n y el conocimiento.
Ante un mundo profundamente dividido por m¨²ltiples brechas y frente a la contradicci¨®n que se da entre algunos problemas globales y la partici¨®n del conocimiento, la ¨²nica soluci¨®n es el aprovechamiento compartido de ¨¦ste. Como dice un proverbio africano: el conocimiento y el amor son iguales, porque son las dos ¨²nicas cosas que aumentan cuando se comparten.
Koichiro Matsuura es director general de la Unesco.
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