Cuando Pen¨¦lope reniega
La editorial Salamandra ha abierto una nueva colecci¨®n bajo el t¨ªtulo Mitos Universales en la cual se dispone a presentar autores de todo el mundo que reinterpretan los mitos universales. Margaret Atwood, autora canadiense ampliamente editada en Espa?a, abre el fuego con una visi¨®n personal de la figura de Pen¨¦lope, la fiel esposa de Ulises que, asediada por los pretendientes al trono en ausencia de su titular, teje y desteje su tela aguardando el regreso del h¨¦roe. En la Odisea, el verdadero protagonista es Ulises y el papel de Pen¨¦lope es secundario, hasta el punto de que quiz¨¢ deber¨ªa atribuirse el car¨¢cter de mito a la argucia de la tela tejida y destejida m¨¢s que a la propia tejedora.
PEN?LOPE Y LAS DOCE CRIADAS
Margaret Atwood
Traducci¨®n de Gemma
Rovira Ortega
Salamandra. Barcelona, 2005
192 p¨¢ginas. 14,90 euros
Margaret Atwood es una autora de escritura realista, podr¨ªamos decir que tradicional, cuyo fuerte es la eficiencia narrativa y la creaci¨®n de personajes adem¨¢s de un sentido del humor que, justamente en este texto, se desborda, adquiere un protagonismo rampante. Atwood ha visto a Pen¨¦lope como la contrafigura de lo que la caracteriza en el mito odiseico, que es el sometimiento al esposo. Para construir su personaje le hace hablar desde el mundo de los muertos y m¨¢s o menos a la altura del siglo XXI, a juzgar por las referencias ocasionales a costumbres de actualidad sobre las que no se priva de soltar algunos sarcasmos. Esta Pen¨¦lope que pasea por los campos de asf¨®delos del reino de los muertos relatando su historia se apoya en la perspectiva para contar la que fue su vida y, naturalmente, esa perspectiva le permite observarla con distancia ir¨®nica. As¨ª, el astuto Ulises es en realidad un caradura paticorto, mentiroso, enga?ador, que act¨²a siempre con doblez y que se apunta a salir en la foto (en la foto m¨ªtica) como un consumado artista de la manipulaci¨®n. Tel¨¦maco, el hijo, sale al padre, aunque es todav¨ªa un pardillo; y la pobre Pen¨¦lope es una mujer harta de ser manipulada y de su papel de esposa fiel que nos cuenta c¨®mo, en realidad, fue ella la que con verdadera astucia sali¨® airosa de todos los trances aunque ahora, en el reino de los muertos, no deja de traslucir una nostalgia por no haber vivido lo que le hubiera gustado vivir.
La propia Pen¨¦lope dice tex
tualmente: "La historia (la suya) como se cuenta en la Odisea no se sostiene: hay demasiadas incongruencias". De esta apreciaci¨®n parte la historia que nos cuenta Atwood. Lo que pasa es que, desde un punto de vista realista, es verdad que no se sostiene, pero desde un punto de vista m¨ªtico se sostiene a la perfecci¨®n y ah¨ª es donde falla la construcci¨®n de Atwood (construcci¨®n muy divertida, por otra parte). Pen¨¦lope aborrece de su papel: "(me convert¨ª) en una leyenda edificante. En un palo con el que pegar a otras mujeres"; aborrece de su papel de fidelidad y sometimiento ejemplares y larga a base de bien contra Ulises, los pretendientes, el mundo griego, su prima Helena, etc¨¦tera. Todo ello lo cuenta en un lenguaje desenvuelto y actual¨ªsimo porque se ve que, en el reino de los muertos, los muertos est¨¢n totalmente al d¨ªa; a t¨ªtulo de ejemplo: "Mi padre era el rey Icario de Esparta; mi madre, una n¨¢yade. En aquella ¨¦poca, hijas de n¨¢yades las hab¨ªa a montones; uno se las encontraba por todas partes. Sin embargo, nunca va mal tener or¨ªgenes semidivinos, al menos en teor¨ªa".
El libro resulta desconcertante; de una parte es gracioso, aunque de una gracia m¨¢s bien f¨¢cil y urgente; de otro, parece la Odisea contada por un ama de casa de clase media m¨¢s bien quemada con su papel y con una veta sarc¨¢stica que nos hace pensar en los mon¨®logos de El club de la comedia; eso s¨ª: de mucha mayor altura y sin un solo taco. Pero el divertimento -eso es lo que parece- ofrece un aspecto muy interesante: es el coro, el cl¨¢sico coro griego, que queda encomendado a las doce criadas que fueron ahorcadas por Ulises tras acabar con la vida de los pretendientes por haberse entregado a ellos. Aqu¨ª es donde Atwood introduce un elemento de ambig¨¹edad ciertamente atractivo. Seg¨²n Pen¨¦lope, una serie de azares impiden que ella advierta a Ulises sobre el verdadero papel de las criadas, lo que las hubiera salvado de la horca o eso cree ella; pero tambi¨¦n se trasluce que quiz¨¢ las criadas y Pen¨¦lope ten¨ªan otra relaci¨®n, una relaci¨®n de encubrimiento que pondr¨ªa en tela de juicio la figura de Pen¨¦lope, en cuyo caso el azar que obliga a la muerte de las doce no ser¨ªa tan azaroso. La figura de las criadas asume el papel de verdaderas v¨ªctimas, de la verdadera gente sin derechos y sin fortuna, el pueblo llano de la ¨¦poca, por as¨ª decirlo, y entonces su actuaci¨®n como coro adquiere connotaciones vitales y sociales bien precisas.
Con este libro de Atwood se publica tambi¨¦n, como apertura de la colecci¨®n, una Breve historia del mito de la especialista en historia de las religiones Karen Armstrong. Es un libro sencillo y lineal, inteligente y conciso, muy generalizador, pero muy ¨²til para quien quiera hacerse una idea de lo que es el mito y de lo que es la p¨¦rdida del mito en el mundo moderno. Lo que en Atwood es una gracieta bien contada, en Armstrong es un excelente manual introductorio.
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