Qu¨¦ pasa cuando duermo
No desconectamos ni en la cama. ?Qu¨¦ pasa cuando dormimos? Gran misterio. Intrigados, cada vez m¨¢s investigadores analizan la actividad cerebral en esas horas. Hay resultados sorprendentes: ordenamos los recuerdos, nos entrenamos socialmente, restauramos los tejidos.
Se acerca el final de a?o, una ¨¦poca de balances, y muchas personas concluir¨¢n que han cumplido unos cuantos proyectos, que han le¨ªdo 20 libros, que han visto 50 pel¨ªculas y tal vez que han encontrado uno o varios amores; pero es probable que en el resumen anual olviden una parte fundamental de su existencia. En el a?o 2005, la media de los mortales habr¨¢ pasado unas 2.920 horas durmiendo. Cuatro meses en brazos de Morfeo y unos 1.640 sue?os en total, de los que a lo sumo recordar¨¢ una peque?a parte. En 80 a?os de vida se habr¨¢n consagrado casi 27 al descanso.
Ni que decir tiene que dormir es vital. Sin sue?o se puede llegar incluso a la muerte, no sin antes pasar por estados alucinatorios y por graves alteraciones f¨ªsicas. Aunque parezca incre¨ªble, la ciencia todav¨ªa no ha podido ni siquiera determinar exactamente por qu¨¦ dormimos, y menos a¨²n qu¨¦ extra?o prodigio hace que perdamos la conciencia durante el sue?o o que vivamos como reales las enso?aciones nocturnas. "Ni siquiera sabemos c¨®mo afirmar cient¨ªficamente que la conciencia durante la vigilia sirve para algo. Yo creo que s¨ª, pero podr¨ªa ser simplemente que necesito creerlo porque ?soy un humano consciente!". As¨ª de claro lo explica Robert Stickgold, un conocido experto en la neurolog¨ªa del sue?o de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard (EE UU).
El sue?o es una necesidad que se ha conservado y que compartimos con otras especies de vertebrados. Eso s¨ª, no todas tienen las mismas costumbres. En lo que se refiere a cantidad, algunos animales desconectan unas 20 horas al d¨ªa, como el murci¨¦lago pardo; otros, por el contrario, s¨®lo dos, como la jirafa. Algunos peces y anfibios reducen considerablemente su estado de conciencia, pero no llegan a perderla completamente. Los insectos parecen no dormir, pero suspenden su actividad en alg¨²n momento del d¨ªa o de la noche. Hay situaciones particularmente complejas para el descanso; la vida en el mar, por ejemplo. Los mam¨ªferos marinos -delfines y ballenas- no pueden abandonarse completamente, puesto que su respiraci¨®n es voluntaria, as¨ª que est¨¢n obligados a mantener despierto al menos un hemisferio cerebral. Pero so?ar es patrimonio exclusivo de los mam¨ªferos y de algunas aves.
La evoluci¨®n se encarga de ir limpiando todo aquello que no es ¨²til para continuar con vida o para mejorarla, de modo que si la sana costumbre de dormir se ha mantenido durante la larga ruta evolutiva es que debe de haber una buena raz¨®n. La respuesta puede parecer obvia: descansar para despu¨¦s estar alerta.
Una de las razones fundamentales del misterio que encierra el sue?o radica en el comportamiento del cerebro. Al principio se pensaba que la corteza, la capa que forma la envoltura y a la que se le atribuyen las funciones m¨¢s complejas, se apagaba completamente al dormir. Pero la idea de que el sue?o pod¨ªa servir para descansar el cerebro ya qued¨® descartada en los a?os cincuenta, cuando se descubri¨® que ¨¦ste no s¨®lo no se duerme, sino que en algunos momentos su actividad es comparable a la de la vigilia.
Una vez en los dominios de Morfeo, las redes neuronales atraviesan cinco etapas diferentes, que se repiten entre tres y cinco veces a lo largo de la noche. Las cuatro primeras coinciden con la idea intuitiva que se puede tener del descanso: la frecuencia cardiaca desciende, al igual que el ritmo respiratorio, y las ondas cerebrales se hacen m¨¢s lentas. Tambi¨¦n se ha descubierto que en este periodo se encuentra activo un tipo de neuronas que act¨²a a modo de nana biol¨®gica, llev¨¢ndonos dulcemente al sue?o. Se desconoce su funcionamiento exacto, pero se sabe que un aumento de la temperatura las pone en marcha, lo que explicar¨ªa el efecto somn¨ªfero de un ba?o caliente.
