Frutos maduros
Cuando en el mundo de la creaci¨®n art¨ªstica prevalecen la ocurrencia y la ingeniosidad, por no mencionar la insensatez o la impertinencia, es de agradecer que haya artistas que sean capaces de mantener la serenidad y, sencillamente, se dediquen a pintar buenos cuadros. ?ste es el caso de Sean Scully (Dubl¨ªn, 1945), cuya obra hunde sus ra¨ªces en la historia y es calificada a la vez de posmoderna. Efectivamente, desde finales del pasado siglo XX, Scully parece intentar condensar en cada una de sus obras una serie de hallazgos que han ido conformando los perfiles m¨¢s n¨ªtidos del arte pict¨®rico durante la modernidad, desde la abstracci¨®n, la composici¨®n reticular y la vibraci¨®n del color hasta el distanciamiento del sujeto y la conceptualizaci¨®n de la obra. As¨ª, a trav¨¦s de su trabajo se pueden escuchar los ecos de artistas como Mondrian, Rothko, Paul Klee, Matisse o Morandi sin que en ninguno de sus cuadros encontremos alg¨²n rasgo concreto que nos permita establecer una relaci¨®n cierta con ninguno de ellos, ya que las obras de Sean Scully son inconfundiblemente suyas.
SEAN SCULLY, PARA GARC?A LORCA
Sala Alcal¨¢ 31
Alcal¨¢, 31. Madrid
Hasta el 11 de diciembre
Por tanto, si en sus cuadros podemos encontrar referentes externos no es porque el pintor sea un "apropiacionista" que se sirve de recursos ajenos sino porque ha sido capaz de asimilar e interiorizar la condici¨®n de eslab¨®n de una cadena en la que otros pintores entregan y reciben un testigo que trasladan y acrecientan, de esta manera el arte sigue vivo en estos momentos dif¨ªciles en los que la humanidad pierde su dignidad en esquilmadores genocidios. La pintura de Scully no es un remedo de formas y f¨®rmulas de la modernidad sino creaci¨®n original y posmoderna, en el sentido en el que la posmodernidad, que no es un estilo ni una escuela, est¨¢ llevando a cabo aquellos hallazgos que, con las prisas propias de las vanguardias, no terminaron de asentarse y producir frutos maduros.
La madurez de la obra de
Scully se refleja en la pregnancia perceptiva que ejerce la contundente presencia visual de las obras. En la exposici¨®n que se exhibe en Madrid, donde se pueden apreciar todas estas cualidades pl¨¢sticas, se ha intentado adem¨¢s llamar la atenci¨®n sobre el hecho de que parte de esta obra ha sido producida en Espa?a y que en una serie de grabados, dedicada "para Garc¨ªa Lorca", las formas y los colores del irland¨¦s son acompa?ados con algunos versos del poeta granadino. Como reclamo para atraer al p¨²blico hacia la exposici¨®n est¨¢ bien, pero no era necesario llevar la an¨¦cdota de lo "espa?ol" al t¨ªtulo de la muestra ya que las obras que aqu¨ª se presentan, serias y serenas, no necesitan de anzuelo publicitario y no suponen cambio alguno con respecto a las pinturas producidas en otras latitudes o dedicadas a otros personajes.
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