En contraste con la tranquilidad de las primeras etapas, la quinta es mucho m¨¢s desconcertante, tanto que se le ha dado el sobrenombre de sue?o parad¨®jico. Se trata de la fase REM, que se caracteriza por movimientos oculares r¨¢pidos (rapid eye movement) y por un aumento de los ritmos cardiaco y respiratorio. La fase REM es la fase de las enso?aciones por excelencia. Si se despierta a la persona en este periodo, con toda probabilidad explicar¨¢ que estaba viviendo las escenas como si fueran reales y podr¨¢ describirlas con todo lujo de detalles. De hecho, se da una curiosa circunstancia: un sistema se encarga de desconectar completamente los m¨²sculos, porque de lo contrario la persona escenificar¨ªa sus sue?os con los movimientos del cuerpo. Si no existiera tal mecanismo, algunas noches podr¨ªan ser f¨ªsicamente m¨¢s duras que correr un marat¨®n.
A la vista de las paradojas que encierra el sue?o, no es de extra?ar que las mentes m¨¢s brillantes de la neurolog¨ªa en particular y de la ciencia en general se hayan lanzado a la aventura de descubrir en qu¨¦ lugar se encuentra la puerta de la conciencia. ?Por qu¨¦ se pierde el contacto con el entorno si el cerebro sigue estando activo? Francis Crick, que ha pasado a la historia como codescubridor de la estructura del ADN, consagr¨® una buena parte de su vida investigadora a tratar de encontrar el alma, la conciencia y lo que nos hace humanos. En uno de sus ¨²ltimos trabajos publicados afirmaba haber encontrado el secreto de la conciencia.
Seg¨²n el cient¨ªfico, el estado mental consciente depende simplemente de la actividad de un reducido n¨²mero de neuronas situadas en la parte posterior de la corteza cerebral. Ellas se encargan de elaborar las percepciones y enviar la informaci¨®n hacia la zona frontal, el ¨¢rea inteligente y anal¨ªtica. Crick abordaba la cuesti¨®n de la conciencia desde su definici¨®n m¨¢s amplia; es decir, no solamente como el estado fisiol¨®gico de vigilia, sino tambi¨¦n en su vertiente m¨¢s filos¨®fica y trascendente. Su visi¨®n estrictamente materialista es duramente criticada por aquellos que consideran que no se puede reducir a una simple cuesti¨®n de reacciones qu¨ªmicas la capacidad que tiene el ser humano, y ning¨²n otro animal, de ser consciente de que es consciente.
Al margen de las cr¨ªticas te¨®ricas, Giulio Tononi, catedr¨¢tico de psiquiatr¨ªa de la Universidad de Wisconsin (EE UU), ha presentado recientemente los datos que en su opini¨®n aportan la primera prueba de c¨®mo se altera el estado de conciencia durante el sue?o. El cient¨ªfico italiano asegura que la conciencia depende de la capacidad del cerebro para mantener en comunicaci¨®n sus diferentes ¨¢reas. Al dormir, "el cerebro se divide en peque?as islas que no pueden hablar entre ellas", explica Tononi, y como consecuencia pierde la capacidad de percibir el entorno externo e interno. Demasiado sencillo para ser verdad, parecen afirmar los expertos en la neurolog¨ªa del sue?o, y subrayan que al dormir no s¨®lo se modifican las relaciones entre las neuronas, sino que tambi¨¦n se producen importantes cambios bioqu¨ªmicos, en las ondas cerebrales y en la entrada de est¨ªmulos sensoriales. "Es muy dif¨ªcil buscar qu¨¦ cambios causan la p¨¦rdida de conciencia porque no sabemos qu¨¦ estamos buscando", afirma Stickgold.
Si la cuesti¨®n de la conciencia est¨¢ lejos de aclararse, en lo que se refiere a la pregunta: ?por qu¨¦ dormimos?, el horizonte no est¨¢ mucho m¨¢s despejado. Lo ¨²nico disponible por el momento es un conjunto de teor¨ªas. Una de ellas ha partido de una curiosa observaci¨®n: los animales m¨¢s grandes necesitan dormir menos. Por ejemplo, la zarig¨¹eya duerme 18 horas, mientras que el elefante, s¨®lo tres. Algunos investigadores han interpretado esta diferencia como un signo de que el sue?o sirve para reparar los tejidos. ?Por qu¨¦ tal conclusi¨®n? Porque los peque?os cuerpos tienen un ritmo metab¨®lico m¨¢s acelerado, y, como consecuencia, sus c¨¦lulas sufren m¨¢s desperfectos. Efectivamente, los resultados de algunos estudios parecen indicar que durante las fases no REM los sistemas de reparaci¨®n celular se encuentran a pleno rendimiento, incluso se supone que se favorece la formaci¨®n de neuronas. El ¨²nico inconveniente de esta hip¨®tesis es que no logra justificar la fren¨¦tica actividad cerebral de los periodos REM.
Otra teor¨ªa ampliamente estudiada y discutida es la que hace v¨¢lida la popular t¨¦cnica de consultar con la almohada; es decir, que el sue?o tiene un importante papel en las funciones cognitivas m¨¢s complejas, como la resoluci¨®n de problemas, la memoria y el aprendizaje. Los estudios con voluntarios a los que se planteaban distintos tipos de problemas han mostrado que los que pasaban por los brazos de Morfeo encontraban m¨¢s f¨¢cil y m¨¢s r¨¢pidamente las soluciones. La clave parece estar en que durante la noche el cerebro hace una reorganizaci¨®n de los recuerdos y despu¨¦s los pasa a los almacenes de la memoria. En experimentos con voluntarios se ha observado que una sesi¨®n de sue?o despu¨¦s de haber aprendido algo es una excelente y descansada manera de lograr que los conocimientos se consoliden.
Otra hip¨®tesis fascinante es la que se podr¨ªa denominar campo de entrenamiento REM. El tiempo dedicado por noche al sue?o parad¨®jico cambia a lo largo de la vida. Los beb¨¦s invierten alrededor del 50%, mientras que los ancianos, s¨®lo un 15%. Adem¨¢s se ha podido constatar en un buen n¨²mero de especies animales que cuanto m¨¢s inmadura nace la cr¨ªa, mayor es la cantidad de tiempo de sue?o en fase REM. Y como muestra, el ornitorrinco. Los reci¨¦n nacidos son ciegos y absolutamente dependientes de la madre durante semanas. Estos animales son tambi¨¦n los que m¨¢s tiempo permanecen en fase REM, ocho horas. En el otro extremo se encuentran los delfines, que inmediatamente despu¨¦s de abandonar el vientre materno tienen que ser capaces de nadar, de regular su temperatura y de evitar a los depredadores. En estos mam¨ªferos, el sue?o parad¨®jico es pr¨¢cticamente inexistente. Las jirafas y las ovejas nacen considerablemente maduras y pasan menos de una hora de su descanso en sue?o parad¨®jico. A la vista de los datos, algunos cient¨ªficos sugieren que el sue?o REM es como un campo de entrenamiento en el que el individuo recibe los est¨ªmulos necesarios para que se desarrolle el cerebro, algo as¨ª como un programa de realidad virtual.
Los resultados de Patrick McNamara apuntan en la misma direcci¨®n, pero en este caso conducen a otro gran enigma relacionado con el dormir: los sue?os. El investigador de la Universidad de Boston asegura que sus datos "refutan la teor¨ªa que afirma que los sue?os son actividades mentales aleatorias". McNamara ha observado que los sue?os podr¨ªan ser una especie de ensayos del cerebro para preparar al durmiente con el contacto con los dem¨¢s. "Puede que si se desea entender por qu¨¦ la gente hace las cosas que hace durante el d¨ªa, el lugar donde se encontrar¨¢ la respuesta sean los sue?os", afirma. Patrick McNamara ha observado que las escenas m¨¢s violentas se producen durante las fases REM, mientras que las pocas enso?aciones que se dan fuera de estos periodos son significativamente menos intensas y nunca agresivas. Y para cerrar el c¨ªrculo, los antidepresivos -los f¨¢rmacos del humor, porque modifican la actividad de los neurotransmisores encargados de modular los estados de defensa, agresi¨®n, disfrute y tristeza- eliminan las fases REM. Por este motivo, McNamara advierte que si sus datos se confirman habr¨ªa que valorar un nuevo efecto secundario de estos medicamentos, puesto que impedir¨ªan que los sue?os cumplieran su labor de entrenamiento social.
Por el contrario, otros cient¨ªficos consideran que los sue?os no son m¨¢s que una mezcla de recuerdos del d¨ªa que el cerebro trata de ordenar de la forma m¨¢s coherente posible, "con el objetivo de restablecer redes de memoria tales como las que se encargan de definir el yo y de explicar el mundo que nos rodea", asegura Stickgold. Sin embargo, algunos datos parecen contradecir la idea de que los sue?os est¨¢n asociados a los recuerdos inmediatos. Se ha observado que la cantidad de tiempo dedicada a las fases REM, las on¨ªricas, aumenta a lo largo de la noche.
"Si existiera una fuerte relaci¨®n con la vigilia previa ser¨ªa de esperar que la m¨¢xima intensidad y duraci¨®n del sue?o REM se produjera en la primera parte de la noche", escrib¨ªa Siegel recientemente en la revista Nature. Adem¨¢s, en numerosos estudios, una gran parte de los so?adores no pudieron encontrar un origen de las im¨¢genes on¨ªricas en su vida real. Crick, por su parte, consideraba que los sue?os son barrenderos que eliminan la sobrecarga de conexiones neuronales innecesarias que se producen durante el proceso de aprendizaje. Sin embargo, tal planteamiento contradice los estudios que han dado la raz¨®n a Freud sobre la represi¨®n. Y es que una buena manera de asegurarse que se va a pasar una buena parte de la noche con alguien, on¨ªricamente hablando, es tratar de reprimir todos los pensamientos relativos a esa persona.
Mientras la ciencia desvela los misterios del descanso, ?dulces y reparadores sue?os!
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